El Reino de Platius, más conocido como la Tribu Platius, es la tribu de Mitad- bestia más fuerte, y ya que los Mitad-bestia son una raza que respetan la fuerza por encima de todo son a la vez los Gobernantes de todas las tierras donde estos habitan, aunque hay excepciones como el "Bosque Eterno" lugar donde Kayn había llegado. Lugar donde habitan sus vecinos de otra raza y, aunque ciertamente no se les prohíbe la entrada muy pocas personas se adentran debido a su gran peligro.
Ahora retrocedamos por un momento. Hace unos días la última esposa y el último hijo de Dillion Platius, jefe de la tribu Platius, habían entrado al Bosque eterno para que Esrael pueda bañarse cómodamente, sin embargo, al pasar las horas, cuando volvieron no solo su hijo estaba sucio y cabizbajo por ser regañado, sino que su esposa traía a un pequeño desmayado con él. Ella le contó lo sucedido a grandes rasgos, pero las palabras "Especial" fueron pronunciadas como característica importante del niño, esto parecería irrelevante, pero su Ultima esposa era la Mitad-bestia con más afinidad a la magia, quien solo era superada por Esrael, aunque ese era otro tema, pero por eso mismo Dillion no pudo evitar la situación.
El Reino Platius, el Reino de los Mitad-bestia, el Reino de la pradera y los suelos, este Reino ubicado en el Continente del Este contaba con gran variedad de tribus, algunas trataban libremente con los humanos, otras simplemente se mantenían al margen y finalmente había otras que tenían la entrada prohibida no solo a los humanos, sino a cualquier raza ajena. La tribu Platius era de esta última, pero las circunstancias no eran odio o racismo a los demás, más bien eran protección, ya que era considerado un paraíso para ellos, por eso mismo no solo la tribu, sino varios kilómetros a la redonda estaban prohibidos y resguardados. Por esa misma razón muchos jefes de las demás tribus tuvieron quejas cuando Dillion decidió dejar quedar a Kayn, al menos hasta que se recupere.
Dos días pasaron y las quejas fueron aplacadas, algunas con razonamiento y otras con fuerza, aunque por desgracia quedó un leve resentimiento sobre la situación y, entonces, un día después llegó el reporte, el niño había despertado. El informe fue entregado por Esrael, el último de sus hijos, quien, aunque nadie se atrevía a decirlo, era el más terrorífico.
Esrael llegó corriendo, alegre como siempre y vestido de una manera que solo él podría vestir.
- ¡Papá!
- ¿Hum? Esrael...
Dillion descansaba sobre su gran trono y su hijo saltó sobre él, como para probar su gran tamaño Esrael tuvo que escalar para poder llegar a su hombro, donde se apoyó.
- ¡Despertó, la hermana Selene está con él ahora!
- Ya veo...
Dillion había mandado a llamar a todos los jefes de las tribus más cercanas luego de la llegada de Kayn, pero fue para este momento que no les permitió volver a sus hogares, aunque ninguno había pensado en eso, por eso en el mismo gran salón había algunos sentados tranquilamente, otros hablando y unos pocos estaban caminando por la tribu listos para estar presentes cuando Kayn despierte, y ese momento había llegado. Cuando él se levantó al sentir la presencia de su hijo, los distintos sirvientes se movilizaron para llamar a los jefes faltantes, ya que por más que no sea la noticia esperada la hora de la comida estaba por llegar. Por suerte fue la noticia esperada y en menos de un minuto todos estaban sentados en el lugar, entonces Dillion habló.
- Selene... tráelo.
El mana frente a él tembló, no fue un grito, en más, si tuviéramos que definirlo entonces sería un susurro, pero Esrael se cubrió las orejas y miró con la frente arrugada a su padre, aunque no dijo nada. Frente a esto todos esperaron pacientes y pronto se escuchó.
- ¡Selene ha llegado!
El anuncio fue dado por la guardia de Dillion, aunque nadie les prestó atención, ya que a pesar a la poca sensibilidad al mana con la que nacen los Mitad-bestia todos sintieron que el niño, tal y como se les dijo, era especial, más de lo que habían pensado.
El hombre con melena de león, el jefe de las tribus aliadas de las praderas y el bosque, más conocido como el Reino de Platius, Dillion Platius, preguntó por su nombre y el niño, abrumado por la presión a la que decidió someterlo, respondió tranquilamente. El niño llamó su atención desde el primer momento, él sin duda era especial, pero pudo sentir algo que su esposa había evitado decir, él era peligroso, ya que un monstruo sigue siendo uno a pesar de ser joven y con Esrael en su hombro pudo confirmar esos pensamientos. Dillion sabía que hacer, entonces no dilató la conversación y preguntó.
- Bien...pequeño Kayn, ¿Como llegaste aquí?
La situación no era grave, Kayn sentía miradas de lastima y otras que estaban muy pendiente de él, pero en general lo único molesto era la presión que volvía pesado su cuerpo.
