-Buen trabajo Niko, ya llevas un récord de dieciséis victorias y solo cuatro derrotas, debes ser el mejor tracio de toda la academia, eres un diamante en bruto, un niño muy talentoso.
Los pensamientos de Niko se inundaron de palabras de felicitaciones de sus amigos y entrenadores, los jóvenes helenos empiezan a entrenarse para la guerra a los doce años y Niko con dieciséis solo había sufrido cuatro derrotas, todos lo trataban de genio y talentoso, pero para él en esta situación le era difícil creer de corazón esas palabras ¿De que serviría tantas palabras de aliento si moriría aquí abajo frente a la fuerza de los números? Cinco soldados por muy entrenados y preparados que estén no pueden compararse a cientos, sin embargo dos cosas mantuvieron su mente alejada de Fobos(1) y Deimos(2) en medio del combate, la confianza del hoplita para gastar su favor en defenderlo mientras él cubría la primera línea, y la rabia al escuchar como Asterión se quedaba sentado atrás de todos como si estuviera cansado de verdad.
-¡AL NOROESTE EN EL PILAR!
Gritó el hoplita bendecido por Anfítrite hacia Niko, quien observó como un myrmeke disparó su lanza directo hacia su cabeza, la lanza viajo cerca de la velocidad del sonido pero el hoplita cubrió al tracio con su escudo, pulverizando la lanza con el favor invocado en su escudo, girando el agua como una sierra y evitando que penetrara su defensa, Niko inmediatamente lanzó la esfera eléctrica que mantenía girando en su honda, atravesando el pecho de la hormiga, en ese momento la esfera se dirigió como si tuviera conciencia propia hacia otras hormigas, destruyendo el cuerpo de dos de ellas hasta que la tercera detuvo la esfera con su escudo, mientras tanto mantuvo girando su honda formando poco a poco una segunda esfera.
-Cúbreme mientras preparo otra.
El plan de estos dos era sencillo pero efectivo, atacar a las hormigas que escalaban los pilares en busca de ataques por ángulos ciegos hacia la primera línea. Mientras, en el frente los dos hoplitas bendecido por Hércules mantenían sus posiciones de forma eficiente, cubriendo siempre el primer golpe de una hormiga con su escudo cubierto de algunas piedras y contraatacando al instante con sus lanzas en el pecho, cabeza o cuello de la hormiga, si atacaban de dos o más, ellos empujaban al insecto con su inmensa fuerza usando su escudo, a menudo dejándolas patas arribas por el impacto. Laconia por otro lado usaba sus alas para esconder la visión de los myrmekes a sus laterales y de un solo golpe asesinaba al que estaba enfrente, luego daba un paso hacia atrás, detenía el retroceso con su cola y repetía su estrategia, cuando un insecto lograba acercarse lo suficiente, la armadura de fuego forjada por Hefesto se disparaba como una flecha hacia el atacante, dándole tiempo suficiente a la guerrera para contraatacar.
Mientras tanto Asterión estaba sentado con su espalda sobre el pilar y contrario a lo que todos menos Laconia pensaban, él estaba muy atento al combate, específicamente contaba en voz baja cada baja que conseguía el grupo.
-Dos, tres… Cinco.
El hombre en medio del asedio permanecía sereno pero serio, mientras golpeaba con la punta de sus uñas el suelo de forma constante, quizás para ayudarlo a pensar y no distraerse, "Cuando caigan cien…" pensaba para si mismo en medio de todo el caos.
A pesar de estar rodeados su plan de manual estaba funcionando, la fuerza de Laconia como punta de la lanza era imparable y mientras no tuviera que preocuparse de su espalda, ningún enemigo podía acercarse lo suficiente para acertar un golpe más serio que simplemente rasgar sus ya lastimadas alas, la experiencia y profesionalismo de los hoplitas mantenía el enjambre a raya, si bien Laconia aniquilaba el frente y ellos solo podían derrotar de vez en cuando a un insecto, lo importante era que su muralla se mantuviera firme, mientras tanto en el centro evitaban cualquier disparo desde algún ángulo que tomara desprevenida la línea frontal, la fuerza de los helenos era superior y rápidamente, solo cinco helenos lograron acabar con treinta myrmekes en solo la mitad más un cuarto de ciclo de clepsidra, sin embargo es siempre en los momentos más favorables de un combate en que la confianza se transforma en un asesino lento y silencioso, representado a través del templo en sonidos provenientes desde lo más alto, Asterión concentrado en contar las bajas del frente sintió un pedrusco diminuto caer en su hombro y al mirar hacia arriba presencio como una decena de myrmekes desprendieron sus garras del techo, lanzándose en un ataque suicida a los soldados.
