Habiendo pasado solo una hora desde su viaje, aquel grupo de jóvenes quienes que se encontraban en silencio y se encontraban al fondo del ómnibus, comenzaron a charlar.
- Oigan, gente … ya que aún faltan como unas cuatro o cinco horas más … ¿Qué tal si hablamos de nuestra vida o algo para conocernos mejor? - sugirió Glen.
- Se ve que tienes mucho tiempo como para chismosear en la vida de otros. - respondió Liam.
- Exactamente. - agregó Renato.
Glen sonrió algo frustrado por tales comentarios.
- Yo apoyo a Glen … - dijo Daniel - Con todo lo que pasamos, creo que no sería mala idea el saber un poco más de nosotros mismos … además, puede que nos volvamos a ver en el futuro, ya que todos vamos a la capital.
Liam y Glen se quedaron algo sorprendidos al oír el argumento del joven de cabello blanco; mientras tanto, Renato parecía tratar de esconderse con una expresión de desagrado.
«Sí no me muevo, no me ven … si no me muevo, no me ven …»
- Bien … siendo así … empecemos con Renato. - propuso Liam.
Aquel joven de traje similar al de un oficial se pasmó.
- Sí, no tengo problema. - dijo Daniel sonriendo con los ojos cerrados.
- N-No … esperen …
- Vamos, chaval … ¿o es que tienes algo que esconder? - comentó Glen mientras colocaba su brazo en el cuello de quien estaba a su lado junto a una sonrisa bastante amenazante.
Ante la inminente presión, la mente de Renato le dio una salida.
- ¡Es verdad! ¡Hay que decidirlo a la suerte! El primero que sea elegido contara … lo que sea que quieran saber …
Ciertamente, nadie había especificado que contaría cada uno de ellos, por tanto, le tema elegido fue contar sobre su niñez.
Habiendo jugando el juego de la ruleta en una Tablet que tenía Liam que lo había comprado el mismo día que llegó a Zaragoza, el seleccionado fue …
- Bien … te toca, Glen … - dijo Liam.
- …
«¡Fiuuu! … ¡De la que me salvé!» pensaba Renato.
Recostándose en el cómodo asiento que podía inclinarse y actuando como si fuera un veterano de gran experiencia, comenzó a hablar el joven de ropa sport.
- Bueno … esto será algo … nostálgico … - comentaba el joven con una expresión de alegría con tristeza.
- … Oye … ya deja de actuar como un imbécil y habla de una vez. - comentó Liam.
Sin embargo, inesperadamente, el muchacho fue callado por el joven albino discretamente.
- No lo interrumpas … puede que su historia sea emocionante. - dijo Daniel.
Tanto Renato como Liam quedaron estupefactos.
- Al fin alguien que entiende del buen ambiente … - comentó Glen.
En uno de los campos de la que fue alguna vez la capital de Japón, había una joven mujer quien parecía decidida a buscar una oportunidad en aquellas tierras. Aquella mujer era extranjera, pero tenía una gran pasión de conocer sobre la cultura del país del oriente. Sin embargo, ella deseaba vivir cerca de la naturaleza y, al establecerse cerca de algunos templos, conoció a un joven varón quien era agricultor. Ambos se enamoraron al pasar el tiempo y se casaron.
Cuando aquella mujer formó parte de la familia de aquel agricultor, se enteró que pertenecía a una familia practicante de artes marciales sobre todo en el manejo de espada. Esto era aún más evidente cuando, al visitar la casa de sus suegros, pudo notar un dojo que parecía ya no estar en uso.
Pasó el año y tuvieron un hijo quien parecía haber heredado la apariencia de la madre, pero, a su corta edad, mostró cierto talento en el arte del kendo. El padre y los abuelos supieron que era de su sangre aquel infante y lo entrenaron cuidadosamente como el sucesor y heredero de aquella familia.
Cuando el niño tuvo edad suficiente para decidir por sí mismo, se despidió en un viaje para ver el mundo y ganar experiencia. Lamentablemente en su primer paso se dio cuenta de la realidad: El dinero mueve al mundo. Aquel ignorante muchacho se entristeció, pero tomó valor y astucia para enfrentarse al mundo.
- Entonces … ¿vienes de Kioto, eres un tipo que sabe usar espadas de madera y ahora está viajando con la meta de tener dinero? - comentó Liam indiferentemente.
- Pues sí …
- Bueno … ahora entiendo por qué es que no pareces japonés del todo, pero ¿Cuándo aprendiste español? - preguntó Daniel.
- Cuando pensé en salir de mi país, busqué qué naciones tenían mayor oportunidad financieras … entre eso estaba Inglaterra, Estados Unidos, Alemania, España y otros más … pensé ir a Inglaterra, pues mi madre me enseñó inglés y tengo la nacionalidad de ambos. Pero también aprendí español de niño cuando tuve una beca en el colegio donde estudiaba … al parecer mi madre le gustó la idea y me forzó a aprender un tercer idioma …
- Entiendo … pero ¿Por qué tienes acento mexicano? - preguntó Renato.
