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Chapter 33 - Iniciación (II)

El sol brillaba en lo alto del cielo, dando inicio a la tarde, y un grupo de tres personas caminaban en una planicie blanca con árboles vestidos de blanco. Ya había pasado dos horas desde que esas personas llegaron y comenzaron con la labor que se les había encargado, no les habían dado límite de tiempo, pero todos sabían que, si su "presa" era cazada por alguien o algo ajeno a ellos, entonces fallarían. 

Sus rostros no mostraban ese alivio momentáneo que expresaron, más bien estaban cubiertos de ansiedad y nerviosismo debido a que no podían encontrar rastro alguno del ciervo de cristal, o al menos dos de ellos tenían esa expresión, ya que el más joven se veía en mucha mejor condición, tanto física como mental. 

Abel andaba por detrás de ellos, ya que le pidieron que los siga y no se entrometa en su camino, aunque pensó que tarde o temprano tendría que hacer algo, él no era un experto, pero como iban bastante seguido al bosque con sus padres y tíos le enseñaron lo básico para no perder el camino, así como para saber si algún animal o criatura había pasado por el lugar hace poco, repitiendo, él no era un experto, pero se veía haciendo un mejor trabajo que los dos jóvenes nerviosos frente a él, quienes pasaban por alto algunos detalles en el terreno. 

- ¿Estás seguro de que es por aquí?

- ¡Sí! Dijeron que fue reportado por un viajero... 

Los jóvenes discutieron, no era nada nuevo, ya que con cada minuto que pasaba y su ansiedad crecía comenzaron a perder la calma. Abel los ignoró un poco y miró al rededor, recordó que habían dejado la carretera y se adentraron en las llanuras de nieve, no siguieron ningún camino en especial, eso demostraba que Leo sabía cómo llegar a este lugar sin necesidad de indicaciones, pero eso no era algo que ellos puedan pasar desapercibido. Tal parece que si Abel los seguía dejando libres entonces acabarían perdiéndose.

- Disculpen... 

Habló despacio, calmado, tratando de relajar sus nervios, pero los jóvenes voltearon como bestias hambrientas que gritaron al unisonó. 

- ¡¿QUÉ?!

Una vena apareció en la joven frente de Abel, este tipo de comportamiento solo se lo toleraba a Kayn porque sabía que él lo hacía por molestar, pero esta vez sería una excepción ya que Abel no podía permitirse enojar en esta situación, así que solo suspiró, al menos tenía su atención. 

- Hace tiempo que perdimos de vista el sendero más cercano... 

- ¿y qué?

- ... 

Abel se tragó las palabras que estuvo por gritar, y con un temblor en su voz comenzó a hablar una vez más. 

- El Ciervo fue reportado por un viajero.

- Ya sabemos eso, es por eso que estamos buscando en orden por estos lugares cercanos...

- ¿Seguro?

- ... 

Esta vez fue uno de los jóvenes quien quiso gritar, pero su compañero lo detuvo y ambos levantaron la cabeza para ver alrededor. 

- ¿Lo ven? Si seguimos de esta forma nos vamos a perder. 

- ... Regresemos... 

Uno de los jóvenes tenía el cabello castaño, Marco, y el otro lo tenía oscuro, Paul, no eran hermanos, pero si amigos desde hace unos años. Fue el segundo quien detuvo a su amigo y el que ordenó que volvieran siguiendo las indicaciones del niño, pero fue Marco quien le dedicó una severa mirada a Abel. 

Regresaron en sus pasos, agradeciendo que el clima de hoy era amigable, además de los árboles que ayudaban aún más a detener la nieve y, en medio de eso, algo volvió a llamar la atención de Abel. 

- ¿Hum?

- ¿Ahora qué?

Abel se quedó quieto, entonces Marco y Paul que iban por delante se detuvieron y voltearon a verlo, claramente irritados. 

- No es nada... solo...

- ¡Dilo de una vez!

Abel no estaba seguro, no es que tenga una memoria prodigiosa, pero observando el camino y los alrededores sentía que algo era distinto, pero como no podía asegurarlo entonces prefirió solo dejarlo para él, claro que Marco y Paul ahora pensaban distinto y lo instaron a decirlo, ya que Abel no perdía nada por decirlo, habló. 

- Es solo que en esa dirección... algo es distinto... 

- ¿Qué?

Abel solo los obedeció, pero esto pareció irritar más a ambos jóvenes y cuando pensó que nuevamente gritarían y se quejarían, algo inesperado lo sorprendió. 

- ¿Enserio? Vamos entonces. 

- ¿Qué?

