El sol abrigaba a la falange mientras los fuertes ronquidos de Laconia hacían retumbar el barco, Niko se despertaba lentamente mientras se frotaba los ojos, la mayoría de sus heridas estaban curadas por la bendición de Laconia quien aún continuaba usándola en sus sueños. Asterión no se encontraba en la cubierta y el joven tracio buscaba por todos lados hasta encontrarlo descansando en la arena.
-Buenos días capitán ¿Cuál es el plan de hoy?
-Ey, buenos días Niko. Solo bañarse y comer, tengo más hambre que el arconte tinto en diciembre.
Ambos entraron a la ciudad destruida, casi todo el cobre, ganado y armas había sido saqueado del lugar, las casas destruidas y repletas de sangre y mientras más se acercaban a la empalizada más terrible era el olor, había algo extremadamente raro de la situación
-¿Dónde están los cadáveres?
Asterión se preguntaba mientras recolectaba comida de las casas, no había un solo cadáver ni de heleno ni de minotauro en las calles.
-¿Quizás los minotauros se los comieron?
-No, no tienen esa costumbre, solo bestias de cuatro dedos disfrutan la carne helena, no pudo haber sido eso.
La empalizada estaba carbonizada, y una hilera de pasto quemado mostraba el camino de regreso de Teseo hacia el laberinto.
-Sea lo que sea que hayan hecho con los cuerpos no es importante ahora, volvamos al barco.
-A la orden capitán.
Niko y Asterión volvieron al destrozado barco, Laconia seguía durmiendo y ambos desayunaron en la cubierta mientras tanto.
-Hoy es un nuevo mes, por lo que el laberinto ya debe haber cambiado. Cuando Laconia despierte Niko tomaremos una decisión.
-Suenas más serio que de costumbre pero solo haremos nuestro trabajo.
-Explorar el laberinto y buscar nuevas salidas, el problema es que el camino hacia Helena fue destruido.
-¿Qué dices?
-Los minotauros enterraron la ruta junto al templo, por lo que nuestro único camino de vuelta es por donde entraron ellos y ahora que estamos en otro mes no tengo idea donde terminaremos.
-¿Hacia donde estaba conectado ese túnel el mes pasado?
-Estaba conectado en la falda de las montañas al norte de Helena, cerca del territorio de los hiperbóreos, por lo que probablemente terminemos en algún lugar cercano.
-Hiperbóreos, como si los minotauros no fueran suficiente.
-No me preocupan ellos, nunca bajan de sus montañas, el problema son sus creaciones.
-Autómatas.
-Si los minotauros entraron por ahí deben haber limpiado el territorio antes, pero siempre aparecen más y el viaje de regreso no es un trayecto corto, son por lo menos tres días, sin contar el viaje por el laberinto que además no tenemos idea que tan enrevesado será.
-Los mapas ya no sirven, los micénicos planearon bastante bien esto, atacaron un día antes de que el laberinto cambiara y ahora no solo no tenemos como seguirlos, si no que estamos abandonados.
-Si… Hehe, Teseo sin duda es increíble.
Laconia había despertado hace un rato y de inmediato comenzó a comer todo lo que habían recolectado.
-Buenos días señorita Laconia.
-Buenos días lagartija Laconia.
Laconia intento decir buenos días pero la comida en su boca volvió sus palabras en balbuceos sin sentido, Niko sonrió devuelta y luego continuo su conversación.
-Asterión.
-¿Mhm?
-¿Crees que podemos vencer a Teseo?
El polemarca inclinó su cabeza hacia el cielo.
-No lo se.
Niko se rio.
-Esperaba que dijeras algo así, cualquier otro que no sea un arconte de seguro diría que no.
El tracio se puso de pie.
-Sea lo que sea que decidas te seguiré, ahora estamos juntos en esto, capitán.
La bestiaria miraba fijamente a Asterión.
-Ya sabes mi respuesta.
El polemarca sonrió alegremente mientras colocaba su mano en su nuca, ligeramente avergonzado de la situación.
-No es tan complicado, busquemos un papiro grande, una pluma y algo de tinta para cartografiar el laberinto y luego regresemos a Helena, hay que decirles que paso aquí.
Laconia notó un ligero brillo dentro de la ropa de Asterión.
-El sello.
Asterión sacó el papiro bendecido por el vellocino y palabras de luz estaban escritas en él.
-"Cartografíen la ruta clásica hacia Scíathos y traigan al polemarca Asterión junto a su falange devuelta a Helena", mira el arconte ya nos extraña, los refugiados seguramente informaron por nosotros, pero no tienen idea que el lugar fue destruido y que la entrada colapsó.
-Incluso si no fuera así, tardarán días en volver a encontrar esta entrada en específico.
Asterión se levantó y bajo del barco.
-Bueno podríamos esperar aquí a que nos rescaten, pero no quiero que Teseo se vaya invicto, vayamos por los minotauros.
Niko y Laconia asintieron al unisonó y la falange se dirigió al pozo de la ciudad para asearse y prepararse para el viaje.
Las heridas de todos ya finalmente sanaron y estaban listos para entrar al laberinto, el equipo de Laconia y Niko no había cambiado mucho, la bestiaria llevaba dos jabalinas en la espalda para tener más opciones contra enemigos a distancia, el tracio cargaba con al menos unas veinte bombas incendiarias, no tan comunes como las piedras para su onda pero mucho más efectivas contra los myrmekes y Asterión esta vez decidió armarse junto a sus compañeros con una armadura y casco de cuero, una lanza y un escudo.
-¿Así que esta vez si va a luchar con nosotros capitán?
-Solo es para defenderme en caso de una emergencia, tardaremos por lo menos un día en encontrar una salida y cualquier error podría ser fatal.
-Aún así te vez bastante bien.
