Alex es despertado por las suaves llamadas de las sirvientas, anunciando la llegada de un traje de gala enviado por el rey. Mientras se despierta medio adormilado, abre la puerta y se encuentra con Lyria, quien lleva consigo el elegante atuendo para la celebración.
Sin percatarse de su estado, Alex recibe la sorpresa en ropa interior, dejando a Lyria y las sirvientas momentáneamente impresionadas por la figura bien marcada del héroe. Las cicatrices de sus batallas anteriores adornan su torso, testigos silenciosos de los desafíos superados. Ante la inesperada escena, Lyria, visiblemente sonrojada, cierra rápidamente la puerta, sintiendo un rubor en sus mejillas.
Abochornada, Lyria insta a Alex a apresurarse, proporcionándole el traje de gala y recordándole la prontitud de la fiesta. "¡Oh, por las estrellas! Perdón por la interrupción, por favor, vístete pronto", balbucea Lyria con una risa nerviosa mientras se aleja, sin poder evitar que su mirada se deslice nuevamente hacia las marcadas cicatrices que cuentan la historia de las hazañas de Alex.
Mientras Lyria se retira, Alex, entre risas, murmura para sí mismo: "Creo que las cicatrices causaron más impresión que el propio traje. Pero bueno, al menos añaden un toque de intriga a la fiesta". Con ese pensamiento en mente, Alex se prepara para la festividad que está por desplegarse en el majestuoso salón del castillo de Aeloria.
Con un estruendoso ruido en la lejanía, un navío llega al puerto de Aeloria. La noticia de la llegada de Elren, el hijo del rey y comandante de los guerreros élites, se propaga rápidamente entre los elfos, y el ambiente se carga de emoción y celebración.
Desde el castillo, se escuchan vítores y gritos de júbilo mientras la multitud aclama la llegada triunfal de Elren. La algarabía se mezcla con la música festiva que resuena en el aire, creando un ambiente de alegría y expectación.
La puerta del castillo se abre, y Elren, ataviado con una armadura resplandeciente, irradia una presencia imponente. Los elfos se arremolinan a su alrededor, expresando gratitud y admiración por el héroe que ha liderado la defensa del reino contra las fuerzas demoníacas.
Lyria, al enterarse de la llegada de su hermano, corre emocionada hacia el. Los ojos de los hermanos se encuentran en medio de la multitud, y una sonrisa llena de complicidad ilumina sus rostros. La reunión de la familia real de Aeloria marca un momento de felicidad en medio de las sombras que se ciernen sobre el reino.
Elren hace una parada en el trono de su padre, el Rey. El reencuentro es emotivo; el Rey, con una mirada llena de orgullo, abraza a su hijo, reconociendo no solo su valentía sino también la fortaleza y lealtad de los guerreros que lo acompañan. "Tu regreso marca un día de júbilo para todo el reino, hijo mío. La celebración de esta noche será digna de tu victoria", declara el Rey, cuyo semblante refleja tanto el alivio por el retorno seguro de su hijo como la gravedad de los tiempos que enfrentan.
Con el ocaso aproximándose, Elren y sus guerreros deciden retirarse, no sin antes recibir la bendición de su padre. Cada guerrero, llevando consigo el honor de su linaje, se dispersa para reunirse con sus seres queridos, compartiendo historias de valentía y sacrificio. Las calles de Aeloria se llenan de risas y lágrimas, reuniendo a familias y amigos en un preludio de festividad.
Alex, acompañado por Lyria, se adentra en la festividad, siendo recibidos con miradas curiosas y murmullos entre la nobleza élfica. A pesar de la hospitalidad del rey, la desconfianza persiste entre algunos nobles, especialmente después del encuentro con Lord Arion.En el centro del salón, Elren espera con una expresión de triunfo y orgullo. Al notar a su hermana y al héroe que la salvó, le dedica una sonrisa de agradecimiento y se acerca para saludarlos. "Gracias por traer de vuelta a mi hermana sana y salva. Eres un héroe en Aeloria", expresa con gratitud hacia Alex.
Lyria, emocionada, presenta a Alex como su salvador y compañero en esta misión. La multitud, aunque aún con ciertos resquemores hacia los humanos, muestra su respeto y aplaude la valentía de Alex. Durante la celebración, Alex se encuentra con Lord Arion, quien no oculta su desprecio. "Espero que disfrutes de tu estancia en nuestro reino, humano. Aunque no todos compartimos el entusiasmo por tu presencia", murmura con hostilidad. La tensión en el aire aumenta, anticipando un enfrentamiento inminente.
Lyria, preocupada por la situación, insta a Alex a mantener la compostura y evitar conflictos innecesarios. A medida que la noche avanza, la música y la danza llenan el salón, pero la sombra de la desconfianza persiste.
La fiesta en Aeloria alcanza su punto culminante bajo un cielo estrellado, con el salón del castillo vibrando al ritmo de la música y las risas. Los platos delicados, cada uno más exquisito que el anterior, desaparecen de las mesas mientras los elfos celebran con un fervor que ilumina sus rostros ancestrales. Las historias de valentía y magia se entrelazan con los acordes de los músicos, creando un tapiz de festividad que envuelve a todos en calor y alegría.