-¡NIKO ARRIBA!
Gritó Asterión con todas sus fuerzas, era la primera vez que Niko lo escuchaba elevar su voz de verdad y al mirar arriba reaccionó lo más rápido que pudo y disparó la esfera de su honda, esta fulminó a cuatro de los insectos pero el resto seguía precipitándose a mucha velocidad.
- Υιός -
Al pronunciar esas palabras el favor de Zeus se manifestó desde el anillo, llenando el interior del cuerpo de Niko de fieros relámpagos, al recibir tal fuerza el tracio salto como un destello y utilizando su espada sica, corto en sucesión el cuello de las seis hormigas restantes, como si por un instante el hombre encarnara el rayo mismo, la transformación apenas duró tres parpadeos y mientras Niko caía victorioso al suelo confiado de salvar a sus compañeros, decenas de lanzas volaron hacia su dirección, la gran mayoría falló el trayecto y con su espada logro desviar dos de estas, pero una tercera perforó su estómago, haciéndolo retorcerse del dolor mientras caía.
-Quieto, quieto, rápido ¡RAPIDO!
El hoplita que lo defendía recibió su caída, rápidamente arranco la lanza haciendo que el tracio gritara adolorido y puso su mano en su estómago, el agua fluyendo de su mano se mezclo con la sangre y lentamente comenzó a restaurar su herida mientras con la otra mano se protegía de más lanzas con su escudo. Más y más myrmekes atacaban al equipo en cargas suicidas, los guerreros podían con estos embates pero al caer Niko, rápidamente fueron abrumados por lanzas que caían desde sus cabezas, difíciles de ver y esquivar, Laconia lograba evitar golpes letales cubriéndose con sus alas, pero los hoplitas no tenían esa ventaja, la primera lanza perforó el muslo de soldado cubriendo la derecha, el cual saltó con su otra pierna hacia atrás para evitar una muerte segura, luego mientras se levantaba devolvió el disparo con su propia lanza y tomó una de las armas caídas de los myrmekes, en ese momento el hoplita sanando a Niko terminó su labor y comenzó a imitar a su compañero tomando las lanzas que les habían disparado que aún no estaban rotas y comenzó a devolvérselas, el tracio aún malherido ayudaba como podía al hoplita herido.
-Setenta, setenta y tres.
Asterión mantenía su conteo pero el perímetro se volvía más y más pequeño hasta estar cada soldado hombro con hombro y en el momento que una lanza perforó el brazo del hoplita defendiendo la izquierda Laconia entendió que la formación se rompería en cualquier momento, por lo que decidió lanzarse al frente, concentrando la atención de la mitad de los myrmekes mientras el equipo se defendía en una formación de cuatro.
-Ochenta y tres, ochenta y cuatro.
Una lanza atravesó el hombro de Asterión, este se la quitó y a pesar del dolor mantuvo la cuenta mientras tenia sus ojos fijos en Laconia quien al entrar en la vorágine de muerte tenia seis lanzas rotas atravesando su espalda, ella caería por la fatiga en cualquier momento.
-Noventa y seis.
La fuerza de todos se desvanecía, un solo error más y sería el fin y cuando otra lanza golpeo al ultimo hoplita inmaculado en su torso, Asterión se levantó.
-¡LACONIA REAGRUPATE!
Laconia quemó la sangre que cubría su rostro y volvió saltando sobre los myrmekes hacia Asterión.
-Rézale a Hefesto que restaure los pilares.
