En un lugar donde como este, recién se había creado el sistema solar que conocemos actualmente, se encontrarían los planetas que todavía seguían calientes por la colisión con algunos planetas y materiales orgánicos. Del mismo cosmo, estarían formando montañas entre otras cosas en el lugar.
En el recién nacido planeta Marte, donde la superficie ardía con la energía de la creación, los ángeles de Dios y Greci se encontraron. Sus formas luminosas se reflejaban en los polvorientos desiertos marcianos.
Los ángeles, con sus alas extendidas, irradiaban paz y protección. Nemamiah, Yeilael y Harahel, cada uno con su propósito divino, observaron a Greci, la tejedora de hilos cósmicos.
Greci, con su piel mosaico y ojos que reflejaban mundos olvidados, sonrió. "Este es un lugar de posibilidades", dijo. "Aquí, la vida germinará, y las almas encontrarán su camino".
Los ángeles asintieron. "Marte, el planeta de la pasión y la lucha", dijo Nemamiah. "Aquí, los mortales forjarán su destino".
Greci extendió sus manos, sintiendo la energía del nacimiento. "Protegeremos este mundo", afirmó. "Los hilos del tiempo se entrelazarán aquí, y las historias se escribirán en las arenas rojas".
Así, en el calor abrasador de Marte, los ángeles y Greci se convirtieron en guardianes de un nuevo comienzo. Aún seguían esperando a Jehová, querían esperarlo para planear un plan.
En el resplandor de Marte, Greci se dirigió a los ángeles con solemnidad. Sus ojos reflejaban la memoria de la batalla cósmica.
"Ángeles de Dios", comenzó, "los hijos de la oscuridad se alzaron contra la creación. Discutimos sobre el destino de las razas mortales. El equilibrio pendía en la balanza."
Los ángeles escucharon atentamente, sus alas vibrando con energía divina. "¿Y qué decidieron?" preguntó Yeilael.
"Greci sonrió con tristeza. "La guerra se avecina. Pero nosotros, como guardianes, protegeremos a los seres vivos. Los hilos del tiempo se entrelazarán, y las historias continuarán".
Así, en el polvo rojo de Marte, los ángeles y Greci sellaron su pacto: defenderían la vida en medio de la eterna lucha entre luz y oscuridad.
En el resplandor de Marte, Jehová descendió. Su presencia iluminó las dunas rojas, y los ángeles se arrodillaron en reverencia. Greci, con sus ojos de mundos olvidados, se acercó.
"Jehová", dijo, "la guerra se avecina. Los hijos de la oscuridad no descansarán. ¿Cuál será nuestra estrategia?"
Jehová miró a los ángeles y a Greci. "Protegeremos a las razas mortales. Los ángeles defenderán desde los cielos, y Greci tejerá hilos de esperanza en el corazón de los mortales".
Greci asintió. "Los hilos del tiempo se entrelazarán. Las historias se escribirán en las arenas de Marte".
Y así, en ese mundo recién nacido, los dioses forjaron su estrategia: luz contra oscuridad, esperanza contra desesperación.
Jehová, Greci y los ángeles formaron un círculo de luz y sombra. Sus voces resonaron como ecos a través de los cañones marcianos.
Jehová, su resplandor inmutable, habló primero: "La oscuridad se alza. Los hijos de la noche desean borrar la diversidad de las razas mortales. Pero nosotros, como guardianes, no permitiremos que la llama de la vida se extinga".
Greci, con su piel mosaico y cabello trenzado con hilos estelares, asintió. "Los hilos del tiempo se tensan. Las historias se entretejen en este mundo joven. Aquí, en Marte, la pasión y la lucha se funden en un crisol de posibilidades".
Nemamiah, el ángel de la protección, extendió sus alas iridiscentes. "Defenderemos desde los cielos. Nuestras espadas de luz cortarán las sombras. Pero necesitamos una estrategia".
Yeilael, el ángel de la sabiduría, inclinó la cabeza. "Los mortales son frágiles. Sus corazones laten con esperanza y miedo. ¿Cómo los guiaremos?"
Harahel, el ángel de la curación, miró a Greci. "Tú, tejedora de hilos, ¿qué sugieres?"
Greci se acercó al altar de Marte, donde ardía una llama ancestral. "La estrategia debe ser multifacética. Los hilos de las razas mortales se entrelazan en una sinfonía única. Aquí está mi propuesta":
La Estrategia de los Dioses
Los Ángeles de la Vigilancia: Nemamiah y sus hermanos patrullarán los cielos marcianos. Sus alas desplegadas serán un escudo contra las fuerzas oscuras. Cada estrella será un faro de esperanza para los mortales.
Los Hilos de Inspiración: Greci tejerá sueños en las mentes de los artistas, científicos y líderes. Sus visiones guiarán a la humanidad. En los desiertos de Marte, surgirán poetas y exploradores.
La Biblioteca de los Elementales: Jehová creará un santuario en las profundidades de Marte. Allí, los elementales, guardianes de la naturaleza, compartirán su sabiduría. Los mortales aprenderán a doblegar el fuego y la tierra.
El Espejo de la Empatía: Yeilael reflejará las emociones humanas en los cielos. Cuando la tristeza abrume, las nubes llorarán. Cuando la alegría florezca, los atardeceres serán épicos. Así, los mortales sentirán que no están solos.
El Manantial de la Esperanza: Harahel creará un oasis en el cráter más profundo. Allí, los heridos encontrarán sanación. Las lágrimas de los ángeles se mezclarán con las aguas, y los mortales renacerán.
Los dioses asintieron. Sus energías se fusionaron en un pacto silencioso. Las estrellas observaron desde lo alto, testigos de la estrategia que sellaría el destino de Marte y sus habitantes.
Así comenzó la guerra cósmica en los desiertos rojos. Los hilos del tiempo se tensaron, y los mortales, inconscientes de las divinidades que los protegían, continuaron su danza en el crisol de la creación.
Apenas dijeron eso, sentían un poder venir hacia la dirección de ellos, observan como algo destructivo viene hacia marte, esto a ellos, les sorprendió bastante.
Los hijos de la oscuridad emergieron de las sombras, sus ojos ardientes con desafío. Kimi, Kafka, Saucher y Adriene se alzaron frente a Jehová, Greci y los ángeles.
"La guerra está en marcha", dijo Kimi, su voz como un susurro gélido. "Los hilos del destino se tensan. Preparaos para la muerte".
Kafka, con su sonrisa retorcida, añadió: "Nuestros ejércitos se alzan. Las estrellas temblarán. La dualidad se romperá".
Saucher, tejedor de pesadillas, se inclinó hacia adelante. "La oscuridad devorará la luz. Los mundos arderán".
Adriene, el seductor de almas, miró a los dioses. "¿Qué elegiréis? ¿La redención o la perdición?"
Y así, en el cruce de los mundos, la batalla cósmica se desplegó. Los dioses se prepararon para enfrentar la muerte, sus destinos entrelazados en el tapiz de la eternidad.
El combate por la supervivencia comienza.
Continuará...