En medio de la celebración, los primeros acordes de una canción especialmente querida por los elfos comienzan a resonar, una melodía que invita a los corazones a unirse en el baile. Es una canción de esperanza y unidad, cuyas notas parecen elevarse por encima de las paredes del castillo hacia las estrellas mismas.
Lord Arion, con su porte distinguido y una sonrisa cautivadora, se acerca a la princesa Lyria, con la intención de invitarla a bailar. Sin embargo, su voz se pierde en el torbellino de música y conversaciones, un intento inadvertido por la princesa, cuya atención ya está fijada en otro.
Emocionada y llevada por el momento, Lyria se gira hacia Alex, sus ojos brillando con una luz que refleja la belleza de la noche. "¡Alex, bailemos!", exclama, tomándolo de la mano con una alegría contagiosa. Alex, sorprendido pero encantado, se deja llevar por la princesa hacia la pista de baile, dejando atrás a un Lord Arion ligeramente desconcertado y desairado.
Mientras Lyria y Alex danzan, el salón los rodea en un círculo de admiración y sorpresa. Los movimientos de la pareja, aunque no del todo acordes con las tradiciones élficas, desbordan de una alegría genuina y una conexión palpable. La princesa, con su gracia innata, guía a Alex a través de los pasos, mientras que él, con un esfuerzo admirado, sigue su ritmo, ambos riendo ante los pequeños tropezones y las miradas compartidas.
La música envuelve a la pareja, y por un momento, el mundo exterior desaparece, dejando solo a dos almas bailando bajo la luz de las estrellas. La desconfianza y las tensiones se disipan en ese instante mágico, donde la unión de dos mundos se celebra en un baile.
El resto de los invitados, movidos por el ejemplo de Lyria y Alex, comienzan a unirse en el baile, creando una ola de movimiento y felicidad que invade el salón. Incluso aquellos que mantenían reservas hacia el héroe humano se encuentran cautivados por el espíritu de la celebración, reconociendo, aunque sea por una noche, la unidad que la música y la danza pueden traer.
En ese momento, la fiesta de Aeloria se transforma en un testimonio de esperanza, una demostración de que, a pesar de las sombras que amenazan desde los confines del reino, la luz y la alegría pueden encontrar su camino, uniendo a todos en una danza de unidad y celebración.
Mientras la fiesta en Aeloria se sumerge en un remolino de alegría y la música eleva los espíritus de todos los presentes, una figura se desliza discretamente hacia la salida. Este individuo, cuyas intenciones parecen desentonar con el espíritu festivo, capta la atención de Alex, quien, guiado por su instinto, percibe algo sospechoso en la partida prematura del desconocido. Sospechando que podría tratarse del informante que ha estado buscando, decide seguirlo para averiguar más.
Sin embargo, antes de que pueda actuar sobre su impulso, Lord Arion, notando la intención de Alex de abandonar la sala, lo intercepta con una mezcla de desdén y desafío. "¿A dónde crees que vas, humano? Dejar a la princesa sola y abandonar una fiesta en tu honor es una falta de respeto imperdonable", acusa Lord Arion, elevando su voz para que todos los presentes dirijan su atención hacia ellos.
Aprovechando la situación, Lord Arion lanza un reto a Alex, insinuando que un duelo podría resolver la cuestión de honor. "Si realmente valoras el honor de la princesa, demostrarás tu valía en combate", desafía, mirando fijamente a Alex, esperando una respuesta.
Lyria, al escuchar la propuesta de duelo, interviene, "No es necesario, Lord Arion. Alex no tenía intención de faltar al respeto". Sin embargo, el rey, interesado en la propuesta y quizás viendo una oportunidad para evaluar las habilidades del héroe que salvó a su hija, acepta la idea del duelo. "Será una buena ocasión para ver las habilidades de nuestro invitado", declara el rey, su voz imponiendo silencio en la sala.
Lyria, claramente enfadada y preocupada por las implicaciones de esta decisión, se ve obligada a aceptar la voluntad de su padre. El rey entonces declara, "Disfrutemos de la fiesta esta noche. Mañana presenciaremos un enfrentamiento entre Lord Arion, de la noble familia ..., y Alex, el salvador de Lyria. Será un duelo para recordar".
La declaración del rey marca un giro inesperado en la noche, transformando la atmósfera de celebración en una de anticipación tensa. La fiesta continúa, pero la noticia del duelo planea sobre los invitados, generando murmullos y especulaciones. Lyria, aunque frustrada, se queda al lado de Alex, ofreciéndole su apoyo y asegurándose de que no se sienta solo en este desafío inminente.
Este giro de los acontecimientos no solo pone a Alex en una posición delicada sino también revela las complejidades de la política y las rivalidades dentro del reino élfico. El enfrentamiento que se avecina no es solo un duelo por el honor; se convierte en un escenario que podría definir la posición de Alex dentro de Aeloria y, posiblemente, alterar la percepción de los elfos hacia los humanos.