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Chapter 14 - Episodio 15: Las academias del bien y el mal.

En los albores del tiempo, cuando las estrellas aún eran jóvenes y los mundos se formaban, las deidades se reunieron para tejer el destino del cosmos. La Diosa Greci, con su mirada centelleante, convocó a los guardianes de la dualidad: Aurelius, el ángel de la luz, y Mortis, el demonio de las sombras.

Greci extendió sus manos, y dos portales se abrieron. Uno llevaba al Planeta Tierra, un lugar de esperanza y desafíos. El otro descendía a las profundidades del Infierno, donde las llamas ardían eternamente.

Aurelius se adelantó, sus alas de luz extendiéndose. "Aquí, en la Tierra, crearemos la Academia del Bien. Será un faro para los mortales, un lugar donde los héroes se entrenarán para proteger la humanidad."

Mortis, con su piel cenicienta y ojos carmesí, sonrió. "Y en el Infierno, forjaremos la Academia del Mal. Allí, los villanos aprenderán a doblegar la voluntad de los hombres y a sembrar la discordia."

Greci asintió. "Ambas academias serán necesarias. La dualidad es parte de la naturaleza. Pero, Aurelius, Mortis, recuerden: incluso en la oscuridad, hay chispas de luz. Y en la luz, acechan sombras."

Y así, las academias nacieron. En la Tierra, los héroes entrenarían sus dones y lucharían por la justicia. En el Infierno, los villanos conspirarían y desafiarían el orden establecido. Pero, en última instancia, el destino de ambos mundos estaría entrelazado por las elecciones de aquellos que cruzaran sus puertas.

En el corazón de Andrómeda, donde las estrellas tejían su danza cósmica, Rigor, el guerrero de los Temporanos, se preparó para su viaje al Planeta Tierra. Su misión era clara: reclutar a un grupo diverso de héroes dispuestos a aprender el arte del tiempo en la History Academy.

El portal se abrió, y Rigor cruzó la barrera entre mundos. Aterrizó en un bosque frondoso, rodeado de árboles centenarios y el susurro del viento. Los humanos, con sus vidas efímeras y sus corazones llenos de esperanza, serían sus primeros reclutas.

Rigor caminó entre los árboles, su energía centelleando. Encontró a un joven científico, obsesionado con los misterios del tiempo. "¿Te atreves a aprender su verdadera naturaleza?" le preguntó Rigor.

El científico asintió, y así comenzó la History Academy en la Tierra. Rigor reclutó a más héroes: una guerrera amazona, un filósofo curioso, un artista visionario. Todos compartían una sed de conocimiento y una voluntad de proteger la línea temporal.

Y así, en un rincón del mundo, la Academia creció. Rigor enseñó a sus reclutas a saltar entre los segundos, a comprender las paradojas y a proteger la historia. Los buenos se unieron, y la lucha contra los villanos se intensificó.

Pero Rigor sabía que el tiempo era su mayor enemigo. ¿Cuánto podría mantener el equilibrio antes de que la oscuridad se infiltrara? Solo el futuro lo diría.

Mientras tanto en el pasado justo hace 10,000 millones de años atrás.

Historia yadaratman:

Hace eones, en el remoto planeta Yadaratman, los Yadaratmanianos emergieron como una raza singular. Su evolución fue un ballet cósmico, tejido con hilos de adaptación y desafío. Permíteme narrarte su historia:

Los Primeros Pasos: Australopithecus y la Danza de la Vida

- Hace 4 millones de años, los homínidos conocidos como Australopithecus poblaron las vastas llanuras de Yadaratman. Eran criaturas bípedas, con cerebros modestos pero una curiosidad insaciable.

- Los Yadaratmanianos primitivos se adaptaron a su entorno, explorando selvas exuberantes y humedales. Sus cuerpos robustos y mandíbulas fuertes les permitieron recolectar frutas y cazar pequeños animales.

El Despertar del Homo Sapiens: El Brillo de las Estrellas en sus Ojo

- Hace 200,000 años, el Homo sapiens sapiens surgió como la joya de la evolución. Su cerebro, más desarrollado, les otorgó la capacidad de crear y soñar.

- Los Yadaratmanianos miraron al cielo nocturno, sus ojos brillando con la luz de las estrellas. Se preguntaron sobre su lugar en el cosmos y anhelaron explorar más allá de su mundo.

La Gran Migración: De Yadaratman a las Estrellas.

- Hace 70,000 años, los Yadaratmanianos comenzaron su gran migración. Empacaron sus sueños y partieron hacia las estrellas, impulsados por la curiosidad y la necesidad.

- Exploraron planetas lejanos, colonizaron lunas y construyeron ciudades flotantes en atmósferas gaseosas. Su tecnología se alimentaba de energía estelar, y sus naves surcaban el espacio como cometas luminosos.

La Tecnología Cósmica: Un Ballet de Ingenio y Creatividad.

- Los Yadaratmanianos dominaron la fusión estelar, creando fuentes inagotables de energía. Sus computadoras cuánticas tejían algoritmos en constelaciones de luz.

- Sus cuerpos se fusionaron con nanobots, otorgándoles inmortalidad y la capacidad de explorar agujeros de gusano. Las ciudades flotantes se convirtieron en jardines de cristal, donde los Yadaratmanianos creaban arte con la materia misma del universo.

El Legado de las Estrellas: El Futuro y Más Allá.

- Hoy, los Yadaratmanianos miran atrás, recordando sus raíces en Yadaratman. Aunque han evolucionado más allá de la carne y el hueso, su espíritu sigue siendo humano.

- Siguen explorando, soñando y bailando con las estrellas. Su tecnología es su poesía, y su legado se extiende a través de las galaxias.

El Nacimiento en Yadaratman:

El aire en la modesta habitación estaba cargado de electricidad. La madre de Víctor, con el sudor perlado en su frente, sostenía al recién nacido en sus brazos. Las paredes estaban adornadas con murales antiguos, cada uno contando una parte de la historia de Yadaratman. En ellos, guerreros luchaban contra bestias cósmicas, y profetas miraban hacia las estrellas en busca de respuestas.

Madre (agitada) "Víctor, mi pequeño guerrero, naces en un mundo lleno de secretos y profecías. Tu destino está entrelazado con el cosmos. ¿Puedes sentirlo, mi niño?"

El bebé, con sus ojos aún cerrados, parecía responder con un suave llanto. El padre, un granjero curtido por los vientos del planeta, se acercó a la cama. Su mirada era intensa, como si pudiera ver más allá de las paredes y los murales.

