Han pasado dos días y Stefania no ha ido a trabajar, por lo que ir a la empresa ha perdido todo interés para mí, hasta me da algo de pereza ir.
Hoy es viernes y no quiero ir a la empresa, así que decido tomarme el día ya que esa es la fortuna de tener el trabajo al día y hasta adelantado en ciertos puntos.
Después de llamar a mi secretaria y cancelar de nuevo todas mis citas, me quedo en mi habitación leyendo un libro cuando caigo en cuenta de que este tiempo libre lo puedo usar para algo que tengo pendiente y que es muy importante. Así que me levanto de la cama, miro la hora en mi celular y puedo observar que son las once y treinta minutos de la mañana, luego camino hacia el armario para buscar una ropa informal y relajada como unos jeans y una camisa, acompañada de una chaqueta de cuero y unas botas del mismo material sin nada de adornos estrambóticos.
Al estar listo, cojo las llaves de mi auto y salgo de la casa sin que nadie me vea porque no quiero dar explicaciones de hacia dónde voy. Tanto es así, que no pienso llevar mi celular hoy, pero si lo voy a dejar bien guardado para que nadie lo vuelva a coger sin mi autorización.
Salgo de la casa y conduzco por varios minutos hasta llegar al restaurante. En cuanto entro al lugar, busco a Gwen Fix con la mirada y cuando estas se cruzan, ella de inmediato se quita el delantal mientras habla con alguien sobre algo, después ella comienza a caminar hacia mí.
- Hola Christofer. - Me dice en cuanto llega a mi posición.
- Señorita Fix, un placer volver a verla. - Le digo al estrecharle la mano.
- Gwen por favor. - Me dice con una sonrisa.
- Está bien, Gwen... - Le digo al sonreírle también.
- Acompáñame por acá, nos sentaremos en una mesa más privada y alejada de las demás para que podamos hablar con calma, sin que nadie más nos moleste. - Me dice y de inmediato yo la sigo sin decir absolutamente nada.
Una vez que ya hemos llegado a la mesa, me adelanto para correrle la silla para que tome asiento y luego yo me siento al frente de ella.
- Muchas gracias, eres todo un caballero. - Me dice ella después de volverme a sonreír.
- Me tome la libertad de pedir la comida para que no nos molesten, espero que no te importe. - Me continúa diciendo.
- No hay ningún problema, estoy totalmente seguro de que lo que pediste, estará delicioso. - Le respondo lo más amable que puedo.
- Muy bien... y qué es lo que me quieres preguntar sobre Mariana, Christofer?. - Me pregunta de inmediato.
- Me gustan las personas directas. - Le comento y luego continuo con lo que me interesa.
- Qué tan cierto es… que el día en que Mariana murió en aquel accidente automovilístico, este ocurrió cuando ella se encontraba huyendo con un chico quien era realmente su novio?.
- Qué?, qué me estás preguntando Christofer?, Mariana nunca tuvo novio. Quién te ha dicho semejante tontería?. - Me pregunta ella muy sorprendida.
- Mira, no sé mucho sobre el accidente en el que Mariana perdió la vida, la verdad es que no sé casi nada, pero lo que si te puedo garantizar y meter mis manos al fuego sin pensarlo, es que Mariana no tenía ningún novio ni se fue con nadie, a menos que fuera obligada, pero nada más. - Me continúa diciendo después de que sale de su asombro por mi pregunta.
- Sabía que Virginia me estaba tratando de engañar.
- Virginia... Virginia Hazzard?. - Me pegunta y yo le contesto afirmativamente al mover la cabeza.
- Tenía que ser esa maldita bruja de nuevo. Sin importar que Mariana ya está muerta y desde hace años, aún sigue escupiendo su veneno y no la quiere soltar.
- A ella no le importa tratar de seguir dañando a una persona así lleve años muerta con tal de intentar salirse con la suya, pero a pesar de todas sus mentiras y esfuerzos, no ha logrado su cometido y ni lo hará.
