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Chapter 10 - El Mago y el Potenciador (V)

Roland reviso la condición de Abel, aunque él decía estar mejor que nunca ninguno de los adultos quería correr el riesgo, además Abel fue cargado por Dars en el camino de regreso.

- ¡Buenos días, como les …! ¡¿Abel, hijo, qué ocurrio?!

Para cuando llegaron a la aldea el sol ya había salido, podía verse a los vecinos caminando y realizando sus actividades diarias, pero incluso estando ocupados, cuando notaron la presencia de Dars y Roland, todos levantaron sus rostros y saludaron, aunque inmediatamente después se notaba la sorpresa en sus rostros al ver el nuevo estilo de Abel. Todos apresuraron el paso y llegaron a la casa de Abel, donde fueron recibidos por Dessa, Roland palideció pero fue Dars a quien incluso le temblaron las piernas al ver a su esposa correr hacia ellos mientras preguntaba.

- ¡Tu cabello... tus ojos...! 

Roland tomó a Kayn de la mano y retrocedió suavemente logrando casi salir de la casa de Abel, pero fue detenido por Melam, quien acababa de llegar. 

- ¿Por qué tanto escandalo...?

Melam no enojada, pero era claro que Roland debería acompañar a Dars a contar los tan interesante sucesos que llevaron al presente. 

- B-Bueno... la verdad es...

Dars empezó a contar todo, con lujo y detalle, aunque cuando llego a la parte donde Abel casi muere por la Conversión Elemental, solo lo expreso como que "Tuvo dificultades" culpando a lo inesperado que fue. Kayn sonrió malévolamente muchas veces, como si hubiera encontrado una forma de chantajear a su padre y tío, pero por suerte para ellos, Abel lo detuvo.

- … Un Potenciador Graduado... 

Cuando Dars termino de contar lo que ocurrió, Dessa solo se limitó a repetir sus palabras, parecía que su alma podría dejar su cuerpo en cualquier minuto. Melam se acercó a ella y trataba de hacerla reaccionar, pero sin resultado. 

Todos sabían que llevaría algo de tiempo para que se relaje, después de todo también estuvo muy preocupada cuando supo que su hijo tuvo dificultades. Sin embargo, Melam, que estaba igual de sorprendida, preguntó.

- Pero saben...¿Al final cual es elemento de Abel?

- ¿Mm? Cierto...

Como Dars no había contado toda la verdad no podía responder que estaba tan preocupado y que Roland estaba ocupado tratando de curar a su hijo que no hubo tiempo para revisar este elemento, aunque ambos tenían ligeras sospechas de cual podría ser, siempre era mejor asegurarse. 

- Abel hijo, puedes decirnos cual es tu elemento.

Abel no sabía como esperaban que el supiera su elemento, después de todo ni siquiera le habían explicado los niveles de los potenciadores y siendo sinceros tenía muchas quejas por decirles tanto a sus tíos como a sus padres, pero se contuvo y aunque normalmente no sabría que decirles, esta vez sentía y sabía la respuesta.

- El Trueno...

- ¿Trueno? ¡Oh, ya veo! ¡Tu elemento es el rayo, felicidades! 

- Entonces siempre es ese... luego de todo es algo bueno, hay pocos Potenciadores con ese elemento y de los que existen la mayoría son famosos. 

El ambiente se alegro e incluso Dessa parecía había reaccionando, por eso, sintiendo una leve incongruencia, pregunto ahora que su esposo y su mejor amigo estaban más relajados. 

"Es algo bueno, después de todo el entorno necesario para conseguirlo es muy difícil y más cuando estamos en una época donde no llueve" - Dars sentía que algo iba mal, su esposa había notado el error, después de todo nunca menciono la tormenta que apareció de la nada ya que en todo el camino de regreso no pudo encontrar signos de lluvia, pero su mejor amigo era algo despistado - "Además, incluso con una tormenta eléctrica, los Potenciadores suelen tomar el elemento del Agua o el Viento... entonces..."

- ¡Ah! ¡Eso fue suerte, quien diría que un rayo caería sobr-! 

- ¡Idiota, detente!

- ¡Pfffffff! 

Roland había respondido alegremente y aunque Dars trato de detenerlo, fue muy tarde. Pudo escucharse a Kayn aguantándose la risa, pero nadie la presto atención, incluyendo a Abel, ya que una ira que aplastaba el lugar comenzó a emerger de Dessa. 

