Asterión abrió los ojos lentamente cuando los rayos del sol calentaron su rostro, bostezaba suavemente mientras observaba como él fue el primero en despertar, sus compañeros estaban considerablemente más cansados que él durante el viaje y sus ronquidos tampoco dejarían descansar al hombre, así que Asterión bajó a la recepción y tomó "prestado permanentemente" una sola hoja de papiro del estante, en ella él polemarca dibujó un carnero; el símbolo del arconte de la luz y lo cubrió con lana que también tomó "prestada" del vellocino de Jasón, en el momento que la lana tocó el símbolo esta se fusionó con el papel y carnero se iluminó ligeramente.
-¿Un mensaje?
Decía Laconia mientras bajaba para reunirse con su líder.
-Algo así, yo no tengo forma de enviar nada, pero si el Arconte escribe algo en un papel con este símbolo también se escribirá en este papel.
Laconia se sentó junto a Asterión dejando su espadón de lado.
-¿Qué planes tienes hoy?
-Nada la verdad, el arconte nos envió aquí para cubrir el lugar pero tu sabes como es él, seguramente solo deben quedar algunos rezagados.
Niko bajó corriendo por las escaleras al escuchar eso.
-¿No vamos a hacer nada? Pero los micénicos son muy peligrosos y esta ciudad no parece tener muy buenas defensas.
-Créeme Niko, no quieres luchar contra los micénicos, no son nada como los myrmekes, si estuviéramos como una falange completa quizás lo haría, pero es muy peligroso siendo solo nosotros tres, dejemos que se marchen en paz.
Niko estaba molesto por la situación pero ahora que conocía algo mejor a Asterión decidió confiar en el polemarca.
-Me quedaré vigilando las murallas junto a los guardias de todas maneras, si me buscan estaré en la empalizada oeste.
El joven tracio salió por la puerta como un rayo y volvió el silencio en el lugar, Laconia tomó un gran sorbo de agua y volvió a conversar con Asterión.
-¿Necesitabas deshacerte de él verdad, que se te ocurrió?
Asterión no pudo evitar sonreír por la correcta intuición de Laconia.
-Los micénicos no son como los myrmekes, no tengo ganas de volver a Helena con un cadáver, pero aún no sé qué traman.
Asterión se agarraba la boca y nariz con su mano mientras pensaba lo extraño de la situación.
-Micénicos atacan Scíathos, una pequeña ciudad en la orilla de una isla que no tiene muchos recursos y son masacrados por el arconte, ahora tengo entendido que están atacando Helena, no lo sé exactamente porque el papiro aún no tiene nada escrito, parece casi un ataque suicida que solo sirvió para distraer a Jasón por un día, pero fueron repelidos demasiado rápido, incluso para enfrentarse a un arconte no deberían haber sido derrotados tan rápido, hay algo raro aquí.
-Bueno, no parecen ser una raza que se destaque por su inteligencia, siempre que hemos luchado contra ellos no tienen tácticas muy complejas.
-Yo pongo en duda eso, los helenos subestiman demasiado a los micénicos y ya sabes cómo terminó eso en los territorios del oeste, aunque quizás si es solo una carga suicida, pero no lo sé… Salgamos hacia el río y sigamos la corriente, si hay rezagados o volvieron por otra entrada del laberinto o deben reabastecerse de algún otro modo.
Laconia y Asterión marcharon hacia la playa y desde ahí se encaminaron hacia el único río de la isla el cual era la única fuente de agua potable del lugar, durante el recorrido apenas entraron al bosque vieron varios árboles quemados por los ataques del arconte y algún que otro cadáver, sin embargo el polemarca sabía que había algo que no cuadraba, pero aún no entendía qué. El dúo llegó a una gran curva del rio que parecía un lago y desde ahí caminaron hasta su otro extremo, Asterión parecía frustrado por no entender el motivo de los micénicos, murmuraba constantemente y parecía perdido en el horizonte, así que Laconia buscó una manera de distraerlo para que se tranquilizara.
-¿Cómo se forman ríos en estas islas? Tengo entendido que se forman en las montañas pero no hay montañas en esta isla.
-Bueno, es cierto que los ríos nacen del hielo derretido de montañas, pero también se forman por la lluvia, en una isla no hay montañas con hielo; pero si llueve mucho, otro motivo puede ser por la presencia de una-.
Laconia saltó inmediatamente contra Asterión esquivando el impacto directo de un enorme martillo de piedra manejado por un minotauro que esperaba oculto sobre un gran árbol.
-Historias de ríos para después, detrás de mí.
El micénico del tamaño de dos hombre adultos y repleto de músculos solo llevaba una coraza simple de bronce sobre su túnica, lanzó un fuerte mugido y se abalanzó contra Laconia usando sus cuernos, la guerrera no podía esquivar el ataque o dejaría indefenso al polemarca, por lo que enfrentó al guerrero en una competencia de fuerza agarrándolo de los cuernos, ambos se frenaron en seco y el minotauro al ver que ambos estaban empatados levantó su cabeza en un rápido movimiento e intento aplastar a la bestiaria con sus pezuñas, Laconia saltó hacia atrás esquivando el ataque, empuñó su espadón y envuelto este en fuego lanzó un corte descendiente contra el micénico.
