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Chapter 8 - episodio 9: negocios del bien y el mal.

Jehová y Adriene se encuentran en un punto de inflexión, donde los destinos de la luz y la oscuridad se entrelazan en un pacto cósmico.

Jehová, con su cabello blanca y ojos llenos de sabiduría, extiende su mano. "Adriene", dice solemnemente. "Ambos somos creadores en este vasto universo. Propongo un trato: tú, el hijo de las sombras, y yo, el Creador de todo. Juntos, forjaremos un nuevo camino."

Adriene observa la mano extendida. "¿Qué ganaré?", pregunta con cautela.

"El equilibrio" -responde Jehová-. "La dualidad que da vida a la creación. Tú, con tu habilidad pasiva, alterarás las reglas del cosmos. Yo, con mi sabiduría, guiaré el flujo de la existencia. Juntos, crearemos mundos nuevos y desafiantes."

Adriene sonríe, sus ojos ardientes. "¿Y el precio?"

"Tu redención" -dice Jehová-. "La oportunidad de encontrar un propósito más allá de la oscuridad. Pero también, la responsabilidad de proteger la vida en todas sus formas."

Y así, en ese rincón olvidado del universo, los dos seres divinos sellan su pacto. El cosmos observa expectante, mientras las estrellas parpadean como testigos de esta alianza inusual.

En ese momento, Jehová mira fijamente a Adriene, sus ojos llenos de sabiduría y compasión. El viento marciano susurra secretos cósmicos mientras el Creador habla:

"Adriene, hijo de las sombras, escucha bien" -dice Jehová-. "Karla'k, el caído, fue consumido por su propia oscuridad. Su esencia se dispersó en el abismo, sin redención ni propósito. Pero tú... tú tienes una elección."

Adriene frunce el ceño. "¿Qué elección?"

"Crear o destruir" -responde Jehová-. "Esa es la dualidad que enfrentamos. Si sigues por el camino de la oscuridad, te perderás como Karla'k. Pero si aceptas este trato, forjarás un nuevo destino. Tu habilidad pasiva alterará la realidad, pero también podrás protegerla. La vida en Marte, y en otros mundos, dependerá de ti."

Adriene reflexiona. "¿Y si fallo?"

"Entonces, la oscuridad prevalecerá" -dice Jehová con solemnidad-. "Pero si triunfas, encontrarás un propósito más allá de la sombra. No serás igual que Karla'k. Serás un creador y un guardián. ¿Aceptas?"

Se miran con una comprensión profunda. El Yin y el Yang, símbolos ancestrales de dualidad, flotan en el aire entre ellos.

"¿Sabes por qué existen ambos?", pregunta Jehová, su voz resonando como el eco de los siglos. "Porque uno no puede prevalecer sin el otro. La luz necesita la oscuridad para brillar, y la oscuridad necesita la luz para existir."

Adriene asiente, sus alas de sombra temblando. "Somos dos caras de la misma moneda", murmura. "La creación y la destrucción, la vida y la muerte. Juntos, forjamos el equilibrio."

"Exacto" -dice Jehová-. "Tú, con tu habilidad pasiva, alterarás las reglas del cosmos. Pero también protegerás la vida. Y yo, con mi sabiduría, guiaré el flujo de la existencia. Así es como el universo persiste."

Jehová contempla el infinito, sus ojos llenos de conocimiento ancestral. "Karla'k, el caído, persiste en las sombras" -dice con solemnidad-. "Pero el tiempo es un tejedor implacable. Algún día, alguien se alzará para enfrentarlo. La dualidad exige un equilibrio, y la luz siempre encuentra su camino."

En ese momento, Adriene se inclina hacia adelante, sus ojos ardientes destellando con malicia. "¿Ver el mundo arder?", se burla. "¿Acaso no es la esencia misma de la creación? El fuego purifica, consume, y da paso a lo nuevo. Quizás Karla'k tenía razón al abrazar la oscuridad. Tal vez deberíamos dejar que todo se desmorone en cenizas."

Jehová, imperturbable, responde: "La destrucción es solo una parte del ciclo. Pero también está la esperanza, la renovación. La vida emerge incluso de las ruinas. No subestimes el poder de la luz, incluso cuando parece débil."

En ese momento trascendental, Jehová y Adriene se miran a los ojos, sus almas entrelazadas en un pacto cósmico. La dualidad flota en el aire, y el universo observa expectante.

"Acepto" -dice Adriene, extendiendo su mano de sombras.

Jehová sonríe, su mano arrugada encontrando la de su oponente. "Que el equilibrio prevalezca" -declara-. Y así, en ese apretón de manos, sellan su destino compartido.

El cosmos murmura su aprobación mientras los dos seres divinos se separan. La creación y la destrucción, la luz y la oscuridad, ahora están unidas en un propósito común.

Ambos se separan y Adriene se va al infierno para poder crearlo a su gusto y como le gustaría a su padre redentor.

En ese momento, Jehová, Greci y los ángeles rodean a San Miguel, cuyas alas de luz están maltrechas. Con cuidado, lo levantan, sus voces llenas de compasión y gratitud. El viento marciano susurra secretos cósmicos mientras se retiran de Marte, dejando atrás un mundo que ya no albergará vida.

"La dualidad persiste" -dice Jehová-. "La creación y la destrucción, la luz y la oscuridad. Quizás algún día, en otro rincón del universo, surgirá una nueva esperanza."

Y así, en ese momento de despedida, los seres divinos se alejan, sus siluetas fundiéndose con el polvo estelar. El destino observa expectante, mientras Marte queda sumido en su silencio eterno.

