— ¿Dónde se metió ahora? —murmuró Zhi Yue, mirando por la ventana de un tercer piso—. No lo he visto desde la tarde. Huyó después de que intenté entregarle un par de zapatos… —Se recargó desanimado sobre el sill—. Ya es de noche. Yo ya cené… ¿Él habrá comido algo?
Zhi Yue dejó su cuarto con el propósito de comprar tinta. Se hizo amigo rápidamente de la dueña de la posada, le pidió unas indicaciones y le dejó un recado antes de abandonar el lugar. Pasó por algunas tiendas, pero no ingresó a ninguna. De pronto, cruzó por un puesto de comida callejera. Se acercó al vendedor y habló:
— Buenas noches. Deme dos sopas wantán para llevar, por favor.
El rostro del vendedor estaba escondido bajo toda la papelería de publicidad que tenía en su pequeño puesto.
— ¡Oh, otro cliente! —dijo con regocijo— ¡Buenas noches, buenas noches! —articuló como si cantara. Su personalidad parecía ser del tipo alegre y amable, pero algo tonto—. Siéntese, siéntese, joven, póngase cómodo mientras preparo la orden. Por su pronunciación, deduzco que no es de Lunitan. ¿Qué lo trae por aquí?
— Solo estoy de paso. Me dirijo a Fento para tomar el ferrocarril.
— ¡Oh, el tren es una creación hermosa! Mi esposa adora subirse a él para visitar a sus padres. Mis hijos se divierten demasiado con cada viaje, les encanta asomarse por la ventana y observar cómo los pueblos se van haciendo pequeños. ¿Será su primera vez viajando?
— No, ya he tomado trenes antes. He subido al ferrocarril del Norte y del Oeste.
— ¡Vaya!, usted viaja seguido. Tendrá muchas historias interesantes que contar; sobre todo, del Norte. —Zhi Yue guardó algo de silencio. Rato después, el vendedor declaró—: Desde hace minutos que mira hacia los costados como si buscara a alguien, si lo puedo ayudar, cuénteme, he estado aquí desde el mediodía; si busca a alguien, soy el adecuado para informarle, ¿no le parece?
Zhi Yue se quedó en silencio; eso era inusual en él, generalmente, resultaba ser un hablador de primera. Sus cejas se arquearon cómo si estuviera debatiendo consigo mismo sobre algo interesante; el vendedor lo miró con curiosidad, y prefirió también callar que interrumpirlo.
— ¿Ha visto a alguien de mi estatura, de cabellos negros, mirada perdida, vistiendo harapos y caminando sin zapatos? —consultó Zhi Yue, soltando un suspiro.
— ¿Busca un mendigo?
— No…
— Imaginé que esperaba a su novia, y que, lastimosamente, lo habían plantado. Hoy, en Lunitan, celebramos El Día del Amor. Por eso, todos los establecimientos tienen ofertas y descuentos. Si busca a un mendigo…, quizás se encuentre refugiado en un lugar menos ruidoso.
Zhi Yue reservó sus palabras. Era innecesario corregirlo. No se volverían a encontrar.
— Sí, tiene razón —respondió, alegre—. Gracias.
Pensó igual que el vendedor. Siguiendo sus instintos, regresó a la posada. Al ingresar, la casera lo detuvo.
— Como dijo, joven de apellido Zhi, su amigo vino hace unas horas. Lo seguí para confirmar que ingresara a la habitación correcta. Ahora, las luces están apagadas, parece que está descansando.
Zhi Yue asintió, le dio las gracias a la señora y subió los escalones con paciencia. Escribió una nota en su cuaderno con una pluma mágica. Rompió la hoja e ingresó sigilosamente al dormitorio.
Todo estaba oscuro. Se concentró en no generar ruido alguno. Dejó la comida y la nota cerca de la cama. Salió del dormitorio y golpeó con fuerza la puerta. Se apoyó pacientemente en la pared. Justo al lado de la puerta, recostó su cabeza en la madera y cerró los ojos; paralelamente, observó como la luz nacía al interior del dormitorio. Escuchó como Kiriya abría el recipiente de una de las sopas. Con eso, sonrió y se quedó dormido.