La sala, ya impregnada de emociones intensas por el reencuentro familiar, se llena de una nueva atmósfera de hospitalidad y gratitud. El rey, queriendo honrar a Alex por su valentía y la devolución de su hija, se dirige a él con una propuesta generosa. "Como invitado de honor de nuestro reino," declara el rey, "te ofrecemos descanso en una de nuestras mejores habitaciones. Será un lugar digno para que recobres energías para la celebración que tendremos mañana. Queremos que asistas al festín de bienvenida, tanto para celebrar el regreso victorioso de mi hijo, Elren, como el regreso de Lyria, la princesa de nuestro reino. Será un honor contar con tu presencia y la de tus acompañantes en esta festividad." Con estas palabras, se evidencia la alta estima y el respeto que el rey y su corte han comenzado a desarrollar hacia Alex y sus compañeros.
Alex agradece la oferta y acepta el generoso gesto del rey para descansar como invitado de honor. Sin embargo, Ruben y los demás pescadores, agradecidos por la hospitalidad pero deseosos de reunirse con sus seres queridos en su pueblo, deciden rechazar la oferta del rey. Explican que su compromiso original era llevar a Alex y Lyria hasta Aeloria y que ahora necesitan regresar a sus hogares. El rey, comprendiendo la situación, acepta respetuosamente su decisión y les desea buena suerte en su regreso. Como muestra de agradecimiento, el rey les ofrece un barco en mejores condiciones que el suyo propio, que se encontraba afectado por los eventos recientes. Es un gesto de reconocimiento por traer de vuelta a su hija y al salvador de Aeloria a su reino.
Lyria, emocionada por mostrarle Aeloria a Alex, propone a su padre un recorrido por su hogar. Aunque el rey insiste en que debe ir acompañada por la guardia real por razones de seguridad, Lyria, un tanto enfadada, le asegura que está con su salvador, quien la protegió en situaciones mucho más peligrosas. Preocupado pero confiando en la determinación de su hija y la compañía de Alex, el rey accede y permite que Lyria realice el recorrido en solitario con su salvador.
Entre los magníficos jardines de Aeloria, Alex y Lyria disfrutan de una tarde inolvidable. Flores de colores vibrantes adornan el paisaje, mientras el suave murmullo de arroyos cristalinos crea una melodía tranquila. Los pueblos elfos, con sus arquitecturas elegantes, se mezclan armoniosamente con la naturaleza exuberante que los rodea.
La tarde transcurre en una emotiva sinfonía de risas y conversaciones. Comparten experiencias, sueños y risas, sumergiéndose en la rica historia de Aeloria. La comida, preparada con maestría por los habitantes del reino, deleita sus paladares con sabores exquisitos y aromas encantadores.
Juntos, pasean por callejones adoquinados, exploran antiguos monumentos y se sumergen en la cultura elfa. El sol tiñe el cielo con tonos cálidos mientras las sombras alargan sus figuras. La complicidad entre Alex y Lyria crece con cada paso, tejida por la magia de Aeloria y la conexión que comparten.
La tarde avanza hasta que el sol comienza a descender en el horizonte, pintando el cielo con tonos dorados y púrpuras. Tras disfrutar de una emotiva tarde explorando los bellos jardines y pueblos de Aeloria, Lyria, con un rubor evidente, propone llevar a Alex al Castillo para mostrarle su hogar. Comparten una comida juntos y pasean hasta que anochece, sumergiéndose en la belleza del reino élfico.
En el camino de regreso al castillo, se topan con Lord Arion, un joven noble que previamente criticaba a los humanos. Lord Arion se inclina con cortesía hacia Lyria y, con una sonrisa falsa, expresa: "Princesa Lyria, qué grato es ver tu regreso al reino. Aunque, lamento decir, no esperaba encontrar a un humano en nuestra compañía."
Mientras se alejan, Lord Arion se mantiene enojado por la actitud de Alex y murmura para sí mismo, planeando represalias en la fiesta de mañana. Lyria, al darse cuenta de la tensión, discute con Alex sobre su manera de actuar frente a Lord Arion, expresando su preocupación por las posibles represalias. A pesar de sus desacuerdos, Lyria decide dejar a Alex en su habitación con un deseo de buenas noches, comprometiéndose a encontrarse en la fiesta al día siguiente. La tensión en el aire anticipa desafíos en la celebración por venir.
Dentro de la suntuosa habitación, Alex admira la lujosidad que la rodea, pero su atención se desvía hacia su propia figura cuando comienza a despojarse de la vestimenta y la armadura. Las cicatrices de guerras narran historias de enfrentamientos pasados, pero una resalta con intensidad: la herida provocada por Asmodeus, el comandante que arrebató la vida de su mentor.
