Todo fue muy rápido, pero afortunadamente se pudo comprar un boleto de viaje más para la mujer que lo acompañaba. Aquel varón parecía apresurado hasta el momento en que subió al bus de viaje; además, pidió a la mujer que se esforzara por esta vez a lo cual la joven asintió.
«Espero que ya no nos sigan.»
Parecía que aquel hombre reconocía que estaban siendo buscados, aunque no sabía exactamente por quien o quienes. No obstante, su objetivo no había cambiado: llegar a Madrid con el fin de encontrarse con su sirviente para mostrarle la existencia de aquella piedra negra que había encontrado en Loarre.
Lamentablemente, la presencia de aquella mujer que había recogido era un impedimento para él; por tanto, deseaba dejarla con algún familiar o en alguna institución de protección.
Por otro lado, la joven mujer quien parecía estar tranquila, pero siempre veía de reojo a aquel que la salvó comenzó a suspirar.
«Gracias a Dios que no hubo impedimentos en comprar otro boleto … pensé que sin mi identificación no me dejarían, pero extrañamente escucharon la petición de él … como si le debieran algún favor … … Es una suerte que vayamos a Madrid, ahora solo debo mantenerme con él hasta que vaya a la casa de mi tío … debo comunicarme pronto con ellos … Pero lo más importante es saber … ¿Qué fue lo él me hizo?»
Mientras que ambos estaban sumergidos en sus pensamientos, aquel grupo de jóvenes hablaban entre ellos acerca de aquel par sentado unos asientos delante de ellos.
- Entonces … ¿De qué hablaron, Liam? - preguntó Glen.
- De nada.
- ¿Cómo que nada? Vamos, dínoslo … ¿acaso ya no somos amigos?
- …
- Al menos le preguntaste sobre la mujer que trajo … ¿será que se estuvo divirtiendo anoche? - comentó Renato provocativamente.
- Oye, deja de meterte en sus asuntos … aunque realmente me parece extraño de él … en lo poco que lo conozco, siempre ha sido alguien reservado … ¿Qué habrá sucedido? - comentó Daniel.
- Bueno sea eso o lo otro, de igual forma, nuestro viaje juntos terminará cuando lleguemos a Madrid. - dijo Glen indiferentemente.
Todos entendieron, pues desde el principio nadie tenía la obligación de quedarse en el grupo y, salvados del accidente, no les era necesario seguir juntos.
En otro ómnibus, se podía ver nuevamente a aquel par de hombres quienes habían conocido a Glen hace un día. Ambos parecían disfrutar del pequeño viaje.
- Ya sabes … no dejes que te atrapen … sí, ten en cuenta eso también … bien, nos vemos … - Gajel quien estaba atendiendo una llamada parecía estar algo alegre de lo usual.
- ¿En serio lo vas a mandar ahí? - dijo Vicent.
- Claro … ha estado de vago en estos días; eso será como un calentamiento para él.
- Sí, puede ser … pero ahora que falleció Vil, no podemos dejar que otro más se nos vaya. - comentó Vicent algo preocupado.
- No te preocupes, le dije que lo prioritario es que salga con vida … Licard será alguien impulsivo, pero es muy racional cuando la situación lo demanda.
- Sí … tienes razón, creo …
- Claro que la tengo; por otro lado, cuando nos reunamos con Rord daremos inicio a la segunda parte del plan.
Vicent sonrió.
Durante un temprano desayuno dentro de una mansión de ubicación aún desconocida, que en su entrada había una placa que decía: Casa Martínez, se encontraba reunido un grupo de personas mayores quienes parecían estar algo preocupados.
- ¡¿Cómo que escapó?!
- No lo saben … dicen que al llegar encontraron la puerta del armario abierta y dentro ya no había nadie.
- No solo eso … dicen que los rastros de sangre solo llegan hasta las rejas de la entrada … es como si hubieran desaparecido antes de salir.
- ¡Es verdad! ¡¿Qué hay de esa mujer … supuestamente tuvo que verlos escapar?!
- Sí … sobre ella … dicen que Romina parece estar en un estado de paranoico … están tratando de que confiese si vio algo.
- ¡¿Qué hacemos ahora?! … ¿Qué les diremos cuando se enteren? … Peor aún que pasará si los noticieros se enteran de esto.
