*********POV Abel**********
- No
Fue en un parpadeo. Mis ojos pudieron seguir el movimiento de las tres personas que ahora me sostenían contra el suelo, pero poder seguirlos no me vuelve capaz de reaccionar.
El filo de la espada del Señor de cabello blanco se acercaba peligrosamente a mi cuello, pero ¿Por qué? Me había imaginado muchas formas en las que reaccionarían cuando me pidieron, no, cuando me ordenaron aceptar sus estúpidas condiciones, pero ¿en verdad recurrirían a estos métodos de amenaza? Toda la conversación había ido como esperaba, pero esto estaba fuera de mis cálculos, ya que el rey a primera vista parecía alguien racional y pacifico, claro, ignorando su mirada de indiferencia hacia mí.
- Lamento tener que pedirte que lo reconsideres, pero como veras no puedo aceptar tu negación.
- Padre...
El Rey hablaba como si la situación fuera ajena a él, de echo hablaba como si por mi culpa todo se hubiera tornado incomodo. Pero, para resumir, no fue mi culpa.
Hubo una introducción donde el Rey se presentó y a sus acompañantes, la Reina, los príncipes y princesas, luego habló sobre cosas como el poder militar y el bienestar de su pueblo, charla sin sentido desde mi punto de vista como extraño, además que sabía a donde quería llegar y así la charla terminó con la petición que esperaba, lo pintó con palabras y lo adorno con mentiras, pero sencillamente me estaba pidiendo, no, mejor dicho me estaba ordenando que me convierta en su esclavo y por supuesto dije que no.
La joven que me trajo se escandalizo, parecía la única en contra de la situación, aunque poco pudo hacer ya que se limitó a guardar silencio cuando el Rey la volteó a ver. Normalmente hubiera sentido algo por eso, pero obviando la situación actual, todo esto se habría evitado si no hubiera insistido indirectamente a que venga con ellos. A resumidas cuentas esta situación es en parte su culpa.
- Lo siento, Rey... pero no puedo aceptarlo...
Aparte mi vista de la princesa ya que la verdad tenía mucho en la cabeza y ahora, el que estaba en peligro, tenía miedo y no quería morir... era yo... y por si no fuera mucho, morir sin que mis padres y Kayn lo sepan... aunque ya lo había pensado antes, hacerlo me volvió a dar el valor para levantar la mirada.
En toda la conversación no se me permitió hablar, ni siquiera se me preguntó el nombre, de hecho, la primera vez que hablé en este lugar fue cuando pidieron mi respuesta, aunque eso fue nada más que formalidad, ya que parecían confiados y listos para actuar cuando acepte. Al final, como se ve, fue mi negativa lo que hizo encaminar la situación y terminó así, con la mujer rubia y el hombre castaño me presionaron contra el suelo mientras que el Señor de cabello blanco mantenía el filo de su espada sobre mi cuello.
Esta no parecía ser una oportunidad, pero, aunque salga mal, era la última vez que podría decir algo.
- Tengo una familia y deben estar buscándome, por eso no puedo aceptar su propuesta.
- ...
El lugar su cubrió en quejas de todos los presentes, no tenía idea de quienes son, pero con sus rostro y cabelleras lizas, así como su pulcra vestimenta era exactamente el tipo de personas con las que no quería tratar, así que ignore sus gritos y como pude mire al Rey. La mujer a su lado, la Reina, miró hacia él y susurro algo que fue inaudible para mí. Entonces el ruidoso salón volvió a quedarse en silencio con un gesto del Rey.
- Entonces, si trajéramos a tu familia a este lugar ¿Aceptarías gustoso?
El Rey no parecía completamente convencido, pero al final habló.
Mis palabras podrían tomarse de esa forma, pero la verdad era otra. Las personas que seguí no habían reportado nada de nuestra conversación, además no podrían leer mi mente, pero estaba claro que no había forma en que siquiera pensara quedarme aquí. No sé cómo será el resto del mundo, pero al menos la aldea donde crecí nunca tuvo este tipo de sentimiento, donde unos se creían superior a otros, de echo todos se cuidaban entre sí y aunque hubiera disputas eran arregladas rápidamente y celebradas... todo era tan amigable y era ahí donde quería estar. Aunque no tenía por qué decirle esto al Rey, así que al menos por el momento debía aparentar y ganar tiempo.
- Si...
- Bien, está decidido. Mi hija me contó lo que viviste antes de su encuentro, pero necesitaremos más detalles para saber dónde y a quien buscar...