Padre (gran voz): "Este niño es especial, ¿no lo ves? Las estrellas mismas conspiraron para que él existiera. Los ancianos hablan de una profecía: un niño nacido bajo la luna roja, marcado por la muerte y la gloria."

La madre asintió, sus dedos acariciando la frente de Víctor. Las luces parpadeaban, y el viento soplaba a través de las ventanas entreabiertas. El pueblo entero parecía contener la respiración, como si el destino de Víctor fuera también el suyo.

Mural en la pared (susurrando): "El hilo del tiempo te teje, Víctor. ¿Serás el destructor o el salvador? Las estrellas observan, y los dioses esperan."

La madre besó la frente del bebé, y sus lágrimas se mezclaron con la energía que llenaba la habitación. El padre, con una mano en el hombro de su esposa, miró hacia el techo, como si buscara respuestas en las constelaciones invisibles.

Víctor (recién nacido, en un llanto suave) "¿Por qué siento que todo esto es más grande que yo? ¿Qué papel debo desempeñar en esta danza cósmica?" Los pensamientos del infante se agobian por tantas cosas.

La habitación se llenó de una extraña resonancia, como si el universo mismo estuviera observando. El destino de Víctor estaba en juego, y él aún no lo sabía. Las estrellas titilaron en el cielo nocturno, y el pueblo de Yadaratman sostuvo la respiración mientras el bebé, marcado por la profecía, comenzaba su viaje.

Pasaron 3 a 4 años después del nacimiento del más fuerte calificado por muchos una profecía jamás vista.

La Infancia de Víctor en la Granja de sus padres en Yadaratman: Entre la Tierra y las Estrellas.

Hace eones, en los vastos campos de Yadaratman, un niño llamado Víctor despertaba con el sol. Su mundo estaba tejido con hilos de tierra, semillas y el canto de los pájaros. La granja de su familia era su universo, y allí aprendió lecciones que resonarían en su alma durante toda su vida.

Los Primeros Pasos en la Tierra: La Danza con la Arcilla.

Víctor, con sus pies descalzos, corría entre las hileras de maíz. Ayudaba a su padre a arar la tierra, sintiendo la arcilla entre sus dedos. El sol besaba su piel y el viento le susurraba secretos de la naturaleza.

- Víctor (niño): "Papá, ¿por qué el sol sale todas las mañanas?"

- Manuel: Es como sembrar una semilla, hijo. Cada día, el sol renace y nos da vida."

El padre se inclinó, sus manos curtidas por el trabajo, y señaló hacia el este. Víctor siguió su mirada y vio cómo el cielo se encendía con tonos dorados y rosados. El sol emergía, como un gigante tímido, asomándose por el horizonte. Víctor imaginó que el sol era un sembrador cósmico, esparciendo luz y calor sobre la tierra.

Las Semillas de Aprendizaje: El Misterio de la Germinación.

Víctor plantaba semillas con cuidado. Aprendió que la paciencia era su mejor aliada. Las semillas se hundían en la tierra oscura, y él esperaba, con los ojos llenos de asombro, a que brotaran pequeñas hojas verdes. Su madre le enseñó a reconocer las diferentes plantas: el maíz, con sus hojas largas y verdes; las zanahorias, con sus raíces ocultas bajo la tierra; y las flores, que parecían sonreír al sol.

- Víctor: "¿Por qué enterramos las semillas en la tierra, mamá?"

- Ana: "Porque la tierra es como una madre amorosa. Protege y nutre las semillas hasta que brotan. Las raíces se extienden, buscando agua y nutrientes. Y luego, un día, aparecen las hojas y los tallos. Es un milagro silencioso, Víctor."

Víctor se arrodilló junto a un pequeño brote de maíz. Acarició las hojas tiernas y sintió la vida vibrando bajo sus dedos. Imaginó que cada planta tenía su propia historia, sus propios sueños. ¿Qué secretos guardaban las raíces? ¿Qué canciones cantaban las hojas al viento?

El Canto de los Animales: El Coro de la Vida.

Las mañanas comenzaban con el cacareo de las gallinas y el mugido de las vacas. Víctor se despertaba temprano, antes de que el sol asomara por completo, para ayudar en el establo. Las vacas eran enormes y suaves, con ojos grandes y tristes. Víctor les hablaba mientras las ordeñaba, sus palabras fluyendo como un río tranquilo.

-Víctor: "¿Por qué las gallinas cacarean tan temprano, abuelo?"

- José: "Están saludando al nuevo día, igual que nosotros. Las gallinas son criaturas sabias, Víctor. Saben que cada amanecer es un regalo. Y cuando ponen huevos, es como si nos dieran un pedacito de sol."

Víctor observaba los nidos de las gallinas, escondidos en los rincones del granero. Las gallinas se acurrucaban sobre sus huevos, protegiéndolos con sus alas. Víctor imaginaba que cada huevo contenía un pequeño sol, esperando nacer. A veces, se quedaba allí, en silencio presenciando el nacimiento de algunos de ellos.

Cumpliendo los 5 años el joven Victor, va con sus Padres a comprar directo a la ciudad y es ahí que Victor, se separa de sus padres, y se mete aún callejón para averiguar que sucedía en ese lugar.

-El callejón estaba oscuro, apenas iluminado por la luna. Víctor, con su corazón lleno de inocencia y su cuerpo temblando de miedo, se encontró con la señora y el señor. No sabía que su vida cambiaría para siempre.

Víctor: (con voz temblorosa) ¿Están bien? ¿Necesitan ayuda?

-Señora: (con una sonrisa maliciosa) Oh, pequeño Víctor, no estamos aquí para recibir ayuda. Sabemos quién eres.

-Señor: (con una mirada fría) El niño de la profecía. El que traerá la muerte a todos nosotros.

-Víctor: (confundido) ¿Qué están diciendo? Yo... yo no entiendo.

-Señora: (se acerca a él) No te hagas el tonto. Sabemos que eres especial. Y hoy, cumpliremos con nuestro deber.

-Víctor sintió un escalofrío recorrer su espalda. La señora lo sujetó con fuerza, mientras el señor se acercaba.

-Señor: (con crueldad) No te resistas, niño. Esto es por el bien de todos.

-Víctor luchó, pero su fuerza era insignificante ante la brutalidad de sus atacantes. El dolor se convirtió en un torbellino que lo arrastró hacia la oscuridad.