- Deja de hablar así … ¡soluciones! … ¡necesitamos una solución! …
En ese momento, ingresó un hombre quien traía a la sucio dicha mujer que había visto todo. Los presentes quedaron sorprendidos al ver a aquella mujer, ya que parecía como si no hubiera dormido por más de un día.
- Estimados todos … serán mejor que escuchen lo que tiene que decir. - comentó el mismo hombre que estuvo en el hotel con un grupo buscando a la mujer que desapareció.
Pasado unos pocos minutos, se escuchó como el sonido de un plato cayó al suelo quebrándose en pedazos.
- ¡¿Cómo que un hombre ya estaba ahí de repente?!
- Romina … ¿A dónde se fue? ¿Qué vistes?
- C-Como les dije … al ir hacia el jardín … ya no había nadie … no escuché el sonido de autos tampoco … busqué por todas partes, pero no encontré … nada …
- ¡¿Quién lo envió?! … ¡¿Acaso fue ella?!
- No … no es posible … ¿acaso no nos informaron que no había hallado nada aún?
- … No importa eso … tenemos que encontrarla …
- Señores … como sabrán ayer pude ubicarlos a través de las cámaras de seguridad; las pistas indicaban que fueron hasta un hotel algo lejos y, ciertamente al revisar las grabaciones de aquel local, vimos que era aquel joven … pero algo era extraño. - explicó aquel hombre.
- ¿Q-Qué vistes?
- Al salir de la habitación, salió, junto con aquel hombre, una mujer intacta.
- ¿Intacta? ¿Qué quieres decir?
Como si trataran de no entender, aquellas personas de supuesto alto estatus preguntaron.
- Era una mujer con piernas y brazos … estaba sin ninguna herida aparente … solo lo que encontramos en aquella habitación fue la ropa que llevaba la mujer … incluso el recepcionista nos indicó ver que el joven al ingresar llevaba como un saco … nunca lo vio entrar con alguna mujer …
- Eso quiere decir que ocultó a la mujer en un saco … pero luego salió con alguien que estaba sana … ¡no es posible! ¿Revisaron bien las cámaras? ¿Tal vez tenía una compañera quien lo ayudó?
- Puede que sí … después de todo me es difícil creer que ese hombre haya logrado todo esto él solo. Seguramente ellos dos la ocultaron en algún lugar. - habló otro de los presentes.
- No podría estar totalmente seguro … pero de todas formas estamos buscando a donde se dirigieron aquel par luego de salir del hotel.
Aquellas personas reunidas parecían estar algo desesperadas; sin embargo, tomaron una decisión.
- Mantendremos esta noticia en secreto … nadie de nosotros divulgará algo; mientras tanto, búsquenla por toda la región de Zaragoza … no importa si la duquesa trata de intervenir, no pararemos hasta que la atrapemos de nuevo … nuestras cabezas están en juego.
Todos los presentes asintieron unánimemente.
En el hogar de la duquesa de Zaragoza, un hombre ingresó a la oficina donde se encontraba una mujer llena de informes por revisar.
- Mi lady, sobre el tema en Luesia, parece que ellos ya llegaron allá, pero hay algunas complicaciones con el ingreso.
- ¿Qué sucede con Lisbeth y su gente? - preguntó Sofía.
- Dicen que la zona está catalogada como muy peligrosa y, por razones de seguridad, no están los están dejando ingresar.
- ¿Qué les pasa? ¿Acaso por eso no están yendo? … ¿Qué es lo que exigen? - dijo Sofía algo frustrada.
- Están actualmente redactando una carta poder, donde dejan baja su responsabilidad cualquier consecuencia que ocurra si es que les permiten el ingreso.
- … Así que quieren echarme la culpa si pasara algo … ¿en cuánto estará lista esa notificación?
- Dicen que dentro de doce horas.
- ¿Tanto tiempo? … Está bien … indícame cuando llegue.
- Entendido.
Aquel mayordomo se retiró de la oficina.
«Algo me resulta extraño en esto … ¿Por qué se demorarían tanto por la redacción y el envío de esa carta? … No es que estemos en los años 1900 … »
Estando, durante su viaje, en aquel ómnibus, aquella pareja que recientemente se había conocido; la mujer que estaba al lado de la ventana viendo el panorama parecía aliviarse de sus preocupaciones.
