Sin darme cuenta, ni pretenderlo, había ligado mi destino y mi vida a la de Alex, que yacía, en una cama de hospital, espirando sus últimas bocanadas de aire. Dejé durmiendo a Blanca en mi despacho y me reuní con mi equipo en la sala de médicos de la URM. Tomaba conciencia del embolado en el que me había metido y mis piernas se tambaleaban, a medida que mi voluntad vacilaba. Estudié los últimos análisis e informes del paciente y vi que eran demoledores, el final se acercaba irremediablemente y no cabía vuelta atrás.
- Entonces ya no hay forma de recuperarlo.
- Germán, nunca había visto nada parecido, más que una metástasis, que haya contagiado sus órganos, cada uno de ellos ha generado su propio cáncer.
- ¿Le podríamos aplicar un proceso de resurrección?
- Imposible nos encontramos ante un deshecho orgánico.
- Entonces las dos alternativas que tenemos son la muerte o la clonación.
- Pero tienes que darte prisa, para clonarlo hay que realizar una copia mental y dura tres
horas, él no creo que las viva.
- Preparadlo todo para hacerla.
Caminando hacia la habitación de Alex reflexionaba sobre mi comportamiento, mi voluntad cedía y quería cubrirme las espaldas para no terminar juzgado por asesinato. Si no podía clonarlo, sólo me salvaría si lo mataba el tozudo capitán de la guardia real. Entré en la habitación, y le inyecté una dosis de revitalizante para mantener nuestra última conversación. Esta vez no hubo ni educación, ni protocolo en mis palabras.
- Dame una poderosa razón para convencerme de que debo sacrificar mi futuro a cambio de tu muerte, – le dije sin mediar saludo – porque de no ser así voy a clonarte.
- Por ti, por tu integridad, porque has dado tu palabra, porque sabes que estás haciendo lo correcto, en definitiva, para no vivir con remordimientos.
- Pero eso no me dará de comer, ni me evitará la cárcel.
- Ya lo sé y lo he resuelto.
- ¿Cómo?
- Recibirás todos mis bienes, salvo el apartamento de la calle Isaac Peral, que es para mi
querida Itziar y el contenido de toda mi bodega que es para Blanca.
- Pero ¿y mi prestigio?, ¿y los años que pasaré en prisión?
- Tu prestigio dependerá de cómo cuentes la historia o de la forma que otros la cuenten
por ti. De la cárcel no te preocupes, habla con el capitán, él te ayudará.
- ¿Por qué quieres morirte?, deseo oír la respuesta de tu propia voz.
- Por amor, Germán, la vida no tiene sentido sin Natividad, y sin su amor yo no puedo vivir
eternamente.
- No lo entiendo, no te puedo entender.
- Cuando te clones me comprenderás, pero antes de destruir la copia mental de mis
últimos días, visualízala, te ayudará a conocerme.
- ¿Cómo sabes que estoy grabando tus pensamientos?
- Porque el sensor de emisión del TE-4G está activado y parpadea.
Me pidió que llamase a Blanca para despedirse, sentía su final y quería cerrarlo con dignidad. Yo continuaba intranquilo, sus palabras no terminaron de clamarme, así que aproveché el momento para conversar con el capitán de la Guardia Real.
- ¿Cómo vas a ayudarme para impedir que me metan en la cárcel?
- Confirmando lo que pasó, diciendo la verdad.
- Después de lo que le has hecho a Arturo, tú también serás acusado de participar en su
asesinato, eres mi cómplice. Sin pruebas no nos creerán.
- Antes de ingresar le pidió a su querida amiga Itziar que le buscase unos antiguos
microsayones que se desarrollaron para proteger a los mandatarios. Estos evitan que se les hagan clonaciones clandestinas mediante copias cerebrales inter-mortem. No tendrán ningún argumento para acusarte.
- No le entiendo.
- Los microsayones están programados para activarse si detectan la presencia de un traductor encefálico que esté realizando un volcado masivo de su mente, entonces cauterizarán su cerebro. Por tanto, nadie le podrá acusar de provocar este desenlace. Si lo hubiese conectado a un TE-6G lo hubiese matado.
- ¿Y usted?, cómo saldrá de ésta.
- No se preocupe, la emperatriz me salvará.
Mientras hablábamos en la antesala de la habitación salió Blanca, compungida, sus ojos brillantes nos decían que el final estaba cercano.
- Se ha dormido de puro agotamiento.
Entré para ver si se había activado el suero del ocaso, volví y la cogí por el brazo para llevarla
a mi despacho.
- Es fuerte, su intensa actividad cerebral impide que se active, pero jamás volverá a hablar,
sus constantes vitales son muy débiles, tiene fiebre y en un par de horas todo habrá acabado.
- Para él, ¿y tú? – Me dijo preocupada
- Yo empezaré una nueva vida.
Paradójicamente estaba contento, ya sabía de su propia voz porque quería morir, también estaba a salvo de ser encausado por negligencia profesional con resultado de muerte y tenía mi futuro, económicamente resuelto. De pronto dejaron de preocuparme los últimos y anárquicos pensamientos que estaban volcándose en el en el ordenador de back-up cerebrales del hospital, que por protocolo se incinerarían con Alex....