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Chapter 33 - PARA VIVIR, DEJEN SALIR -2-

.... para querer morirse se requiere un gran valor o estar fuera de tus cabales y yo me quiero morir.

Cuando presentamos el proyecto Eros al CeCAR, quedó claro que, para remplazar las muertes accidentales, no podríamos tener un duplicado de la humanidad. Por ley no teníamos derecho a disponer de homos-latentes. Para tener la una copia vital, que nos remplazase tras la muerte, deberíamos esperar quince años. Pero, al no prohibirlo explícitamente, la legislación dejó un resquicio para que la gente VIP tuviese acceso a su homo-latente. Discretamente, las personas que pagasen la manutención de su copia biológica podrían ser duplicadas en una semana. Todos podíamos tener sin demoras nuestro alter ego, pero el nuevo clon estaba condenado a setenta años de ostracismo antes de poder dedicarse a la vida pública.

Estaba decaído porque no impedí que el mundo se dividiese en dos y porque aún no habíamos logrado alcanzar la vida eterna. Para avanzar, y dar el salto que nos permitiese pasar de una copia vital a un homograma, debíamos encontrar un método que nos permitiese borrar, de la copia cerebral, los recuerdos innecesarios y así liberar espacio. Luego tendríamos que transferir la síntesis de esa vida, desde el ordenador de back-up al cerebro del homo- latente. Decidí convocar al equipo y dar un nuevo impulso a nuestro trabajo. Gabriel y Hugo tenían que definir un proceso de optimización mental que permitiese vaciar, en un ordenador, las ideas inútiles que almacenaba el cerebro. Para ello necesitamos saber dónde almacena el cerebro las vivencias y cuál es su proceso.

El método que utilizamos para validar dicho modelo era cruel. No sabíamos otro camino para alcanzar la eternidad. Cogíamos un clon al que le cauterizábamos las neuronas que se liberaban en el simulador y validábamos su humanidad al grabarle la copia inicial no optimizada.

- El modelo informático de liberación mental será correcto cuando los clones obtenidos respondan como hombres, – prosiguió Gabriel – entonces tendremos un verdadero homograma.

- ¡Ah, empiezo a comprender!, – se sorprendió Doménica – al tener el cerebro mutilado y grabar la copia mental completa, es como si físicamente tuviésemos la copia optimizada.

- Exacto.

- Para hacer las pruebas necesitáis que os genere una batería de clones sobre los que podáis experimentar achicharrándoles sus neuronas.

- Sí, Doménica, pero no nos vale cualquier clon, – apostilló Estela – necesitamos a un homo-latente y la copia mental de la persona que lo ha generado.

- ¡Lo que queréis son homos-latentes ya hechos!, ¡homínidos que se encuentran a la espera ser activados si su propietario muere!

- ¿Qué otras alternativas tienes? – le dije.

- Ninguna, porque si yo los engendro, tardaremos doce años en probar el modelo neuronal que van a diseñar Hugo y Gabriel. – Sentenció Doménica.

Un frío silencio se hizo en la sala, era demasiado tiempo, doce años suponía mucha espera. Todos los allí reunidos sabíamos cuál era la solución, hurtar homo-latentes con copia mental disponible y eso era tomar una decisión muy arriesgada.

Desnudos, relajados, abrazados en la cama quise conocer la opinión de una persona cuyo trabajo no estuviese relacionado con el asunto y le expuse el tema a Natividad.

- Sin su consentimiento yo no utilizaría ningún homo-latente, os los han confiado para tenerlos a disposición por si sufren un accidente, no para que los manipuléis o investiguéis con ellos.

- Pero si el donante muriese, lo que es improbable, sólo tendrían que esperar quince años a que lo generásemos y le grabásemos su copia mental.

- Arriésgate tú y espera quince años, no hagas que otros sufran tus errores. Además, no hablemos de los clones que destruiréis hasta encontrar el camino.

- Pero una vez hallado, seremos inmortales.

- Hasta entonces no contéis conmigo. Comprendes por qué no quiero realizarme una copia mental, ni tener un homo-latente, porque no quiero convertirme en una cobaya.

- ¡Ay, – dije suspirando – eres tan joven que esto no te preocupa! A mí la posibilidad de que no terminemos a tiempo la investigación me inquieta, ya tengo más de setecientos años, el riesgo de tener un colapso cerebral, que me separe de ti, comienza a zozobrarme.

Sin querer, Natividad, me había dado la solución, mañana se la propondría a mis colegas y si estuviesen de acuerdo la aplicaríamos.

Reunidos todos en la sala les presenté la idea que ella me inspiró.

- Queda claro que la única alternativa que no afecte a otras personas es utilizar nuestros

clones para encontrar el mapa funcional del cerebro. Si alguien no quiere que me lo diga, es una cosa tan personal que por negarse no le apartaré del equipo.

- ¿Cómo nos distinguiremos? – dijo Doménica tras el sí unánime del grupo.

- Excelente pregunta. – Enfaticé – Debemos garantizar que no seamos permutados por una copia defectuosa que nos gané la partida.