Respondí brevemente, el Rey comenzó a hablar y dar indicaciones las cuales escuché superficialmente ya que de inmediato puse a trabar mi cerebro, después de todo el tiempo donde ellos estén concentrados en buscar a mi familia sería la mejor oportunidad que tendría para escapar de este lugar o así creía, pero por ocupar mi cerebro y atención en esos asuntos descuidé otros y, lastimosamente, me había olvidado de un importante detalle.
- Aunque no me sé el nombre de nuestra aldea, pero estaba ubicada cerca de la frontera oeste, ¿o era este?, del Gran Imperio ... de ... Sutra.
- ¿Qué... dijiste?
Todo el mundo cambió su expresión, y el silencio que se apoderó del salón fue lo que me hizo dar cuenta de mi error. No importó que desdibujara el final, ya que hasta donde sabía solo existía un Gran Imperio de Sutra y ahora todos los presentes parecían no ver a un niño o incluso a una herramienta, todos, incluso la joven que me trajo parecía estar viendo a un animal... o peor... a un asesino.
Instintivamente mi cuerpo comenzó a consumir factores, sentía como el peso de las personas que me sostenían disminuía, pero la sensación pegajosa que me envolvía me dejó en claro que debía estar listo para intentar huir.
- Entiendo... ahora todo tiene sentido.
El silencio se rompió con la voz del Rey, quien se levantó y comenzó a bajar los escalones en mi dirección. Su voz se había apagado, aunque tenía un sutil rastro de ironía.
- Últimamente llegó información sobre el Imperio, parecían desesperados buscando a un par de niños, aunque no hubo muchos detalles o descripción... pero ahora lo entiendo.
Era información que no sabía, aunque poco importaba en este momento.
El rey cada segundo estaba más cerca, y tratar de librarme solo hacía que las personas que me sostenían usaran más fuerza, pero no podía rendirme, ya que la sensación pegajosa en mi cuerpo ahora estaba afilada y mi mente gritaba que el final, o algo peor, llegaría cuando el Rey se detenga frente a mí.
Comencé a consumir Factores de Mejora, aumentando y guiándolos por todo mi cuerpo para poder librarme de la supresión, entonces, a tan solo dos pasos de distancia, una electricidad recorrió mi cuerpo y con ella una sensación y recuerdos se desarrollaron en mi mente. La ira contenida en esas imágenes mostraba por qué mi cerebro prefirió enterrarlas, pero gracias a ellas, el sentimiento que cubría mi cuerpo mostraba que era una apuesta, pero parecía ser el único camino.
La sensación era difícil de describir, no solo los factores en mi cuerpo comenzaron a chispar, sino que mi mente... mi yo... comenzaba a crecer, a ser más consciente. Recordando poco a poco el sentimiento que tuve la primera vez que sentí los Factores, ese sentimiento de poder ver y observar lo que me rodeaba, aunque ahora todo se sentía más cómodo y así como sentía cada músculos o célula en mi cuerpo, de esa misma forma comencé a sentir lo que me rodeaba, y la electricidad de a poco comenzó a fluir al exterior, chispando, no como si usara magia, sino como si el espacio que me rodeara empezara a consumir mis Factores de Mejora.
- Me preguntó... como reaccionara tu Emperador... ¿Hm?
Así, cuando el Rey llegó frente a mí, y sus palabras hicieron eco en todo el salón, un olor a humedad cubrió mi nariz y un sonido de truenos se escuchó a lo lejos.
*********POV Normal**********
El Rey se sintió incomodo, pero no había una razón en especial, solo su cuerpo se lo dijo, algo no andaba bien. Detuvo brevemente lo que planeaba hacer u ordenar y miró a todos en el salón, incluso a los ocultos en el lugar, pero ninguno mostró signos que confirmaran su sentimiento, al menos no de inmediato, ya que un estruendo se pudo escuchar a lo lejos y llamó la atención de todos.
El Reino de Sgrowl, el Blanco Reino o El Reino de Nieve. Este Reino ubicado en la parte más Norte del mundo era conocido y famoso por su infame clima, donde nunca dejaba de nevar, y las bajas temperaturas que solo disminuían dependiendo la temporada. Se tenía registros que demostraban que no siempre fue así, pero desde que el clima cambió se mantuvo estable hasta el día de hoy, por eso aquel estruendo era un sonido que la mayoría de los habitantes actuales, por no decir todos, no reconocían. Aquel estruendo característico de una tormenta eléctrica.
