***********POV Abel***********
Era temprano en la mañana, luego de cenar el día de ayer me fui a dormir de inmediato, tenía mucho en que pensar y mi cabeza dolía, por eso quería descansar, pero al abrir los ojos me di cuenta de que la Hermana menor me estaba despertando cuidadosamente para no molestar a los demás.
- Abel...
Notaba ansiedad en su voz, por eso no hice ningún ruido, algo había ocurrido y a ellas que fueron tan buenas conmigo, aunque solo haya sido un día, quería devolverles el favor. Me esperaba lo que estaba ocurriendo y por eso tomé su mano para caminar hacia afuera, donde varios Soldados me esperaban frente a un carruaje, no era tan ostentoso como el que llevó a la princesa, pero si se veía elegante y era tirado por solo un Alce. Los soldados llevaban cascos y tenía cubiertos sus cuerpos. Fue difícil, pero puedo decir que al menos a tres de ellos los había visto.
La cabeza me dolía y no quería tener que experimentar sus miradas de desprecio o ira por lo que camine con la Hermana hasta estar frente a ellos y al detenernos en su delante sorprendentemente ninguno me miró, pero no era como si estuvieran ignorándome, más bien se sintió como si no supieran como actuar. De inmediato uno de ellos abrió la puerta y con un sutil gesto me invitó a subir.
- Gracias por todo, nos vemos.
Fui cortés y solté la mano de la Hermana, me despedí cálidamente y subí de inmediato. Aunque fijé mi mirada en aquellos que conocía, Kila, Alexis y el Soldado que me trajo aquí, no soy resentido, pero extrañamente sentí que debía de mostrar que ellos habían cruzado la línea.
El camino fue tranquilo, hubiera preferido que no fuera así ya que mis pensamientos se desviaron a los libros de ayer.
Este mundo está dividido en Cuatro Mega continentes, eso ya lo sabía, pero lo que descubrí fue mi paradero actual, esta tierra donde fui a parar sin saber cómo era conocida de muchas formas: "El Reino Blanco, La Tierra del Frio, El Gobernador del norte y... El Reino Sgrowl". Como uno de sus muchos nombres indica, es el Mega Continente ubicado al Norte y a la vez es el continente más alejado y más complicado de llegar desde el Continente Central.
Hay dos verdades en este lugar, la primera es que nunca deja de nevar y la segunda es que prácticamente todo el Continente es gobernado por la Familia Real Sgrowl, de ahí otro de sus nombres, ¿Pero que tiene eso que ver conmigo? lamentablemente para mí este es uno de los Reinos que peor relación tiene con El Gran Imperio de Sutra. No leí mucho más sobre los detalles, pero alcancé a leer que la mal relación que tienen no es por el origen del Gran Imperio, más bien se debe a que el anterior Rey fue ejecutado por algunos siervos del Emperador, además, el rey de la generación anterior también había muerto en una pelea contra el Emperador, lo que deja más que justificada su enemistad.
Eso solo fue suficiente para desanimarme un poco, pero, aunque ese sea el caso, pensé que de alguna forma lograría escabullirme y escapar para llegar a casa... sin embargo, la forma del continente es una "L" inclinada hacia la derecha y la capital, es decir donde estoy ahora, se ubica en la punta de la parte más larga. Si fuera optimista y escapara, como mínimo me llevaría más de dos meses para llegar a la mitad del continente, ya que no existen los autos ni aviones, y claro que eso me costaría dinero del que no dispongo. Además, debido a que nunca maneje dinero no conozco la equivalencia y sé que de tener dinero lo perdería sumamente rápido siendo estafado y por si no lo es todo, ahora había sido "Invitado" al castillo, no hacía falta pensar mucho para descubrirlo y, recordando todo esto, pude sentir como mis ánimos caían otra vez.
Miradas curiosas llegaban al carruaje, era los ciudadanos que trataban de saber quién viajaba dentro del carruaje escoltado, pero todas ellas desaparecieron cuando llegamos a unos muros dentro de la ciudad, no hacía falta mucho conocimiento para saber que separaban, ya que ya lo había experimentado.
Este lugar parece no contar con un racismo clasista, pero era obvio que las personas de mayores clases sociales no querían tratar o ver con las clases menores, por eso, luego de pasar el muro custodiado por soldados, no solo las construcciones o los artículos en venta cambiaron, sino también el estado de las calles y las personas que transitaban, todos mantenían un aire de "Limpieza" y superioridad, además el tono de sus voces se sentía falso.