Mientras Alex se sumerge en el merecido descanso, en otra parte de Aeloria, el hijo del rey, comandante de los guerreros de élite, lidera valientemente la vanguardia en una pradera. En la intensa batalla en la pradera, Elren, hábil con sus dobles espadas, se lanza valientemente contra los demonios. Su destreza en el combate es evidente mientras corta y parry los ataques enemigos, liderando a su ejército con una determinación indomable. La pradera se convierte en un escenario caótico, pero Elren, con su habilidad táctica, coordina a sus guerreros para enfrentarse eficientemente a cada demonio.
Finalmente, después de una feroz lucha, los guerreros de élite bajo el comando de Elren prevalecen. El campo de batalla está sembrado de cuerpos demoníacos derrotados. En un acto de triunfo, Elren envía un ave mensajera, portadora de la buena noticia de sus triunfos, hacia el castillo del rey para informar sobre la victoria a su padre. La majestuosa ave alza el vuelo, llevando consigo las noticias de la valiente victoria en la pradera.
En la conclusión de la batalla, surge un demonio desfigurado entre los cadáveres, su rostro mostrando horrores inimaginables. Elren, al percatarse de la amenaza, ordena a sus arqueros que lancen una lluvia de flechas hacia el ser putrefacto. Sin embargo, el demonio, moviéndose con una velocidad sobrenatural, esquiva cada flecha con destreza, riendo mientras se burla de la tentativa de ataque.
Con una expresión sádica, el demonio proclama: "Esto será divertido", y, en un acto sorprendente, agarra una flecha en el aire y la lanza con fuerza hacia uno de los guerreros. Aunque este logra esquivar por poco, resulta herido, revelando la peligrosa agilidad y habilidad del demonio putrefacto. La amenaza persiste, dejando a Elren y sus guerreros en guardia.
Ante la amenaza inminente del demonio putrefacto, Elren y sus guerreros deciden huir hacia su navío. Mientras escapan, el demonio proclama con ferocidad: "Proclamaré 10 vidas por cada demonio que cayó aquí". Como segundo al mando del ejército, está decidido a vengar la muerte de sus camaradas.
En un intento desesperado de detener al demonio, Elren ordena a sus arqueros que le disparen una lluvia de flechas. El demonio, ágil y veloz, se mueve con destreza para esquivar los ataques. Aunque las flechas vuelan a su alrededor, el ser putrefacto sigue persiguiendo implacablemente, dejando a Elren y sus guerreros en una carrera frenética por salvar sus vidas.
Al acercarse al navío, surge un problema con su arranque, y en medio de la tensión, 10 valientes guerreros se ofrecen voluntarios para detener al demonio y permitir que los demás escapen. Aunque Elren se muestra reacio, los guerreros insisten en que el futuro rey y único heredero al trono no debe perecer ante ese demonio. Decididos y valientes, bajan del barco y arremeten contra el ser putrefacto, enfrentándose a él con coraje y determinación. Mientras tanto, Elren observa con angustia desde el navío, esperando que sus compañeros guerreros puedan cumplir su sacrificada misión.
Mientras los valientes soldados logran detener al demonio temporalmente para permitir que el navío salga al mar, Elren, desde la distancia, observa horrorizado cómo sus camaradas caen uno tras otro ante la criatura. El demonio, con una risa gutural y amenazante, proclama su presencia con un tono desafiante: "¡Caerán todos ante mí! ¡Sus vidas pagarán el precio de cruzarse en mi camino! ¡Prepárense para la aniquilación, débiles mortales!" El demonio, que revela ser el tercer al mando del ejército demoníaco, muestra una brutalidad despiadada al devorar a los soldados caídos. En un último acto de desafío, lanza la cabeza de uno de los valientes guerreros hacia el navío con una fuerza sin igual, dejando en claro que su amenaza persiste.
Elren, desde la distancia, observa impotente cómo su navío se aleja, llevando consigo en su corazon a los valientes soldados que se sacrificaron para detener al demonio. La frustración y la furia arden en sus ojos, sintiendo el peso de la pérdida de aquellos que le juraron lealtad. Sin embargo, su deber como heredero al trono lo llama de regreso al reino para informar a su padre sobre la amenaza que se avecina.
Alex, al ser despertado por las llamadas de las sirvientas en la lujosa habitación del castillo, se encuentra listo para enfrentar los desafíos que les esperan en Aeloria. La noche anterior ha dejado huellas de intriga y desconfianza, pero también ha fortalecido los lazos entre él y Lyria. Con el nuevo día, se prepara para la fiesta de bienvenida y las revelaciones que puedan surgir.