Jeon Yu estaba cansado de la tensión que envolvía la mansión Jeon, por lo que se preparó para salir de fiesta esa noche. Invitó a algunos amigos y les contó sus planes, pero ninguno accedió, dijeron que salir a bailar justo cuando el hermano Qi pasaba por un mal momento no dejaría bien parada a sus familias.
—El hermano Qi esto, el hermano Qi aquello —apretó la plancha de cabello en su mano al recordar el rostro sonrojado de su hermano mientras se aferraba a los brazos de Rong Wei y como este lo sostenía como si fuese un tesoro preciado.
El único tesoro de Rong Wei debía ser él, nadie más.
¿Entonces, por qué todo parecía estar equivocado?
El omega soltó un gruñido y la plancha cayó de sus manos. Entró en el baño y frotó rápidamente la piel enrojecida bajo el agua, maldiciendo y llorando por el ardor de la quemadura.
Estos días era como si simplemente nada le saliera bien. Sus notas habían bajado, las inversiones a las que había apostado se desplomaban, incluso algo tan intangible como el aprecio de su familia llegaba al punto que ni siquiera le dejaron conservar el asistente que lo ayudaba en estas cosas ¡Todo porque su hermano había sido atacado por alfa heredero de la familia Seong, y pese no ocurrió nada grave, su familia necesitaba todo el personal de la mansión para atenderlo!
Se dirigió a la cochera y se sorprendió al ver a uno de sus amigos bajando de un auto. Una sonrisa alentó su sombrío rostro. El otro omega no sonrió al verlo, sino levantó el ramo se rosas y explicó que venía a visitar al primer joven maestro.
La sonrisa en los labios de Jeon Yu se tensó, volviéndose una mueca. Claro, si el primer joven maestro sufría una pequeña cosa todo resulta así para el segundo. Jeon Yu pasó por su lado en silencio y siguió adelante.
En el recorrido del enorme estacionamiento de la villa, lo único que se escuchaba eran los consuelos de sus propios amigos y familiares dentro de la habitación principal de Jeon Qi. Y en el camino fuera del aparcado escuchó que la Señora Seong había ido a pedir disculpas como cabeza de la familia Seong.
—Y ese bastardo seguramente esta planeando otra estupidez mientras organiza un bufet para los abandonados —dijo Jeon Yu mientras conducía.
El hijo de la familia Seong, Seong Ho, era un alfa irresponsable y despreocupado que solía perder el tiempo bebiendo y drogándose con prostitutas. Esto, por supuesto, debajo del ojo público. A simple vista vendía la imagen de príncipe encantador flechando los corazones de miles de fanáticos que incluso habían colocado sus trincheras frente al juzgado para protestar por la inocencia del alfa. Pero si se investigaba un poco, se descubría que en realidad era una persona promiscua y desagradable, del tipo déspota y arrogante que creía estar sobre los demás por haber nacido para ser el líder de una gran familia.
El cómo esta persona había desarrollado una obsesión por perseguir a Jeon Qi luego de la ruptura cuatro años atrás, a Jeon Yu no le interesaba saberlo. Solo recordaba haberlo visto a lo lejos, usando ridículos anteojos y peinado hacia atrás, irrumpiendo en la villa con regalos de mal gusto y extravagantes.
También recordaba haber olido aquellas feromonas que habían estado impregnadas en todas esas cosas.
Que asco.
En fin, ya que saldría solo decidió ir a una disco que estuviera un poco alejada de la ciudad A para no llamar la atención de los medios. Lo que menos quería era que reporteros se atravesaran delante de su auto con cámaras y luces a decir «Joven segundo, ¿podría hablarnos de la situación de su hermano mayor?».
Si alguien decía algo así, juraba por dios podría gritar y golpearlo.
La discoteca que encontró no le resultó familiar, pero eso estaba bien. A su atuendo ceñido le sumó un abrigo marrón y una gorra negra hacia atrás. Ya que estaba solo y pensaba disfrutar en un lugar desconocido, era mejor si no dejaba ver su ropa de tienda exclusiva. Además parecía que acababa de llover en esa zona, por lo que le venía bien protegerse del frío.
Aparcó a unas cuadras y luego entró al establecimiento.
Si lo comparara con el antro más lujoso en el que había estado, este lugar no era mejor que una pared sin pintar pero tampoco era algo intolerable. Bajo la oscuridad y las luces de colores parpadeantes, muchas personas bailaban y bebían olvidando sus vidas por un momento.
Jeon Yu llegó a la esquina de la barra con unos cuantos empujones y se sentó.
—Dame uno de estos.
