- ¡Por qué!
Esrael gritó con todas sus fuerzas mientras miraba a Kayn caer al suelo, sus ojos mostraban un auténtico resentimiento hacía su padre, además de decepción.
- ...
- ¡Padre!
Dillion siguió caminando ignorando los gritos de su hijo, pero entonces sintió un escalofrío y se vio obligado a girar su cabeza lentamente, ahí pudo ver como su hijo gruñía mientras tomaba una postura de cuatro patas, su cabello corto comenzaba a crecer cubriendo rápidamente su cuerpo y su rostro y extremidades se comenzaron a cubrir de negro.
- ... Esrael... aún eres muy joven.
Dillion lo miró directamente, entonces suspiro mientras mostraba cierto sentimiento confuso antes de voltear y caminar nuevamente, entonces Tsune, quien hasta el momento no pudo moverse, se acercó y posó su mano sobre la cabeza de su hijo, a simple vista no hizo nada más que esto, pero Esrael cerró los ojos y cayó dormido mientras volvía a la normalidad.
- Jefe... ¿Está esto bien?
El hombre de orejas negras habló mientras suspiraba de alivió y veía a Dillion casi salir del lugar. Sinceramente todos habían entendido su decisión, pero nunca estuvo de más dejarlo claro, por eso Dillion se detuvo y el mana frente a él tembló, hablando no solo a los presentes, sino a toda la tribu.
- ¿Está bien? Claro que lo está, no importa que hayan escuchado, aquel niño humano, Kayn, solo es el amigo de mi hijo.
Con estas últimas palabras Dillion camino y desapareció del lugar.
Todo se mantuvo en silencio, pero no era incomodo, además ya no había aquel sentimiento y miradas de odio, desprecio y maldad dirigidas al joven niño, ya que ¿Quién podría contradecir al jefe? además... ¿Quién podría llamar enemigo a quien se "sacrifico" por un compatriota?
- Traten sus heridas y llévenlo a mi hogar.
El silencio fue interrumpido y la voz de Tsune se escuchó, parecía estar hablando al viento, pero algunas personas con rubias orejas de Zorro aparecieron de la nada, cargando con cuidado a Kayn mientras seguían sus palabras. Al mismo tiempo, Tsune, que tenía siete colas de zorro en su espalda, sostenía y acariciaba a su hijo que parecía estar teniendo pesadillas.
Todos miraron la escena en silencio, mientras Tsune y su hijo, así como Kayn, desaparecieron del lugar.
Las horas pasaron y en aquel gran salón Dillion hizo su aparición. Todos los Jefes de tribu habían regresado a sus hogares ya que el tema había concluido, pero este lugar estaba lejos de estar vacío. Las mujeres que antes se encontraban a derecha e izquierda de Dillion ahora estaban sentadas donde estuvieron los Jefes de tribu, además unos cuantos hombres con canas en sus largas cabelleras también estaban presentes.
- ... No sabía que tendríamos una reunión.
Dillion entró y caminó hacia su trono lentamente, sin prisa, cuando llegó frente a su destino no le sorprendió que ya estuviera reparado, solo se sentó y habló con indiferencia. Ante sus palabras fue uno de los hombres con canas, su rostro arrugado era lo único que delataba su edad, ya que aún podía verse un cuerpo fornido debajo de sus largas prendas.
- Señor, si me permite.
- ¿Reigen? adelante.
El hombre llamado Reigen, tenía unas orejas rayadas de tigre y sin levantarse habló hacia todos los presentes.
- Todos entendemos y respetamos la decisión del Jefe. No nos encontramos aquí para algo tan tonto como protestar, solo estamos aquí para velar por el bienestar común de nuestros hijos y nietos, así como de los demás. Por eso, quisiera que escuche y alivie algunas de nuestras inquietudes.
Algunas mujeres tenían el ceño fruncido y fueron ellas las que levantaron las manos sin demora cuando Reigen dejó de hablar y Dillion solo asintió para aceptar que continúen. Después de todo esta situación era una que ya esperaba.
- Esposo, no discrepo de tu decisión, aquel niño demostró no ser alguien con malas intenciones, pero... ¿ha pensado en como actuara el Imperio cuando se entere?
La primera en hablar fue una mujer de orejas largas y puntiagudas de lobo, su cabello era negro y sus ojos morados eran los mismos que aquel hombre que puso en aprietos a Kayn con sus preguntas, además de que su parentesco con Selene dejaba claro que era su madre, aunque esto no era novedad, después de todo, las doce mujeres sentadas en el salón eran las esposas de Dillion.
- Tranquila, no tienes que preocuparte por eso. Ya he decidido permitir que ese niño se quede en esta tribu y los únicos que conocen su verdadera identidad son los jefes de tribus y ustedes, así que mientras nadie diga nada el Imperio nunca se enterara.
- ... Entiendo.
La mujer parecía tener mucho más que decir, pero se limitó a asentir, algunas otras estaban a punto de expresar sus opiniones, pero sin darles tiempo otra voz se escuchó.
- Entonces, ¿que planea hacer con él? Somos pocos los que pueden manejar la magia, pero todos aquí sabemos el gran peligro que ese niño representa, por eso ¿acaso lo dejara andar libre y hacer lo que quiera?
