Abel no se dio cuenta de nada, solo confirmo lo que ya suponía y era el echo de que estaba muy lejos de casa. Luego de sorprender a todos por el uso de Factores de Mejora a tan corta edad no se le hicieron más preguntas, parecían más que interesados en averiguar todo sobre él, pero sin decir una palabra llegaron a un acuerdo donde dejarían todas las dudas para después, en un sitio donde no haya tantas miradas y oídos, ya que aunque confiaban en sus compañeros nunca se sabe quien puede estar oyendo.
Con eso en mente tuvieron un descanso de un par de horas, donde aprovecharon para dar vestimenta a la princesa y a las mujeres, además de comida y calor cerca a una fogata. Luego de eso siguieron a la tropa comandada por Alexis y salieron al exterior.
¿Cómo definirlo? la verdad no era difícil, bastaba con decir que todo era "Blanco". La nieve cubría hasta el horizonte y todas las montañas al rededor, todas y cada una, estaban cubierta de nieve hasta la punta. No era la primera vez de Abel viendo nieve, aunque sí en este mundo, pero dudaba seriamente que esto fuera normal.
- Es hermoso...
- ¡Escuchen! Estaremos viajando a partir de ahora, hay un pueblo a unas horas de distancia, deberíamos poder llegar antes del anochecer, no se retrasen y sobre todo... no rompan la formación.
Un carruaje elegante, tan blanco que se perdería en la nieve de no ser por sus adornos dorados y azules, estaba estacionado detrás de él y la princesa subía mientras Alexis hablaba. Abel miró curioso, no se le asigno ningún rol en la "Formación" de la que hablaba por eso solo escucho superficialmente, lo que en verdad ocupaba su atención eran los animales que estaban atados al carruaje, cuatro grandes e imponentes Alces con astas enormes que parecían cristales.
Cuando Alexis terminó de dar sus indicaciones Abel había terminado de admirar a los alces y creyó que aunque no se le encargara ningún rol en la protección, por lo menos algunas palabras de su labor a cumplir deberían de llegar, pero no fue así, como si se hubiera olvidado de él lo dejó libre de hacer lo que quiera, aunque al parecer no era libre de irse por su cuenta ya que Kila mantuvo su mirada siguiéndolo.
- Puedes venir con nosotros.
Fue la princesa la que lo llamó e invitó a subir al carruaje, donde estaba ella y las mujeres, pero la mirada de todos los soldados y magos dejaron muy en claro que aceptar esa invitación era imposible, Abel pensó en porque mirarían así un niño, pero no tenía mucho sentido hacerlo, solo creyó que había diferencias entre la realeza y los que le sirven con alguien desconocido o "humilde" como él. Tratando de entender su comportamiento.
- Lo lamento, pero estaré bien por mi parte.
- ... Si así lo prefieres.
- Bien, partamos.
Alexis no dio tiempo para más intercambio de palabras y ordenó partir, el lideraba la marcha junto a los dos magos, a los costados del carruaje habían varios soldados y detrás de ellos estaban los que usaban arcos. Cubriendo así todas las direcciones.
Todos caminaron sin problemas, sus cuerpos se hundían en la nieve por debajo de las rodillas, pero eso no los ralentizaba para nada, parecían tan cómodos que demostraban ser residentes de este duro entorno, aunque había una excepción, Abel. Su pequeño cuerpo hacía que se hunda más que solo las rodillas y mantener el ritmo era difícil, si siguiera este paso entonces se vería obligado a usar Factores de Mejora, pero él no quería, ya había roto su promesa con sus padres, pero no quería seguir haciéndolo ya que a diferencia de esas veces, ahora no era estrictamente necesario. Por suerte para él una mirada de lastima llegó y uno de los soldados comenzó a caminar por delante suyo, dejando un rastro qué el podría seguir. Abel lo miró algo sorprendido, tratando de ver el rostro debajo de ese casco para asegurarse de recordar esta amabilidad, aunque no pudo, pero al verlo fijamente pudo empezar a distinguirlo de los demás.
Las horas pasaron, la nieve que caía tranquila y la nieve ya en el suelo se tornaron de un color anaranjado, reflejando el color del atardecer, era un espectáculo, pero para mala suerte no habría tiempo de disfrutarlo.
- Alto...
Alexis dejó de caminar y ordenó detenerse, aunque todos se detuvieron al mismo tiempo que él, entonces comenzó a observar los alrededores y la fuerza en su cuerpo comenzo a aumentar consumiendo Factores.
