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Chapter 6 - Capítulo 3: El diamante de la paz (Partes 1-2)

Capítulo 3 parte 1

— ¡¿Dónde... está... Yasuragi?!

Miru-chan dirigiéndose hacia mí dice:

— ¡P-pero senpai, nunca hemos usado los diamantes!

Entiendo su preocupación, pero si el diamante la eligió entonces no debería tener mucho problema.

En momentos así solo me queda calmar la situación y hacer que se sienta más segura de sí misma.

— Tenemos que hacerlo... ¡por la gothic lolita!

Lo digo en voz alta... ¡mientras hago una Jojo pose...! Mi plan funcionó, tranquilizar a Miru-chan a través de las risas...

— … senpai, creo que no conoces el verdadero significado de gothic lolita...

La expresión en su rostro me indica que no le causó gracia alguna...

— ¿Eh? Pero es gótica y es una loli así que pensé que... ¡Agh!

Una pantera negra se me lanza encima.

Espera, ¿una pantera negra? ¡¿de dónde salió eso?!

Acabo de recordar que ella tenía un gato, ¡¿por qué habrá cambiado a una pantera negra?!

¡¿Y por qué el poder del diamante afecta a otros seres?!

No es momento para distraerme con tonterías, estoy en medio de una batalla, debería tomármelo más en serio.

Kibō entra en mi diamante, empiezo a emanar una poderosa aura que aleja a la pantera.

Kibō me dice:

— ¡Intentaré ayudarte, no pienso hacer todo el trabajo, así que...! ¡crea un arma!

— ¡¿Y cómo se supone que haga eso, idiota?!

— ¡Ten esperanza por al menos una vez en tu vida!

— ¡¿Qué sentido tiene eso?! ¡¿esperanza de que voy a tener?!

Ai entra en el diamante de Miru-chan.

— ¡Tenemos que luchar también, Ai-chan!

— ¡Entendido, Miru-chan!

A Miru-chan empiezan a salirle alas de ángel y aparece un arco en sus manos, se empieza a elevar por los angostos pasillos del instituto emanando un aura celestial color rosa.

Por lo que puedo ver, ella puede controlar sus poderes decentemente.

Escucho a otros estudiantes diciendo cosas sobre ella.

— ¡Oh, amigo, te dije que ella era un ángel!

— ¡Siempre lo supe!

Pareciera que la situación no les preocupa en lo absoluto y solo pensaban en lo hermosa que es Miru-chan.

Makoto llega corriendo al pasillo donde está sucediendo todo el desastre.

— ¿U-Uraseku? ¡¿Qué está pasando?!

Mientras intento luchar contra la pantera le respondo a Makoto:

— ¡N-ni yo lo sé, pero lo voy a descubrir!

Tch, maldición, no sé cómo crear armas, ¡tendré que usar mis puños!

En este momento no debería distraerme peleando con la pantera, la niña está acumulando poder desde que vino...

Logro alejar mucho a la pantera de mí.

— ¡Oye, Miru-chan, encárgate del gato, yo me encargaré de ella!

— ¡U-Uraseku-senpai, ¿estarás bien?!

Noto su mirada de tristeza y preocupación por mí.

— Procuraré salir con vida de esto...

Le digo sonriendo.

Ella se lo piensa un momento hasta que asiente con firmeza.

— Entiendo, mucho cuidado...

Miru-chan logra acorralar a la pantera y empieza a perseguirla por todo el lugar.

Todos mis compañeros de clases empiezan a evacuar.

Me quedo a solas con la niña qué, al parecer ha terminado de acumular su poder.

— Oye... ¡dame a Yasuragi!...

— ¡Tch!

Ella muestra unas alas medianas de color negro, muy similares a las de un demonio.

Sabía que vendría un golpe muy duro así que intento hacer una pose de pelea e intento protegerme, pero mi inexperiencia en esto me juega en contra.

— ¡Graaagh!

Ella está super furiosa, es rápida, vuela hacia mí y me golpea en el estómago.