-Víctor: (gritando) ¡No! ¡Por favor!

-Cuando todo terminó, Víctor quedó en el suelo, su cuerpo herido y su alma destrozada. Las lágrimas se mezclaron con la sangre en su rostro.

-Víctor: (susurra)¿Por qué? ¿Por qué harían esto?

Señora: (con desprecio) Porque eres el elegido. El sacrificio necesario para salvarnos a todos.

-Víctor nunca olvidaría esa noche. El dolor físico se desvanecería, pero el trauma emocional se arraigaría en su ser. A partir de entonces, su camino estaría marcado por la lucha contra la oscuridad que había experimentado.

La Oscuridad que Consumía a Víctor

Víctor regresó a casa, su cuerpo tembloroso y su mente en un torbellino. La oscuridad del callejón aún lo envolvía, y el dolor físico palidecía ante la tormenta emocional que lo asaltaba.

Al entrar en su habitación, Víctor cerró la puerta con cuidado. La luz de la lámpara parpadeó, arrojando sombras inquietantes por toda la habitación. Se dejó caer en la cama, sintiendo cómo la realidad se desmoronaba a su alrededor.

Los recuerdos del abuso lo atormentaban. La señora y el señor, sus palabras crueles, la sensación de impotencia. ¿Por qué él? ¿Por qué había sido elegido para este destino oscuro?

La depresión se apoderó de él como una marea negra. Se sentía atrapado en un abismo sin fondo, incapaz de encontrar una salida. Las lágrimas brotaban sin control, y su corazón latía con una mezcla de rabia y desesperación.

Los trastornos de estrés postraumático también se manifestaron. Las pesadillas lo asaltaban cada noche. Revivía el momento en que la señora lo sujetaba con fuerza, mientras el señor se acercaba con mirada fría. El sonido de sus propias súplicas resonaba en su mente.

Víctor se volvió retraído. Evitaba a su familia, temeroso de que descubrieran su secreto. La ansiedad lo acompañaba a todas partes, como una sombra persistente.

En su mente, la profecía seguía resonando: "El sacrificio necesario para salvarnos a todos". ¿Qué significaba eso? ¿Qué oscuros secretos guardaba su destino?

Víctor se aferró a sus propios métodos de supervivencia. Cerró los ojos y se prometió a sí mismo que encontraría respuestas. Buscaría la verdad, incluso si eso significaba enfrentarse nuevamente a la oscuridad.

La Lucha de Víctor en los Campos de Cultivo

Víctor despertó, el olor a tierra fresca impregnando el aire. La granja de su familia se extendía frente a él, con hileras de cultivos y árboles frutales. Aunque su mente seguía atormentada por el abuso, el trabajo en la tierra le proporcionaba un refugio.

El sol se alzaba sobre los campos, pintando el cielo de tonos dorados. Víctor se enfundó en su ropa de trabajo, sintiendo la textura rugosa del algodón contra su piel. Cogió la azada y se dirigió hacia las hileras de maíz.

El contacto con la tierra era terapéutico. Cada golpe de la azada parecía liberar parte de su dolor. Las raíces del maíz se aferraban al suelo, igual que él se aferraba a la esperanza.

Los pájaros cantaban en los árboles cercanos, y Víctor se permitió sonreír. Aquí, en medio de la naturaleza, podía olvidar por un momento la oscuridad que lo acechaba.

Pero incluso en este ambiente apacible, los fantasmas del pasado lo perseguían. Las noches eran las peores. Las pesadillas lo arrastraban de vuelta al callejón, y el sudor empapaba sus sábanas.

Víctor se esforzaba por mantenerse fuerte. Ayudaba a su familia en la granja, plantando semillas de esperanza en la tierra fértil. Quizás, algún día, encontraría respuestas y sanaría las heridas que lo consumían.

La Luz de una Nueva Mañana

El sol se filtró a través de las persianas de la habitación de Víctor. La luz dorada pintó patrones en el suelo de madera. Víctor despertó, su mente aún atrapada entre los recuerdos oscuros y la esperanza.

Se levantó con cuidado, sintiendo la rigidez en sus músculos por el trabajo en la granja. El aroma del desayuno se filtraba desde la cocina. Su madre estaba allí, preparando tortillas frescas y café.

Víctor se sentó a la mesa, su mirada perdida en el vapor ascendente de la taza. Las palabras de la señora y el señor seguían resonando en su cabeza. ¿Era él realmente el elegido para un sacrificio?

Su madre le sonrió, ajena a la tormenta interna de su hijo. "¿Cómo dormiste, Víctor?" preguntó.

Él asintió, incapaz de encontrar las palabras adecuadas. La granja era su refugio, pero también su prisión. Cada surco en la tierra parecía una cicatriz.

El día avanzó. Víctor continuó trabajando en los campos, el sol calentando su piel. Las aves revoloteaban, y el viento susurraba secretos en las hojas de los árboles.

Pero la depresión seguía allí, como una sombra al acecho. Las imágenes del callejón se superponían con el verde de los cultivos. Los trastornos de estrés postraumático lo atacaban en momentos inesperados.

Víctor se aferró a la rutina. Plantó semillas, cuidó de los animales y se sumergió en el trabajo. Quizás, en la tierra, encontraría respuestas.

La Lucha Interna de Víctor en los Campos

El sol ardía sobre los campos de maíz. Víctor, sudoroso y agotado, continuaba su labor. Pero algo cambió. Su corazón comenzó a latir con violencia, y el aire se volvió denso.

El estrés lo envolvió como una serpiente venenosa. Las imágenes del callejón regresaron con fuerza: la señora, el señor, sus palabras crueles. Víctor dejó caer la azada, sus manos temblando.

Los sonidos de la granja se desvanecieron. El viento se convirtió en un aullido en sus oídos. El mundo se estrechó hasta que solo quedó él y su tormento.

Se arrodilló en la tierra, luchando por respirar. Las lágrimas se mezclaron con el sudor. La depresión y el trastorno de estrés postraumático se fusionaron en una tormenta perfecta.

Su madre corrió hacia él, preocupada. "Víctor, ¿qué sucede?"

Él no pudo responder. Las palabras se atascaron en su garganta. Solo quería escapar de su mente, de la oscuridad que lo consumía.

La granja, que solía ser su refugio, ahora era una prisión. Víctor se aferró al suelo, sintiendo cómo la tierra se mezclaba con su desesperación.