El carruaje siguió su curso y una vez más vi unos muros, estos eran blancos, como si fueran hechos de la nieve que caía, además el enorme castillo que podía verse detrás era hermoso, su color celeste reflejaba la luz del sol y parecía construido de cristal, haciéndome recordar a aquella niña que conocí.
Cuando pasamos por los muros una gran cantidad de plantas y flores de todos los colores se esparcían a los lados, pareciendo un jardín místico. Vi por la ventana y pude ver una fuente de agua en una forma familiar, pero lastimosamente no pude prestar más atención debido a que pronto nos detuvimos.
- Puedes bajar.
La puerta se abrió y un soldado me invitó a bajar, decidí hacer casó por el momento, ya que quería ver como se desarrollaba esta situación, si era como me imaginaba o era algo completamente diferente, aunque al final nada importaba, yo tenía un objetivo, sobrevivir y volver a casa.
Al bajar del carruaje unas escaleras blancas se hicieron visibles frente a mí y, sobre ellas, me esperaba un hombre adulto, parecía tener unos cincuenta o sesenta años, tenía el cabello blanco y portaba una armadura como la de los soldados, pero con una capa azul en su espalda. No podía saberlo ya que no lo veía, pero podría jurar que en esa capa estaba tallada el escudo de la Familia Sgrowl.
Detrás del hombre había dos personas más, un hombre de cabello castaño y una mujer de cabello rubio, los tres tenían la misma armadura, pero a diferencia del Primero, que no traía tenía rastros de usar casco, el joven y la mujer los sujetaban en sus brazos.
Después de bajar me detuve al inicio de las escaleras y solo los miré, me pidieron que los acompañe, pero no me dieron otra indicación después de eso así que solo me quedé de pie mientras sentía una sensación salir de sus cuerpos. A comparación de Alexis, estos tres emitían una presencia y sensación que me hacía recordar a mis Padres.
- Niño.
- Abel.
- ...
La verdad tenía expectativas, pero todo empezó mal cuando me habló con un tono arrogante, donde no pude evitar interrumpir y corregirlo. Siendo sinceros, por la información que ahora sabía, me sentía sensible.
- Mi nombre es Abel.
Por eso mis sentimientos y el estar harto de este trató. Aunque en medio de mi berrinche tuve una idea.
- Ya veo...
El rostro de la mujer y el hombre detrás suyo se arrugaron, parecían inconformes con mi actitud, pero ninguno dijo nada.
- Entiendo, Joven Abel. Primero permítame agradecerle por la buena voluntad que mostró hacía la Segunda Princesa.
No parecía que fuera porque el Señor era su superior, más bien porque no podían, es decir, ambos se guardaron sus palabras, dándome la información que quería obtener y me saludaron siguiendo la cortesía del Señor de cabello blanco.
Sinceramente quería responder con "Ese agradecimiento es algo tarde", pero me detuve a pensarlo un poco, sí, parecían tener ordenes de traerme a este lugar y dejar una buena impresión, pero ¿Hasta qué punto tolerarían mi falta de modales? Aunque ya había pensado en una excusa venenosa para ello.
- No hay problema.
- Entiendo... Entonces ahora me gustaría pedirle que nos acompañe, su Majestad el Rey quiere conocerlo.
- ... está bien.
La conversación prosiguió sin problema. El Señor de cabello blanco hizo un gesto y los soldados a mi espalda se fueron, parecían sugerir que ahora que acepté estaba en este lugar con mi consentimiento, cosa que no era así. Por suerte podría usar mi escusa venenosa para probar los límites y a la vez dejar en claro mi punto.
- Perfecto, por favor síganos, le reportaremos su llegada al Rey mientras se ocupan de su vestimenta.
- No deseo cambiarme.
- ...
- ¿Disculpe?
- ¡Tú te estas excediendo!
Interrumpí una vez más, primero por mi objetivo y segundo porque no me parecía inapropiado lo que vestía, además, las Hermanas me lo habían dado, y siendo sinceros observé la ropa de algunos hombres de camino hacia aquí y sin duda parecía incomodo y demasiado formal, por eso me negué y aunque esperaba respuestas negativas, los hombres actuaron calmados, como si esperaran la respuesta. Por otro lado, la mujer me dirigió una mirada bastante feroz mientras gritó, parecía enojada, pero no parecía ser ese tipo de persona, por lo que pude entender, en esta ocasión ella sería la policía mala.
- ¡Te reunirás con su Majestad el Rey, deberías solo callarte y seguir lo que se te dice como un niño!