- Τριμίσκον –
Al pronunciar estas palabras el anillo atravesando la nariz del micénico se iluminó y desde ahí toda la piel del minotauro se volvió de un bronce puro, el corte que hubiera cercenado todo el cuerpo de otra forma, fue detenido por el brazo de la bestia, quedando el espadón atrapado en el hueso, Laconia que no soltó su espada quedo atascada y el micénico agarrándola de la cabeza la quitó de su brazo y la lanzó con toda su fuerza al otro lado del río, destrozando varios árboles en el impacto. Asterión escondido detrás de un árbol escuchaba los pasos del minotauro acercándose a su improvisado escondite, aguantando la respiración hasta que no pudo más y en el momento que exhaló, el micénico corrió hasta él para aplastarlo.
- λόγχη -
El favor de Laconia transformado en una lanza ígnea golpeó directamente al distraído minotauro que cayó al suelo muerto por el impacto, perdiendo su forma de bronce.
-¿Estas bien?
Preguntó Laconia a Asterión mientras le daba una mano para levantarlo.
-Bueno, ahí tenemos a un rezagado.
-Estaba distraída, lo siento.
-No te preocupes, aunque tuviste que pedir un favor.
Asterión se agarraba la cabeza con tranquilidad mientras caminaba en dirección del micénico para examinarlo.
-Transformó su piel en bronce por lo que debe ser bendecido por Atenea, su oreja…
La oreja del minotauro tenía una perforación, el polemarca retiró la coraza que lo protegía y en su pecho yacía marcado en fuego el símbolo de un caballo de dos cabezas.
-Creo que ya te lo imaginas verdad ¿Laconia?
Los ojos de la bestiaria se entrecerraron y quitó de su vista al cadáver.
-¿Cómo es que estaba armado?
-El mismo debió pedir un favor para formar su coraza, el martillo debió ser creado por algún compañero.
Asterión cerró los ojos del micénico con sus manos.
-Busquemos a su compañero, no debe estar lejos.
Marcharon y marcharon por el rio mientras el sol estaba en su cenit, pensamientos inundaban la cabeza de ambos.
-¿No sabias de esto verdad?
Asterión casi dice que no, pero devolvió sus palabras y prefirió decir la verdad.
-Lo intuía… Parece que aún tenemos mucho trabajo.
Laconia ahora atenta al entorno escuchó el movimiento de unos arbustos y corrió hasta encontrar su origen, de la mano de un niño minotauro quien empuñaba una daga de bronce, la bestiaria le quitó el arma y lo trajo junto a Asterión, el niño pronunciaba decenas de palabras mientras lloraba, Laconia no podía entender lo que decía.
-Asterión…
-Calma, nos esta insultando, deja que se canse… [Hola niño, mi minoico no es muy bueno pero deberías entenderme].
El niño paró de llorar, sorprendido de que un heleno supiera su lenguaje.
-[Te voy a matar, te voy a matar, maldito piel de cerdo todo siempre es su culpa].
Volviendo a llorar cayó sobre sus rodillas y desconsolado agarraba su nariz y sus pequeños cuernos.
-[Si me dices que pasó, te juro en el nombre de mi madre que te dejaremos libre].
-[Mentiroso, me vas a matar o me devolverás con ellos, los pieles de cerdo son todos mentirosos].
Asterión abrazó al niño y compartió algunas lágrimas.
-[Lo siento mucho, te llevaremos a una entrada del laberinto].
El niño lloró con aún más fuerza, hasta que se desahogo completamente, bebieron todos del río y comieron algunos peces que Laconia cazó mientras descansaban.
-[¿Me alimentan para comerme?]
-[Nosotros no somos de aquí, lamento lo que te paso, déjanos ayudarte].
Laconia quien no entendía que conversaban intentó comunicarse como pudo y le dio el pescado más grande al novillo, intentó acariciar su cabeza pero se acobardó rápidamente.
-[Nos rebelamos y escapamos, logramos pasar a todos los guardias pero piel de cerdo brillante mató a la mayoría].
Asterión apretaba la tierra con fuerza pero mantuvo una voz tranquilizadora.
-[Entonces ahora no tienen la fuerza suficiente para cruzar el laberinto, eso significa que tu grupo debe estar en una entrada ¿verdad?].
-[Ah, lo sabía vas a matarnos].
El novillo intentó correr pero Laconia detuvo su recorrido mientras Asterión reía ligeramente.
-[Si fuera así no lo hubiera dicho en voz alta y en tu idioma].
El niño volvió a sentarse.
-[¿En que puerta se encuentran?]
-[… Norte].
-Laconia, vamos a la puerta norte, [vamos con tu grupo].