La Máscara de Víctor

Víctor se limpió las lágrimas con el dorso de la mano, tratando de ocultar su tormento. Su madre lo miraba con preocupación, esperando una respuesta.

"Estoy bien, mamá", murmuró Víctor, forzando una sonrisa. Pero sus ojos traicionaban la verdad.

Su madre frunció el ceño, como si intuyera que algo no estaba bien. "¿Seguro?"

Víctor asintió con más convicción de la que sentía. "Solo un poco cansado por el trabajo en los campos. Nada importante."

La mentira se aferró a su garganta, pero era necesaria. No podía preocupar a su madre con la oscuridad que lo consumía.

La granja seguía su rutina, y Víctor continuó plantando semillas de maíz. Pero bajo la fachada de normalidad, su lucha interna persistía.

Cuando el día terminó, empezó la noche a brillar.

La soledad del más fuerte.

Víctor se sentó en el borde de su cama, la habitación sumida en penumbra. La granja estaba en silencio, solo interrumpida por el suave murmullo del viento.

"¿Por qué yo?", se preguntó en voz baja. Sus dedos se aferraron al borde de la manta. "¿Por qué fui elegido para este destino oscuro?"

La señora y el señor seguían acechándolo en su mente. Sus palabras crueles resonaban como un eco persistente. "El sacrificio necesario para salvarnos a todos." ¿Qué significaba eso?

Víctor cerró los ojos, tratando de encontrar respuestas. Pero solo encontró más preguntas.

"¿Quién soy realmente?", susurró. "¿Qué secretos guardo en mi interior?"

La depresión lo envolvía como una niebla densa. Las lágrimas se deslizaron por sus mejillas.

"Mamá no debe saber. No puedo preocuparla." Víctor se aferró a la mentira, como si fuera un salvavidas.

Pero la oscuridad seguía allí, esperando en las sombras.

El Enigma de Nine Sharon: Orígenes Oscuros

Nine Sharon nació en una noche de tormenta, en una aldea remota al pie de las montañas. Su madre, una mujer solitaria y misteriosa, lo crió en secreto. Desde temprana edad, Nine Sharon mostró habilidades inusuales: una conexión innata con las energías cósmicas y una aguda percepción de los hilos invisibles que unían a las personas y los destinos.

El Encuentro con el Anciano Sabio

A los diez años, Nine Sharon se encontró con un anciano sabio en el bosque. El anciano, con ojos centelleantes y una barba blanca como la nieve, lo miró con intensidad. "Eres especial, niño", le dijo. "Tus raíces están en las estrellas. Debes buscar respuestas."

Nine Sharon no entendía completamente, pero algo en las palabras del anciano resonó en su interior. ¿Por qué había nacido con estas habilidades? ¿Qué significaba su conexión con las estrellas?

Pasarían unos 10 años, ha su edad de 15 años entraría a una academia de entrenamiento militar, dónde solo gente capacitada en ki o fuerza bruta puedan entrar, gente con inteligencia, etc.

La Adolescencia de Víctor en Yadaratman:

La Academia de Entrenamiento:

Víctor se encontraba en la Academia de Entrenamiento de Yadaratman, un lugar donde los jóvenes guerreros aprendían a dominar sus habilidades. Las aulas resonaban con el zumbido de energía y el choque de mentes enfocadas en el control del ki y la fuerza bruta.

"Víctor, tu control sobre el ki es impresionante," le decía el instructor, un guerrero curtido con cicatrices de batalla. "Pero aún debes aprender a canalizarlo correctamente. ¿Por qué no puedes mantener la concentración durante los ejercicios?"

Víctor se pasó la mano por el cabello oscuro. "Lo siento, instructor. Mi mente está llena de imágenes... recuerdos. A veces, no puedo evitar pensar en lo que pasó en aquel callejón."

El instructor asintió comprensivamente. "Entiendo. Pero aquí, en la academia, debes dejar atrás tus traumas. El pasado no puede afectar tu futuro como guerrero. Concéntrate en el objetivo."

La Llegada a la Academia Militar

A los diecisiete años, Nine Sharon dejó su aldea y se dirigió a la Ciudadela de los Guerreros. Allí, en la Academia Militar, se encontró con jóvenes de diversas procedencias, todos ansiosos por convertirse en guerreros. Los instructores notaron su destreza en el combate y su dominio del ki.

Víctor, un joven apasionado y lleno de cicatrices emocionales, llamó la atención de Nine Sharon. Sus caminos se cruzaron en el campo de entrenamiento, donde compartieron técnicas de lucha y secretos del cosmos. Víctor, con su pasado turbulento, encontró en Nine Sharon un amigo y un misterio por resolver.

Acontecimientos cuando estaban en la academia militar:

Los Hilos Cósmicos

Nine Sharon hablaba de los hilos cósmicos que conectaban a las personas con los dioses y los demonios. "Somos piezas en un juego más grande", susurraba. "Nuestros destinos están entrelazados con fuerzas olvidadas."

Víctor, escéptico pero intrigado, buscaba respuestas junto a Nine Sharon. ¿Por qué habían sido elegidos? ¿Qué papel desempeñaban en el conflicto que se avecinaba?

Conversaciones en el Comedor:

En el comedor, Víctor compartía mesa con Nine Sharon, su amigo y compañero de batalla. La traición aún pesaba sobre ellos, como una sombra que se negaba a desvanecerse.

"Víctor," murmuró Nine Sharon, inclinándose hacia él, "¿alguna vez te has preguntado por qué estamos aquí? ¿Por qué luchamos por un planeta que nos rechazó?"

Víctor frunció el ceño. "No entiendo a qué te refieres."

Nine Sharon sonrió, pero sus ojos eran más oscuros de lo habitual. "Hay secretos más profundos en Yadaratman de los que imaginas. ¿Por qué crees que los profetas predijeron tu nacimiento? ¿Por qué tú?"

"¿Qué estás insinuando?" preguntó Víctor, sintiendo que el suelo se movía bajo sus pies.

"Solo digo que hay fuerzas en juego que van más allá de nosotros," respondió Nine Sharon. "Quizás no somos simples guerreros. Quizás somos piezas en un juego más grande."

El Bosque y la Anciana Sabia:

Una noche, Víctor se aventuró al bosque. Allí, bajo la luz de las estrellas, encontró a una anciana sabia. Su piel arrugada parecía haber absorbido la sabiduría de siglos.