Señaló la imagen de una copa en la pared. No sabía lo que era, pero daba igual. No es como si bebiera alcohol porque le gustara el sabor. Al igual que aquellas personas, solo quería olvidar y pasarla bien.
El barman sirvió una copa, el joven la recibió y la sostuvo de forma elegante en una de sus manos. Algunas personas que vieron la escena se acercaron a preguntar qué clase de bebida especial era esa y se sorprendieron al saber era una de las más económicas. Algunos que tenían la misma copa en sus manos se quejaron, aunque era la misma, el joven parecía un hada blanca en un lugar profano mientras ellos parecían monos con un plátano.
—El hombre de allá también tiene una belleza enigmática como él.
Jeon Yu escuchó la conversación de un grupo de chicas hablando cerca de él.
—No es igual, no puedes comparar la belleza del cielo con la tierra. El hermano pequeño es delicado y soleado como un jardín floreado, mientras el alfa se ve oscuro y misterioso como la profundidad del océano.
—¿El alcohol te vuelve poeta? —bromeó la otra.
—A mi me da algo de miedo ¿eso no parece ser sangre en su abrigo?
—Se ve sexy.
—A mí me calienta.
El alfa mencionado era un hombre de ceño fruncido y cabello negro desaliñado sobre la frente que parecía escuchar con aburrimiento lo que otro hombre conversaba animadamente. Jeon Yu entrecerró los ojos sintiendo parecía un indigente de dos metros, luego miró hacia otro lado.
Otras personas no fueron tan inocentes al hablar y preguntaron directamente si la hermosa hada aceptaba compañía o si podían ofrecer un trago. Jeon Yu pensó en estas personas con una expresión de asco. Por el contrario, pese a las miradas indiscretas, nadie se acercaba a menos de tres pasos del hombre de gabardina sucia. Poco después incluso el hombre con el que hablaba se marchó con una expresión complicada. Jeon Yu estaba molesto por esto, pero no es como si pudiera pedirle al fortachón de dos metros y mirada intimidante el secreto de su privacidad. Hablando de eso ¿por qué no llevaba zapatos? ¿en realidad era un indigente?
—¿Por qué no quieres venir, pequeña mierda?—uno de los hombres a los que había rechazado varias veces tiró la copa que Jeon Yu llevaba a la mitad— ¿Te haces de rogar solo porque tienes una cara bonita? Al inicio pensé que eras beta y fui paciente contigo, pero solo eres un omega ¿y te haces el difícil?
Jeon Yu vio su copa rota en el suelo y dijo tranquilamente:
—Lo siento, es que no suelo hablar con perros porque cosas como estas pasan cuando salen sin correa.
El alfa rio y lo tomó del cuello.
—Debes ser un maldito niño rico, son los únicos que creen que tienen poder aunque son simples omegas.
Jeon Yu soltó una risa ahogada y dijo palabra por palabra.
—No creo, tengo poder.
Había dicho esto, pero en realidad no tenía a nadie. Incluso no exagera si dice que solo Dios sabe dónde esta. Sin embargo, como joven maestro de una de las cuatro poderosas familias, fue enseñado a no tener miedo ¿y qué si este alfa hace algo? Aunque sea un segundo joven maestro ignorado, aún sigue siendo un joven maestro.
—Ya veremos quién tiene poder sobre quién, bastardo engreído —El alfa soltó sus feromonas mientras se relamía los labios.
Jeon Yu apretó los dientes al oler las feromonas, sintiendo los dedos grasosos del alfa lo asfixiaban. Una sonrisa burlona se extendió en sus labios. Aunque oliera las feromonas de un simple alfa, a menos que no fuese un alfa dominante, su cuerpo podría tolerarlo. ¿Cómo se atrevería a salir de casa sin algún guardaespaldas si no fuese el caso?
Pese a que también pensó esto, aún era un alfa arrastrando por la fuerza a un omega. Las personas a su alrededor permanecieron de pie, culpando en su interior al omega por salir sin la compañía de otras castas.
Hasta que…
—Suéltalo.
Un hombre, que había estado mirando en silencio, se paró detrás del omega y puso su palma sobre el agarre del alfa.
—¡Quién diablos! Yo lo vi primero.
—¿Y qué? —la voz del recién llegado era baja y contenía una advertencia— ¿Crees que también me puedes obligar?
Apretó el agarre y con ello aflojó sin esfuerzo la mano del agresor.
Jeon Yu cayó sobre el regazo del otro, tosiendo y tosiendo, percibiendo un aroma mentolado y ferroso en la ropa del alfa. El alfa agresor estaba en el suelo y soltó un gruñido adolorido.