Su golpe fue demasiado fuerte, hace que salga disparado hacia la pared.

Ese golpe me ha debilitado, siento como ha sacado el aire de mi cuerpo...

Caigo fuertemente al piso muy debilitado.

— Yo...

Lentamente me levanto, limpiándome la sangre de mi boca.

— Yo... ¡no te daré a Yasuragi!

No puede controlar su ira, nuevamente se abalanza contra mí, empieza a soltar golpes brutalmente fuertes, yo solo me limito a esquivar lo mejor que pueda.

Mi mente se queda en blanco sin saber realmente que debo hacer en un momento así.

Tch... hay algo que me enseñó Seji-sensei... es como dejar noqueada a una persona... ojalá no lo hubiera probado conmigo...

Debo encontrar el momento perfecto para dejarla noqueada, siempre teniendo cuidado de no lastimarla demasiado...

Miru-chan empieza a probar sus poderes contra la pantera, es cuestión de tiempo para que la derrote.

— ¡Espera...!

Le digo a la niña mientras ella sigue lanzando golpes y yo los esquivaba.

— ¡T-tenemos que hablar!

— ¡No tenemos nada que hablar...!

De la nada ha hecho aparecer su arma, parece ser un báculo mágico.

— ¡Así que desaparece si no quieres morir!

Ella sabe crear armas... pero al parecer no sabe cómo utilizarla, por su ataque de ira solo me golpea con el báculo.

Sus golpes son brutales y fuertes, intento defenderme, pero hasta eso me es muy doloroso.

Como siga así, puede que el que acabe inconsciente o muerto sea yo.

Golpea demasiado fuerte, ha rasgado mucho mi uniforme, intento defenderme con mi diamante, pero se me hace imposible.

— ¡¿Qué haces?! ¡Crea un arma!

— ¡Cállate Kibō, eso intento!

Estoy llegando a mi limite, escupo sangre... me empiezo a sentir mareado...

Me distraigo por un momento y la niña toma a Yasuragi.

Yasuragi intenta calmarla.

— ¡E-esta no eres tú, recuerda!

Miru-chan entra en escena, ha derrotado a la pantera que ha regresa a su forma original que es la de un gato negro muy pequeño.

Miru-chan intenta ayudar, pero la niña ha lanzado una potente ráfaga de energía hacia sus alas que la derriba.

Por instinto, corro hacia ella con todas mis fuerzas y la atrapo para que no golpee en el suelo, de tantos golpes y moretones, he llenado de sangre mi uniforme, casi no puedo mantenerme en pie...

Mi uniforme ha sido roto de muchos lados y empezaba a sangrar de una manera preocupante.

Miru-chan está muy cansada, no abre sus ojos, al verla tan lastimada solo pienso en acabar esto de una vez por todas.

Pongo a Miru-chan en el suelo suavemente.

Dirigiéndome hacia la niña le digo con voz cansada y tambaleante.

— Perdóname… p-por lo que estoy a punto d-de hacer...

Utilizo todas mis fuerzas y velocidad para ponerme detrás de ella y aplico la técnica que me enseñó Seji-sensei.

— ¡Agh...!

La he noqueado... y antes de que caiga al suelo la tomo en mis brazos.

Miru-chan recupera la conciencia y me dice:

— S-senpai... ¡Uraseku, estas muy lastimado!

Miru-chan se pone de pie y corre hacia mí.

— ¡Debería llevarte a un hospital!

— N-no te preocupes...

Kibō sale del diamante.

— Ella estará bien, vuelve a estar en paz por algún motivo, en ese caso el diamante la curará.

— Bien...

A pesar de no tener tanta fuerza, decido cargar a la niña en mis brazos.

Dirigiéndome al profesor que aún está ahí le digo:

— Perdón por los daños causados, Cejota-sensei, pero ahora tenemos que irnos, espero que lo entienda.

Todos los que nos veían en secreto tenían sus caras sorprendidas por lo que han presenciado, no los culpo.

Ai sale del diamante de Miru-chan y dice:

— ¡Bien hecho, Miru-chan, para ser tu primera vez usando el diamante lo has hecho muy bien!