- ¿Eh?

No sabía cómo responder, nunca pensó que Marco, el más testarudo hasta ahora y quien lo menospreció desde el inicio, le hiciera caso. Además, Paul se veía igual de confundido. 

- Adelante, guíanos, yo no notó ninguna diferencia y nos puedo perder.

- ... 

Lástima que la sorpresa no duró mucho, ya que sus verdaderos pensamientos no tardaron en salir. Abel se adelantó, sinceramente estaba haciendo lo mejor para evitar los problemas y no prestó atención a la corta conversación que tuvieron Paul y Marco.

- ¿Estás seguro? Nos podríamos perder si lo seguimos.

- Cállate... hay algo que me fastidia... desde el comienzo nos mira como si fuéramos nosotros los niños inmaduros.

- ... Entiendo a lo que te refieres, pero... 

- Tranquilo, sé cómo volver, solo sigámoslos y cuando todo sea una pérdida de tiempo, por más que no logremos el objetivo solo diremos la verdad y es que fue su culpa. 

- ... Si tú lo dices... 

Con eso ambos jóvenes caminaron siguiendo a Abel y lastimosamente para ellos, pronto encontraron un rastro. 

- Esas son huellas... 

- ¡Solo fue es suerte! además... no son necesariamente de nuestro encargo...

Marco parecía estar a punto de estallar y Abel agradeció que pudiera soportar, ya que eso complicaría la petición. No volteó, solo siguió adelante mientras Paul lidiaba con su amigo.

- Vamos... 

Los rastros en la nieve eran huellas. Ya que la nieve no estaba tan alta como para que las piernas de los jóvenes se hundan Abel también podía caminar sin problemas y siguiendo las huellas pronto alcanzaron al dueño de ese rastro. Tal vez Leo tenía razón y estos jóvenes estaban de suerte, ya que la criatura que encontraron resultó ser la que necesitaban. 

El ciervo de cristal posee un pelaje mostaza que resiste extremadamente bien el frío, y son las astas la que le dan el nombre ya que parecen estar echas de cristal, dejando pasar los colores del otro lado tomaban varios colores dependiendo al lugar. Las tres personas presentes que lo vieron pudieron entender de inmediato por qué sus astas tienen un precio tan alto, además de que pensaron en lo elegante, hermosa y perfecta que era la postura del Ciervo, incluso cuando bajaba la cabeza para comer la poca vegetación que sobresalía en algunas zonas del suelo, dejando claro que al más mínimo indicio de peligro correría a una velocidad que no podrían igual y eso los hizo tragar saliva nerviosos. 

- ¿Qué hacemos...? 

- ... 

Abel estaba impresionado por la vista, así que fue Paul quien habló, pero no recibió respuesta. Dejando a Abel de lado, su amigo volvía a tener una expresión espantosa mientras desviaba la vista del ciervo al niño a su lado. 

- ¡Marco!

- ... 

Paul gritó lo más bajo que pudo y su amigo reaccionó, obviamente Abel había sentido la mirada y si era sincero, se estaba comenzando a enojar, más que todo porque por su culpa y el grito ahogado de su amigo el ciervo era consciente de su presencia. 

El ciervo levantó la mirada, observando los alrededores, ellos estaban escondidos detrás de un árbol y un cúmulo de nieve por lo que se escondieron de inmediato y evitaron ser descubiertos por completo, pero tuvieron que lamentar el estado de alerta que habían causado. 

- ... ¿Entonces?

Abel preguntó con una mirada más seria que hizo sentir incomodos a los jóvenes, ya que sabían que tenían la culpa, claro que esa no era su intención, pero agradecería que recapaciten y se comporten. Dejando eso de lado, la intención de su pregunta era para ver si se les había ocurrido un plan.

- Podríamos tratar y atacar juntos...

- Estoy de acuerdo... 

Marco propuso una idea y Paul la aceptó, aunque ninguno se veía convencido. Abel deseo que su intrépido y despreocupado amigo estuviera aquí, pero pensó que estaba siendo grosero y se detuvo, entonces analizó la situación. No tomó mucho tiempo, lo hizo a toda prisa ya que el Ciervo podía irse en cualquier momento, pero a pesar de llegar a una respuesta no sería posible al menos que estos dos lo escucharan, lo cual pensó que era la parte más difícil de su plan. 

- ... ¿Los dos son Potenciadores?

- ¿Qué? ah, sí. Ambos lo somos. 

Paul respondió desconcertado, parece que no esperaba que Abel hable. 

- Tengo un plan... ¿Lo escucharan?

- ... 

