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Chapter 31 - El Camino del Huérfano

Bien … hablaré, pero no es algo bonito de oír … así que dejen de mirarme así de feo. - dijo Renato quien era mirado fijamente por todos los demás.

Estando en asientos delante de él, un joven miraba de reojo al inicio de esta historia contada por el joven amenazado.

«¡¿?! ¡¿Qué … él también?!» pensó Renato al ver como Aren volteó disimuladamente su mirada a la conversación que ellos estaban teniendo.

¿Ya? ¿Qué tanto esperas? - dijo Glen de forma arrogante mientras comía unos snacks.

« … Estos malnacidos …»

 

Cerca del límite de España con Francia vivía una pareja joven en un viejo apartamento. Ellos a la luz de los ojos de las personas eran un modelo a seguir, pues siempre se comportaban íntegramente. Entre ellos había un niño, fruto del amor de aquel par de jóvenes y, aunque tenían algunos problemas económicos, parecían amar al niño dándole todo lo que necesitaba.

El niño estaba ya en edad de ir al colegio y, cuando iba, parecía ser uno de lo momentos más felices y entretenidos de su vida, pues podía ver y jugar con los amigos que había hecho en ese lugar.

Cuando llegaba la noche, la rutina era la misma. Al estar en casa todo era un desastre; la suciedad y el desorden era lo único que se mostraba en el camino; por otro lado, al llegar a la pequeña cocina estaba un papel ya deteriorado que decía:

Para la cena.

Y unos cuantos euros estaban al lado de ellos, al poco tiempo, el niño salía discretamente de su casa e iba a una tienda de conveniencia donde ya parecía ser esperado por una joven mujer quien atendía en el local.

Ambos se saludaron como si fueran viejos conocidos, luego, el niño fue a recoger alguna comida preprocesada, pagó y se fue del lugar. Sin embargo, la mirada de tristeza y resignación podía verse en el rostro de la empleada al ver al niño irse inocentemente.

Al llegar a casa, aquel niño calentaba la comida, cenaba, hacía algo de tarea y se iba a dormir. Cerca de la media noche, se podía escuchar el ruido de personas que parecían estarse gritando en voz baja.

Los padres de aquel niño habían llegado a su morada.

La pelea era debido a que la madre incriminaba a su pareja de serle infiel con una amiga de ella. El varón solo comentaba que estaba paranoica y que no cumplía su deber de mantener limpia la casa. Por otro lado, el niño en silencio trataba de no prestar atención a estos gritos que lo habían despertado. Y entre el sonido de algunas cosas que impactaban al suelo y al parecer ciertos golpes, el niño volvía a dormir.

Como ya se había dicho, esto era ya rutinario en su vida y parecía estar acostumbrado de ello y así sus días pasaban hasta que un día cualquiera, el niño regresó a su hogar desde el colegio y al ingresar a su casa pudo notar el mismo desorden; sin embargo, aquel día no se le había dejado dinero para que comprara su cena.

Esto, a diferencia de expresar tristeza por no poder cenar, llenó de alegría el rostro del niño, pues él sabía que días como éstos significaba que su madre estaría en casa más temprano y comerían juntos.

El niño fue rápidamente a la sala, pero no encontró a nadie; entonces pensó que su madre podría estar en su habitación y, pasando primero por su propio cuarto dejando su mochila, la felicidad del niño crecía cada vez más.

Al llegar a la habitación de sus padres, el niño pudo notar la silueta de quien era una mujer, pero a los pocos segundos, el niño quedó enmudecido y pasmado.

Aquella mujer estaba colgada con una cuerda atada a su cuello desde el techo. La expresión del rostro de la mujer parecía la de un muerto y sus ropas estaban ensuciadas de orina.

Para la edad que tenía el niño, podía reconocer lo que estaba sucediendo, pero su corazón no quería creerlo. Lentamente se acercó dónde estaba quien había sido su madre esperando de que todo se tratara de una broma. Sin embargo, el sonido de la puerta principal se escuchó ser golpeada.

Las voces de hombres desconocidos llamando por el nombre de aquella mujer y haciendo burla de ella se escuchaba detrás de la puerta.

El niño tuvo temor, pero era más fuerte el deseo de tener compañía; por tanto, abrió la puerta. Cuando esto pasó, ingresaron forzadamente unos cuantos hombres que al ver su apariencia eran ciertamente de mal vivir. Aquello varones vieron al niño y lo comenzaron a dar ciertos golpes, pues estaban enojados de que no se les abriera rápidamente.

Uno de ellos preguntó dónde estaba aquella mujer que era su madre; el niño con una expresión desatinada solo señalo con su dedo la habitación de sus padres.

Entonces, al dirigirse al lugar, otro hombre le dijo al niño que se fuera de la casa por algunas horas a menos que quiera ver como se divertían con su madre.