La voz y palabras salieron en un tono que nadie se atrevería a usar contra el Jefe de todas las tribus, pero a nadie en el lugar le importó, ya que venían de una de las esposas de ese mismo Jefe, además, la mayoría, por no decir todos, conocían el carácter de la mujer con orejas de oso rojas.
- ... Tienes razón... ese niño es peligroso.
El ambiente cambió momentáneamente cuando Dillion habló, pero no fue para mal. Como pasó hace unas horas, cuando en niño entró y cuando fue puesto a prueba por Dillion, en ambas ocasiones el niño mostró un nivel que debía ser imposible para su edad, además, todas las mujeres presentes eran expertas en su propio campo y su fuerza no era algo que pueda pasar desapercibido, por eso todas sintieron el raro sentimiento del cuerpo del niño. Sí, el cuerpo de los Mitad-bestia está hecho para sobrevivir a base de fuerza e instintos, pero el cuerpo de ese niño era exactamente lo contrario a ellos, por eso el sentimiento que se sintió en el lugar no fue odio o repudio, sino curiosidad.
Todos guardaron silencio una vez más, esperando a que Dillion termine su pensamiento, cosa que no demoró mucho, pero para sorpresa de todos no fue Dillion quien habló, sino un hombre de orejas de Zorro, aún mantenían un ligero color amarillo, pero sus orejas y su larga cabellera estaban teñidas de blanco en su mayoría.
- Señor, ¿Puedo hablar?
- Lugos, adelante.
- Gracias.
A comparación de los anteriores, esta vez el hombre llamado Lugos se levantó caminó hasta el centro, entonces miró rápidamente a todos los presentes antes de hablar o, mejor dicho, preguntar.
- ¿Es esto necesario?
Lo dijo mientras giraba y miraba las reacciones de todos, dejando inconcluso a quien se lo preguntó, aunque fue obvio que solo había una persona que podía responder como quisiera.
- ¿A qué te refieres?
Y esa persona era el jefe. Al escuchar su pregunta Lugos solo sonrió y continuó sin dejar observar el lugar.
- Mi Señor, usted ya lo dijo, aquel niño es solo el amigo de su hijo.
- ¿Entonces?
- Bueno, su hijo es una excepción debido a los incidentes que hubo, pero antes de eso su hijo estaba cumpliendo con la labor de los jóvenes, estudiar. Sí, lamentablemente el joven Esrael no pudo adaptarse al lugar y por eso es que se encontraba bajo la tutela directa de mi hija, Tsune...
Dillion parecía irritado y Lugos solo pudo tragar saliva nerviosamente, después de todo sabía que estaba tocando un territorio delicado, pero no podía detenerse y no tenía malas intenciones, quizás por eso es que aún podía seguir hablando.
- Pero ... ¿Eso ya no está resuelto?
- ¿Sí?
- Si, aquel niño, Kayn, demostró estar avanzado a un nivel sorprendente para su corta edad, pero ¿Acaso no es igual que su último hijo?
- Ve al punto.
Dillion parecía haber vuelto al mismo ánimo que antes, además se había imaginado en como terminaría y no le parecía algo malo.
- Entonces... ya que el joven Kayn se quedará, ¿Por qué no dejamos que crezca y aprenda junto con el joven Esrael?
- ...
Todo el mundo se quedó callado, sí, a Dillion no le parecía mala opción, pero ¿Qué dirían sus esposas o los otros ancianos presentes? No solo ya había permitido a un humano quedarse en su santuario, ahora permitiría que conviva y aprenda con los más jóvenes. Era obvio que habría quejas, pero Lugos no parecía haber terminado, entonces interrumpió el silencio.
- Aprenderá nuestras costumbres... crecerá como nosotros, no habrá diferencias ... Al final ¿Acaso eso no demostraría y aclararía sus dudas?, ¿Quién es más fuerte, ese niño o nosotros?
Lugos era un Zorro y todos pensaron que no había nada más acertado para él, ya era viejo y por eso era un Zorro astuto. Todas las mujeres sonrieron, ya que tenía razón, además los ancianos solo aceptaron de mala gana y por último Dillion sonrió. El Zorro, Lugos, los había encerrado.
- Ya veo... si, esa parece una buena solución y respuesta. ¿Alguien tiene alguna inquietud extra?
- ...
Nadie respondió, solo hubo expectativas y deseos de ver el futuro. Entonces Dillion se levantó mientras miraba al Zorro astuto. Todas las preguntas restantes habían sido pospuestas, tal y como quería. Al final Dillion solo pudo mantener su sonrisa mientras terminaba la reunión con un consejo el cual todos aceptaron.
Tsune estuvo en silencio hasta el momento, no dijo nada o reaccionó a nada, pero ella misma no pudo evitar asentir ante las últimas palabras de su esposo. Así, la reunión y la noche terminaron.
Al día siguiente, en uno de los muchos hogares, un joven niño despertó. Estaba confundido, recordaba lo que ocurrió ayer y no se explicaba porque estaba vivo.
Se tomó la parte posterior del cuello, le dolía, pero aun así se levantó despacio y entonces, cuando se estiraba y relajaba la mente, algo blanco entró por la puerta a toda velocidad y se detuvo a lado de su cama mientras gritaba fuertemente.
- ¡Vamos a la escuela!
- ¿Eh?
Los ojos de Kayn saltaron, pero sus verdaderas emociones se filtraron a sus factores mágicos, quienes también dieron un vuelco, emocionados mientras pensaban que los días de aprender habían vuelto.