Los prisioneros en Brahams no le quitaban la vista al pelo negro y rubio. Durante el almuerzo, la víctima de aquel criminal, permanecía en silencio. Francis aún se recuperaba, pero había cambiado físicamente, luciendo un tanto ojeroso y más flaco.
Blonder comió algo de pan y después de mirar a sus lados, se enfocó en su compañero — Hijo, entiendo cómo te sientes. Pero no puedes permitir que gran tu debilidad, de lo contrario lo volverán a hacer. Confía en lo que te digo.
Su mirada verdosa se giró en su dirección y después volteó hacia la mesa donde se encontraba su agresor, pero sin cruzar mirada — No lo sé, Señor Auschbely — suspiró — pensé que podía tolerar esto, pero me parece injusto — apoyó su cabeza sobre su brazo en la mesa, mientras se agarraba la costilla con la otra mano vendada.
Blonder le tocó el hombro para darle consuelo, pero el joven no reaccionó como esperaba.
En casa de la joven Apricot y en compañía de su hermano, esperaban la llegada del único familiar materno que tenían. La hermana se aproximó al más pensativo y se sentó a su lado en el sofá, ofreciendo una sonrisa.
— Me hubiese gustado saber esto, antes — mencionó el galante.
— También yo — compartieron una expresión cómplice — pero sabes, lo que importa ahora es que ya no habrá una línea divisora, jamás.
— Eso espero. Pero por mi cuenta corre que así sea — dijo con una mirada protectora.
La alarma de la entrada alertó a ambos y Nadine le tomó de la mano, llevándole hacia el umbral de un nuevo comienzo. Al abrirse la puerta, la mirada zafiro de la mujer se hizo pequeña y sentimientos del pasado envolvieron su mente. Al mirar a su sobrino, percibió a la progenitora de ambos, regalando una mueca de júbilo y nostalgia que se formó lentamente en su rostro.
— Viperón… Nadine — les miró simultáneamente. La de labios rojos saludó con alegría y dio un par de pasos dejando a su hermano y a su tía en el momento.
El albino permanecía callado y leía a la mujer con la mirada, descubriendo similitudes entre ella y su hermana. Pero también, encontrando un vago recuerdo en su mirada, relacionado con aquella mujer que le había dado la vida.
— Eres idéntico a Bailey — hizo mención con un dejo de sentimiento.
El chico se limitó a expresar algo referente al comentario — Un gusto, señora Apricot — extendió su mano, guardando sus emociones.
— Puedes llamarme, Scarlett — tomó su mano. Nadine presenciaba el momento sin decir nada — su madre fue mi hermana y aunque sé muy poco de ti, eres mi sobrino al igual que Nadine. Ustedes son los únicos «Apricot» después de mí.
— Claro — sonrió leve y se acomodó el saco.
— ¿Gustan tomar algo? — la joven decidió hablar para apaciguar la tensión. Dirigieron su mirada aceptando la invitación.
En el callejón penumbra, el trío se sumergía en uno de los locales de mala muerte. Preparados para enfrentar las razones que esperaban. La mujer del local de comida les llevó detrás de una cortina en lo que supuestamente era la cocina y ahí les comunicó con el mandamás. El hombre de aspecto poco fiable, les recibió en su morada.
— Hemos venido por la información — habló la de cabello matizado — ¿logró averiguar algo?
El hombre subió una pierna sobre la otra y miró a Heavy y Lazarus detenidamente — ¿Vienen por la misma razón?
— Así es — afirmó Sveinn y dio un paso al frente.
— Muy bien — cruzó los dedos — Sí, logré averiguar sobre el tipo. ¿Francis Rummage, cierto?
— Lazarus y Alonder confirmaron con la mirada — efectivamente está en Brahms. Ya lleva su tiempo ahí y al parecer está con alguien más, ¿es amigo suyo, también?
Los tres se miraron algo extrañados — Francis es nuestro único amigo, desconozco de quién se trate — aclaró Wonder.
— Así es, nuestro amigo está ahí injustamente. Sabe usted de alguien que podría ayudarnos, o tal vez usted — preguntó Sveinn.
El hombre se acomodó hilarante — ¿No hablan en serio? Están hablando de Bloodfield.
— ¿Entonces no hay manera? — habló la pelirroja. — ¿tienen contactos ahí, no?
El hombre se puso de pie y le miró con una sonrisa — Así es, señorita. Pero si bien no es imposible, tampoco es fácil. Hacer algo así, lleva un proceso y tiene un costo alto — Los tres se miraron y se reunieron a unos pasos del hombre. Este se cruzó de brazos — Será mejor que tomen una decisión y se den prisa o mañana su amigo podría estar muerto.
Sveinn dirigió la vista al hombre y caminó hacia él con el seño fruncido — ¿Por qué lo dice?