- ¡Grrrrrrrr!
Como lo esperaba Lobos blancos aparecieron de entre la nieve. Abel no los había visto, aunque tampoco es que hubiera puesto atención, pero era cierto que su pelaje era un perfecto camuflaje. El tamaño de los lobos era "Normal", de echo a Abel le parecieron tiernos ya que su recuerdo de Lobos era la del Alfa de los Altos Lobos, el único problema que pudo notar era su cantidad.
La tropa que rodeaba al carruaje de la princesa estaba compuesta por cincuenta y un soldados, dos magos y el Sub comandante Alexis, pero sin necesidad de contar se podía ver que la cantidad de lobos eran más del doble. Abel estaba extrañado, nunca pensó que las manadas de Lobos pudieran llegar a ser tan grandes, pero ante la vista solo le quedo aceptarlo en silencio.
Alexis desenvaino su espada y todos lo siguieron. Los lobos parecían estar esperando el momento o las ordenes para atacar, pero Alexis no les daría ese tiempo, entonces.
- Roderick, Robert.
Llamó por sus nombres a los magos y estos, como si estuvieran esperando estas ordenes, dejaron fluir sus Factores Mágicos. Esferas de agua se formaron al rededor de Robert, giraban peligrosamente rápido, mientras que picos de Hielo se formaron sobre Roderick, entonces sin esperar fueron lanzada hacia los lobos.
- ¡Protejan a la princesa!
- ¡Awwww! *Aullar*
Alexis gritó y al mismo tiempo la señal para actuar les llegó a los lobos, la magia de ambos magos alcanzaron a un par de lobos, pero estos eran mucho más agiles y rápidos de lo que Abel esperaba, entonces esquivaron fácilmente los proyectiles restantes mientras avanzaban.
Los lobos llegaron de inmediato, saltaron, mordieron, rasguñaron, pero todos los soldados y arqueros no retrocedieron y los repelieron con firmeza, demostrando el trabajo en equipo y fortaleza propia. La situación no parecía peligrosa y gracias a que ningún lobo conseguía acercarse al carruaje Abel no tuvo que romper su promesa una vez más, aunque siendo sinceros, si algún lobo lograra pasar entonces él sería una presa fácil ya que su vista estaba más enfocada en los movimientos y espadas de todos los Soldados.
Cortar, apuñalar, defender. Los movimientos de la espada compartían las mismas bases y eso le fue enseñado por Dars, él se lo demostró, pero nunca hubo una practica como tal, ya que antes de enseñarle a manejar la espada debía de tener un cuerpo para ello, por eso el entrenamiento que recibía de sus padres fue más enfocado a fortalecerse y el cómo usar su cuerpo, es decir, resistencia, posturas y lucha a cuerpo. Abel nunca se quejó, él era un estudiante diligente que se esforzaba al máximo y seguía fielmente las palabras de los más sabios, pero como alguien que adquirió su deseo de ser un Potenciador por su fascinación con las espadas, siempre tuvo ese apegó persistente y por eso ahora miraba encantado, mientras sus manos tomaban el aire y trataba de copiar los movimientos de los soldados.
Cuando los alrededores se tiñeron de rojo y los gruñidos habían terminado, la noche estaba llegando y Alexis esta de pie frente a un Lobo más grande y con pelaje gris en ves de blanco, el Alfa. Volteó para ordenar a sus soldados que junten a los lobos, ya que cuando lleguen al pueblo destino les dirá a los habitantes de ese lugar para que vengan y lleven los cuerpos, ya que la piel de los animales era un recurso bastante popular en estas tierras, utilizado para hacer abrigos, ropa o incluso armaduras ligeras. Esto sería un pago cuando accedan a recibir a la princesa en una posada decente para que pueda descansar.
Dejando los suficientes soldados para cubrir todas las direcciones del carruaje, los demás comenzaron a moverse siguiendo sus ordenes, entonces Alexis lo vio, vio al pequeño Abel imitando los movimientos de todos mientras agarraba una espada imaginaria, al comienzo fue divertido, un niño que carecía de total respeto por la princesa imitaba torpemente los movimientos de todos, pero su vista tembló cuando Abel se detuvo por un momento, perdido en sus pensamientos, entonces cuando retomó su imitación corrigió su cuerpo y aunque aún seguían siendo un poco torpes... esos eran los movimientos con la espada que sus subordinados habían aprendido. Él sabía que este niño no era normal, habían caminado durante horas y el niño ni siquiera había comenzado a sudar a pesar del esfuerzo que representaba para él, si, tuvo un poco de ayuda pero eso no debió cambiar nada, y ahora... ver su capacidad de aprendizaje y esos ojos que parecían analizarlo todo... eso lo hizo temblar, entendiendo las pocas palabras que Kila le había dicho "Ese niño es peligroso".