Marco volvió a cambiar su expresión, parecía realmente molesto, pero por suerte para Abel asintió sin quejas, demostrando que al menos tenía en orden sus prioridades, claro que los otros dos sabían que la razón era la misma que la anterior, esperaba que Abel falle, pero ya que coopero ambos no dijeron nada. 

- Entonces... ¿Que les parece si...?

**********POV Marco**********

Siempre quise ser un Mercenario debido a que mi padre lo fue. Mi madre siempre se opuso debido a que fue el trabajo que nos lo quitó, pero aun así quería serlo, ya que, aunque ahora no estuviera conmigo siempre pensé en él como mi héroe, y así seguiría.

Tuve suerte y conocí a un chico al que ahora puedo llamar mi mejor amigo, juntos, mientras nos apoyábamos mutuamente cumplimos los diez años y al asistir a clases durante los próximos dos años habíamos logrado volvernos Aprendices de Potenciador, es decir de nivel dos, y muchas personas nos felicitaron, diciendo que el destino del Reino estaría a salvo si talentos... si "Genios" como nosotros seguíamos naciendo y mi madre, a quien insistí fervientemente con ayuda de Paul, por fin aceptó. Nos registramos en cuanto pudimos, ya que necesitábamos el permiso de nuestros padres tuvimos que esperar al regreso del padre de Paul.

En el lugar conocimos muchas personas, aunque no necesariamente por ir e inscribirnos o que mi padre haya sido uno de ellos, sino porque los Mercenarios son famosos en la ciudad, debido a que están más cerca del pueblo, ayudando y cumpliendo sus peticiones, además que no prejuzgaban o discriminaban a las personas.

Entre ellos conocimos a uno de los Mercenarios más fuertes de la ciudad y, sin miedo, podría asegurar qué del mundo, Leo. Él tiene un aspecto bastante rudo, pero es una buena persona que se preocupa por sus camaradas y es completamente fiel a los ideales y principios del Reino Duar.

Era temprano en la mañana y cuando terminaron con las explicaciones nos retiramos rápidamente para prepararnos para el siguiente día, ya que empezaría nuestra Iniciación. 

Estaba excitado, emocionado sin poder esperar un segundo más para poder comenzar de inmediato, ya que el mismo Leo nos había dicho que se encargaría de nosotros como servicio especial. Luego, en la tarde, escuché que ocurrió un gran incidente que involucraba al Gremio de Mercenarios, pero poca atención le puse por el alivio que sentí al escuchar que no habría cambios en cuento a nuestra iniciación.

Al día siguiente nos reunimos con Paul y nos dirigimos sin demora, mi madre y su padre quisieron acompañarnos, pero ya éramos Mercenarios y no podíamos permitirlo, ya que pronto seremos nosotros quienes protejan no solo a nuestras familias, sino a la ciudad. Cuando llegamos, Leo estuvo en la barra donde se toman encargos, parecía ya estar listo para partir y la emoción nos ganó a ambos, haciéndonos correr a su lado.

- ¿Eh?

Por toda la emoción y toda la expectativa sobre el día de hoy fue que la sorpresa se sintió mucho más chocante, ya que en ese momento nos presentaron a un niño... pensé que estaba perdido, que alguien lo había traído y quizás fui algo duro con él, pero ¿Quién hubiera pensado que sería un Mercenario?

La verdad me quejé, no me parecía, tenía como mucho la mitad de mi edad, eran tan bajo y delgado que no podía creerlo y no podía aceptarlo... pero lo que más me sorprendió, no, lo que más me asustó fue que al darle la espalda sentí miedo. 

Pensé que era imaginación mía, pero todos los Mercenarios en el lugar voltearon y sonrieron a ese niño... y confieso que esas miradas de expectativa despertaron la envidia en mí. 

En el camino volteé un par de veces para ver si aún nos seguía, rogando por que abandone y se vaya, pero lo único que conseguí fue irritarme. Él era un niño... sí, pero desprendía una sensación que mi cuerpo no me permitía ignorar y no me volvía incapaz de parar de preguntarme, ¿Por qué tenía esa mirada? ¿Por qué sentía que nos miraba como si fuéramos nosotros los niños que se interpondrán en su camino? y ... ¿Por qué no pude negarlo?

Caminamos un poco y llegamos al lugar donde se realizaría nuestra primera tarea, Leo nos dijo que entremos y encontremos a nuestro objetivo, además de que tuviéramos cuidado. Parecía estar tratando de darnos la idea de que estaríamos solos, pero tanto Paul como yo sabíamos que nos estaría protegiendo a la distancia y eso nos tranquilizaba, más aún cuando nos enteramos cual era nuestra "presa".