"Víctor, hijo de la profecía," susurró la anciana. "Tu destino está entrelazado con el de Yadaratman. Pero cuidado, la oscuridad también te busca."

Víctor se acercó, sintiendo una mezcla de curiosidad y temor. "¿Quién eres?"

La anciana sonrió, y sus ojos brillaron con conocimiento ancestral. "Soy la guardiana de los secretos. Escucha: tú, destino que llevas es un arma de doble filo. Puede salvarte o destruirte. Elige sabiamente."

Víctor tragó saliva. "¿Cómo puedo saber qué camino tomar?"

La anciana señaló al cielo estrellado. "Observa las constelaciones, Víctor. Ellas te guiarán."

Se escucha la suavidad del viento y los animales reposar, las ranas cantaban sin cesar buscando a su pareja ideal.

Las estrellas brillan como mil soles al andar y es ahí que comenta el joven Victor, a la anciana con las palabras. "Entonces sabré mi destino mediante estas constelaciones o me equivoco."

Nine Sharon y Víctor: La Perspectiva del Héroe

En una noche lluviosa, en el rincón más oscuro de la Ciudadela de los Guerreros, Nine Sharon y Víctor se encontraron. Las antorchas parpadeaban, y el sonido de la lluvia golpeando las piedras creaba un ambiente íntimo.

Nine Sharon, con su cabello plateado empapado, miró a Víctor con ojos penetrantes. "¿Sabes, Víctor?", comenzó, "siempre veo la perspectiva del héroe en cada situación."

Víctor frunció el ceño. "¿Incluso cuando todo parece perdido?"

Nine Sharon asintió. "Sí. Porque incluso en la oscuridad más profunda, hay una oportunidad para la grandeza. Cada batalla, cada traición, es una página en nuestra epopeya personal. Somos los protagonistas de nuestra historia."

Víctor se apoyó contra la pared húmeda. "Pero a veces, la vida no es una epopeya. Es un callejón sin salida, una lucha sin sentido."

Nine Sharon sonrió. "Eso es lo que los villanos quieren que creamos. Pero nosotros, Víctor, somos los héroes. Nuestros errores, nuestras heridas, son las cicatrices de la valentía. Cada paso que damos, incluso si nos duele, nos acerca al clímax de nuestra narrativa."

Víctor miró sus manos ensangrentadas. "¿Y si no quiero ser un héroe? ¿Y si solo quiero sobrevivir?"

Nine Sharon se inclinó hacia él. "La supervivencia también es heroica, amigo mío. A veces, el simple hecho de levantarte después de caer es un acto de valentía. No subestimes tu papel en esta historia cósmica."

La lluvia seguía cayendo, pero Nine Sharon y Víctor permanecieron allí, dos guerreros con perspectivas opuestas. Uno veía la grandeza, el otro la supervivencia. Pero ambos, de alguna manera, eran héroes en su propio camino.

Es entonces que ellos subieron a lo que sería la azotea.

La lluvia seguía cayendo, empapando sus ropas y creando charcos en la azotea. Nine Sharon y Víctor se enfrentaron, dos almas enredadas en una danza de ambición y destino.

Nine Sharon: (con una sonrisa astuta) Víctor, ¿qué es lo que realmente deseas?

Víctor: (sus ojos oscuros reflejaban tormento) Quiero respuestas. Quiero entender por qué soy el elegido, por qué la oscuridad me persigue.

Nine Sharon: (se acercó) Respuestas... siempre tan noble. Pero, ¿qué harás con ellas? ¿Cambiarán algo?

Víctor: (con vehemencia) Cambiarán mi propósito. No quiero ser un sacrificio. Quiero ser libre.

Nine Sharon: (se rió) La libertad es un lujo para los débiles. Yo quiero poder. Quiero controlar mi destino, moldear el mundo a mi antojo.

Víctor: (frunció el ceño) ¿Y si el poder te corrompe? ¿Si te conviertes en lo que odias?

Nine Sharon: (señaló la ciudad) Mira a tu alrededor, Víctor. El dinero, el poder, son las cadenas que nos liberarán. No puedo permitirme ser débil.

Víctor: (con tristeza) Pero, Nine, ¿no ves? La grandeza no está solo en el poder. Está en la compasión, en la lucha por lo correcto.

Nine Sharon: (se burló) ¿Compasión? Eso no paga las facturas.

Víctor: (con firmeza) No quiero ser un héroe ni un villano. Quiero ser yadaratman. Quiero encontrar la verdad y sanar.

Nine Sharon: (lo miró con lástima) Entonces, Víctor, prepárate para la desilusión. Porque en esta ciudad, la verdad es un bien escaso.

Se separaron, cada uno cargando su propia carga. Uno buscando respuestas, el otro, poder. Pero ambos, de alguna manera, anhelando algo más.

Uno anhelando la libertad de su propia historia y otro anhelando la codicia, el dinero, no valía la pena a veces algo como el dinero, pero muchos de nosotros o pocos sabremos que el dinero hace feliz a las personas, dependiendo de la situación.

Pasarían 5 a 8 meses de pruebas duras con sus compañeros y camaradas, dando en pie al último paso la graduación de éstos mismos.

La Graduación de Víctor: El Nacimiento de un Soldado

El sol se alzaba sobre la Ciudadela de los Guerreros, un imponente edificio de piedra en el corazón de Yadaratman. Víctor, con su uniforme de combate ajustado y la insignia de la academia en el pecho, se encontraba en formación junto a sus compañeros. La brisa fresca del amanecer agitaba las banderas que ondeaban en lo alto de las torres.

El Comandante Rael, un veterano curtido por innumerables batallas, se acercó al podio. Su mirada penetrante recorrió a los jóvenes guerreros. "Hoy, celebramos su valentía y dedicación", declaró con solemnidad. "Han superado pruebas físicas y mentales, y han demostrado su compromiso con la defensa de nuestro mundo".

Víctor recordó su llegada a la academia. Aunque sus recuerdos eran fragmentados por lo que pasó esa noche, sabía que había sido acogido por el anciano Maestro Zorin, un hombre sabio con ojos cansados pero llenos de compasión. Zorin lo había entrenado en las artes marciales y le había enseñado a controlar su ki, la energía vital que fluía dentro de él.

Zorin se acercó al micrófono. "Hoy, uno de nuestros guerreros más prometedores se gradúa. Víctor, ven aquí". Víctor tragó saliva y avanzó hacia él. Sus compañeros lo miraban con respeto y camaradería.