Laconia puso sus manos en el pilar central y cerro sus ojos, el resto del equipo no tenia idea para que serviría esto, el mármol se regenera gracias a las plegarias de los dioses si, pero los hoplitas lo hacían pidiéndole a Hércules, restaurando las fracturas del templo con piedra, pedirle ese favor a Hefesto solo llenaría los lugares rotos del templo con fuego y si bien quizás un myrmeke sobre una columna rota se rostizaría, no tendría ningún otro sentido, pero la confianza de Laconia en Asterión la hizo mantenerse firme y con solo una petición hacia su dios, cada pared rota, cada columna, cada agujero y grieta se rellenó con un fuego que emulaba la forma original de la estructura, el favor de Laconia era enorme y los soldados presenciaron maravillados como por solo un instante un verdadero templo de fuego surgió en las fauces de laberinto, fue solo un instante porque los agujeros dentro de los pilares conteniendo las vasijas también se llenaron de fuego y con un estruendoso rugido las bases de todas las columnas del templo con excepción de la central estallaron pulverizando la mitad de las columnas, la explosión mató a unos pocos myrmekes que fueron presas del pánico y rápidamente el templo colapsó sobre su propio peso, los insectos intentaron correr despavoridos pero era demasiado tarde, la estructura al perder todo su apoyo colapsó casi de inmediato, las rocas de mármol aplastaron a todos los myrmekes restantes y solo en el lugar donde estaba el grupo no cayo una sola roca, gracias al agujero echo sobre ellos por Laconia, que destruyó ese punto de apoyo del templo, el equipo simplemente asesinó a los cuatro myrmekes circundantes y contemplaron la destrucción unos instantes en silencio hasta que a un hoplita le volvió la voz.
-¿Qué… que fue lo que paso?
-Las vasijas traían fuego liquido ¿Nunca lo habías visto? Antes de ser helenos las usábamos para minar, es bastante complejo prepararlo y ahora es mucho más fácil usar las bendiciones por lo que ya no es muy usado.
Los hoplitas se miraron las caras completamente asombrados de la destrucción causada.
-¿Como explotaron tan rápido? Entiendo que la señorita Laconia pidió una plegaria a Hefesto, pero el templo se "reparó" en un instante.
-Laconia es muy querida por su dios, asumí que respondería la plegaria más rápido que cualquier heleno normal e incluso si no resultaba así, solo necesitaba que se llenara el centro de los pilares.
-¿Por qué no hiciste esto antes?
-Los myrmekes que aún no entraban en el templo nos masacrarían en campo abierto, necesitaba que descendieran sus números hasta que todos cupieran bajo la trampa.
Un silencio profundo lleno el laberinto.
-¿Planeaste esto desde el principio?
-No, pensaba usarlo para hacer una trampa en el suelo de las rutas para explotarlas cuando vinieran los myrmekes, o destruir las entradas para hacer más tiempo, o en el mejor de los casos directamente usarlas contra el nido, pero como no tuvimos mucho tiempo opté por esto.
Todos estaban con la boca abierta, aún quedaban como mínimo setenta myrmekes restantes, todos ahora sepultados bajo el templo, mientras todos sanaban sus heridas Laconia soltó una ligera risa al ver la reacción de todos.
-Oye Asterión, cuéntales porque no le dijiste a nadie de tu plan.
Asterión se sonrojo y miró con molestia a la mujer, ella lo hacia solo para molestarlo y relajarse luego de la batalla, el polemarca coloco su mano sobre su nuca y les regaló su tímida respuesta.
-Siempre que cuento mis planes estos fracasan, prefiero mantenerlos en secreto… Me- me da buena suerte.
Niko quien pensaba que tenía algún gran motivo detrás de ocultar sus planes al verse enfrentado a la inesperada superstición del polemarca, no pudo evitar reírse de toda la situación junto a Laconia, los hoplitas mientras tanto terminaron de sanarse, tomaron su equipo y marcharon camino a Helena.
-¿Qué hacemos ahora líder?
Las palabras que Asterión esperaba escuchar de Laconia vinieron de Niko, quien con una sonrisa se quitaba el polvo del cuerpo.
-Bueno, creo que aún tenemos tiempo para presenciar el espectáculo del arconte.
La media falange marcho hacia Scíathos, caminando por sobre la pila de escombros, hacia las profundidades de laberinto.
Tracio: Las piernas de las falanges, rápidos y con múltiples herramientas, se centran en derrotar objetivos específicos durante los combates, siempre equipados con un arma corta y otra a distancia, suelen ser bendecidos por Zeus y Aura.
Fobos(1): Hijo de Ares, dios del miedo.
Deimos(2): Hijo de Ares, dios del terror.