La humedad llegó al olfato de todos los presentes, algunos no reaccionaron ya que solo pensaron en ello como un hedor causado por algún presente, otros elevaron su guardia compartiendo la inquietud de su rey y, por último, Trovan, quien miraba al joven niño en el suelo sintiendo los Factores desenfrenados en su pequeño cuerpo mientras que él solo se limitaba a cerrar los ojos.
Su espada dudó, después de todo no se le dio ninguna orden, pero gracias a ese pequeño momento Abel pudo completar su arriesgada jugada y todos los Potenciadores y Magos presentes abrieron los ojos mientras veían la electricidad esparcirse por el cuerpo del joven y todo el suelo a su alrededor.
- ¡...!
- ¡...!
El hombre de cabello castaño y la mujer de cabello rubio fueron tomados por sorpresa ya que ni siquiera se les avisó lo que realizo Abel en la guarida de los Goblins y sus cuerpos fueron repelidos por esta electricidad guinda, *Estruendo* entonces con el fuerte sonido Trovan tuvo que elegir entre cubrir a su Rey o decapitar al enemigo del Reino y, una vez más, gracias a su duda Abel pudo sobrevivir y levantarse mientras Trovan tomaba al Rey y retrocedía.
El techo se derrumbó cuando un enorme rayo guinda cayó desde las nubes oscuras que cubrían toda la ciudad y debido a que el material resultó ser un excelente conductor todas las personas dentro del castillo recibieron un choque eléctrico.
- ¡Ahhhhhhh!
Muchos gritos se escucharon, todo se volvió un caos y, aunque hubiera tenido la oportunidad de ser perdonado, al ver la escena era obvio que Abel ahora era considerado enemigo de todo el continente del Norte, claro que él no se quedaría a verlo o averiguarlo y con el rayo cayendo sobre él salió corriendo a toda velocidad.
- ¡...!
Trovan había cubierto al Rey del impacto del rayo, pero la electricidad había dejado secuelas en todos los presentes, salvo la Reina, los príncipes y princesas quienes fueron cubiertos por la Barrera de mana de los magos. El Rey suspiro de alivio al ver esto y se dispuso a ordenar que persiguieran y trajeran de inmediato al niño, pero para su sorpresa no pudo hablar, además para la sorpresa de los Potenciadores presentes, aunque ya se habían recuperado del impacto y los proyectiles lanzados por el golpe del rayo, aún miraban con desconcierto el temblor o la incomodidad en sus cuerpos mientras miraban las chipas guindas que saltaban por su vestimenta o el suelo.
- ¿Qué clase de elemento es esto...?
Trovan no pudo hacer más que preguntar, pero rápidamente recupero la razón y miró a los hombres y mujeres que se formaron frente y a lado suyo.
- ¡Atrápenlo!
Todos corrieron a su voz, aunque sumamente lento para la cantidad de factores y estado físico que poseían. Por el camino se pudo ver a muchos Soldados y sirvientes desmayados, además de vidrios rotos y distintas cosas en mal estado, pero no se pudo encontrar a Abel, aunque nadie desesperó, ellos eran la elite del Reino de Sgrowl y se notó al ver la velocidad con la que se recuperaron y volvieron a la acción, además todos sabían que no podría huir y, con eso en mente, sus cuerpos poco a poco se libraron del letargo que les causo la electricidad, así, en un parpadeo, salieron por las puertas principales del Castillo y vieron el pequeño cuerpo de Abel salir por los muros más allá del jardín. Todos se sorprendieron por la velocidad del niño, pero nadie se detuvo y cuando Abel miró hacia atrás, ya casi lo alcanzaban.
Todos portaban sus armas y de echo algunas flechas fueron lanzadas con dirección a sus piernas. Las pudo evitar, pero esto ralentizo su escape y los acercó más a capturarlo. Abel entendía la razón detrás de esto, aunque la verdad es que él estaba igual de sorprendido, pero gracias a la sensación de peligro en su cuerpo pudo reaccionar sin perder tiempo. Gracias a esto pudo mantener una distancia aceptable, pero su captura estaba cada vez más cerca, era algo inevitable, por suerte él no se rendiría y el destino, de una u otra forma, no lo dejaría en paz. Abel no lo sabía, pero quizás en el futuro le agradezca al menos por esta situación.
- ¡Cuidado!
- ¡Ah!