"Víctor", dijo Zorin, "tus habilidades son excepcionales. Aunque tu pasado sigue siendo un enigma, tu determinación es innegable. Has enfrentado tus miedos y has luchado con honor".

Víctor asintió, recordando las noches de entrenamiento intenso, los combates simulados y las meditaciones en la cámara de cristal. Cada día había sido una oportunidad para descubrir más sobre sí mismo y su conexión con el ki.

El General Kael, un hombre imponente con cicatrices de batalla, le entregó una espada ceremonial. "Por tu valentía y sacrificio, te nombramos oficial de la Guardia Estelar. Que esta espada sea tu compañera en la lucha contra las sombras que amenazan nuestra galaxia".

Víctor sostuvo la espada con reverencia. Miró a sus compañeros, algunos de los cuales se convertirían en amigos leales y otros en rivales feroces. Pero todos compartían un objetivo común: proteger a Yadaratman y a sus habitantes.

La multitud aplaudió mientras Víctor se unía a las filas de los graduados. Zorin le sonrió. "Recuerda, Víctor, que el verdadero poder no reside solo en la fuerza física, sino también en la sabiduría y la compasión. Eres más que un guerrero; eres un protector".

Víctor asintió, sintiendo la responsabilidad pesar sobre sus hombros. La Ciudadela de los Guerreros se alzaba ante él, sus muros de piedra testigos de innumerables historias de valor y sacrificio. Ahora era su turno de escribir su propia leyenda.

"Por Yadaratman", murmuró, apretando la empuñadura de la espada. Sus compañeros respondieron en coro, y el eco de su juramento resonó en el aire.

Después de eso saldría del lugar, mucha gente lo mira con admiración y otros con un poco de asco, ya que para muchos no les parecía suficiente su forma de ser.

La conquista de los planetas entre los 3 años:

En supuru, antes del asalto:

- Víctor: "Nine Sharon, ¿alguna vez te has preguntado por qué estamos haciendo esto? ¿Por qué conquistar otros mundos?"

- Nine Sharon: "La supervivencia, Víctor. Los yadaratmanianos debemos prevalecer. A cualquier costo. Pero a veces, cuando miro las estrellas, me pregunto si estamos condenados a repetir los errores de nuestro pasado".

-En Aurelia, tras la victoria:

- Víctor: "¿Cuántos mundos sacrificaremos, Nine Sharon? ¿Cuántas almas?"

- Nine Sharon: "No hay otra opción. La conquista es nuestra única esperanza. Pero a veces, cuando veo los rostros de los soldados caídos, me pregunto si estamos construyendo un futuro o simplemente perpetuando la espiral de la muerte".

-En Pyros, mientras las llamas rugen:

- Víctor: "¿Es esto lo correcto? ¿O solo estamos perpetuando la espiral de la muerte?"

-Nine Sharon: "La moralidad es un lujo que no podemos permitirnos, Víctor. Pero a veces, cuando siento el calor de este mundo ardiente, me pregunto si estamos creando un nuevo hogar o simplemente alimentando nuestra propia destrucción".

-En Zephyr, bajo las tormentas eléctricas:

-Víctor: "¿Qué estamos defendiendo, Nine Sharon? ¿Los yadaratmanianos o nuestra propia destrucción?"

- Nine Sharon: "La línea es delgada, pero no hay vuelta atrás. A veces, cuando los rayos iluminan el cielo, me pregunto si estamos protegiendo algo real o simplemente aferrándonos a una ilusión".

-En Sirenia, en las profundidades abismales:

-Víctor: "¿Hay esperanza en este caos, Nine Sharon?"

- Nine Sharon: "Solo la que creamos nosotros mismos. Pero a veces, cuando miro las criaturas bioluminiscentes en las profundidades, me pregunto si estamos explorando o simplemente hundiéndonos más en la oscuridad".

- En Nyx, donde la realidad se retuerce:

- Víctor: "¿Por qué, Nine Sharon? ¿Por qué destruir todo?"

- Nine Sharon: "Porque somos los más fuertes, Víctor. Los más fuertes de nuestra especie. Pero a veces, cuando las ilusiones distorsionan mi mente, me pregunto si estamos luchando por los yadaratman o simplemente por nuestra propia supervivencia".

De regreso al planeta Natal:

El espacio se estiraba infinito, y las estrellas parpadeaban como faros en la oscuridad. Victor y Nine Sharon, dos seres de mundos opuestos, habían viajado a través de galaxias y dimensiones para llegar al legendario planeta Yadaratman. Sus naves aterrizaban en la superficie, levantando polvo y dejando huellas en la tierra.

Victor, con su armadura reluciente y ojos llenos de determinación, miró a Nine Sharon, cuyo traje oscuro y mirada penetrante revelaban su misterio. Ambos habían luchado en innumerables batallas, pero ahora estaban aquí, en busca de un respiro.

Las casas yadaratmanianas se alzaban como joyas talladas en la roca. Sus techos puntiagudos brillaban con luces suaves, y las puertas estaban adornadas con símbolos ancestrales. Victor y Nine Sharon caminaron juntos por las calles estrechas, sintiendo la energía del planeta fluir a su alrededor.

En una casa de esquinas redondeadas, Victor encontró una cama con sábanas de seda. Se recostó, cerrando los ojos, sintiendo cómo la tensión de años de guerra se disipaba. Nine Sharon, en la casa de al lado, se sumergió en un baño de aguas termales, dejando que el calor relajara sus músculos cansados.

Afueras, el viento susurraba secretos antiguos, y las estrellas parecían más cercanas que nunca. Victor y Nine Sharon no eran enemigos aquí; eran viajeros agotados, buscando un momento de paz en un mundo que había visto demasiado conflicto.

Y así, en el planeta Yadaratman, bajo un cielo estrellado, Victor y Nine Sharon descansaron. Sus diferencias quedaron atrás, y por un breve instante, encontraron la tranquilidad que tanto anhelaban. El destino podría esperar; en ese momento, solo existía la quietud y la promesa de un nuevo amanecer.

Es ahí que todo se descontrolara, solo era de esperar algunas horas y todo iba a suceder, mucho peor que lo indicado por la profecía.

La traición de Nine Sharon:

Nine Sharon salió de las aguas termales, su piel aún tibia y los pensamientos revoloteando en su mente. El vapor se elevaba a su alrededor, difuminando la luz de las velas que iluminaban la habitación. Se envolvió en una toalla y se dirigió hacia la ventana, observando las estrellas titilantes en el cielo y la silueta de las casas yadaratmanianas.