- ¿Todos tenemos una copia mental? – la respuesta afirmativa tranquilizó a Gabriel, que prosiguió su razonamiento – perfecto, la utilizaremos para la investigación, de este modo, la mente de nuestro clon, hecha con esta copia, no conocerá ni lo que le vamos a hacer ni el rasgo distintivo que le vamos a realizar.

Para diferenciarnos de ellos decidimos extirparle un riñón, así, cada vez que saliésemos de la zona restringida pasaríamos por un escáner que detectaría la autenticidad de los miembros del equipo. Disponíamos de siete intentos para poder encontrar el camino que buscábamos.

Gabriel y Hugo nos convocaron para ver el funcionamiento del simulador y preparar con detalle la primera intervención. Vimos una pantalla con dos cerebros, lleno el de la copia mental y vacío el del clon.

- Gabriel y yo, – dijo Hugo – hemos transformado el archivo lineal plano, en uno tridimensional, ubicando cada bit en una neurona del cerebro. También hemos trazado los

circuitos neuronales que las unen como si fuese un mapa de carreteras. Si el programa de liberación mental es correcto, al hacer una copia en la imagen clonada se liberará un sesenta por ciento de espacio.

- Para validar el arquetipo que hemos creado – prosiguió Gabriel –Estela y Hugo deberán cauterizar las neuronas señaladas, así trazaremos en el clon el nuevo mapa de funcionamiento cerebral.

- Si ese clon lo validamos como hombre, – prosiguió Estela –será una copia vital con las neuronas chamuscadas.

- Evidentemente esa copia sí, – Admitió Hugo – pero la próxima que hagamos con la imagen mental de los datos que hay en el simulador tendrá un cerebro no saturado, será homograma. Validado el modelo tridimensional, dispondremos de un proceso cibernético que nos permite liberar capacidad de memoria antes de grabar la copia mental al homo-latente y obtener una persona con el cerebro rejuvenecido.

- ¿Cuántos años estimáis que se puede liberar? – Pregunté.

- Unos cuatrocientos años. Si todos estáis de acuerdo pongámonos manos a la obra.

- Gabriel, gracias. Habéis realizado un trabajo extraordinario. Dentro de quince días

comenzaremos el experimento con C1. Mientras tanto vamos a repasar todos los protocolos, a preparar los medios necesarios e iniciar el cuaderno de bitácora del ensayo.

Era escalofriante, por primera vez nos enfrentábamos a nuestros clones, para impersonalizarlos los numeramos y además decidimos que el original no entraría en contacto con la copia. Cada vez que lo pienso me estremezco, quedamos que no tendrían el nombre de su homólogo y nunca lo tuvieron, aunque su imagen nos paralizase. Al someter a C1 a un chamuscado cerebral y cauterizarle las neuronas saturadas, sólo conseguimos saber que no habíamos deteriorado sus funciones motoras. Pasamos medio año analizando los resultados, retocando los programas y planteando la estrategia a seguir para los demás ensayos. Metódicamente establecimos las modificaciones en nuestros modelos. Todos los demás intentos de liberación de memoria terminaron en una esquizofrenia autodestructiva y dolorosa del clon, que era una copia de uno de nosotros. Nos vimos sufrir. Algo no funcionaba y no queríamos utilizar otra cobaya sin saber el origen.

- Estamos cauterizando neuronas que no deberíamos inutilizar – comentó Estela – y dejamos otras con vivencias, pero sin conexiones neuronales.

- Lo que significa que hay un desfase entre la realidad física y nuestro modelo. Es como si estuviésemos trabajando a escala diferente. – Dijo Gabriel

- Dos alternativas quedan – retomó Hugo – o estamos cauterizando mal los circuitos neuronales o estamos quemando incorrectamente neuronas. Lo primero no sé cómo resolverlo, para solucionar lo segundo necesito dos intentos.

- Si nadie tiene nada mejor, adelante con la idea de Hugo.

La aplicación del proceso de Hugo resultó un éxito, observamos que no habíamos tenido

en cuenta el paso del tiempo ni la importancia que da el cerebro a la experiencia vivida. Con

el tiempo las ideas pasan de capas más superficiales a más profundas y las impactantes se guardan con más carga energética. Para garantizar estos parámetros tuvimos que rediseñar nuestro modelo cibernético tridimensional y consumir la última cobaya.

Después de validado nuestro proceso, destruimos al clon y presentamos la teoría de optimización cibernética cerebral al CeCAR, ocultando que ya habíamos realizados los experimentos con nuestros homo-latente y que ya estaba todo comprobado, por lo que tuvimos que pedir autorización para comenzar la investigación aplicada, como hicimos con Petraclon.

Había gente que preconizaba que la vida era finita y lo que estábamos haciendo era tentar a la mano de Dios, estaban esperando un leve fracaso para dinamitar el tratamiento. Presionaron fuertemente a los gobernantes para que el método de optimización cerebral no se aplicase. Al final consiguieron que hubiese una relación con las personas que tenían vetada la regeneración, la lista de los mortales. Sólo si renunciaban a su cargo se le excluiría de la misma. Superar la muerte súbita de una persona grabando la mente al homo-latente era como resucitarla, pero manipularla y grabar el modelo aligerado era vivir eternamente, lo que hasta ahora sólo estaba al alcance de los dioses.

