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Chapter 5 - Vellocino

La falange de tres dedos caminaba por la oscuridad del laberinto, iluminados por diminutas flamas convocadas por Laconia que flotaban alrededor del grupo, avanzaban tranquilos y en silencio hasta que el estómago de Asterión resonó por las paredes.

 

-Perdón, olvide robar comida del saco.

 

Niko compartió la mitad del pan que él si había recordado tomar.

 

-Eres bastante despistado para ser un estratega ¿Son todos los polemarcas así?

 

-No lo sé, solo me conozco a mí mismo ¿Qué hay de ti Laconia?

 

-Tú sabes que solo he trabajado contigo.

 

Niko la miró extrañado.

 

-¿Cuándo se conocieron ustedes? Las hazañas de la señorita Laconia se repiten por toda Helena pero si usted dice que solo ha trabajado con Asterión ¿No debería ser su reputación mejor?

 

-Aah ojalá fuera tan sencillo Niko, Laconia se roba todos mis logros, todos piensan que me aprovecho de ella.

 

Asterión dijo eso golpeando con todas sus fuerzas el hombro de Laconia, pero la bestiaria no se movió ni un dedo.

 

 

-Tu únicos logros son dormir toda la misión y decir: "Laconia encárgate".

 

-Conocí a Asterión el último año de academia, era igual de patético en ese entonces.

 

-Laconia para ese entonces ya había ido a múltiples expediciones vigiladas por maestros, incluso creo que conociste en persona a los cinco arcontes, toda una estrella.

 

Niko estaba sorprendido, pero muy feliz de ser capaz de trabajar junto a tal leyenda, la bestiaria imbatible y el futuro de Helena.

 

-¿Y qué hacías tú Asterión?

 

-Seguramente dormir en bajo la sombra de un olivo mientras el resto entrenaba como siempre. En ese momento yo solo era un mal augurio pero todavía no tenía la fama que tengo ahora.

 

-La infamia dirás.

 

Replicó Laconia pellizcando su mejilla.

 

-¿Qué fue lo que hiciste?

 

Niko preguntaba, confundido de que Laconia siguiera a Asterión, incluso a pesar de todo lo que había vivido no podía imaginarse una situación en que el polemarca se ganara tanto respeto de alguien como ella.

 

-Te lo diré cuando estemos en Scíathos, por ahora solo te diré que la señorita Laconia no solo tuvo audiencia con los cinco arcontes, ellos querían que se uniera a sus falanges y ella rechazo a los cinco.

 

Niko no podía creer las palabras de Asterión, cualquier soldado daría lo que fuera para servir bajo el ala de cualquier arconte, ellos solo ofrecerían tal cargo porque quieren entrenar a un discípulo; poder, fama y riquezas para toda una vida aseguraban a alguien así.

 

-No me dirás que rechazo todo eso para estar contigo ¿verdad?

 

-Suena hasta romántico cuando lo dices así, vas a hacer que se sonroje.

 

Laconia escupió una pequeña llamarada sobre ambos y luego siguió su rumbo.

 

-JAJAJA, no digamos más Niko o terminaremos como los myrmekes, ella solo cumple una promesa que hicimos en ese tiempo, es demasiado fiel a su palabra, debería mentir más seguido.

 

-¿Qué promesa hicieron?

 

Laconia comenzó a caminar más rápido.

 

-Es un secreto.

 

Niko creyó escuchar eso con un tono de vergüenza pero la caminata rápida se transformó en un trote ligero y no tuvo tiempo suficiente para pensar en la reacción de la guerrera, su mente se mantuvo ocupada pensando en que promesa sería capaz de matar a alguien como Laconia.

 

-Llegamos.

 

Dijo Asterión mientras todos presenciaban una enorme grieta se veía por los pasillos del laberinto, esta parecía como si hubieran excavado una pared y construido una ruta natural, las paredes eran de una piedra desconocida, totalmente rojiza y que parecía resquebrajarse lentamente, en el camino habían numerosos cadáveres de myrmekes cortados con una precisión quirúrgica.

 

-El arconte ya paso por aquí, creo que ya nos perdimos el espectáculo.

 

Niko presenciaba detenidamente los cortes en las hormigas.

 

-Increíble, son cortes tan finos, pareciera que fueran de papiro.