La pregunta que le llegó era simple y de echo la respuesta también, pero dudo en responder, no porque estuviera distraído viendo todo el lugar, sino que no sabía cómo, ¿acaso podría responder indiferente diciendo que no sabía?
- ¿Y bien?
Se mantuvo callado y trató de pensar en una excusa o una explicación en ese breve silencio, pero sinceramente no llegó a nada, además sus instintos le dijeron que no tratara de mentir, lo cual le dejó menos opciones. Al final, cuando las palabras del jefe llegaron a sus oídos, tuvo que tomar una decisión.
Kayn pensaba que siempre que no muriera podría haber una forma de salir adelante o corregirse, por eso sin saber si su presentimiento era correcto o incorrecto, habló.
- La verdad... no lo sé
Su voz fue baja, casi un susurro, pero todos los presentes lograron escucharlo, ya que algunos murmullos se escucharon en el lugar y, sintiendo como algunas miradas cambiaron a una más agresiva dudó momentáneamente.
- ¿No lo sabes? Explícate.
- La verdad... estaba siendo perseguido...
Por suerte, contrario a algunos presentes, el jefe nunca cambio de postura y su mirada siempre se mantuvo igual, escuchando tranquilamente como relató los hechos anteriores uno tras otro.
Conforme la medianamente larga historia avanzaba, Kayn cambió algunos detalles, pero en general todo fue verdad y finalmente llegó al punto de interés de los presentes, como terminó en el bosque. Conforme hablaba, muchos más cambiaron su mirada a una agresiva, pero Kayn no se detuvo. La verdad él quería seguir contando hasta donde conoció al "maravilloso" hijo para exigir una disculpa y en venganza por lo que ocurrió, pero viendo al joven moverse sobre el cuerpo del jefe pensó que debía reevaluar lo que diría. Por suerte para él fue detenido por el jefe.
- ... ya veo... es una historia interesante...
- Jefe, si me permite.
- Adelante.
Dillion se mantuvo pensativo luego de sus palabras, pero una mano se levantó y llamó la atención de todos los presentes. Era un hombre "delgado", ya que, en comparación de todos los hombres presentes, su físico con músculos firmes y normales lo hacía ver pequeño. Además, podía considerarse como un hombre guapo, parecía joven, pero Kayn no se atrevía a darle una edad, llevaba ropa principalmente de la cintura para abajo y lucía tatuajes en su dorso con abdominales y pectorales, las orejas en su cabeza eran negras como su cabello, y parecían asemejarse a las de un lobo, aunque más finas y largas.
Su mirada cambió una vez más cuando recibió el permiso y Kayn pudo sentir cierta hostilidad, aunque se inclinaría más a llamarlo desconfianza. Entonces, poniéndose de pie, habló.
- Está claro que está mintiendo, ¿llegar de la nada? eso es imposible.
- ... Entiendo tu punto, pero si bien se nota que adornó la historia nadie aquí puede decir que está mintiendo... ¿Verdad?
El jefe escuchó calmado al hombre que tildó de mentiroso al niño, todos asintieron a las palabras de respuesta del jefe, incluyendo al hombre que hablaba y, aunque era contradictorio no se inmuto, continuando mientras revelaba el verdadero objetivo detrás de su interrupción.
- Tiene razón... no está mintiendo... pero no está diciéndonos todo, eso es suficiente para cuestionarlo.
- ...
Sí, Kayn había ocultado algunos detalles, pero no eran por malicia y eso lo sentían, por eso Dillion no dijo nada.
Dillion era el jefe, sí, y veía por la seguridad de todos, es por eso y su fuerza que era respetado por todas las tribus y considerado uno de los mejores Jefes de todos los tiempos, pero, aunque eso era un beneficio a veces también actuaba como una desgracia y ahora, siendo que ya había usado la fuerza para aplacar las pocas quejas residuales, quería tratar de complacer a todos los presentes. Con eso en mente tarde o temprano tenía que tomar una decisión.
- ¿Entonces?
Se le cedió la palabra al hombre una vez más y él prosiguió contando con el apoyo de algunos presentes.
- Todos confiamos en la capacidad de análisis de la Señora Tsune, pero me gustaría pedir que analice una vez más al joven mientras responde algunas de mis preguntas.
- Ya veo... ¿Alguien tiene algo que añadir?
Kayn escuchó callado toda la conversación, no entendió ni la mitad de lo que sucedía, pero se sentía extrañamente tranquilo para todas las dudas y miradas que caían sobre él. El jefe observó ambas filas, pero nadie objetó, entonces, mientras miraba al Jefe, una mujer sentada a su izquierda se levantó. Era la salvadora de Kayn.
- Tsune, ¿Te molestaría?
- Claro que no, además fui yo quien lo trajo, es lo mínimo que puedo hacer.