- ¡¿Qué fue lo que dijiste...?! Ustedes... será mejor que me digan la verdad...

Luego de eso, por testimonios de los vecinos de toda la aldea, solo se cuenta que hubieron gritos atroces y de suplica, además hubo sonidos de objetos que volaban y explotaban, y por ultimo vieron como Roland y Dars durmieron fuera de sus casas por cuatro días.

El entrenamiento fue suspendido para observar a Abel y se les empezó a impartir clases en casa, a Abel le empezaron a dar clases de esgrima mientras aprendía a controlar la fuerza que había conseguido en su pequeño cuerpo. Por otro lado a Kayn se le empezó a enseñar todo tipo de conocimiento básico para evitar lo que ocurrió con Abel, aunque para suerte de todos no hubo tropiezos. 

Las clases volvieron a comenzar después de una semana más y por suerte no hubo ningún accidente extra. Si se tuviera que recalcar algo seria el echo que, por el momento, se había descubierto que Kayn era compatible con seis elementos, los adultos habían pensado que aunque no del mismo tipo, Kayn también era alguien con talento monstruoso, pero como si no hubieran aprendido hasta ahora, en poco tiempo todos se darían cuenta que Kayn también era un monstruo. Como extra el echo de sus factores incoloros se quedó en un secreto ya que nunca se lo preguntaron directamente. 

Cambiando de lugar, alejandonos de los días pacíficos, a por lo menos veinte días de viaje, en la capital de El Gran Impero Sutra. 

Un hombre caminaba con prisa por los pasillos tan grandes como carreteras del palacio real, era un hombre de al menos sesenta años y se notaba el cansancio que lo presionaba, pero su rostro dejaba ver que ni la misma muerte impediría que entregue la carta en sus manos. 

Le tomó unos minutos, aunque más que su culpa la razón fue el gran tamaño del palacio, pero llegó frente a unas puertas enormes, decoradas con dibujos y terminaciones de piedras preciosas presentes por toda su superficie. La custodiaban dos personas en unas blancas armaduras pesadas, todo el que los mire los confundiría con estatuas, pero el anciano parecía saber lo peligroso que sería tratar de retarlos o en este caso... pasar la puerta sin su permiso.

Su prisa disminuyo hasta el punto de detenerse a unos pasos frente a ellos. El ambiente se había vuelto pesado y su viejo cuerpo parecía que podría romperse, pero en un instante todo volvió a la normalidad. No siendo la primera vez que lo experimenta, el anciano sabia lo que esto significaba y retomó su paso hacia las puertas que fueron abiertas desde el interior. 

- ¡Mi Emperador! 

El anciano avanzó por el enorme salón que se encontraba al otro lado y antes de llegar a unas gradas, se arrodillo y posó su cabeza sobre el tapete rojo con bordes de oro que se extendía por el suelo. Lentamente estiro sus brazos con la carta en sus mano y aunque parecía que estuviera siendo puesta en el suelo, de la nada la carta empezó a ascender. El anciano no se asusto, ni siquiera reacciono y siguió con la cabeza en el suelo, después de todo el sabía que aunque este gran salón pareciera estar vacío, la verdad era otra, y por eso tampoco reaccionaba a las doce miradas que lo atravesaban como espadas, observando cada pequeña acción suya. 

- … Levanta la mirada. 

- ¡Como ordene, Mi emperador!

La voz que le ordeno levantarse era seca, fría, cortante. Como si fuera el canto de una banshee, la primera vez que la escucho sus oídos sangraron, pero ahora llevaba más de cuarenta años sirviendo y su cuerpo se había acostumbrado. 

Levantó la cabeza, suavemente, y pasando por cada escalón pronto llegó a los pies de la persona a la que él y todo el mundo llama "Emperador", un hombre que parecía no tener más de cuarenta años, una armadura oscura que parecía absorber la luz del sol, un rostro rudo pero bien parecido, con barba y pelo blanco, y unos ojos que parecían ver su alma, ese hombre sentado en su glamuroso trono era Uther Sutra. 

La carta ascendió hasta la altura de sus ojos, entonces se abrió con un corte limpio y salió el contenido. Todo esto fue echo únicamente con su conciencia, el anciano no estaba sorprendido ya que habían muchas personas capaces de lograr esto, aunque era cierto que no estarían ni cerca de la fluidez o elegancia, ya que su Amo era actualmente el único Potenciador en el mundo que se encontraba en el octavo nivel, Unión.