- Y su cometido eres tú, verdad?. - Me pregunta Gwen mientras se cruza de brazos.
- Eso intenta... - Le respondo con una sonrisa algo maquiavélica.
- Ella siempre ha estado enamorada de ti. Bueno, si es que a eso se le puede llamar amor... y por lo que veo, aún intenta llamar tú atención.
- Y no creas... he hecho todo para que se aleje de mí. Hasta he llegado a actuar como un completo patán, pero ella no entiende nada, simplemente no se rinde.
- Porque será que no me sorprende lo que me estás diciendo...
- Gwen, tú conocías muy bien a Mariana y fuiste su mejor amiga, verdad?. - Le pregunto con interés.
- Si. De hecho, fui su única amiga. - Me contesta algo triste.
- Pero porqué?, porqué era tan solitaria?, tan tímida?. - Digo soltando algunas preguntas de golpe.
- Bueno, pues ya no tiene caso que lo siga ocultando y mucho más ahora que ella ya no está con nosotros... - Me responde seria y algo triste mientras nos sirven lo que ella pidió de almuerzo para ambos.
- Para poder responder a todas tus preguntas, creo que mejor te cuento lo que sé de Mariana desde el momento en que la conocí y lo que ella me permitió saber, ya que para muchas cosas, ella siempre fue demasiado discreta. - Me responde al comenzar a comer un poco y yo solo bebo un poco de vino muy interesado en lo que me va a contar.
- Yo conocí a Mariana en la primaria y recuerdo que ese día, llego la maestra con ella al salón. Nos la presentó y luego ella en completo silencio sin pronunciar ni una silaba, tomó asiento en uno de los pupitres que se encontraban en la parte de atrás del salón. La observé por un par de días y en ellos me di cuenta de que no hablaba con nadie. De hecho, antes se alejaba de la gente como si le tuviera miedo a todo el mundo. Aun así, un día me acerqué a ella para hablarle y para tratar de hacerme su amiga. No fue para nada fácil he de confesar, pero poco a poco me fui ganando su confianza y empezamos una amistad que con el tiempo se volvió como una hermandad muy bonita porque como yo nunca tuve hermanos y ella tampoco, pues comenzamos a acompañarnos mutuamente.
Mariana también fue una gran estudiante y ella con toda la paciencia del mundo, me explicaba constantemente las lecciones que yo no entendía, logrando que yo pudiera siempre mejorar mis notas.
A pesar de que ya nos conocíamos desde algún tiempo y nos habíamos hecho muy cercanas la una a la otra y que yo ya la había llevado a mi casa para que conociera en donde vivía y a mis padres, ella nunca me decía algo de su familia como en donde vivía, con quien. Es más, nunca lo supe, solo una vez me llego a decir después de insistirle tanto, que su madre había muerto cuando ella era solo un bebe prácticamente aún recién nacido y que no sabía nada sobre su padre. Al final me cansé tanto de insistirle con el mismo tema y de seguir encontrándome con un muro de concreto con sus respuestas y evasivas de su parte, que después de un tiempo, dejé de preguntar y de intentar saber.
Una vez, llegue a la escuela y muy efusivamente me le tire encima para abrazarla y saludarla ese día y en cuanto lo hice, ella inmediatamente se quejó del dolor. De inmediato, me quede paralizada cuando escuche su grito, así que muy lentamente me aleje de ella para no lastimarla más porque rápidamente pensé que sin querer, me había excedido con mi fuerza y la había herido, pero no fue así... - Gwen, por un momento, se queda en total silencio y con la mirada pérdida, sumergida en los recuerdos. Bebe un poco de agua para luego tratar de continuar.
- Y entonces, Gwen... - Le digo para que reaccione y continúe hablando, cuando finalmente vuelve a nuestra realidad, me mira y luego continua sin soltar el vaso de agua.