-Deja de molestarme.
Ambos compartieron unas risas antes de bajar las escaleras hacia la oscuridad, los dos soldados cargaban pesadas mochilas llenas de agua y comida, mientras que Asterión llevaba un gran papiro en blanco, una pequeña bolsa con tinta y una pluma en su cinturón.
El laberinto estaba completamente cambiado, las paredes que antes eran de un concreto negro, claramente construido por manos inteligentes ahora habían sido remplazadas por piedra y tierra, como una caverna común el techo lleno de estalactitas repletas de sal y minerales por todos lados, difícil era de creer si antes no lo hubieran visto. Niko miraba hacia todas direcciones, ligeramente nostálgico.
-Así se veía la primera vez que entré al laberinto hace un año ¿Cómo fue para ustedes?
Asterión se tocaba la nuca.
-Estaba todo congelado, me moría de frio y lo único que quería era volver a casa, sin duda fue la vez que más ganas tuve de rendirme en este trabajo.
Laconia caminaba más adelante iluminando el camino.
-Concreto negro y repleto de hormigas, igual que el mes pasado.
La falange llegaba a un cruce de dos caminos y el polemarca rápidamente cartografiaba la ruta, mientras tanto un extraño sonido provenía del camino de la derecha.
-Asterión, por la izquierda rápido.
-Si, vamos.
Niko estaba confundido y mientras sus compañeros caminaron rápidamente hacia la izquierda el se quedo unos instantes para escuchar con más atención, identificando el sonido con algo que no se esperaba escuchar en el laberinto, un suave balado. Volvió con sus compañeros.
-¿Es una oveja?
Al escuchar eso Asterión y Laconia decidieron correr.
-Si, más cerca de lo que esperaba, que mala suerte, nos detendremos en el siguiente cruce.
-Asumo que son malas noticias ¿No es una oveja común verdad?
-Oh, es una oveja completamente normal, lo que nos preocupa es el dueño de la oveja.
Niko comprendido a que se enfrentaban.
-No sabía que también vivían en el laberinto.
-Solo los más fuertes, mayores motivos para escapar.
La falange siguió explorando y dibujando las rutas, cuando escuchaban el balido ellos escapaban en otra dirección, pero la oscuridad del laberinto se volvía cada vez más fuerte, una larga "habitación" en el que dentro había una reina myrmeke fuertemente protegida por hormigas mirmidón, más altos que los myrmekes normales, tenían cuatro brazos con los que luchaban usando dos grandes lanzas y tenían unas alas que les permitían volar durante unos instantes, Asterión se agarraba la nuca mientras observaba el nido.
-Si hay un nido de este tamaño aquí significa que la salida no debe estar muy lejos, pero pasar por encima de este ejercito es un suicidio.
Niko estaba más atrás vigilando mientras el polemarca y la bestiaria pensaban que hacer.
-Aster, es mejor tomar otro camino, encontrar la salida en menos de un día es tentador pero no podemos contra tantos.
-Bueno pensamos igual así que nada que hacer busquemos otro camino.
Al ambos darse la vuelta vieron a Niko corriendo lo más rápido que podían sus pies mientras tomaba aire para gritar.
-¡PROBLEMAS!
-¿Qué sucede?
Decía Asterión y Laconia al unísono.
-No hay como volver, vamos rápido hay que avanzar.
-No podemos adelante hay…
Asterión veía por detrás de Niko varios myrmekes corriendo hacia su dirección, Laconia se preparó para defender pero las hormigas pasaron de largo al grupo.
-No…
La bestiaria agarro a sus compañeros y corrió junto las hormigas hacia el nido, descendiendo lentamente con sus alas. Myrmekes salieron de todas direcciones buscando rodear al grupo pero todas se detuvieron al mismo tiempo al llenarse el aire de montones de balidos, ovejas fueron descendiendo lentamente por el nido, bajando como cabras una a una, las hormigas en vez de cazarlas las dejaron pasar y se prepararon todos para defender su hogar, los mirmidones alzaron vuelo y la reina de ocho codos de alto levantó su gigantesco abdomen, liberando decenas y decenas de myrmekes recién nacidos, los cuales nacieron listos para la batalla, la falange corrió rápidamente hacia la pared contraria a la entrada y el polemarca dio sus órdenes.
-Apunten al ojo.
Una monstruosa mano de cuatro dedos cubrió el suelo de la caverna y la gigantesca bestia asomó su rostro, cuando vio el suelo despejado de ovejas descendió al nido junto a dos compañeros más, estaban cubiertos con primitivas ropas de piel de animal y collares de dientes, llevaban garrotes que perfectamente podrían ser un árbol desenterrado, una enorme tela de lana en su espalda cargaba una enorme piedra y su único ojo tenía una negra pupila con un iris azul marino, los myrmekes comunes de cuatro codos de altura se veían totalmente disminuidos contra los diecisiete codos del monstruo, su piel parecía hecha de piedra y sus gigantescos músculos solo eran contrastados con sus enormes estómagos. Ciclopes, todos hijos de Poseidón, se dice alguna vez tuvieron cinco dedos en sus manos, pero fueron arrebatados por su propio padre por alguna razón, sea lo que fuese el mar ya no los bendice pero aún conservan una fuerza que hace temblar los mismos cimientos de la tierra.
Un salvaje rugido del ciclope más alto ahuyentó a las ovejas a la salida del nido y en el instante que la falange intento seguirlas una piedra del tamaño de una casa voló hacia ellos, bloqueando la salida y matando algunas hormigas que intentaban volver al nido a defender. Los tres bandos prepararon sus armas y aún sin poder entender sus idiomas entre sí, el polemarca, la reina y el ciclope más alto, todos dieron la misma instrucción.
-¡VAMOS!