En el silencio etéreo, Jehová, Greci y los ángeles extienden sus alas. El espacio se curva a su voluntad, y las estrellas se apartan para dar paso. Más allá de los confines conocidos, alcanzan el umbral del cielo inalcanzable, donde ningún otro ser ha puesto pie. Allí, en la quietud de lo divino, encuentran su morada exclusiva, custodios de secretos cósmicos y guardianes de la eternidad.

En el corazón de los cielos inalcanzables, Greci, la diosa de la creatividad y las razas, se encuentra con Jehová, el Creador de todo. Sus miradas se cruzan, y el viento cósmico susurra secretos ancestrales.

"Jehová" -dice Greci, su voz como el eco de un sueño-. "¿Por qué creamos? ¿Por qué tejemos hilos de vida en la vastedad del universo?"

Jehová sonríe, su cabello blanca ondeando. "Porque somos narradores" -responde-. "Contamos historias a través de cada criatura, cada raza. La dualidad de la luz y la oscuridad, la esperanza y el conflicto, se refleja en sus ojos."

Greci asiente, sus cabellos dorados brillando. "Pero también hay tragedia en nuestras creaciones. Los héroes caen, los imperios se desmoronan. ¿Es eso parte de nuestro propósito?"

"La vida es un lienzo" -dice Jehová-. "A veces, las tragedias dan lugar a la belleza. Las razas florecen, se adaptan, evolucionan. Y en cada historia, hay un rastro de eternidad."

Los ángeles observan desde lo alto, sus alas de luz extendidas. En ese momento, Greci y Jehová se convierten en los arquitectos de un universo en constante transformación.

En los albores del tiempo, en un rincón del cielo donde las estrellas se entrelazaban como hilos de un tapiz divino, Jehová y Greci se reunieron. Sus miradas se encontraron, y la energía cósmica vibró a su alrededor.

Jehová: (con voz profunda) Greci, diosa de las raza y la esperanza, ¿qué opinas sobre la creación de nuevas razas? ¿Cómo deberíamos moldearlas?

Greci: (con ojos centelleantes) Jehová, creador de los cielos y la tierra, imagino dragones con escamas de fuego y alas que desafíen la gravedad. También veo reptilianos, seres astutos que se deslizan entre las sombras. Y los humanos, vulnerables pero llenos de potencial. ¿Qué dices?

Jehová: (sonriendo)Los dragones, criaturas majestuosas, serán los guardianes de los cielos. Los reptilianos, custodios de los secretos ancestrales. Y los humanos, con su libre albedrío, serán el reflejo de nuestra imagen. Pero, ¿y los demonios divergentes?

Greci: (con determinación) Los demonios divergentes, Jehová, serán los rebeldes, los que desafíen las normas. Tendrán alas rotas y ojos llameantes. Serán la dualidad misma: luz y oscuridad entrelazadas.

Jehová: (asintiendo)Entonces, así será. Creemos juntos estas razas, tejamos sus almas con hilos de estrellas y polvo cósmico. Que los dragones surquen los cielos, los reptilianos se escondan en las profundidades y los humanos exploren su destino. Y los demonios divergentes... ¿qué nombre les daremos?

Greci: (susurrando) "Los Desgarrados". Porque llevan la marca de la rebeldía y la belleza de lo prohibido.

Jehová mencionó muchas cosas en esa plática, pero su pensamiento era mejor darle un libre albedrío, así que dijo: "Todos necesitan ser libres alguna vez."

Las estrellas brillaban con expectación, y el viento susurraba secretos cósmicos.

Jehová: (con voz resonante) Greci, diosa de las razas y la esperanza, creemos ahora a los Yadaratman, una raza que combinará la fuerza de los dragones y la astucia de los reptilianos. Dotémosles de inteligencia, pero también de libre albedrío. Serán los guardianes de su planeta, los defensores de su hogar.

Greci: (con determinación) Así sea, Jehová. Los Yadaratman serán como chispas de la creación, capaces de moldear su destino. Que su voluntad sea su espada y su compasión su escudo. Que luchen no solo por sí mismos, sino por todo lo que aman.

Discutían como podría ser esta raza que dice mejor Jehová: "Es mejor que se parezca a la raza humana la piel y huesos idénticos, su raza podría ser compatible con toda raza si necesitan reproducirse."

Este siente un poder que rebosa en él, dando a entender que vio algo que le preocupa un futuro lleno de combates, pero un guerrero de esa misma raza se levantará para matar a todos.

Jehová: (con voz profunda) Existe una profecía, Greci. Un guerrero surgirá entre los Yadaratman, y su confianza será su arma más afilada. Será el genocida y el dios de las victorias. Pero también será su perdición.

Greci: (frunciendo el ceño) ¿Por qué, Jehová? ¿Por qué permitir tal destino?

Jehová: (suspirando) Porque el libre albedrío es un regalo y una maldición. Este guerrero, con su corazón dividido, enfrentará elecciones imposibles. Su espada no matará a los enemigos, sino que los convertirá en cenizas. Su victoria será su carga más pesada.

Greci: (con tristeza) ¿Y si evitamos su nacimiento?

Jehová: (con determinación) No podemos. La profecía es tejida en el tapiz del tiempo. Pero quizás, solo quizás, este guerrero encuentre redención. Que su confianza no sea su perdición, sino su salvación.

Y así, en el cielo, la profecía se desplegó como un cometa ardiente, dejando su estela en el corazón de los dioses.

"Bien, que se empiece a crear la propia vida." Mencionó esto mismo, levantando la palma de sus manos y una energía desde cero se crearía empezando a crear las razas.

Fin.