Fue entonces cuando escuchó un crujido detrás de él. Se giró, alerta, y vio a un hombre parado en la sombra. Su piel era pálida, sus ojos oscuros y penetrantes. No parecía ser de Yadaratman, y su presencia era inquietante.

"¿Quién eres?" preguntó Nine Sharon, su mano buscando la daga que siempre llevaba consigo.

El extraño sonrió, revelando dientes afilados. "Soy un comerciante de mundos", dijo. "He viajado a través de galaxias y dimensiones, y he oído hablar de tu planeta. Yadaratman es un lugar especial, ¿no es así?"

Nine Sharon asintió, cauteloso. "¿Qué quieres de mí?"

El comerciante se acercó, sus ojos brillando con codicia. "Tengo una oferta para ti. Una suma inimaginable de créditos galácticos. Todo lo que tienes que hacer es activar un dispositivo en el núcleo de Yadaratman. Eso desencadenará una reacción en cadena que destruirá tu mundo."

Nine Sharon sintió un nudo en el estómago. ¿Cómo podía considerar tal traición? Pero la promesa de riqueza y poder era tentadora.

"¿Por qué?" preguntó, su voz apenas un susurro.

El comerciante se inclinó hacia él. "Porque Yadaratman es un faro de energía. Su destrucción liberará una cantidad inmensa de poder. Imagina lo que podrías hacer con eso."

Nine Sharon miró por la ventana, viendo las luces de las casas yadaratmanianas. Recordó la profecía, la oscuridad que se cernía sobre su mundo. ¿Qué importaba si él mismo encendía la mecha?

Aceptó la oferta del comerciante, y en ese momento, selló el destino de Yadaratman. El dinero prometido llenó su cuenta, pero su corazón estaba más pesado que nunca. Había traicionado a su hogar, y la culpa lo perseguiría hasta el final de sus días.

Esto iba a ser peor que nunca o simplemente nosotros no sabemos, quizás es mucho para asimilar para nosotros siendo un espectador, pero a veces es así hasta la avaricia es mucho peor, el dinero no es todo en la vida.

Escena en la casa de Victor:

La noche se cernía sobre la casa de Victor en Yadaratman. Las estrellas brillaban con una intensidad inusual, como si el universo mismo estuviera expectante. Victor dormía profundamente, su respiración rítmica mientras los sueños lo llevaban a través de sus recuerdos y batallas pasadas.

De repente, la habitación se llenó de una oscuridad palpable. Las velas parpadearon y se extinguieron. Victor se despertó, su corazón latiendo con fuerza. Allí, al pie de su cama, estaba Karla'k, el dios del caos y el sufrimiento.

Su piel era una mezcla de sombras y fuego, y sus ojos ardían con una malicia ancestral. Victor se incorporó, su mano buscando la espada que siempre descansaba junto a él.

"¿Qué deseas, Karla'k?" preguntó Victor, su voz firme pero cargada de temor.

El dios sonrió, revelando colmillos afilados. "Victor, guerrero de Yadaratman, he venido a ofrecerte un poder inimaginable. Inmortalidad. Regeneración. Pero, como todo en la vida, hay un precio."

Victor frunció el ceño. "¿Qué precio?"

Karla'k se inclinó hacia él, su aliento frío en la piel de Victor. "A cambio de este poder, deberás aceptar una maldición. En momentos precisos, perderás el control. Tu mente será mi marioneta. Y peor aún, deberás elegir entre salvar a Yadaratman o a ti mismo."

Victor miró al dios, sus pensamientos girando como una tormenta. La inmortalidad significaba sobrevivir a todas las guerras, a todas las heridas. Pero la maldición... ¿Valía la pena?

"Acepto tu oferta", declaró Victor con determinación. "Con tal de poder sobrevivir."

Karla'k se desvaneció en las sombras, dejando a Victor solo. La habitación parecía más fría, y el peso de su decisión pesaba sobre sus hombros.

El destino de la raza está en sus manos, el combate de dos ideales cruzados en si para sintonizar un baile macabro llamado vida, cruel para algunos y justa para otros.

El combate por el destino:

La noche era densa en Yadaratman. Las estrellas brillaban con una intensidad inusual, como si el universo mismo estuviera expectante. Victor, sentado en su habitación, sostenía la espada que había jurado usar para proteger su mundo.

De repente, la puerta se abrió con violencia. Nine Sharon, su antiguo aliado, entró con los ojos en llamas y la ira desbordante. No había rastro de remordimiento en su mirada.

"¡Victor!" gruñó Nine Sharon, avanzando hacia él. "Vengo a matarte."

Victor se puso de pie, su corazón latiendo con fuerza. "Por qué quieres matarme", respondió. "No, somos amigos."

Nine Sharon se abalanzó sobre él, su puño golpeando el rostro de Victor. Los muebles se rompieron, y la habitación tembló con la fuerza del impacto. Victor se defendió, bloqueando los golpes con su espada.

"¡Eres un necio!" gritó Nine Sharon. "Karla'k, nos ofreció lo mejor y tú lo quieres utilizar para el bien, únete a mí y verás la verdad."

Victor luchó, su mente dividida entre la lealtad a su mundo y la traición que Nine Sharon representaba. Cada golpe resonaba en su cuerpo, pero su determinación no flaqueaba.

Finalmente, Victor logró desarmar a Nine Sharon y lo inmovilizó en el suelo. "No puedo seguirte por ese camino", dijo. "Nuestra amistad termina aquí."

Nine Sharon escupió sangre y sonrió con desprecio. "Entonces que así sea, Victor, no me tomaré las molestias contigo."

Victor se quitó su traje pesado listo para el combate, se quitó todo solo dejando su ropa de entrenamiento y su camisa de color negra. "EN EL CIELO Y EN LA TIERRA, YO SOY EL MÁS FUERTE."

Se escucha un golpe en la casa de Victor, y se vería a nine Sharon, volar por los aires como de una pluma ligera, logrando retomar el control esté baja al suelo justo en plena calle mientras ve a Victor, llegar al lugar y dice: "Desde hace tiempo quería hacer está mierda."

Ambos se ponen en posición de combate.

Segundo Round: El Duelo de los Destinos.

El callejón estrecho se convirtió en su campo de batalla una vez más. Victor y Nine Sharon se enfrentaron sin armas, solo con sus puños y su determinación. La energía llamada ki y la lealtad a Yadaratman chocaban en cada golpe.

