El sol estaba a punto de ocultarse cuando Luna caminó por las calles del centro de la ciudad, su silueta envuelta en un abrigo negro que contrastaba con su cabello, brillante bajo las luces de neón. Había pasado una semana desde su encuentro con Mit, y cada día sentía que el peso de sus decisiones se hacía más real. Pero también sentía algo más: poder. Por primera vez, el control estaba en sus manos, y estaba lista para usarlo.
Se detuvo frente a un edificio antiguo, el lugar acordado para reunirse con Damian. Había decidido confiar en él, al menos parcialmente. Aunque aún no entendía del todo sus motivos, Damian había demostrado estar del lado correcto, incluso si sus métodos eran cuestionables. Cuando subió por el ascensor, sus pensamientos se entrelazaban: la entrevista exclusiva que había dado esa mañana había encendido las redes como nunca antes. Las críticas y el apoyo llegaban en igual medida, pero lo más importante era que ahora controlaba la narrativa.
Damian la esperaba en un amplio salón iluminado solo por la luz de una chimenea. Su figura alta y segura de sí misma contrastaba con la tensión del ambiente. Se levantó al verla entrar, sus ojos claros brillando con un interés que Luna no pudo ignorar.
—Llegas tarde —dijo él, pero su voz carecía de reproche.
—Tenía cosas importantes que hacer —respondó Luna, dejando su bolso sobre una mesa cercana. Se acercó a la chimenea y sintió el calor en sus manos frías—. Y no tengo mucho tiempo, así que ve al grano.
Damian la observó por un momento, como si estuviera evaluando algo más que sus palabras. Finalmente, asintió y sacó un sobre del bolsillo de su chaqueta.
—Esto es lo que necesitas —dijo, extendiéndoselo—. Información sobre las conexiones de Ian con la organización de héroes y sus 'misiones secretas'. Si esto sale a la luz, su imagen quedará destruida.
Luna tomó el sobre, pero no lo abrió de inmediato. En cambio, levantó la mirada hacia Damian.
—¿Por qué haces esto? ¿Qué ganas tú con la caída de Ian?
Damian sonrió ligeramente, un gesto que no revelaba nada.
—Digamos que tengo mis razones. Pero no te equivoques, Luna. Esto no es un favor. Es un intercambio. Cuando Ian caiga, yo también ganaré algo, y no tienes por qué saber qué es.
Luna sostuvo su mirada, buscando alguna pista en sus ojos, pero solo encontró un muro impenetrable. Finalmente asintió.
—De acuerdo. Pero si intentas usarme, Damian, lo lamentarás.
—No lo dudo —respondó él, con un tono que podía interpretarse como admiración.
**En otra parte de la ciudad...**
Ian se sentó en su oficina, el aire cargado de tensión. Las noticias sobre la entrevista de Luna habían llegado a él en tiempo récord, y su equipo de relaciones públicas trabajaba a marchas forzadas para minimizar el daño. Pero lo que realmente le preocupaba no era la opinión pública, sino el hecho de que Luna parecía haber cambiado. Ya no era la mujer que había conocido, y eso le incomodaba más de lo que quería admitir.
Aurora, su nueva pareja, entró sin anunciarse, como siempre. Su presencia, normalmente reconfortante, ahora le resultaba casi opresiva.
—¿Cuánto tiempo más vamos a soportar esto? —preguntó ella, cruzándose de brazos—. La entrevista de Luna ha puesto a todos en nuestra contra.
Ian apretó los dientes.
—Lo resolveré —dijo, aunque no sonó tan seguro como esperaba.
Aurora lo miró con escepticismo, pero no dijo nada más. En cambio, se giró hacia la puerta.
—Espero que lo hagas pronto, Ian. Porque si no puedes proteger lo que hemos construido, encontraré a alguien que sí pueda.
Cuando se fue, Ian sintió una rabia oscura crecer en su interior. Todo lo que había construido estaba en peligro, y no iba a permitir que Luna, Damian o Mit lo destruyeran. Si querían jugar sucio, él también podía hacerlo.
**El baile comienza...**
Luna regresó a su apartamento y abrió el sobre que Damian le había dado. Las imágenes, los documentos y los correos electrónicos eran suficientes para hundir a Ian. Pero también había algo más: una fotografía de Damian con Mit, tomada en lo que parecía ser una reunión secreta. Luna frunció el ceño. Damian no había sido completamente honesto con ella.
De repente, su teléfono vibró. Un mensaje de un número desconocido apareció en la pantalla.
"Cuidado en quién confías. No todos los aliados son lo que parecen. Nos veremos pronto."
Luna sintió un escalofrío recorrer su cuerpo. La sensación de ser parte de un juego mucho más grande la envolvió, pero no iba a retroceder. Si querían jugar, ella estaba lista. Y esta vez, no iba a perder.
Próximo capítulo: "Sombras y Secretos"