Abel sintió la intensa mirada de Alexis, entonces reaccionó y detuvo sus acciones, sonreía por dentro, feliz de haber presenciado y probado a hacer los movimientos, pero no lo mostró al exterior.
- Sub Comandante. Hemos acabado de juntar los cuerpos.
- ... Bien, ¡Todos, en posición, continuamos!
Alexis observó a Abel un poco más, pero pronto se enfocó en su camino. En menos de una hora llegaron a su destino y llevó a cabo todo lo que había pensado, la princesa durmió en una habitación mientras la puerta fue custodiada toda la noche por soldados. Alexis se hospedó en la habitación del costado con los dos magos mientras que el resto acampó en los alrededores del pueblo, incluyendo a Abel.
Al día siguiente partieron temprano y aunque tuvieron que lidiar con más bestias en el camino, no hubo gran problema y los siguientes tres días y dos noches pasaron en un instante.
Al mediodía, del cuarto día, a lo lejos se pudo observar una muralla cuya única entrada era por un puente construido sobre un río congelado, los muros median al menos dos decenas de metros y Soldados con arcos así como algunos magos se podían ver patrullando sobre ellos, además una gran fila , siendo ordenada por soldados armados con espadas o lanzas, se veía frente a unas enormes puertas. Era un puesto de control que revisaban y regulaban la entrada a la ciudad.
- ¿Hm?
La gran marcha de los escoltas de la princesa llamó la atención de los Soldados, quienes reconocieron a Alexis de inmediato, además vieron a la princesa sacando su cuerpo por la ventana del carruaje, feliz por regresar a su hogar, y todos, tanto soldados como los demás, se arrodillaron.
- ¡Princesa, es un honor verla regresar sana y salva!
Abel dudaba que el respeto que todos mostraban hacia la princesa sea algo común con toda la realeza, quizás esa joven era más interesante de lo que pensaba. Aunque eso no cambiaba su pensamiento de tener que alejarse de ella.
- Avisen al Rey, la segunda princesa, Sylvia Sgrowl, ha regresado sana y salva.
- ¡SI, Sub comandante!
La marcha se retomó y todos se levantaron pero bajaban la cabeza cortésmente cuando la princesa sonreía al verlos. Al llegar a las grandes puertas, estas se abrieron sin demora y del otro lado pudo escucharse vítores y felicidad.
- ¡Princesa Sylvia!
- ¡Princesa!
Todos comenzaron a entrar sin romper la formación, todos salvo Kila, quien se adelantó y tomó el hombro de Abel.
- Espera...
- ¿Sí?
Era extraño, no entendió el porque de la situación, ya que los había seguido y nunca se quejó ni demostró oposición hacia sus acciones, de echo cedió ante la presión que le imponían, pero aún así seguía sin ser bien recibido. Entonces Kila llamó a un soldado cercano y cuando las puertas se volvieron a cerrar y los vítores seguían, Kila habló con el soldado.
- Busca un lugar donde dejarlo por el momento.
- ¡Entendido!
Con esas simples palabras, Kila se fue sin mirar atrás. Abel lo trató de comprender, quizás como seguía vistiendo ropas sucias no se le permitió acercarse a su princesa, pero eso no justificara que lo obligaran a caminar siendo un niño... y no se tenía que analizar la situación ni ser un genio para ver que el sentimiento de desconfianza no era basado en eso, sino en que era un niño desconocido que ocultaba un pasado, pero a pesar de todo esto y de lo mucho que trato de comprenderlos, Abel comenzaba a hartarse. El era alguien sereno, pero tenía un limite que no dejaría que nadie pase, entonces cuando el guardia examinó su cuerpo y vestimenta, ese limite fue pasado.
- Sígueme.
Abel lo tenía claro, él no era alguien que se lanzaría a pelear con ellos, además dudaba de poder ganar, pero al menos no desaprovecharía la oportunidad cuando una conversación destinada llegara y aunque nunca tuvo la intención de quedarse en este lugar, ahora no podía esperar a la oportunidad para irse.