Chereads / Más allá de los Dioses / Chapter 25 - The nameless.

Chapter 25 - The nameless.

Al abrir mis ojos, lo primero que percibí fue el color anaranjado de las llamas danzantes, iluminando la oscuridad con su brillo hipnótico. Sonidos apenas audibles, que bien podrían haber sido risas, llenaban el aire, envolviéndome en una atmósfera inquietante. Mi cuerpo, aún entumecido, reaccionó instintivamente antes de que pudiera procesar lo que veía. Los latidos de mi corazón se aceleraron, bombeando adrenalina mientras mis sentidos se ponían en alerta máxima. Me levanté de un brinco hacia atrás, sintiendo cómo el suelo frío y duro bajo mis pies, y la hierba húmeda me hicieron entrar en razón.

—¡Jiro, qué bueno que despertaste! Ven a comer, la comida está casi lista —exclamó Sara, su voz llenando el claro con un tono despreocupada y alegre.

—Espera, ¿yo perdí? —mi mente me pasó todas las imágenes del duelo en un segundo, solo pude hacer un gesto con las manos y reírme tontamente.

Me acerqué a la fogata y el ambiente era bastante agradable. Retzu estaba riendo con Leonar, Sara cocinaba a un costado del fuego y Danis conversaba animadamente con ella. Mi llegada no alteró la armonía, sino que la animó aún más. Ver aquel ambiente tan cálido me hizo sentir bien.

—Jiro, te presentaré a nuestro nuevo compañero de viaje —dijo Retzu, señalando a Leonar.

—¿Acompañante? —repetí con incredulidad. Leonar se puso de pie y, con un gesto respetuoso, usando sus manos en forma de saludo, exclamó:

—Le pedí al joven maestro Retzu que me dejara acompañarlos. Espero que no sea un inconveniente.

Levanté mi mano en seguida y le dije — no es que tuviera un inconveniente, pero sí debes saber que estaríamos en constante peligro—.

—Estoy al tanto de eso y es algo a lo que eventualmente deberé enfrentarme —respondió Leonar con una mirada de convicción, atrapante como la de un protagonista de una novela.

—¡Chicos, la cena ya está servida, vamos a comer! —anunció Sara.

Mientras comíamos, una brisa fría pasó por mi cuello, un escalofrío recorrió todo mi cuerpo. Sentí cómo aquel sentimiento invadía mis huesos, una sensación fría y seca.

—¿Por qué estás tan pálido? ¿No te gustó mi comida? —preguntó Sara con una sonrisa juguetona.

Antes de que pudiera responder, Retzu se puso de pie y dijo con seriedad:

—Están aquí.

En un instante, sentí como más de una docena de ojos me miraban. Al voltear hacia atrás, vi en la densa oscuridad del bosque figuras subidas en los árboles de forma Anti natural , personas enmascaradas observándonos. Fue entonces cuando entendí todo. El frío que sentía no era el frío de la noche que elaba mis huesos sino el frio de la muerte.