Tras la crucial ayuda recibida de Regalia, Alex se encontraba ante una decisión que definiría su destino. La colaboración de Regalia había sido esencial para la recuperación de Aeloria, pero la amenaza del rey demonio seguía acechando, un peligro demasiado grande para ser ignorado.
"Debo dirigirme a Regalia," declaró Alex, con una voz que, aunque firme, delataba la carga emocional de su determinación. "Es vital buscar el apoyo del rey. Solo así podremos prepararnos adecuadamente para la inevitable confrontación que nos espera."
Lyria, cuya destreza tanto en magia como en combate había aumentado significativamente, se veía a sí misma en una encrucijada similar. A pesar de su deseo de acompañar a Alex, reconocía la necesidad de fortalecerse aún más para estar a la altura del desafío que representaba el rey demonio.
"Mi deseo es acompañarte, Alex," admitió Lyria, su mirada reflejando la tormenta de emociones que albergaba. "Pero también comprendo que necesito adquirir mayor fuerza para poder enfrentar al rey demonio a tu lado. Me quedaré a entrenar con Elren. Prometo que, cuando nos reencontremos, estaré preparada para luchar contigo contra esta amenaza."
Elren, testigo de su conversación, mostró su aprobación con un gesto. "Has tomado una decisión sabia, Lyria. Juntos, intensificaremos nuestro entrenamiento. Y Alex, ten por seguro que cuando llegue el momento de unirnos de nuevo en esta lucha, estaremos listos."
El momento de la despedida estuvo marcado por una mezcla de sentimientos. Lyria se acercó a Alex y, en un gesto lleno de promesas y esperanza, lo besó. "Hasta que nos volvamos a ver," murmuró, infundiendo en esas palabras un compromiso firme y profundo.
Movido y fortalecido por la promesa de Lyria, Alex asintió. "Nos reencontraremos. Y juntos, haremos frente al rey demonio."
Con un gesto de gratitud y respeto, el rey de Aeloria entregó a Alex un regalo especial como muestra de agradecimiento: un anillo dimensional, una reliquia de gran poder que permitía teletransportarse a lugares previamente visitados. Con este regalo en su posesión, Alex se despidió de sus amigos y se encaminó hacia el puerto, donde un portal mágico lo aguardaba para llevarlo al pueblo pesquero que había visitado anteriormente.
Al atravesar el portal, Alex se encontró de nuevo en el bullicioso pueblo pesquero, donde el aroma del mar y el sonido de las gaviotas llenaban el aire. Con determinación en su corazón y el anillo dimensional en su dedo, se preparó para emprender la siguiente etapa de su viaje hacia Regalia.
Mientras tanto, Lord Arion recibía noticias de la partida inminente de Alex. Recordando el duelo que había sostenido con Alex y que había ganado, pero que había sido una victoria vacía, pues durante la lucha no había hecho nada para detener el asalto al reino. Lord Arion, siendo un noble de Aeloria, se sentía abrumado por un profundo remordimiento que había estado reprimiendo durante demasiado tiempo. Reconociendo su odio arraigado hacia los humanos como una debilidad y un error, especialmente después de que un humano lo ayudara durante el asalto al reino, se hizo una promesa solemne a sí mismo: volverse más fuerte, no solo como individuo, sino también como defensor de su reino. Decidió dejar Aeloria y dirigirse a otro lugar para comprender más a los humanos, con la determinación de enmendar sus errores pasados y ser un líder más justo y compasivo. Cuando finalmente se encontrara con Alex, esperaba poder expresarle su arrepentimiento y gratitud, y estar listo para cumplir cualquier solicitud que Alex hiciera en el futuro. No volvería a permitir que el prejuicio y la amargura lo cegaran, ni que su reino pagara el precio por sus errores pasados con eso en mente marchandose de Aeloria.