Mientras ambos aún guardamos silencio, comienzo a sentir un poco de dolor de cabeza y el dolor en todo el cuerpo cobra un poco más de fuerza, creo que me había lastimado más de lo que pensé cuando rodé por el abismo y me estrellé contra el árbol.
Empiezo a sobarme un poco la cabeza para aliviar en algo la molestia que siento.
- Te pasa algo querida?. - Me pregunta Renata al entrar de nuevo en la sala.
- No es nada, solo que me está comenzando a doler un poco la cabeza. - Le respondo con una sonrisa para no darle importancia a la situación.
- Estás bien?. - Me pregunta Christofer muy preocupado y ansioso.
- Estoy bien, tranquilo. - Le respondo lo más tranquila que puedo para que no se siga preocupando.
- Cómo fue que te lastimaste?. - Me pregunta con angustia.
- Me caí por un abismo, rodé algunos metros y me estrellé contra un árbol. Nada de gravedad. - Le digo de manera graciosa para que se relaje.
- Menos mal que no fue nada de gravedad... - Me contesta con sarcasmo, yo solo le sonrío.
- Ten... tomate este analgésico y voy a traer más agua caliente con sales para ponerte en el costado y en la rodilla, que son los lugares con los hematomas más grandes. - Dice Renata de nuevo.
Me estoy sintiendo fatal por ponerla de enfermera, por lo que intento decirle que no es necesario, pero ella parece ver mi vergüenza y lo que iba a decir.
- No te apenes, necesitas de mi ayuda. - Me dice Renata como una madre.
- Gracias... - Le respondo al recibirle el medicamento para bebérmelo con el té caliente que aún tengo en la mesa.
- Cómo que hematomas?, acaso tienes más heridas?. - Me pregunta Christofer muy angustiado mientras me revisa con su mirada.
- Escúchame... estoy bien... - Le digo al poner mis manos sobre una de las suyas que esta sobre una de sus piernas.
Volvemos a quedarnos en silencio mirándonos fijamente por un momento cuando Renata vuelve a entrar, inmediatamente quito mis manos de la suya y me separo lentamente de él para que Renata me ayude con los paños de agua caliente y sales para bajar la inflamación, cuando me levanto un poco la blusa y el pantalón, quedan mis hematomas a la vista que ahora se ven mucho peor. Por un momento, logro ver el rostro de Christofer que está totalmente sorprendido y a la vez preocupado por ver mis hematomas.
Ya es de noche y la tormenta aún no se calma, antes de que la señal de la radio terminara por dañarse del todo, pudimos escuchar que mencionaban que no se veía oleada de vientos tan fríos y una tormenta de esta magnitud en más de cuarenta años.
Mientras los demás hablan, yo me quedo como hipnotizada mirando el fuego y la leña consumirse en la chimenea por un largo momento, pero no se cuánto. Hasta que al final siento como mis ojos por momentos se cierran sin poder controlarlos, pero llega un momento en que pierdo totalmente el control para dejarme en una inconsciencia total o por lo menos eso pensé.
- Acaso piensas que te mandas sola?. - Me dice al cerrar la puerta de la entrada y salida del servicio de la casa, la puerta que uso normalmente para ingresar y salir, ya que tengo prohibido usar la puerta principal de la casa.
- No es eso... - Intento decir mientras él me arrastra por el piso al sostenerme por el cabello.
- Esta es una casa decente!!!, hay reglas que se deben cumplir y estas no son horas de llegar... - Vuelve a decir mientras me lleva a mi habitación que es el sótano de la casa.
- Pero es que Virginia me pidió que fuera a la farmacia a comprarle algo para el dolor de estómago. - Logro decirle cuando me avienta contra una de las paredes de lo que es mi habitación.
- Eso es mentira papá. - Dice ella y cuando él se gira hacia mi más enojado que antes, la puedo ver sonreír y sacarme la lengua de manera burlona.
- Aparte de todo, mentirosa!!!. - Me dice mi padre al levantarme del suelo nuevamente por el cabello y pegarme una bofetada.
- Yo no miento!!!. - Le grito mientras comienzo a llorar.
- Asiii... y dónde está lo que compraste?. - Me pregunta después de que se acerca a mí con una correa en la mano.
- Es que... la farmacia a la que fui ya está cerrada y no es veinticuatro horas. - Le respondo al mirar fijamente la correa que tiene en las manos.
- Acá todos saben que esa droguería cierra a las ocho... - Me responde al arrojarme hacia el borde de la cama, haciendo que quede arrodillada y dándole la espalda.