- De inmediato, le pedí una disculpa por haberla lastimado, pero ella rápidamente me pidió que me tranquilizara, que todo estaba bien, que yo no le había hecho nada malo y cuando logre respirar de nuevo por el alivio que me dieron sus palabras, le volví a dar un abrazo, pero esta vez me controle para dárselo con mucha delicadeza para no volver a lastimarla por culpa de mi brusquedad, pero de nada sirvió porque ella se volvió a quejar. De inmediato le pregunte que le ocurría y rápidamente intento evadir mi pregunta diciéndome que no era nada, que solo tenía un poco de dolor en el cuerpo porque se había caído por las escaleras de la casa en la que vivía y que por lo tanto, estaba un poco magullada y yo le creí.
Esa misma situación ocurrió un par de veces más, hasta que una vez ya no pude dejar pasar los constantes accidentes que ella sufría y ya no me pude quedar callada y sin averiguar lo que le estaba pasando. Así que un día, decidí arrinconarla en uno de los baños de la escuela y le levanté un poco el suéter y sus mangas, llevándome una total sorpresa y ahí fue la primera vez que le vi las heridas y los moretones que le hacían constantemente en su casa.
- Quieres decir que... - Trato de hablarle al interrumpirla por un momento, pero mi boca está completamente seca y mi garganta la siento como si tuviera algo que le impide tragar por miedo a la respuesta que ella me va a dar.
- Si Christofer, Mariana era golpeada constantemente por las personas con las que vivía. Sufría permanentemente de abuso físico y psicológico.
En cuanto ella me responde lo que yo no quería escuchar pero que con su relato era algo más que evidente, solo puedo beber un poco de agua para tratar de quitar ese taco que siento en la garganta y que me impide respirar bien porque a la vez, también me invaden una rabia y una frustración que quiero calmar y no mostrar.
- El abuso que ella sufría a veces era tan grave, que muchas veces no podía ir a la escuela por semanas por la cantidad de heridas, moretones y hasta huesos rotos que le dejaban las golpizas que recibía, porque muchas veces no se podía ni mover por los dolores que esto le provocaba.
- Huesos rotos... - Es lo único que logro susurrar antes de que se me cierre la garganta por completo.
- Muchas veces, intente que me contara quien la golpeaba de esa manera, hasta trate de seguirla hacia su casa algunas veces para averiguarlo, pero me fue imposible, ya que una vez me pillo y se puso furiosa, hasta dejo de hablarme por algunas semanas y cuando nos logramos contentar, ella me hizo jurar que nunca más lo intentaría hacer de nuevo por que según ella, era por mi bien y pues no me quedo de otra que cumplirle la promesa por que no estaba dispuesta a abandonarla con todo lo que le estaba pasando. Pero otra vez, se me ocurrió contarle a mi padre lo que le estaba pasando a Mariana en su casa y mi padre intento intervenir un par de veces, pero fue en vano y cuando su tutor que nunca mostro su horrible cara se dio cuenta, por medio de terceros mandaron a golpear a mi padre y amenazaron a nuestra familia. Mi padre por solicitud de mi madre, dejo las cosas como estaban. Solo nos limitábamos a curarla y ayudarla cuando ella llegaba huyendo a nuestra casa, pero después de algunos días, unas personas vestidas de negro siempre se la llevaban por la fuerza, por lo que a lo último ella dejo de intentar escaparse y no volver a molestarnos a nosotros para que no resultáramos heridos por su culpa, según ella.
- Pero nunca supieron realmente con que monstruo vivía?. - Le pregunto algo ansioso.
- Ella solo una vez me llego a decir que vivía con su tutor y la familia de este, que el hombre en el fondo no era malo, que los culpables de que él se enojara con ella y la golpeara, eran los hijos de este cuando mentían para salvarse el pellejo y evitar que los pillaran a ellos cuando hacían alguna estupidez, así que los malditos le echaban la culpa a ella y el señor solo pecaba por creer siempre en sus amados hijitos. En pocas palabras, ella siempre trataba de defender a ese hombre.
Escucho en silencio lo que Gwen me está contando y no puedo evitar pensar que esto tiene que ser una completa pesadilla, ella no pudo haber vivido semejante infierno.