Al llegar a las imponentes puertas de Regalía, Alex se despidió de Tomas y agradeció su valiosa ayuda en el viaje. Con paso decidido, se encaminó hacia el majestuoso castillo que se alzaba en el corazón de la ciudad. Al entrar en el Salón del Rey, fue recibido con reverencia por los presentes debido a las hazañas oídas por partes del rey elfos y como ayudó a su reino, incluido un grupo de guardias reales liderados por un hombre de imponente presencia.
"Me presento como el héroe que fue invocado para proteger a este mundo," anunció Alex, con determinación en su voz.
El rey, llamado León, un hombre sabio con una mirada penetrante, arqueó una ceja con escepticismo. "¿El héroe, dices? Pero ya el héroe había llegado hace días," cuestionó, con un destello de duda en sus ojos.
Alex notó una figura de aura imponente junto al rey y pensó que se refería a él como el héroe. "¿Acaso ese es el que se llegó proclamando ser el héroe? Ya que lo logro comprender ya que es sumamente fuerte," preguntó, impresionado por la presencia del hombre.
El rey León soltó una carcajada suave, negando con la cabeza. "No, joven. Aldrich es nuestro más leal y valeroso guardia real, el héroe de una era pasada, no del presente. Respondió el rey con solemnidad. "Ese es Aldrich, el antiguo héroe que derrotó al rey demonio anteriormente."
Alex se quedó momentáneamente atónito, un destello de reconocimiento cruzando sus ojos. Aldrich, el héroe legendario del que tanto había oído hablar gracias a las historias de su mentor Eldor. La admiración por el hombre se reflejó en su rostro mientras recordaba las aventuras que Eldor había compartido sobre las hazañas del héroe y sus camaradas. Además, notó las cicatrices que cubrían el rostro y el ojo ciego de Aldrich, signos visibles de las duras batallas que había enfrentado en el pasado.
En ese momento, las grandes puertas del salón se abrieron de par en par, y una figura cubierta de sangre irrumpió en la sala. Era una mujer joven con el cabello rojizo, empuñando una espada ensangrentada con gracia y determinación. Aunque estaba agotada por la batalla, su mirada ardiente mostraba una determinación inquebrantable.
En ese momento, Alex quedó sorprendido por la aparición de la mujer. "¿Quién es ella?" preguntó, observando con curiosidad.
El rey León asintió con solemnidad, reconociendo la pregunta de Alex. "Ella es Aria, la Espada Ardiente. Una guerrera valiente y habilidosa la heroína actual y esperanza de nuestro pueblo en estos tiempos oscuros para enfrentar al rey demonio."
Una pregunta surcó la mente de Alex, dejándolo confundido y con una chispa de intriga. Mientras se despedía de Aldrich con un gesto de respeto, se preguntaba si realmente había sido el único héroe invocado a este mundo, o si acaso había más de un protagonista en esta lucha contra las sombras. El misterio de su propia existencia y la presencia de otros héroes lo envolvía en una neblina de incertidumbre.
Con esa duda flotando en su mente, Alex se preparó para los desafíos que aún estaban por venir, sabiendo que el camino hacia la victoria estaba marcado por más preguntas que respuestas.