Kibō dice:

— Me gustaría poder decir lo mismo...

Me siento muy débil... no podré aguantar...

— B-Boki...

— ¡Soy Kibō!

Con una sonrisa y lágrimas de dolor en mis ojos le digo:

— El diamante... me está dañando...

Dos nuevos cortes se hacen en mi rostro.

Mis ojos se ponen en blanco, estoy a punto de caer al suelo, con mis últimas fuerzas logro caer hacia atrás para que la niña no se lastime tanto por la caída.

— ¡Senpai!

Lo último que observo es como todos se acercan a mi para socorrerme.

Escucho a alguien que me llama particularmente la atención, es Hiroki...

— ¡¿E-ellos también...?!

No puedo saber a qué se refería con eso, finalmente, mis ojos se cierran y quedo inconsciente...

Capítulo 3 parte 2

No he muerto...

— Un techo desconocido...

Lo primero que veo al despertar es el techo de un hospital, pero al lado mío siento una presencia.

— ¡Uraseku-senpai, despertaste!

Miru-chan se lanza a abrazarme.

¿Qué quieres que te diga? ¡huele como el sol! Espera, ¿a qué huele el sol? Aún no me acostumbro a las frases de amor japonesas, en especial porque nunca las he utilizado…

— Miru-chan, ¿Cuánto tiempo estuve inconsciente?

— Umm... dos días.

Perdí dos días aquí dentro, no puede ser...

— Ya veo, entonces los doctores ya saben lo de mi diamante.

Miru-chan pone una cara sarcástica.

— Después de lo sucedido todo el mundo lo sabe...

No había pensado en eso.

— ¡Jajaja, es verdad! Al ser un pueblo pequeño los rumores corren como la espuma, supongo que son los más "chambrosos" ¡jajaja!

— ¿Chambrosos?

— ¡Ah...!

Olvidé que aquí no debería usar palabras salvadoreñas porque nadie las entiende...

— Olvida eso, por cierto, ¿Qué hay de la niña?

En este momento lo único que me importa es el saber si ella se encuentra bien.

Miru-chan parece feliz, supongo que ha de estar bien.

— Se ha recuperado gracias a diamante, solo que aún no ha despertado, pero sus padres están pendientes de ella, al parecer su corazón vuelve a estar en paz y el diamante regresó a la normalidad.

Me alegra saber que nuestros esfuerzos no han sido en vano.

— Entiendo, hiciste un gran trabajo, Miru-chan.

Le sonrío tímidamente

— ¡No, no! Tú también hiciste un gran trabajo, Uraseku-senpai.

Ella me sonríe cariñosamente.

Me quedo un rato hablando con los doctores sobre mi condición.

Me han dicho que estoy completamente curado, eso me ha dejado atónito, creí que el diamante solo me lastimaría.

También me sorprende el que no hayan hecho estudios extraños en mí, por si acaso no se los mencionaré siquiera.

No logro resolver el misterio de los diamantes y tampoco creo estar cerca de hacerlo.

No tiene sentido que siga en el hospital, por lo que Miru-chan y yo decidimos ir a la pupusería de Seji-sensei.

Mientras los doctores me daban de alta se hace de noche.

De camino, Miru-chan me muestra donde está la casa de la niña.

Ahora que ya está más tranquila debería visitarla para compensar los problemas que le he causado.

Estuve charlando un rato con Miru-chan sobre lo sucedido en el instituto, al parecer tuvieron libre solo esos dos días y tendremos libre mañana, aun así, después de eso tendremos que volver a clases normalmente.

En este punto ya no es necesario ocultar el tema de los diamantes.

Llegamos finalmente a la pupusería, esperaba una cálida bienvenida...

— ¡Jajajajaja! ¡una niña pequeña casi te mata! ¡Jajajajaja!

Seji-sensei y Kibō se estaban riendo de mí.

— ¡Oiga!, ¡¿cómo sabe eso?!

— Kibō me lo contó todo, también dijo que no pudiste aparecer tu arma.

