Liria, Liria, Liria.
Estas voces despertaron a Liria de su pesadilla con un sobresalto. Althea, su maestra y guía, estaba a su lado, tocándole el hombro y la frente, preocupada.
—¿Qué pasó, Liria? Estabas sudando frío, como si hubieras visto un espectro.
Liria se sentó en la cama, respirando con dificultad, y se tocó la frente con la mano temblorosa.
—No fue una pesadilla, Althea. Fue una visión. Pero esta fue tan vívida...
Althea, que había visto a su discípula crecer y aprender, sintió una punzada de inquietud. Fue a buscarle un vaso de agua, y cuando regresó al cuarto, se sentó a su lado. Con voz suave y firme le preguntó:
—¿Qué soñaste, Liria? ¿Qué viste?
Liria, aún estremecida, tomó el vaso y bebió un sorbo antes de responder.
—Vi cosas extrañas, Althea, cosas que no sé cómo explicar las ví en forma de fragmento mientras mi conciencia era transportado a varios lugares. Pero lo más perturbador fue que vi algo, algo que cambia todo en lo que hemos creído algo está bajo el Árbol del Mundo.
La expresión de Althea se volvió seria, sus ojos reflejaban incredulidad y terror.
—¿Algo? ¿De qué hablas?
—Sí, maestra. Algo está durmiendo debajo del Árbol del Mundo.
—¿Estás segura de lo que dices?
Liria asintió, sus manos temblaban al recordar.—Sí, estoy segura. Vi algo sellado allí abajo, algo que no pertenece a este mundo. Y si eso despierta, será el fin para todos. Vi sus ojos y aún me aterra recordarlo sinti que me comía el alma de solo verlo.
Althea tragó saliva, tratando de mantener la calma.
—Describe lo que viste, Liria. Necesitamos saber más.
Liria cerró los ojos, tratando de organizar sus pensamientos.
—Vi fragmentos, imágenes dispersas. Un chico con ojos color carmesí que parecía mirar a través de mi alma. Vi sombras moviéndose bajo la corteza del Árbol del Mundo, como si algo gigantesco y maligno estuviera a punto de liberarse. Había gritos, susurros en lenguas que no entendía, pero podía sentir el mal en cada palabra. Y lo peor de todo, vi que las raíces del Árbol del Mundo estaban siendo corrompidas por esa presencia. Algo absorbiendo su energía, envenenándola desde adentro.
Althea sintió un escalofrío recorrerle la espalda. La relación entre ellas había sido siempre de confianza y respeto, pero nunca había visto a Liria tan asustada.
—¿Crees que esta visión es una advertencia?
Liria asintió lentamente.
—Sí, algo está despertando. Y debemos detenerlo antes de que sea demasiado tarde.
Las dos se miraron en silencio, comprendiendo la gravedad de la situación. La sombra del Árbol del Mundo parecía cada ves más oscura que nunca.
Althea apretó suavemente la mano de Liria.
—No estás sola en esto, Liria. Juntas encontraremos una forma de enfrentarlo. Pero necesitamos toda la información posible. ¿Viste algo más?
Liria asintió, sus ojos volviéndose distantes al recordar.
—Sí, vi a alguien... o algo. Una figura encapuchada, sentada arriba en las ramas del Árbol del Mundo. Parecía estar vigilando, como si estuviera esperando algo. No pude ver su rostro, pero sentí su mirada sobre mí. Era como si supiera que yo estaba allí, observando.
Althea frunció el ceño.
—Una figura encapuchada... Esto complica las cosas. Puede ser que no estemos lidiando solo con una fuerza maligna, sino con alguien que la controla o la guía.
Liria apretó el vaso con más fuerza, su mente tratando de procesar todo lo que había visto.
—Maestra, debemos actuar rápido. No sé cuánto tiempo tenemos antes de que esa cosa se libere por completo.
Althea asintió con determinación.
—Lo sé. Esta noche misma comenzaremos a investigar. Hay antiguos textos y rituales que pueden ayudarnos a entender lo que enfrentamos. Pero debes ser fuerte, Liria. Nos espera una larga y peligrosa travesía.
Liria tomó una profunda respiración y asintió.
—Estoy lista, Althea. Lo que sea necesario para proteger nuestro mundo.
Ambas se levantaron, preparándose para la que se avecinaba. En lo alto, la figura un encapuchada seguía observando el pueblo.
123.