El anciano no se atrevió a siquiera parpadear y esperó a la respuesta de su Amo, pero a pesar de todo lo que se abría imaginado posible, una leve sonrisa se formó en el rostro de su Amo, esta acción no solo puso nervioso al anciano, sino que incluso las doce personas escondidas reflejaron su nerviosismo, pero nadie se atrevió a decir una sola palabra. Entonces el Emperador habló.

- ¿Es esto cierto?

- Si, Mi Emperador. Lo comprobé varias veces. 

- … Fueron seis años... incluso pensé que habían logrado huir a otro reino... pero siempre estuvieron ocultos bajo mis narices...

La carta en el aire se aplastó y todo el salón empezaba a cubrirse de hielo, además con cada palabra podía notarse como incrementaba la ira en su voz. Entonces, por primera vez hubo un cambio en su postura y llevó su mano a su rostro, acariciando la única cicatriz que había, esta atravesaba su ceja y pómulo derecho.

El salón casi se había congelado y el anciano comenzaba a ponerse azul, pero en un parpadeo todo el hielo desapareció. 

- ... Bastardos...Entonces ¿Cómo los encontraron?

- Hace dos semanas se detecto una inusual tormenta en un bosque a pocos kilómetros de la frontera Este, se despachó un grupo de sombras menores pensando en la posibilidad de ataque, pero no se encontró nada. Luego el grupo de sombras se dividió en dos, un grupo investigó el bosque, reportando sucesos extraños, pero nada que explicara la tormenta, el otro grupo investigo las aldeas aledañas y gracias a que algunas de las sombras con las que compartieron trabajos se encontraban presentes, fueron reconocidos.

El anciano tenia los labios y dedos morados, además parecía estar más muerto que vivo, pero incluso aunque tiritaba de frio y sufría de dolor, no se atrevió a tartamudear y completó su informe a la perfección. Cumpliendo con su fiel dedicación y objetivo.

- Hiciste un buen trabajo.

Al emperador parecía importarle nada el echo que el anciano este muriendo por su culpa y apartó su vista, mirando a las personas ocultas que los acompañaban.

- Se reportó haber encontrado a los cuatro... entonces... todos ustedes irán. 

Bajo sus palabras, de las diminutas sombras esparcidas por el gran salón, doce sombras con forma humanoide aparecieron y se arrodillaron frente a él. 

- No me importa si no tienen piernas o brazos, solo tráiganlos con vida. 

Dijo el emperador, apretando sus puños y arrugando la frente.

El Gran Impero Sutra contaba con bastantes y variadas fuerzas de élite, pero entre todas ellas la más impórtate y superior en todos los aspectos era el grupo llamado Sombras. En este grupo se encontraban niños talentosos criados bajo el único concepto de "Ser Fuerte". Debido a esto y a la intensidad del entrenamiento, muchos niños no soportan la carga y caían en el proceso, pero los que logran salir adelante se convierten en expertos de sus respectivos campos y son calificados en uno de cuatro grupos que componen a las Sombras: Menores, Medias, Altas y Numeradas. 

Las sombras menores componen el sesenta por cierto de las sombras y pueden ser utilizadas por figuras de alto poder en el Gran Imperio, por otro lado las Medias y Altas juntas componen el resto y solo pueden ser utilizaras por personas designadas por el Emperador. Entre todas ellas aunque hay un diferencia de poder tampoco es abrumadora, sin embargo el asunto cambia cuando hablamos de las sombras numeradas. 

Las sombras numeradas solo siguen las ordenes del emperador y su número esta restringido a dieciséis. El poder de cada uno de los miembros basta para derrocar una pequeña nación y asciende dependiendo al número otorgado y doce de estas elites entre las elites fueron enviados a por Roland, Dars, Dessa y Melam, aquellos que dejaron cuatro vacantes en esta poderosa fuerza. 

- ¡Como ordene!

Con esa respuesta, las doce sombras se desvanecieron en el aire y dejaron solos al emperador y al anciano moribundo. El anciano moribundo ni siquiera dejó oír sus lamentos y en este silencio, pudo escucharse las palabras, con un tono indiferente, que salían del emperador. 

- Aunque si son los cuatro... serán ustedes lo que deben concentrarse en volver con sus extremidades.