Kibō sigue muriéndose de risa, pero Seji-sensei ha terminado de reírse.

— ¡El diamante me rechaza, ¿cómo esperan que haga eso?!

Miru-chan interviene.

— ¡Oigan, oigan! El hizo un buen trabajo.

Ella calma un poco el ambiente y antes de irse me dice con una dulce sonrisa:

— Deberías descansar, Uraseku-senpai...

Mi rostro se ha puesto como un tomate, luego de eso, Miru-chan y Ai salen de la pupusería y se van a casa, solo quedamos Seji-sensei, Kibō, Chie y yo.

Seji-sensei muy orgullosamente me dice:

— ¡Mira que eres grande, hijo! ¡no cualquier salvadoreño lograría llamar la atención de una colegiala japonesa!

— No crea que todos los salvadoreños tenemos complejo de inferioridad, desde un principio sabía que una chica japonesa se interesaría en mí.

Realmente nunca creí que una chica japonesa se interesaría en mí... ¡ni siquiera sé si le gusto!

— Ujum... como sea, Seji-sensei, me iré a dormir.

Chie se me lanza todo ebrio y me dice:

— ¡Mejor ven a *hip* comer unas pupusas y a tomar sake!

Seji-sensei golpea a Chie en la cabeza y muy molesto le dice:

— ¡Ni hablar, él no tiene la edad para beber aún! Además, ¡deja ese sake!

— ¡Noooooo *hip* oooooooo!

… Tendré que acostumbrarme a esta clase de cosas si tendré que vivir con este diamante.

Vivir...

Kibō toma un asiento en la pupusería y dirigiéndose a mí me dice:

— Ven debes comer, aunque sea un poco

— Te noto muy amable hoy, Boki.

— Estoy de tan buen humor que no me importa que digas mal mi nombre, solo ven y siéntate a comer.

Doy un enorme suspiro y dirigiéndome a Seji-sensei le pido dos pupusas revueltas para mí y una de queso para Kibō, también le pido dos chocolates para beber.

— Bien, van saliendo, por cierto, mañana no tendrás clases, así que deberías ayudarme aquí en la pupusería.

— Lo lamento Seji-sensei, mañana tengo algo importante que hacer.

Seji-sensei nos sirve los chocolates, le damos las gracias y Kibō le dice:

— ¿Irás a visitar a la chica del diamante de la paz?

— Exactamente.

Asiento con seriedad.

Seji-sensei me cuestiona de forma seria.

— ¿Iras a la casa de una niña de once años? Eso no te traerá problemas en el futuro, ¿verdad?

— ¡Oiga! ¿que pretende? ¡todavía soy menor de edad así que no importa!

A pesar de las bromas, paso una noche agradable con ellos.

Termino mi cena, veo un poco de televisión, me voy a jugar un juego y luego me voy a tomar una ducha.

El vapor del agua caliente cubre toda el área del baño.

Mientras me duchaba, estaba pensando en que llevarle a esa niña como disculpa por los daños que le pude haber causado.

— Ummh, ¿qué podría llevarle a una niña de once años que no conozco y que casi me mata?

Empiezo a pensar en cosas que podrían gustarle a una niña...

¿Una muñeca, un vestido, un moño…?

Acabo de recordar que tenía una forma de vestir muy peculiar, ¿le gustarán las guitarras?

No tengo dinero para gastar en esa clase de cosas.

Dejo correr el agua, perdía mi tiempo esperando a que alguna cosa me llegara a la cabeza.

Me estoy complicando demasiado.

— ¡Ya sé!, le llevaré unos chocolates.

Mi mente se ha iluminado, a los niños les gustan los dulces.

Cierro la llave de la ducha y me dirijo a mi habitación a dormir, el día de mañana le haré una visita, no sé porque pienso hacer eso.

Ahora que lo pienso, puede que aún no haya despertado, de igual forma puede que alguno de sus padres esté en casa, sería un buen momento para explicarles lo sucedido.

Por ahora, solo me dormiré...