Todas las mujeres sentadas a la izquierda y derecha del Jefe eran sumamente hermosas, además todas emanaban una sensación única, especial, extraña. Tsune, la última esposa de Dillion y madre de Esrael, vestía ropas blancas y rojas, con un estilo asiático que dejó perplejo y confundido a Kayn, pues así no es como la recordaba y le extrañaba ver ese tipo de vestimenta, aunque su encantadora voz y su rubio cabello seguían tan perfectos como en sus recuerdos.
Tsune se acercó lentamente donde Kayn sin pausa alguna y, aunque la presión que sentía se había detenido, una clase distinta de sensación le hizo imposible mover su cuerpo, haciéndole sentir a Kayn, por primera vez desde que llegó, el verdadero peligro.
- Nos volvemos a ver pequeño.
- Hola...
Kayn fue tomado por sorpresa con esta sensación, por lo que tardó en responder.
- Bueno, si me disculpas.
La conversación o la situación no tuvo nada innecesario, por eso, tras un breve saludo, Tsune posó su mano sobre la frente de Kayn y él sintió como un calor desconocido se adueñaba de su cuerpo, entonces las palabras del jefe hacia el hombre y a Tsune, llegaron.
- Pueden continuar.
- Se lo agradezco.
Los factores de Kayn parecían estar siendo inspeccionados y debido a la naturaleza de su cuerpo eso era lo mismo que inspeccionar prácticamente su "yo entero" lo que transformó la sensación de calor en una incomodidad sin precedentes, pero Kayn no se movió. Él tenía un muy buen sentido e instintos, por eso sabía que de reaccionar bruscamente o sacudirse lo llevaría a un destino inevitable, la muerte.
- Bien, niño, espero tus sinceras respuestas. Primero, ¿Como llegaste al Bosque Eterno?
- No lo sé...
- ...
Kayn respondió de inmediato, contrario al pasado, él quería terminar con esta situación lo más rápido posible, así, después de que sus palabras fueran escuchadas, todos voltearon a ver a Tsune, quien sacudió la cabeza indicando que no había indicios de mentira. Aunque algo que se guardó para ella, es que, si bien no había mentira, algo en el cuerpo del niño parecía discrepar de esas palabras, pero era un sentimiento muy extraño, algo que no había sentido nunca, como si algo parecido a dos conciencias habitaran un mismo cuerpo.
- Segunda pregunta, ¿Estás solo?
- Mmmm... sí, desde que desperté en ese bosque.
- ...
Nuevamente, era verdad.
Ciertamente el hombre esperaba escuchar algo interesante en esas preguntas, pensando que el niño se las arregló para mentirles, pero con Tsune confirmando sus palabras no había duda de ello, él no mintió. Parecía que todo terminaría bien, pero había algo más que tenía que preguntar y la verdad es que esta era la pregunta principal.
El hombre de orejas negras pertenecía a la tribu Jinnu, tribu encargada de la recolección y transmisión de información para los Mitad-bestia, por eso le había llegado cierta información, la información responsable detrás de su cautela e ira hacía el joven niño. Claro, eso no quitaba que sentía pena por el niño, pero en una posición como en la que se encuentra, eso es lo de menos.
- Última, pequeño, ¿podrías decirme de dónde vienes?
- Hummm...
Está pregunta era una sentencia. Lastimosamente para Kayn y Abel, quienes no leyeron más que un par de hojas, la ignorancia de la historia del Imperio era algo que los perseguiría aunque terminaran en Reinos o lugares distintos a los actuales. Por eso, sin saber, Kayn comenzó a responder sin lugar a mentiras.
- Bueno, la verdad no lo sé.
- ¿Qué?
- Espere, aún sigo. Lo digo enserio porque vivíamos en una aldea bastante rural y nunca vi o escuché algo parecido a un nombre para la aldea, pero si no somos exactos... creo que podría decir que vivo en el Imperio Sutra o algo así.
- ...
Frente a sus palabras, todos, incluso Tsune liberaron una intención asesina hacia Kayn, era tan fuerte y densa que la respiración se le cortó de inmediato. Kayn siempre fue el que pudo actuar rápidamente frente a estas situaciones, por eso, aunque debió ser imposible su cuerpo se movió y alejó de Tsune, además sus factores crearon la Barrera más resistente hasta el momento.
Kayn estuvo atento, pero él era un mago, no un potenciador, aunque no hubiera habido diferencia, pero por eso no pudo ni siquiera sentir el movimiento que hizo Dillion, quien ya se encontraba a sus espaldas mientras le hablaba al hombre de orejas negras.
- Ya veo... al final me di cuenta de tus intenciones, pero pensar que sería tu última pregunta la que lo revelaría... hiciste un buen trabajo.
Lamentablemente para Kayn, Dillion había decidido su veredicto.
- Losiento pequeño Kayn... pero-
- ¡Detente!
Por suerte para Kayn, mientras la enorme mano de Dillion empezaba a teñir su mundo de negro, un cabello blanco se interpuso en su camino.