Victor, con sus guantes de metal, había aprendido de su primer encuentro. Su postura era firme, sus ojos ardían con la promesa de proteger su mundo. Nine Sharon, en cambio, se movía con una agilidad sobrenatural. Su piel pálida contrastaba con su cabello oscuro, y sus ojos brillaban con una malicia ancestral.

El primer ataque vino de Victor. Un directo de derecha que cortó el aire como una cuchilla. Nine Sharon esquivó con gracia, su sonrisa burlona intacta. Pero esta vez, Victor no se detuvo. Siguió con una serie de ganchos y uppercuts, cada golpe llevando consigo la fuerza de su determinación.

Nine Sharon contraatacó. Sus puños eran ráfagas de oscuridad. Victor bloqueó, sintiendo la energía maldita retorcerse a su alrededor. Cada impacto resonaba en sus huesos, pero su voluntad no flaqueaba.

El suelo tembló cuando Victor canalizó su energía. Sus puños brillaron con una luz intensa. "Por Yadaratman", gruñó nuevamente.

Nine Sharon se desvaneció en las sombras y apareció detrás de Victor. Sus movimientos eran impredecibles, como si bailara entre dimensiones. Victor se movió con rapidez, esquivando y contrarrestando. Cada choque creaba ondas de energía que destrozaban las paredes del callejón.

La lucha continuó, los dos guerreros agotados pero sin rendirse. El destino de Yadaratman estaba en juego, y cada golpe era una promesa de lealtad y sacrificio. Victor recordó las palabras de Karla'k, la tentación del poder. Pero también recordó las luces titilantes de las casas yadaratmanianas, la esperanza de su mundo.

El planeta Yadaratman temblaba bajo la amenaza de Puño, un guerrero intergaláctico cuyo poder oscuro desafiaba incluso las leyes del cosmos. Victor, el guerrero profetizado, y Nine Sharon, el portador de la energía cósmica, se encontraron en el epicentro de la lucha.

Los murales ancestrales habían predicho este enfrentamiento. Victor, marcado por su destino, y Nine Sharon, con su mirada decidida, se enfrentaron en un combate a muerte.

Los puños de Victor chocaron contra los de Nine Sharon. Cada golpe resonaba como un trueno. El suelo temblaba bajo sus pies. Puño, con su camisa negra y ojos sin piedad, observaba desde la distancia. Sabía que solo uno de ellos sobreviviría.

Victor gruñó, su rostro sudoroso y determinado. Nine Sharon, con su cabello plateado ondeando al viento, no cedía terreno.

Los puños se movían con velocidad sobrehumana. Victor canalizó su ira y dolor en cada golpe. Nine Sharon irradiaba luz, su ki envolviéndolo como un manto protector.

Puño rugió, su rostro desfigurado por la furia. Pero no podía igualar la conexión entre Victor y Nine Sharon. Sus almas se entrelazaron, y el universo mismo pareció sostener la balanza.

Dos puños se acercan y poco a poco, causando una explosión que afecto al planeta sacando el magma de la superficie del planeta, y los volcanes retumbando sacando la lava que tenían adentro ellos dos se miran a los ojos.

Victor canalizó su ki en su blaster solar, una esfera de energía ardiente que giraba en su mano. Nine Sharon, con sus ojos brillantes y cabello plateado, extendió sus brazos hacia el cielo.

La energía cósmica fluyó a través de Nine Sharon. Su cuerpo se iluminó como una supernova. Sus ojos reflejaban la inmensidad del universo.

Puño, con su armadura negra y ojos sin piedad, observaba desde la distancia. Sabía que solo uno de ellos sobreviviría.

Victor disparó su blaster solar hacia Nine Sharon. La esfera de energía se estrelló contra la supernova que lo rodeaba.

La explosión fue titánica. La luz y la oscuridad se mezclaron en un torbellino de poder. El suelo tembló, y los árboles se desvanecieron.

Cuando la luz se disipó, solo quedaba un rastro de energía. Victor no se encontraba en el lugar, su blaster solar estaría expandido en el planeta. Nine Sharon flotaba en el aire, agotado pero victorioso. El planeta donde alguna vez nacieron estaba hecho cenizas había explotado y solo quedaban los escombros del planeta flotando por el lugar y Nine Sharon, se largo tan rápido del lugar. Con una sonrisa triunfadora.

La Historia de Víctor: Encuentro en el Año 2024.

El agujero de gusano lo arrastró a través del tiempo y el espacio, y Víctor emergió en un mundo desconocido. El año era 2024, y la Tierra se extendía ante él con sus rascacielos y tecnología avanzada.

Víctor, desorientado y sin memoria, vagó por las calles de una ciudad que no reconocía. La gente pasaba a su lado, absorta en sus propios asuntos. Pero entonces, una figura se destacó entre la multitud: una mujer de cabello oscuro y ojos penetrantes.

Ella se acercó a él con una sonrisa. "¿Estás perdido?", preguntó. Su voz era cálida y reconfortante.

Víctor asintió. "No sé quién soy ni cómo llegué aquí."

La mujer extendió la mano. "Soy Elena. Bienvenido al año 2024. ¿Puedo ayudarte?"

Víctor tomó su mano, sintiendo una extraña conexión. "Víctor", dijo. "Mi nombre es Víctor."

Elena asintió. "Víctor, tienes una historia intrigante. Pero ahora, permíteme llevarte a un lugar donde encontrarás respuestas."

Lo siguió hasta un edificio imponente: la History Academy. El director, un hombre de cabello negro y ojos sabios, los esperaba en su despacho.

"Víctor", dijo el director con una mirada penetrante, "sé quién eres. Tu llegada aquí no es casualidad. Has viajado a través del tiempo, y tu destino está entrelazado con el nuestro".

Víctor se sentó, aturdido. "¿Por qué yo?"

El director sonrió. "Porque eres parte de una profecía antigua. Tu habilidad para detener la destrucción de Yadaratman no fue en vano. Aquí, en la History Academy, te entrenaremos para enfrentar amenazas que trascienden las eras".

Elena, ahora a su lado, le apretó la mano. "No estás solo, Víctor. Juntos, cambiaremos la historia".

Y así comenzó la nueva etapa en la vida de Víctor: un guerrero sin memoria, rodeado de misterios y aliados inesperados. En la History Academy, descubriría su verdadero propósito y enfrentaría desafíos que trascendían el tiempo mismo.

Fin.