Han pasado días desde la última vez que Luna y Damián se vieron. Luna sigue con su vida normal, trabajando con Aurora, mientras que Ian ha estado muy ocupado lidiando con los atentados del villano Mit. La rutina diaria y los eventos recientes han mantenido a Luna y Damián separados.
Después de tres días sin verse, Luna se encuentra con Damián sentado solo en el parque donde se conocieron por primera vez. Las sombras de los árboles se alargan, creando un ambiente melancólico.
—Hola, Damián —saluda Luna con una sonrisa cálida.
Damián la mira con alegría en los ojos, una sonrisa suave iluminando su rostro cansado.
—¿Qué haces aquí solo? —pregunta Luna, curiosa, mientras se sienta a su lado en el banco de madera desgastada.
—Es una larga historia —responde Damián, esbozando una ligera sonrisa que no llega a sus ojos.
—Ven, cuéntamela —insiste Luna, tomando su mano con ternura.
Damián suspira, mirando el lago que reflejaba el cielo anaranjado del atardecer.
—Bueno, hace tres años siempre venía a este parque con... —Damián se detiene, su voz quebrándose y sus ojos nublándose de tristeza.
—¿Estás bien? Si no quieres decírmelo, no pasa nada —dice Luna, un poco preocupada, apretando su mano para darle ánimo.
—No, está bien —responde Damián, tomando aire para continuar—. Siempre solía venir con mi hermana menor. Se llamaba Luz. Le encantaba el lago y la vegetación. Era su lugar favorito.
Luna asiente, animándolo a seguir.
—Un día vino sola al parque. Ya era muy tarde y yo estaba trabajando. Ella vio a lo lejos a un héroe que admiraba mucho. Se le acercó y lo abrazó, pero el héroe... —Damián hace una pausa, tragando con dificultad—. La tiró al lago. Ella no sabía nadar y se ahogó. Y a él no le importó; la dejó ahí y se fue.
Luna se queda en shock por un momento, sus ojos llenos de lágrimas.
—¿Y sabes quién fue o tienes una pista? —pregunta finalmente, con la voz temblorosa.
Damián la mira, sus ojos oscuros y llenos de un dolor que ha aprendido a ocultar.
—No tengo idea de quién fue —miente, su voz firme aunque su corazón late con fuerza—, pero espero algún día saberlo y que pague por eso.
Luna abraza a Damián, sus lágrimas cayendo silenciosamente.
—No te preocupes. Yo te ayudaré —promete, con firmeza, decidida a apoyar a su amigo.
Pasan dos horas, conversando y recordando, hasta que Luna se tiene que ir. Se despide de Damián con un abrazo cálido y lleno de promesas.
—Cuídate, Damián. Nos vemos pronto.
Damián se queda solo, mirando el lago que empieza a oscurecerse con la noche. Su mente es un torbellino de pensamientos. Había mentido a Luna, pero lo hizo por su bien. No quería revelar la identidad del héroe que mató a su hermana. No todavía.
Mientras el sol se pone y las primeras estrellas aparecen en el cielo, Damián sabe que su venganza es un camino solitario, pero no quiere arrastrar a Luna en su oscuridad. Guardará el secreto un poco más, por el bien de ambos.
El viento susurra entre los árboles, llevando consigo promesas de justicia y redención.