- La beca era en un instituto de idiomas latinoamericano … la mayoría de los profesores eran mexicanos …
- Oh … ya veo … - dijo Renato.
- Bueno, al final, vi que España pagaban en euros que valía un poco más que el dólar … así que decidí venirme por un tiempo.
Todos los presentes al escuchar decir esto pensaron lo mismo.
«Dinero … ¿eh?»
- Ahora sí continúo …
- ¿Qué? ¿No habías terminado? - comentó Renato sarcásticamente.
- ¿Pa' eso me hacen hablar?
- Por otro lado, ¿Qué dijeron tus padres al saber que te irías? - preguntó Daniel.
- Bueno … no es que pudieran hacer mucho. La mayoría de edad es de 20 años, entonces simplemente les avisé cuando los cumplí y me dieron algo de dinero y me fui. Lo bueno es que el negocio familiar va bien y a mis padres les gustaron la idea de que viaje … así que me apoyaron en esto.
- En otras palabras querían librarse de ti y con justa razón. - murmuró Liam.
- Te escuché, enano.
- ¡¿Qué?!
Ambos jóvenes se comenzaron a mirarse desafiantemente.
- Vamos … no empiecen otra vez. - comentó Daniel - … eh, tengo una pregunta … dijiste que te enseñaron algo llamado kendo, ¿Qué es eso?
Glen sonrió levemente.
- Es como una introducción y practica para cuando utilices espadas reales … se usan espadas de madera y un equipo de protección cuando realizar duelos con otros … Es algo que toma tiempo y dedicación.
- ¿Y por cuantos años practicaste eso? - preguntó Renato.
- Desde que tenía ocho años, creo.
- Espera … ahora tienes 20 … eso sería unos doce años … wow … - comentó Renato.
- Bueno, los primeros cinco años fueron difíciles, pero luego se volvió como una rutina ... además tenía el dojo familiar para mí solo.
- ¿Participaste alguna vez en competencias o algo similar? - preguntó Daniel quien cada vez parecía más interesado y emocionado.
La sonrisa de Glen se alargó mucho más.
- Por supuesto … durante mis doce años de practica estuve en al menos unos setenta y dos eventos entre competiciones, demostraciones y cosas por el estilo.
- ¿Y … cuántos ganaste? - comentó Renato de forma provocativa y burlesca.
- Pues en la mayoría estuve en los primeros lugares … pero solo llegué a ganar en quince de ellos. - respondió Glen inocentemente e ignorante de las intenciones ocultas de Renato.
- … Con razón que peleaste tan bien en la azotea, ¿eh? - comentó Renato indiferentemente; sin embargo, no midió bien sus palabras.
- ¿? … ¿A qué te refieres? - preguntó Liam con cierta desconfianza.
«¡Hay la cagué!» pensó Renato cuando se dio cuenta de lo que dijo y al sentir la mirada juiciosa de Liam acompañada de las miradas acusadoras de Glen y Daniel.
- Q-Quise decir cuando estuvimos en el cañón y nos encontramos con ese monstro … o, mejor dicho, cuando los ataqué y Glen pudo vencerme … ha ha ha …
Las palabras del joven se entreveraban; sin embargo, astutamente cambió de tema.
- Por otro lado, ¿Qué tal están tus heridas? ¿Qué dijo el doctor? - preguntó Renato a Liam quien había superado su enfermedad que padeció en el cañón mediante la consulta medica cuando llevaron a aquel misterioso niño quien falleció en el lugar.
- Sí, verdad … ¿Cómo te encuentras ahora, Liam? - preguntó Daniel algo apresurado.
- Sí, ya estoy bien … ahora, díganme, ¿Qué ocultan?
Como un escalofrió que recorría la espalda de Aren quien estaba sentado más adelante, comentó.
«Esta sensación … se siente como cuando Liam comenzaba a indagar sobre mí … ¿Qué está pasando atrás?»
- Ocurre algo … ¿me estás escuchando? - dijo la mujer de cabello rubio que estaba a su lado con una expresión algo preocupada.
- No … nada …
-Entonces … ¿no van a responder? - preguntó Liam desafiantemente.
«Para ser un niño, sí que da miedo … » pensó Renato.
La presión era evidente, pero nuevamente Renato tuvo una idea.
- Te lo diremos … solo si nos dices que escondes debajo de tu parche.
Todos quedaron estupefactos de los ingeniosos escapes de aquel joven.
- … Olvídenlo … no importa. - respondió Liam volteando su mirada hacia la ventana como si dejara terminado el asunto.
«Fiuu … estuvo cerca.» pensaron Daniel y Glen aliviadamente.
Habiéndose calmado la situación, todos volvieron a ver quien le tocaría hablar ahora.
- Bueno, ¿ahora quien sigue? - preguntó Glen haciendo referencia al juego de la ruleta que estaba en la Tablet de Liam.
Sin embargo, la Tablet estaba apagada y la mirada desafiante de aquel muchacho se asentó sobre ellos.
- Yo seré quien elija esta vez. - dijo Liam.
Ninguno de los presentes se atrevió a reclamar o discrepar en algo.
El siguiente en hablar era …