Cada vez, el niño se desconcertaba aún más; era muy rápido todo lo que estaba sucediendo para que pudiera procesarlo. El niño no hizo caso y se quedó parado en el mismo lugar cerca de la puerta.

De pronto, se escuchó una exclamación de uno de esos terribles hombres quien se quejaba de ver el estado de aquella mujer, pero otro de ellos dijo que aún podían usarla, ya que parecía que no había pasado mucho desde que murió.

Los comentarios y risas de esos hombres hicieron que el niño pudiera afrontar lo que estaba sucediendo. De inmediato, el niño huyó.

Aquel niño fue a donde usualmente iba a esa hora, a la tienda de conveniencia. Allí estaba aquella joven empleada que al verlo llegar tan apresuradamente se preocupó un poco. Al llegar a la puerta, vio como el niño cayó al suelo y empezó a vomitar.

Esto alertó más a la empleada quien lo llevó al cuarto de empleados y trató de calmarlo. Pasaron algunos minutos, los suficientes para que la mujer entendiera lo que le había pasado al niño. Sin dudar, la mujer llamó a los oficiales y ayuda médica quienes al llegar cerca de una hora al local hablaron con la empleada.

El niño se quedó en el cuarto de servicio siendo revisado por un personal médico; al poco rato, la empleada ingresó con un oficial y trató de decirle que iba a ser llevado a un establecimiento de protección para infantes donde estaría viviendo a partir de hoy.

El niño quería preguntar lo que estaba sucediendo; él quería que le dijeran que todo era solo una mala broma, un mal sueño. Sin embargo, el tímido niño cayó y asintió.

Desde ese día, nunca vio a quien era su madre y no supo qué había sucedido con su padre. Pasado algunos años, un hombre de cabellos blancos y ojo rojos apareció en aquel orfanato buscándolo; no era algún conocido o familiar; solo un interesado.

 

Y bueno … eso pasó ya hace unos seis o cinco años, creo … omitiré algunos detalles, pero en general eso ocurrió … - comentó Renato indiferentemente.

El resto de jóvenes quedaron en silencio impactados cuando escucharon aquella trágica historia.

Incluso los pasajeros que pudieron escuchar sobre eso se quedaron perturbados de oír algo así.

Sin embargo, Liam parecía poner en duda aquella historia, pues podía ser una planificada previamente, pero, al escuchar el comentario de uno de los pasajeros quien hablaba discretamente con quien se sentaba a su lado, pudo estuchar decir - ¿Entonces … ese es el niño que contaban las noticias hace años … ?

- Supuestamente encontraron que la madre era una prostituta y una estafadora. - comentó el que estaba a su lado.

- Sí … además el esposo era un empleado de un casino, dicen que se volvió ludópata al mes de trabajar en ese lugar. 

Sí … y viéndolo bien, ese joven tiene la apariencia que salió en le video de hace años … cabello negro, ojos verdes … Escuché de una buena fuente que el niño entró al ejército o algo así … pero el no está vestido como militar … tal vez esté mintiendo.

Mientras que esos tipos seguían murmurando, Liam reconoció que Renato se había vestido con atuendos de oficial, lo cual daba credibilidad a su historia.

Por otro lado, sin que requirieran pruebas de la veracidad de su historia, Glen y Daniel comenzaban como a llorar por aquellos sucesos que le habían pasado a Renato.

Liam suspiró.

H-Hombre … qué historia … lamento lo que te sucedió … sabes, me disculpo por lo de antes … - comentaba Glen sollozando.

- ¿?

- Es que … lo que te hicimos Daniel y yo en el apartamento … me disculpo por eso … - comentó Glen.

- S-Sí … no se preocupen por eso … solo que dejen de decirlo de esa forma.

- Discúlpanos por lo que tuviste que sentir … seguro que dolió, ¿verdad? - dijo Daniel entristecido.

- Ya, gente … no lo digan de esa forma. - mantenía Renato con un tono varonil.

Mientras que ambos seguían diciendo comentarios que podría llegar a malinterpretarse, en el asiento de adelante, aquel joven de cabellos largos había podido escuchar todo.

«Así que … la historia se repite.» pensó Aren.

- Entonces, ¿te enseñaron a pelear en la marina? - preguntó Liam.

- No, fue en el ejército. Gajel quería que entrenara por un par de años allí. - respondió Renato inconscientemente.

- … Ya veo.

En ese momento, Renato se dio cuenta de lo que había respondido; seguidamente Daniel y Glen entendieron también. Los tres jóvenes voltearon su mirada hacia donde estaba aquel muchacho quien estaba leyendo un pequeño libro.

- Por la boca, muere el pez. - fue lo único que comentó Liam sin despegar la mirada de su libro.

Un minuto de silencio fue lo que sucedió luego.

- Bien ¿Quién sigue … ? - preguntó Renato