Abel sintió la muerte llegar por su espalda y volteó a la misma vez que giraba para lanzarse a rodar, ahí vio un corte limpio que no pudo evitar admirar, era la espada y el movimiento realizado por Trovan. Rodó sobre su cuerpo, sintiendo como se rasguñaba sus brazos entonces con un fuerte impacto terminó abriendo las puertas de una construcción de varios pisos, rápidamente sus perseguidores entraron por la puerta y esta vez la espada del hombre de cabello castaño y la mujer del cabello rubio se acercaban con sus ojos inyectados en sangre, pero rápidamente la visión de Abel cambió y cuando reacciono y escuchó la voz dirigida a él se encontraba siendo cargado y sostenido del cuello de su ropa.
- Eso estuvo cerca...
- ¡Cómo te atreves!
El hombre y la mujer se levantaron, gritaron furiosos sintiéndose avergonzados por las acciones de Abel, pero para sorpresa de todos no dieron ni un paso.
- Ey, ey ,ey... tranquilos... ¿a qué se debe tanto alboroto?
Abel giró como pudo, aunque sintió como su ropa cortaba su respiración, pero debía ver a su salvador, claro, no es como si todo se haya terminado, pero al menos tendría unos segundos más de vida y eso era algo que agradecer.
Un hombre rudo, con un cuerpo musculoso pero bien proporcionado, con cicatrices en todo su cuerpo y vestido de forma casual, ese era el aspecto de su salvador y antes de que Abel pudiera agradecerle la boca del hombre se movió.
- ¿Estas bien? Mocoso.
Su voz era algo rasposa, pero ni su voz ni sus ojos miraban con desprecio a Abel y esto lo hizo sentir algo caliente en su corazón... Abel lo entendió, puede que vaya a morir, pero este sentimiento era de alivio, un alivio momentáneo ya que este hombre rudo parecía una buena persona y aunque tuviera que ofrecer lo que no tiene, de alguna manera lograría que esta persona le diga a su familia que lo intento y que... fue feliz.
- ¡Graci-!
- Lamentamos llegar así, pero necesitamos a ese niño.
Las lágrimas llenaron los ojos de Abel, aunque no se permitió llorar, como pudo se las arregló para hablar y trataba de agradecer, pero lastimosamente fue interrumpido por Trovan ingresando al lugar.
El lugar parecía una vieja cantina, con mesas repartidas por el lugar con una barra con personas detrás que atendían a los demás, además contaba con más pisos por lo que parecía también ser una especie de hotel o alojamiento. El lugar era bastante bullicioso incluso cuando los primeros entraron siguiendo a Abel, pero ahora el sitio se quedó en silencio mientras las palabras salían de la boca de Trovan.
- ¿Eh? ¿Comandante? No sabía que la Realeza tenía tales gustos... mire que acosar a un niño es... mucho, incluso para barbaros como nosotros.
- Jajajaja
El lugar estalló en burlas con las palabras del hombre, pero por alguna razón esto solo pareció elevar la tensión y, en medio de este ambiente, Abel no pudo contenerse más.
- ¡Disculpa tengo algo que pedirte!
- ¿Eh? ¿A mí?
Abel gritó, colorado por estar ahogándose con su ropa, pero no se detuvo.
- ¡Si, veras... por favor dile a mis padres que-!
- No quiero.
- .... ¿Eh?
Aunque nuevamente fue interrumpido, esta vez por el hombre que lo salvó.
- Nada de "¿eh?", primero ¿Quién eres tú y porque te persiguen estos fanáticos?
- Yo explicaré eso.
Trovan habló, como si esperara esta pregunta, aunque no guardo su arma, pero tampoco dio un paso más.
- Veras, ese niño es un fugitivo, atacó a toda a la Familia Real y a todos los consejeros y Nobles presentes, por eso te pido nuevamente que me entregues al ni-
- Ja... jajajajajaja ¿Oyeron eso?
El hombre esta vez interrumpió a Trovan y todos los presentes se echaron a reír mucho más fuerte que la primera vez.
- Jajaja...Un niño... jajaja... ¿Un niño atacó a los nobles y la familia real?
- Sí...
Abel no entendió porque las risas, pero pensó que su suerte se acabó, además no pudo dejar el mensaje que quiso. Solo le quedaba dar su última resistencia desesperada. Pero para su sorpresa.
- Bueno, ese no es nuestro problema.
El hombre que lo cargaba respondió de esa forma.