 

La falange de tres dedos se dirigió hasta el nido y el hedor a muerte se volvía cada vez más insoportable, las paredes de la caverna se tornaban cada vez más rojas y a lo lejos se vio un solo destello luminoso que se apagó en un solo parpadeo, el grupo se acercó mientras el túnel se hacía cada vez más grande hasta formar una gran habitación, presenciaron a un hombre de facciones extremadamente finas y marcadas con un cabello largo completamente rubio que se combinaba junto a una cota de lana dorada parecía adherida a la armadura del hombre; un vellocino dorado de una belleza inigualable, se veía completamente inmaculado y lo único manchado con sangre de todo su equipo era la punta de su Hispaniensis(1), completamente fuera de lugar con la nube de cadáveres que lo rodeaba, el hombre se giró y al observar al grupo reconoció el rostro de los tres.

 

-Asterión, Laconia, Niko, me alegro que estén bien.

 

Su voz era tremendamente dulce y entonada, como un suave silbido, al acercarse hacia el grupo la tenue luz que irradiaba del cuerpo del hombre propagaba una cálida sensación, similar a la de un abrazo sincero.

 

-Lamento mucho que solo pudieran ir ustedes tres, los micénicos han estado dando muchos problemas últimamente, de hecho me gustaría pedirles un favor.

 

Asterión cerró los ojos y disgustado por lo que se venía no perdió tiempo en reclamar y molestarse.

 

-Asumí que no me llamarías solo para exterminar un nido y rescatar tres hombres, pareces muy noble y todo pero eres más astuto que de lo que me gustaría, nos necesitas en Scíathos ¿verdad?

 

El arconte no pudo evitar reírse.

 

-Siempre sabes leerme joven Asterión, Scíathos vuelve a ser segura y ahora me encamino a reforzar las defensas de Helena, te necesito para limpiar a los micénicos que aún deben merodear por la isla ya que como sabrás soy bueno luchando no rastreando, estoy seguro que será una tarea sencilla para ti.

 

Mientras ocurría este intercambio, Niko estaba maravillado de ser capaz de presenciar al arconte de la luz, Jasón de los argonautas, un verdadero héroe de leyenda conversando casualmente con su grupo, el joven tracio sonreía mientras era incapaz de quitarle los ojos al vellocino y notó algo extraño, Jasón no llevaba consigo un anillo bendito ¿El arconte luchaba sin utilizar favores? Eso era imposible. Todos decidieron volver a los caminos del laberinto y en el momento que Niko estaba por preguntar sobre la falta de anillo, numerosos sonidos parecidos a huesos chocando contra piedras reverberaron los túneles de la habitación, apareciendo rápidamente decenas de myrmekes furiosos que se abalanzaron sin ninguna duda contra el grupo.

 

- Τζιτζίκι -

 

Las palabras de Jasón iluminaron el vellocino y de este surgieron innumerables cigarras brillantes que volaron alrededor del arconte y este comenzó un suave silbido rítmico, el silbido parecía controlar a las cigarras que se dirigieron directo a los myrmekes volando en líneas completamente rectas y como si fueran diminutos soles, incineraban de inmediato el lugar por donde pasaban las cigarras, en tan solo unos momentos regresó el silencio y el favor del arconte desapareció de la vista.

 

Niko lo sospechaba pero aún tenía que verlo por sí mismo, un heleno común pide favores a los dioses utilizando un anillo como mensajero, pero dicen que los guerreros más amados por los cielos evolucionan su anillo en un armamento divino, que parece sacado desde el mismo hogar de los seres superiores, menos de diez helenos de todo el mundo deben tener algo así y de los cinco arcontes, solo Jasón poseía esta bendición.

 

-Me dirijo a la bella Helena guerreros, ustedes saben qué hacer, confió en ustedes.

 

Cuando un heleno nace él es bendecido por uno de los cinco dioses que favorecen nuestra raza, pero mediante experimentar una odisea es posible conseguir "cambiar" el rango de tu bendición y en otros casos, recibir el favor de un dios completamente distinto, transformando el alma del bendecido en un semidios, es por esto que Jasón, es el único de todos los helenos en ser bendecido por Apolo.

 

Los caminos del capitán de los argonautas y la media falange se separaron aunque Niko seguía emocionado por el encuentro.

 

-No te voy a mentir, cuando me mencionaron que esta misión venia de parte del arconte pensé que estaban mintiendo, más aún cuando escuché que tú eras el polemarca, pero hombre, valió la pena luchar contra todos esos myrmekes si es por esto ¿Viste como elimino a todos esos con ese favor, como si quiera te defiendes contra algo así? Es increíble.