De repente me citaron a una reunión para hablar de la duplicidad de una persona importante. Cuál fue mi sorpresa cuando al entrar en la sala sólo vi a Doménica y Estela. Nada más cruzar la puerta me pidieron que la cerrara.

- ¿No esperamos a nadie más?

- No –contestó Estela, quien desde entonces tomó la voz cantante – tú eres el único convocado.

- ¿De quién se trata?, ¡tan importante es la persona que no queréis que se filtre su nombre!

- Se trata de ti.

- ¿Qué queréis decir con que se trata de mí?

- Alex tienes casi ochocientos años, la copia mental del mes pasado presentaba una tasa

de utilización cerebral del noventa y seis por ciento. El riesgo de que sufras una muerte repentina por colapso metal es muy elevado, – tras una larga pausa sentenció – tienes que regenerarte.

Quedé aturdido, bloqueado por mis recelos, la frase sonó más como una sentencia de muerte que como una prolongación de la vida. Tenía miedo, mucho miedo. No temía perder mi posición de director del CeCAR, era el miedo a lo desconocido a volver a nacer.

- Hemos venido las dos solas porque no queremos perderte, tantas veces nos hemos saltado el protocolo para llegar hasta aquí que no queremos que unos burócratas te aparten de nosotras. No vamos a permitir que nadie sepa que vas a renacer, que serás homograma. Sabes también como nosotras que nadie lo notará y, por lo tanto, cuando todo acabe, seguirás dirigiéndonos tan bien como ahora.

- Me haré copias mensuales. Clonarme con la última versión cuando se produzca el colapso.

- Sabes que no es posible, si te mueres no hay clonación integral.

- Bueno, ya hablaremos, tal vez sea la hora de dejarlo todo y disfrutar de la vida.

- Por favor piénsatelo con tranquilidad. Si te decides nos llamas, te estaremos esperando.

- Gracias, tome la decisión que tome os estaré eternamente agradecido por arriesgar

vuestro futuro por mí.

El mundo se había transformado de un lugar donde nadie te pedía permiso para entrar

o salir, para nacer o morir, a otro lugar donde tú decidías si querías continuar viviendo. No me pidieron permiso para nacer y durante ochocientos años pensé que desconocería el día en el que iba a morir. La ignorancia simplificaba las cosas incluso las facilitaba. Pero Estela y Doménica me preguntaron si yo quería nacer y cuándo quería dejar de vivir en mi viejo cerebro. Eso me daba miedo, me hacía sentir pavor. La regla que nunca contravinimos, durante todo el camino que recorrimos en búsqueda de la eternidad, fue esa, la ignorancia completa del momento del tránsito y yo no podía infringir ese precepto natural.

Por la noche compartí mis turbaciones con Natividad.

- Pequeñín, déjate de chorradas, ¿ignorar la fecha de tu muerte y de tu nacimiento es

lo único que te preocupa?

- Mayormente.

- Bueno hablaré con ellas y dentro de un mes te habrás regenerado.

- Dime lo que tienes en la cabeza.

- Muy simple, si utilizamos tu última copia mental ella no sabe qué va a ser usada para

tu clonación integral. Revisas con ellas la parte que quieres liberar y cuando hayas terminado que te inyecten unos microsayones con fecha de activación desconocida, así no conocerás el día de tu muerte.

- Como si tuviese una enfermedad terminal en la que no sabes cuando va a llegar el final.

- Lo has entendido perfectamente, se cumplirá la regla vital de desconocer la fecha de nacimiento y la de la muerte.

Hablé con ellas para aceptar su propuesta y les conté las condiciones que había acordado con Natividad. En una semana estaba todo dispuesto, Natividad las llamaría cuando el desfallecimiento se produjese y una vez en el hospital ellas se encargarían de destruir mi cadáver y sustituirlo por mi homograma. Nadie más sabría lo que iba a ocurrir.

Quise saborear intensamente mis últimos días de esta vida a sabiendas que no lo recordaría. Al no coincidir el día de mi copia mental con el de mi muerte, mi alter ego no los habría vivido.

- Natividad, quiero que sepas que esto lo hago por ti, yo sólo no me hubiese atrevido, la eternidad no está hecha para mí, amo la brevedad de la vida, amo su caducidad. Cada día

sigue al siguiente y todos son iguales y a la vez diferentes, lo apasionante es que un día dejarán de pasar. Por eso te amo, porqué sé que mi amor se puede terminar.

- Todo ocurrirá como cuando te marchas de viaje, te irás de mi lado, yo te estaré esperando y cuando me llamen del hospital diciendo que has llegado iré a recogerte, como voy a un aeropuerto, te abrazaré y te besaré. Tú me has dicho siempre que esto pasa así y tú no mientes.

Apoyó su desnudo cuerpo sobre mi espalda, me ató con sus brazos, me apretujó y me besó el cuello. Su tierno calor se fundió con la fría lágrima que rodó por mi mejilla. Lloramos, en el oscuro silencio de nuestra alcoba, los dos lloramos.