Yo no tenía experiencia rastreando y aunque quizás pronto nos enseñen lo básico, por el momento estaba en la nada. Paul no era distinto a mí, pero al verlo supe que por lo menos debía intentarlo, por eso caminé. 

Sabíamos que él Ciervo de Cristal había sido divisado por uno de los caminos que usaban los cazadores, Mercenarios y viajeros a pie, así que debíamos revisar zonas cercanas a ellas, y no encontrar nada durante un tiempo me empezó a irritar, aunque no tanto como la mirada del niño, quien estaba en mejor estado físico que nosotros. 

Había pasado cerca de dos horas, todos teníamos bolsas de cuero llenas con agua y lastimosamente la mía se había acabado hace unos treinta minutos, por lo que la sed y el cansancio empezaban a sumar malhumor, por eso cuando el niño señaló algo que habíamos pasado por alto... me enojé, no fue su culpa, tenía razón, pero solo hizo que me sintiera peor... en verdad éramos nosotros los que se interponían en su camino y la forma en como no nos culpaba mientras nos miraba como niños me hacía querer estallar. Y la tonta idea de hacer que fallara apareció en mi mente.

Cuando encontramos al Ciervo no pude evitar pensar en lo estúpido que era, pero nuevamente no pude decir nada y sé que era gracias a él, pero no pude evitar mirarlo y culparlo por mis carencias, ya que así era más fácil...

Inmediatamente luego de que casi somos descubiertos por haberme perdido en mis pensamientos el niño nos preguntó si teníamos un plan y, aunque quise responder con todas mis fuerzas, mi mente estaba en blanco... golpeándome en la cara con la dura verdad de que estuve perdiendo el tiempo. 

Estaba avergonzado... ¿Con este comportamiento trataba de volverme un Mercenario? ¿Acaso trataba de mancillar el trabajo de mi padre? Era claro que el equivocado soy yo... pero, aunque lo acepte no pude expresarlo... no pude decirlo... al final solo pude dar una tonta propuesta que sabía perfectamente que no iba a funcionar y Paul, que también lo creía, me apoyó... tal vez porque se sentía igual. Por suerte para nosotros, el niño al que le gritamos y le pedimos que no nos estorbara... ese niño nos golpeó nuevamente ideando un plan y pidiendo nuestra cooperación. 

Su plan era sencillo, lo suficiente como para hacernos pensar "¿Cómo no se nos ocurrió antes?" y con más vergüenza en nuestro corazón solo pudimos asentir con la cabeza. 

Paul y yo fuimos llamados genios, gracias a esto podíamos usar nuestros Factores de Potencia mejor que la mayoría de nuestra edad y siguiendo las indicaciones del niño nos posicionamos de tal forma que entre los tres creáramos un triángulo. Fue difícil hacerlo, pero nos tomamos nuestro tiempo y, aunque hubo varias veces que casi somos descubiertos, gracias al terreno logramos evitarlo.

El triángulo estaba conformado por nosotros tres representando un vértice cada uno. El plan era que Paul y yo nos mostremos, ya que éramos los lados más cercanos, esto haría que el Ciervo corra hacia el lado más alejado de nosotros, al tercer vértice, es decir... hacía el niño. 

Él se encargaría de asestar el ataque final y aunque no pude evitar su cara de sorpresa, no me opuse ya que, aunque quiera negarlo todavía tenía esa pequeña y estúpida esperanza de ver que falle para poder culparlo y sentirme mejor conmigo mismo.

Él plan comenzó cuando todos nos posicionamos, la señal, una bola de nieve siendo lanzada por encima del Ciervo. Nuestra presa levanto la mirada y se disponía a correr, de haber demorado un segundo más entonces lo habríamos perdido, pero por suerte logramos reaccionar y nos mostramos. 

El ciervo corrió hacia Paul y luego cambió de sentido como si fuera magia y corrió en mi dirección. Todo se volvió lento y sentía que podía estirar mi mano para tomarlo de las astas, pero la verdad era otra, ya que en un parpadeo el ciervo volvió a cambiar de sentido y giró para correr hacia donde planeamos. Ahora solo quedaba el último paso y ...

- ...

No solo la respiración, sino el mismo tiempo parecía detenerse una vez más.

Tanto a mi como a Paul no habían llamado genios... y siendo sinceros eso no podía estar más alejado de la verdad. Tristemente nos tuvimos que dar cuenta de eso ahora, mientras mirábamos como el niño se movía tan o más rápido que un rayo y caía sobre el Ciervo, completando el encargo.