- Ahora vas a recibir tu castigo por mentirosa e irrespetuosa... - Me sigue hablando y luego siento el primer golpe en mi espalda...
Abro los ojos lentamente, intentando recordar en donde me encuentro, parpadeo varias veces y me doy cuenta de que estoy en una habitación, luego escucho el sonido del viento afuera de las ventanas.
- Es cierto... estoy en la cabaña de esas buenas personas que me salvaron de morirme congelada. - Me digo a mí misma en voz baja.
Me siento en el borde de la cama mirando a mi alrededor y sacudiendo un poco la cabeza para tratar de eliminar de mi mente los rezagos de la pesadilla que acabo de tener, aunque creo que ya es hora de admitir que esas pesadillas que estoy teniendo con frecuencia, son recuerdos de lo que viví al lado de los Hazzard durante toda mi niñez y gran parte de mi adolescencia por muchos años.
Me levanto de la cama y voy de inmediato hacia la puerta para salir, cuando lo hago, puedo ver a Christofer que está sentado en el sofá grande al frente de la chimenea dormido.
Me acerco tratando de no hacer ruido, miro hacia un reloj de madera que está colgado en una de las paredes y puedo ver que son las once de la noche, definitivamente este ha sido un día demasiado largo. Me quito una de las mantas y arropo a Christofer con ella, luego camino hacia una de las ventanas y por lo que medio puedo ver porque la oscuridad es mucha, la tormenta no ha bajado ni un poco su intensidad.
Me giro y miro hacia la chimenea, donde me doy cuenta de que se está quedando sin leña, así que con dificultad logro arrodillarme para colocar dos piezas más al fuego para que no se apague.
- Estas despierta... - Me dice Christofer al acomodarse en el sofá y al rascarse un poco los ojos con la mano por el sueño que aún tiene.
- Porque no te vas a dormir un rato en la habitación en la que estaba. De hecho, porque estaba ahí?. - Le pregunto mientras intento ponerme de pie.
- Porque yo te llevé cuando te quedaste dormida en el sofá y Renata me dijo a dónde podía llevarte. - Me dice al tiempo en que se levanta para ayudarme a ponerme de pie.
- Te duele mucho?. - Me pregunta al levantarme.
- No te preocupes, estoy bien. - Le digo a la vez que estoy tratando de disimular la molestia.
- Veo que eres una mujer que se guarda todo para sí misma, como el dolor... pero a veces es bueno compartir con los demás como nos sentimos y me gustaría que conmigo lo hicieras, que me tengas confianza y me puedas ver como a un amigo. - Me dice al levantarme del suelo, acomodándome entre sus brazos, tomándome por sorpresa y provocando que me sonroje.
- Ya llevas seis meses en Londres y creo que nos llevamos bastante bien por lo que podemos ser amigos, puedes confiar tan siquiera un poquito en mí. - Me dice mientras me deposita en el sofá con mucho cuidado.
- Si... me está doliendo un poco. - Le respondo y luego cojo sus manos cuando se agacha para quedar a mi nivel, una vez que ya estoy totalmente sentada y acomodada en el sofá para quedar frente a frente.
- Te parece si a partir de ahora somos amigos?. - Le pregunto mientras le sonrió y extiendo una de mis manos para estrechar la suya y cerrar el pacto si él está de acuerdo conmigo.
- Me parece... amiga... - Me responde con una media sonrisa, con un brillo extraño en sus ojos que no puedo descifrar y estrechándome la mano.
El resto de la noche, nos quedamos en la sala hablando sobre la tormenta y sobre algunas experiencias que habíamos tenido en vacaciones con mal clima, como en navidad y cosas de ese estilo. Hasta me preguntó cosas sobre Vancouver, ya que aún no había tenido la posibilidad de ir pero que pensaba hacerlo algún día y más ahora con lo que yo le estaba contando del lugar, tal vez en sus próximas vacaciones.
El tiempo se nos fue volando con nuestra conversación y cuando nos dimos cuenta ya estaba amaneciendo.
- Creo que por fin la tormenta está cediendo, creo que voy a ponerme la ropa para la nieve nuevamente y voy a salir a buscar señal para hablarle a Max y decirle que estamos bien. - Me comenta Christofer mientras mira por una de las ventanas.
- Max. - Digo sorprendida.
- Si, él fue quien me contacto y me dijo que estabas desaparecida porque no le contestabas el celular y que tampoco habías llegado al lugar de la construcción, después de irme molesto para mi casa porque pensé que me habías dejado plantado porque si y por capricho. - Me dice mientras camina hacia la entrada de la cabaña para ponerse de nuevo la ropa.
