En el año 880 del Calendario nagro del Imperial Suru, el mundo estaba al borde de una guerra abierta. Con un clan que una vez fue poderoso en influencia en todo el imperio, se encontraba al borde de la extinción, perseguido y acorralado por el Imperio. En un intento desesperado por sobrevivir, el clan cometió actos de brutalidad: secuestraron personas de todas partes del Imperio, sometiéndolas a un lavado de cerebro leve para que no pierdan su humanidad y marcándolas con un sello de domesticación, una forma de esclavitud prohibida por todos los imperios y reinos.
Sin embargo, para proteger su legado y a sus últimos descendientes, el clan usó sus conocimientos en caza, asesinato y artes marciales para crear una técnica incompleta pero mortal, diseñada para asesinos. Esta técnica permitiría operar en las sombras, continuando con misiones secretas en nombre del clan, incluso si éste desaparecía.
A pesar de estar al borde de la extinción, la organización que el clan había creado continuó funcionando de manera independiente ya que así estaba prevista. Secuestraban a niños y jóvenes marcándolos y obligándolos a seguir con la tradición.
Pero no estaban solos. Madre, una figura que aún mantenía conexión con el clan, tenía espías que se infiltrado en todas partes y traían información vital. Madre cada reunión la espiaba con sutileza madre guardaba estos registros en una cabaña, y aunque los ocultaba con cuidado, sus secretos estaban destinados a ser descubiertos. En estos registro estaba aquel lavado de cerebro y la marca de obediencia .
Mi alma no pudo evitar llenarse de tristeza al ver a esos jóvenes, obligados y sometidos por un clan desesperado y en decadencia. Era una visión dolorosa, una injusticia que no podía ignorar, a pesar de la oscuridad que rodeaba cada uno de sus actos.
Mientras entrenaba en lo profundo del Bosque de los Susurros, experimenté mi primer despertar como guerrero, una iluminación que va más allá de lo explicado es un tipo de trance que te ayuda a avanzar en tu cultivo y arte marcial te permite conectarte todo con tu alma y mente.ese día, logré comprender cada arte marcial que había aprendido, afiné mis habilidades y descubrí poderes ocultos, junto con una energía que ahora fluye a través de mí. Sentí que había conectado con algo más allá de lo humano, algo que me observaba desde un lugar inalcanzable. No era una presencia amorosa; era algo que deseaba salir, devorar mi alma y consumir todo a mi alrededor. Atribuí esa sensación al ambiente caótico en el que me encontraba, pero una parte de mí sabía que había tocado un poder más allá de lo divino.
Retzu se sentó en posición de loto, sus manos en el aire formando un gesto, y comenzó a murmurar palabras extrañas. Los presentes no podían entenderlas, pero sentían el poder que emanaba de ellas. El aire parecía vibrar con cada palabra que pronunciaba, como si algo oculto respondiera desde las sombras.
A lo lejos, Jiro y Sara observaban la escena. Jiro sintió un escalofrío recorrer su espalda, reconociendo la energía que rodeaba a Retzu.
—Esa misma energía… —dijo Jiro en voz baja, sin apartar la vista—. Es la que sentí en nuestro primer encuentro.
Sara asintió, sin despegar los ojos de Retzu. Sabían que lo que estaban presenciando no era solo un simple ritual. Era algo más grande, algo que podía cambiar todo lo que conocían. Y en lo profundo de sus corazones, ambos comprendieron que lo que Retzu estaba invocando no era solo poder, sino algo peligroso, algo que podría devorarlo todo si no tenían cuidado.