 

Asterión y Laconia no parecían compartir el mismo ánimo mientras marchaban al principio el tracio pensaba que era solo porque ya habían visto su fuerza y quizás tuvieron numerosos encuentros, pero el silencio extrañamente se mantuvo hasta que no pudo evitar preguntar.

 

-¿Pasa algo?

 

-No es nada Niko.

 

Respondió Laconia, Asterión parecía dudar si hablar o no hasta que vislumbraron al fondo algunos rayos de luz que auguraban la salida del laberinto.

 

-Por ahora no te preocupes muchacho, solo, mantén algo de escepticismo contra los arcontes, no niego que su fuerza es algo admirable, pero… No nada, sigamos.

 

El grupo salió a la superficie y fueron recibidor por los últimos rayos de sol del día, entraron a un pequeño templo adornado con símbolos de la diosa Anfítrite, reina de los mares tranquilos y serenos, el lugar estaba vacío y se encontraba sobre una pequeña meseta frente a una playa, a la izquierda por fin se encontraba Scíathos, apenas estaba defendida por una sencilla empalizada de madera pero gracias a la ayuda del arconte había logrado ser defendida exitosamente de un asedio micénico, la falange se dirigió a la polis por la playa mientras el sol se ocultaba lentamente en el horizonte.

 

La media falange entró a la ciudad por la costa hasta encontrar una humilde kapeleia(2) en la cual decidieron pasar la noche, Asterión sacó varias tetradacmas(3) para que se acercara el dueño.

 

-Una habitación.

 

El dueño miró a Niko y Laconia, aceptó las monedas y los llevó a una pieza con una gran cama de heno y se alejó rápidamente.

 

-Oye Asterión ¿Es necesario dormir todos en la misma cama? Te estaba tomando más respeto pero parece que solo eres un degenerado.

 

Suaves risas vinieron del polemarca.

 

-La cama es para ti, te la ganaste, yo dormiré en el suelo y he intentado que Laconia duerma en camas pero-.

 

-Pero como el imbécil de nuestro líder le gusta dormir como perro para ahorrar gastos, me veo obligada a compartir su sufrimiento.

 

-Ya te dije que lo hago por costumbre, no puedo dormir en esas cosas en altura.

 

-Acuéstate y duérmete rápido, aún no te perdono por la vez que me hiciste dormir en ese establo.

 

-Te dije que te pagaría una habitación, deja de insistir en compartir sufrimiento, esto lo hago por comodidad.

 

Laconia dejo caer su espadón negro sobre Asterión quien fue incapaz de soportar el peso y quedo rendido en el suelo.

 

-Bien bien entiendo, buenas noches, Niko, Laconia.

 

Laconia retiró el espadón y cerró sus ojos apoyada contra la pared mientras abrazaba su arma, Niko contemplando lo absurdo de la situación simplemente se preparó para irse junto a Morfeo y a medida que caía en su sueño sintió como el heno se volvía cada vez más y más cálido, inmediatamente comprendió que esto era obra de su bestiaria y una sonrisa cubrió su rostro justo antes de dormirse.

 

 

En medio de la noche, unos cuernos de toro blanco reflejaban la luz de la luna contra el mar, un enorme micénico de seis codos de alto descansaba a orillas de la playa mientras contemplaba el mar, su cuerpo lleno de cicatrices y músculos se relajaba al recibir la suave brisa del océano hasta que otro de sus compañeros se acercó lentamente, intentando no perturbar la tranquilidad del minotauro.

 

-Mi señor, el arconte ya abandonó la isla.

 

"Eso fue rápido" Pensaba mientras frotaba su barbilla con su gigantesca mano que de vez en cuando tocaba suavemente un enorme anillo que atravesaba su nariz.

 

-¿Reanudamos el asedio mi señor?

 

-No, aún es muy pronto.

 

Su voz era ronca y profunda, pero mantenía una extraña tranquilidad.

 

-Pero nuestros aliados en el frente atacarán pronto, tenemos que tomar la ciudad.

 

El micénico puso su mano sobre la cabeza del mensajero.

 

-Tomaremos la ciudad, pero no con salvajismo, si no con paciencia.

 

-Mi señor, confío en su fuerza pero se nos acaba el tiempo, los soldados quieren venganza.

 

-No te preocupes guerrero, juro por el honor de mi nombre que los helenos pagaran por sus crímenes.

 

-Está bien Teseo, mi señor.

 

 

Hispaniensis(1): Espada recta de doble filo.

Kapeleia(2): Taberna oculta como una casa.

Tetradacmas(3): Monedas de plata.