- De verdad, gracias por venir a buscarme sabiendo que no tenías que hacerlo, que no es tu responsabilidad. - Le digo al caminar hacia él mientras veo como se pone la ropa para la nieve.
- Claro que sí es mi responsabilidad, además... no quiero que te pase nada. - Me contesta, pero la última parte la dijo con un tono de voz tan bajo, que no estoy segura de haber escuchado bien.
- Ya estoy listo, volveré pronto. - Me dice al subirse el tapabocas de tela y por último se coloca las gafas.
- Cuídate por favor y no te arriesgues. - Le digo y como si algo me hubiera poseído, me abalanzo hacia él y le doy un fuerte abrazo.
- No te preocupes, estaré bien... te prometo que no haré algo estúpido ni arriesgado y espera mi regreso. - Me dice al oído mientras corresponde mi abrazo, abrazándome con fuerza. Luego él sale, cierra la puerta y yo me quedo totalmente angustiada, me giro y veo cuando Joseph sale de donde creo que es su habitación algo adormilado.
- Alguien salió o entro?. - Pregunta al estirarse un poco.
- Como ha bajado un poco la intensidad de la tormenta, Christofer decidió salir a buscar algo de señal para avisar que estamos bien. - Le respondo al mirar de nuevo la puerta por la que él acaba de salir.
- Veo que casi no han dormido, aunque él te cargo a la otra habitación para que estuvieras más cómoda y descansaras mejor cuando te quedaste dormida en el sofá. - Me comenta Joseph al mirar por una de las ventanas.
- Él me cargo solo?... pensé que usted y él me habían llevado caminando o algo. - Pregunto algo sorprendida.
- No, él te cargo solo, se ve que tu novio se preocupa mucho por ti. - Me responde Joseph.
- Mi novio?. No, él no es mi... - Intento decir para sacar de su error a Joseph, pero Renata sale de la misma habitación hablando.
- Ya amaneció, aún hace frio, prepararé té para calentarnos un poco. - Dice Renata y luego ella sale de la sala junto a su esposo después de que este se acerca a ella para saludarla con un beso en los labios, dejándome sola al final.
Ha pasado alrededor de treinta minutos y Christofer aún no ha regresado, por lo que cada vez me siento mucho más intranquila y preocupada por su tardanza.
- Porque no comes algo Stefania, cuando él regrese no le va a gustar nada saber que no has querido desayunar algo. Estoy segura de que en cualquier momento él va a regresar sano y salvo. - Me dice Renata de manera muy tranquilizadora y antes de que pueda responderle, alguien vuelve a tocar la puerta.
Rápidamente me levanto de mi asiento, mientras Joseph abre la puerta de inmediato, permitiendo que Christofer vuelva a ingresar.
- Llegaste... - Digo en un susurro y con tranquilidad al verlo aparentemente bien.
- Cómo están las cosas afuera?. - Le pregunta Joseph al cerrar la puerta.
- La tormenta ha disminuido su fuerza considerablemente, si las cosas siguen así, creo que podremos irnos pronto. - Dice mientras se quita nuevamente la ropa para la nieve.
- Pudiste encontrar señal?. - Le pregunto.
- Si, logre hablar con Max y en cuanto se pueda nos encontraremos con él en Margate. - Me responde al pasarse una mano por su cabello.
- Bueno... creo que ahora podemos desayunar todos juntos. - Menciona Renata.
- Si, la verdad es que me muero de hambre. - Comenta Christofer.
- Que bueno que regresaste porque ella estaba tan preocupada por ti que no había querido comer nada. - Le dice de vuelta Joseph a Christofer al mirarme.
- Bueno... conmigo si va a comer... - Dice Christofer al mirarme algo serio.
- Definitivamente, ustedes hacen una hermosa pareja. - Dice muy animada Renata.
- Si, me acuerdan mucho cuando mi esposa y yo estábamos de novios. - Comenta Joseph.
- Es que nosotros... - Intento decir, pero Christofer avanza hacia mí, se coloca a mi lado pasando un brazo por mi hombro interrumpiéndome.
- Todos nos dicen lo mismo, verdad mi amor?. - Me dice y luego me obliga a mirarlo para guiñarme un ojo para que le siga la corriente.
- Si, es verdad... - Es lo único que logro decir.
- Bueno, ahora haremos que la señorita coma... - Dice Christofer mientras me guía hacia el comedor.