Lastimosamente su comportamiento y respuesta solo me hizo probar a medias lo que había preparado, además aún no había insertado el veneno. Parecía que de esperar a hacerlo podría no llegar esa oportunidad, por eso decidí adelantar un poco las cosas.
- Sí... soy un niño... pero ¿Al menos me preguntaron si quería estar aquí o reunirme con el Rey?
- Hace unos minutos lo aceptaste.
- Me trajeron aquí sin poder negarme... no, de echo fui traído a esta ciudad incluso cuando me negué... Sinceramente, yo creo que fui secuestrado, pero como soy un niño no se si eso es correcto, ya que fue alguien mayor... e importante.
- Te estas pasando ...
Mis palabras fueron crueles, decir esto frente a los soldados fieles a la realeza debió hacer que mi cabeza volara, ya que entendieron que no solo me refería a la princesa que no me dejó irme por mi cuenta gracias a Kila, sino también a la persona que me invitó a este lugar, pero no hicieron más que advertirme, logrando que compruebe mis pensamientos.
- Digo, soy un niño, solo estoy siendo caprichoso y diciendo tonterías, me disculpo.
Ir más allá de esto era superar los límites, ya que el hombre y la mujer habían llevado sus manos a sus empuñaduras, pero por suerte ambos fueron detenidos por el Señor de pelo blanco.
Era una ventaja poder justificar todo diciendo que soy un niño y ya que usé sus propias palabras, pudieron calmarse, aunque aún se notaba el enojo en sus ojos.
- Entiendo, pero como niño deberías obedecer a tus mayores.
Por otro lado, los ojos del Señor de cabello blanco parecían curiosos, pero más que todo afilados, entonces sus palabras volaron hacia mí. No tenía por qué dejarme intimidar, después de todo estaba más que claro que no me harían nada siempre y cuando no me extralimite.
Mis palabras podían ser usadas en contra tal y como lo dijo, ya que el razonamiento de obedecer a los mayores es el común y ciertamente no está equivocado, o al menos en la mayoría de los casos, lastimosamente para él, esta era una de las excepciones.
- Me enseñaron que solo debo seguir las ordenes de las personas que respeto, ya que hay muchos que se trataran de aprovechar de lo que usted dice.
Ya había plantado el veneno y dejado muy en claro que no quería estar aquí, además podía hablar libremente siempre y cuando no me exceda.
- Entiendo...
Parecía que finalmente se habían rendido, aunque por los ojos del Señor de pelo blanco podía decir que no todo se había acabado-
- Nosotros te guiaremos... síguenos.
Los tres se dieron vuelta dejando en claro que no querían hablar mucho más, entonces comencé a seguirlos. Atravesamos un gran salón, así como recorrimos grandes pasillos y subimos varias escaleras, todos los lugares que atravesamos eran altos, espaciosos y adornados por distintas obras de arte o acabados. Al final, luego de una gran caminata, llegamos frente una puerta blanca y dorada, con el escudo de la familia Sgrowl en ella, dos lobos y una corona de espinas. La puerta estaba resguardada por un par de soldados, quienes anunciaron nuestra llegada antes de que la puerta se abra.
El ambiente era pesado, es lo primero que pensé al entrar. Caminé siguiéndolos como me ordenaron y todas las miradas de los presentes cayeron sobre mí, era sofocante. Se podía notar los sentimientos de todos los presentes, desde indignación hasta miedo.
Al llegar a unos metros del que parecía ser el Rey, las personas que seguía se arrodillaron, dudé en si seguirlos, ya que aún tenía ganas de rebelarme un poco, pero a comparación de hace unos minutos, esta vez sentí el peligro rosar mi cuello, entonces me arrodillé siguiéndolos. Algunos murmullos siguieron en el salón, pero todos se detuvieron con un gesto del Rey, y así finalmente se escuchó.
- En verdad solo eres un niño.
No pude evitar enojarme, ya que la mirada que llegó a mí fue la misma que todas las que había sentido ahora. Sí, mi objetivo era volver a casa con mis padres, pero la realidad era otra, ya que siendo realistas eso era imposible, pero llegué a pensar que podría de alguna forma ayudar en este lugar o acceder a lo que me pidieran por un tiempo, pidiendo como recompensa que me llevaran al Continente Central, ya que pedir que se contacten con su némesis era una mala idea. En verdad lo había considerado, aunque me tome un tiempo, después de todo, sé que todos me entenderán... pero... ahora tenía en claro que al menos no sería en este lugar. Al sentir la mirada de pena y desprecio del Rey entendí que lo quería de mi era usarme, sin forma de negarme y sin fecha de vencimiento y es por eso que haría lo que sea para salir de aquí.