«¿Hace cuanto tiempo que no viajaba … ? Pareciese como si estuviera soñando … Por el momento, debo ocultarme, aunque me gustaría hablar con Sofía, pero no puedo perjudicarla ahora … espero que se encuentre bien … dejando eso a un lado, ahora que tengo la oportunidad, debo poner en orden mis asuntos y descubrir quién me hizo esto … aunque ya tengo algunas ideas … »
Al observar la cara de determinación de aquella mujer, Aren reconoció que ciertamente era una mujer con gran mentalidad como había pensado antes. Ahora que estaba milagrosamente recuperada, se podía ver en los ojos de aquella mujer las llamas de la vida que ardían cada vez más.
«Como lo suponía … no se atemoriza de lo que le sucedió o eso parece … aunque el trauma … esté todavía latente.»
Detrás de ambos, en los asientos anteriores, se encontraba un muchacho con un parche en su ojo derecho quien veía por la ventana.
«Supongo que no me queda otra opción … deberé hacerlo con la gente que tengo.»
Pasando por campos y bosques, aquel bus se dirigió hacia su destino.
En una de las estaciones terrestres de la capital, dos pasajeros bajaran algo exhaustos y, aunque no habían estado corriendo durante su viaje, mostraban una expresión como si hubieran corrido una maratón.
- Hahh … hahh … parece que pudimos hacerlo a tiempo, ¿eh? - dijo un varón de cabello rubio con ojeras.
- Hahh … quiero darme … un baño. - dijo la mujer que lo acompañaba.
- Bien … busquemos un lugar donde quedarnos … por hoy solo quiero dormir … en el bus no pude pegar ni un ojo … era como si sintiera la presencia de esa cosa a mi alrededor … - dijo el varón.
- Sí … te entiendo, Marcus … pero ya no hablemos más de eso …
Al caminar ambos con un poco de equipaje, el varón se chocó con un transeúnte.
- Oh discúlpeme … no vi bien por donde iba. - dijo Marcus.
- No hay problema. - dijo aquel joven quien había sido chocado por el otro quien a la vez estaba con su teléfono en una llamada.
Una voz llamó a aquel joven a que se apurara.
- Eric, apresúrate … - dijo Lirio.
El joven siguió su camino.
Solo fue un trivial encuentro, como cualquier otro que pudiera pasar.
Dentro de una oficina, había un hombre sentado quien terminaba de revisar algunas noticias de la página web de un periódico. En su escritorio, se podía observar una pequeña placa que decía:
Departamento de Investigación, Innovación y Tecnología
Jefe del Área de Investigación Tecnológica
Lic. Russel Corvino
Aquel hombre sentado tenía la apariencia de estar en sus veintes, además vestía un saco largo de color beige junto a una camisa negra. De pronto, un hombre ingresó a la oficina trayendo consigo unos papeles.
- Señor Russel, le traigo los informes del segundo prototipo de medidores de energía.
- Oh, está bien, gracias … solo déjalos en el escritorio.
Mientras que hacía caso, el hombre preguntó.
- ¿Está viendo las noticias que sucedió del tren que partió de Luesia?
- Sí … algo extraño, de verdad …
- Sí, pienso lo mismo … ¿Cómo es posible que hayan tomado por equivocación una vía antigua que estuvo sellada por muchos años?
- … Es verdad, pero aún así puede que alguien haya planificado eso … bueno, no importa, ¡es hora de trabajar! - comentó Russel mientras se estiraba en su asiento.
- Bueno, lo dejo entonces. No se olvide llamarme si requiere algo.
- Gracias, así lo haré.
El joven hombre se retiró de la oficina.
Antes de que empezará con su ardua labor, el varón de cabello castaño se levantó de su asiento y, dándose media vuelta, se dirigió hacia la ventana que estaba detrás de su escritorio.
Aquella ventana era de considerable largo, pero de un ancho corto y, mientras aquel joven veía las calles de Madrid, parecía estar sumergido en sus pensamientos.
«¿Qué estará haciendo el maestro? Desde ese entonces, no se ha comunicado con nosotros … espero que esté disfrutando una vida tranquila en ese castillo … … ¿tal vez deba ir a visitarlo? … Qué bueno que Jhosep esté en otro país; si supiera lo preocupado que estoy, se reiría de mí … Bueno, ahora sí empecemos a trabajar.»
Aunque este joven desconociera realmente el actual paradero de su maestro, su encuentro podría estar bastante cerca de lo que él creería.