El salón resonaba con el eco de la batalla reciente cuando la figura de Aria, la Espada Ardiente, se desvaneció en la distancia, dejando atrás una estela de misterio y determinación. Alex se quedó en silencio por un momento, procesando la revelación del Rey León sobre la heroína y la incertidumbre que eso generaba en su interior.
El rey León, observando la reacción de Alex, asintió con solemnidad antes de continuar: "Ella es nuestra esperanza en estos tiempos oscuros, pero tú también tienes un papel que desempeñar, Alex. Tu presencia aquí no es una coincidencia. Estoy seguro de que tus habilidades serán de gran ayuda en nuestra lucha contra el rey demonio."
El gesto generoso del rey León tomó a Alex por sorpresa. Agradecido, pero aún confundido por el repentino cambio de dirección en su destino, Alex asintió con gratitud. "Acepto tu oferta, Majestad. Estoy dispuesto a unirme al entrenamiento y contribuir en lo que pueda."
El rey León sonrió, satisfecho con la respuesta de Alex. "Excelente. Mañana te esperamos en el campo de entrenamiento. Será una oportunidad para que te unas a la heroína y al héroe antiguo en combate práctico y sparring. Será una experiencia valiosa para ti."
Después de una conversación amena con el rey León y sus consejeros, Alex se retiró del salón, su mente zumbando con pensamientos sobre el futuro incierto que le aguardaba. Se preguntaba cómo encajaría en este mundo, rodeado de héroes y leyendas, y qué papel desempeñaría en la batalla contra el rey demonio.
Decidido a aclarar sus dudas y mejorar sus habilidades, Alex se dirigió al campo de entrenamiento al día siguiente. A su llegada, fue recibido por una escena que le dejó sin aliento. Aria y el héroe antiguo, Aldrich, estaban en medio de una batalla de práctica, pero no era una lucha ordinaria.
Aria, con su espada reluciente, emanaba una energía ardiente y determinación en cada golpe. Su cuerpo estaba rodeado de llamas danzantes, que parecían alimentar su espíritu guerrero y aumentar su ferocidad en combate. Cada movimiento era una danza mortal, y el fuego que la rodeaba parecía bailar al ritmo de su determinación.
Aldrich, el héroe antiguo, por otro lado, era una fuerza imponente de la naturaleza. Su armadura, marcada por las batallas pasadas, resplandecía bajo el sol, y su espada ancestral, una reliquia de tiempos olvidados, cortaba el aire con un silbido ominoso. Pequeños destellos de electricidad emanaban de él, como si estuviera conteniendo una poderosa fuerza que amenazaba con desatarse en cualquier momento.
Alex observaba con asombro la batalla épica que se desarrollaba ante sus ojos. Nunca antes había presenciado tal exhibición de habilidad y fuerza. Cada movimiento de los dos guerreros era una obra de arte en sí misma, una danza mortal que desafiaba las leyes de la física y la gravedad.
Mientras Aria y Aldrich continuaban su duelo, Alex se dio cuenta de que había mucho que aprender de estos guerreros legendarios. Inspirado por su valentía y determinación, se prometió a sí mismo trabajar aún más duro para estar a la altura de su legado y contribuir a la lucha contra el rey demonio.