Asterión caminó de la mano del novillo junto a Laconia por el bosque, evitando cualquier cadáver que pudieran encontrar.
…
El grupo estaba cerca de la entrada norte y Laconia se veía nerviosa.
-Asterión, estamos rodeados.
-Me lo imaginaba, mantén la calma y no saques tu arma.
Laconia agarró al novillo para llevarlo en sus brazos, el niño parecía confundido pero no se preocupó demasiado, en especial porque estaba cansado de caminar, al llegar a la puerta vieron a varios micénicos armados mirando hacia la dirección en que iba el grupo.
-Polemarca.
-Tranquila, tengo un plan.
Asterión tomó aire y se preparó para lo que venía. Los micénicos vieron al grupo, los rodearon y rápidamente los amenazaron, uno de ellos estaba desarmado y era del tamaño de un heleno alto.
-¡Suelta al niño y ríndete!
Decía el único micénico desarmado.
-Lo liberaremos cuando nos dejes hablar con tu líder.
Asterión le susurró al novillo.
-[Tranquilo, te amenazaremos pero solo queremos dialogar].
El novillo aceptó con un movimiento de su cabeza.
Los tres avanzaron por el improvisado campamento todos estaban calmados hasta que Asterión contemplo asombrado una espalda que le era similar y como un flechazo, recibió decenas de recuerdos que no esperaba volver a encontrar.
-No… no puede ser.
-¿Qué sucede Asterión?
-Conozco a ese micénico, son buenas y malas noticias.
El poderoso minotauro de una cabeza más alta que todos los demás tenía varios brazaletes en sus cuernos y era el único sin un anillo en su nariz, solo llevaba una túnica pero estaba armado con una gigantesca hacha de dos filos que parecía tan pesada como una montaña. El micénico observó con asombro a Asterión.
-[¿Tú, eres el mismo joven de aquella vez?]
-[Me impresiona que me recuerdes, han pasado ya cinco años, sin duda tiene una buena memoria, general Teseo].
El rostro de Laconia se quedo en blanco y sus ojos se abrieron hasta el máximo al escuchar el nombre "Teseo", ella llevaba cuatro años junto a Asterión y ni una sola vez había mencionado un encuentro con Teseo el fundador, el gran general que había ganado incontables batallas contra los helenos en el oeste, quitándoles numerosas tierras y haciéndolas territorio de los micénicos.
-[¿Qué hace aquí alguien como usted?]
-[Un esclavo escapó de esta isla y nos reveló todo, acabamos de llegar, un estratega como tú sabría que planeo después].
-[… Han sido cinco años desde que no conversamos ¿Te importaría?]
-[No hay problema].
-[A cambio, deja libre a mi bestiaria, ella no tiene nada que ver].
-[Adelante].
Con un silbido todos los micénicos se alejaron y dejaron libre al grupo, el novillo se reunió con los suyos, despidiéndose del dúo.
-Laconia, cometí un terrible error, te ordeno que vuelvas a Scíathos.
-¿Qué dices?
-Estaré bien, no te preocupes en serio, pero debes avisar para que evacuen la ciudad, por favor.
Laconia miró a los ojos decididos de Asterión y en un momento pensó en llevárselo a la fuerza, hasta que el polemarca caminó fuera de su alcance y entró junto al minotauro al laberinto.
Teseo y Asterión se sentaron en un escalón del laberinto observando la oscuridad.
-[Invadirás la ciudad ¿Verdad?]
-[No me gustan las preguntas con obvias respuestas].
-[Lo sé, lo sé… ¿Sabes que mi deber es protegerla?]
-[No pareces un hombre de mucho "deber", la última vez diría incluso que hiciste todo lo contrario].
Asterión agachó la cabeza.
-[Envié a mi compañera para que evacuen la polis, luego seguramente fortalecerán las defensas].
-[Otra vez dándome problemas, incluso hablando en mi lengua, eres un Heleno muy molesto ¿Sabes?]
-[No hay forma de evitar tu asedio ¿Verdad?]
-[Niño…]
-[Ah, perdón, es difícil pensar en esta situación].
Dando un enorme suspiro el polemarca tomó su decisión.
-[Defenderé la polis, lamento lo de los esclavos].
-[… Lo sé, es claro que tú no eres parte de esos desgraciados. La última vez no tuvimos el tiempo de presentarnos y aunque ya conoces mi nombre me gustaría conocer el tuyo, mi nombre es Teseo, es un gusto].
-[… Mi nombre es Asterión, gracias por perdonar mi vida esa vez].
-[Gracias a ti Asterión, gracias por no ser como el resto de helenos, la próxima vez, prometo aprender tu lengua, bueno, si es que tenemos una próxima vez, nos vemos en el campo de batalla].
Asterión caminó solo por el bosque hasta llegar a la playa y desde ahí fue por la orilla, intentando recordar cada detalle de su primer encuentro con Teseo, cada detalle de la primera vez que Asterión comandó una falange y caminó hacia las tormentas de la guerra.