— Porque es una prisión peligrosa y para más detalles. Quizá su amigo ya libró una, pero no hay segundas oportunidades cuando se trata de matones. A fin de cuentas, ya están tras las rejas.
La expresión de Alonder se desvaneció sintiendo una punzada en el pecho, Heavy puso una mano en su hombro. Sveinn pasó saliva con dificultad, sintiendo el peso de la culpa.
— ¿Cuánto quieres?
El hombre dibujó una mueca y mostró una cifra en un papel, Sveinn la tomó y casi se va de espaldas.
— No pueden quejarse, se trata de su amigo. ¿No? — Alonder se acercó a Lazarus y echó un vistazo, sintiendo un nudo en el estómago, la misma sorpresa fue para Heavy — Es más, solo porque se trata de su amigo, les daré una ventaja. Su amigo tendrá protección en prisión, lo prometo. Así podrán reunir el dinero sin preocupación, pero recuerden, cuanto antes mejor, la vida es una ruleta.
Los tres volvieron a salir después de pactar el trato. Atravesaron el túnel con sofocación.
— Aún con mis ahorros, no sería suficiente — dijo Wonder con impotencia.
— No puedo ayudar mucho ahora, perdí todo lo que tenía junto a mi barco.
Lazarus compartió el mismo sentimiento — Tampoco es suficiente y aún si me matara trabajando horas extra, no lo sé — Lazarus se quedó en sus pensamientos — Ahora que lo pienso… Puede que haya alguien que pueda ayudarnos. Pero la verdad, tengo mis dudas, se vería involucrada en esto y no sé si sea buena idea.
Ambas le miraron con interés — ¿De quién se trata?
Tía y sobrinos disfrutaron de una agradable comida. Aún si Viperón parecía incómodo de cierto modo, solo le confortaba saber que tenía a su hermana con él. Nadine trataba de aligerar la situación, para que su hermano se sintiera en confianza. Scarlett hacía lo mismo, dando el beneficio a su sobrino. Las cosas no habían pasado porque así lo quisieran ellos y lo entendía.
— Supe que te vas a casar con la heredera Favela. ¿Ya tienen fecha para la boda? — mencionó su tía. Nadine desvió la mirada apenada.
Viperón sintió pesadez de solo recordar y trató de disimular su incomodidad — No — Scarlett notó su expresión y decidió no comentar nada más al respecto.
— Me dio mucho gusto conocerla, Scarlett. Aunque usted y nuestra difunta madre hayan sido gemelas, debo mencionar que lo único que noté en común, es su mirada. Pero tal vez me estoy adelantando, no la conozco y a mi madre tampoco llegué a conocerla.
La mujer se quedó pensativa, sintiendo el peso de las palabras de su sobrino. Nadine compartió ese pensamiento — Quizá tuvieron algo más en común. ¿No es así, tía? Eres una gran persona y creo que no habría notado la diferencia entre ustedes — Scarlett le miró sin poder palabra alguna, apenas mostrando una sonrisa en acuerdo.
— Si te conforta pensar eso, estás en tu derecho, Nadine — Viperón se volteó a ella, la joven apenas pudo procesar el impacto de sus palabras. Scarlett miró al albino, preguntándose si realmente había dicho eso.
El joven se puso de pie y se acomodó el saco — Gracias por todo, Nadine. Este día no pudo ser más extraño, pero fue agradable — miró a su tía — espero volver a verla, Scarlett. Y las puertas de mi hogar, siempre estarán abiertas para usted — miró a Nadine con una sonrisa y caminó hacia la puerta.
Su hermana quiso seguirlo, pero Scarlett le detuvo del brazo.
Algunas horas más tarde, Nadine hacía recuento de lo que había pasado, haciendo énfasis en lo que su hermano le había dicho y haciendo más preguntas a sí misma. Conocía de su madre lo poco que su tía le había contado, pero estaba consciente de que esa no era la versión que su padre conocía y Viperón probablemente. Pronto la alerta de una visita la sacó de sus pensamientos. Se acomodó las gafas y se sorprendió al ver a Lazarus.
— Hola, Nadine. ¿Cómo estás?
Ella sonrió extrañada, pero le invitó a pasar — Lazarus. Qué sorpresa. ¿Te puedo ofrecer algo de tomar?
— No, estoy bien. Gracias — tomó asiento — ¿Cómo has estado?
— Bien, muchas gracias — sonríe y toma asiento a su lado — no te había visto en la fábrica. Viperón pensó que te habías ido, no te reportaste. ¿Estás bien, todo está bien contigo? — reflejó interés.
— Sí, gracias — parecía algo nervioso y preocupado — la verdad, estaba en otro sitio. Tenía que resolver algo importante.
Nadine le miró con preocupación — ¿Está todo bien, puedo ayudarte en algo?
Desvío la mirada apenado. —No, Nadine —dijo con pesadez—. Se trata de mi amigo Francis.
La joven hizo memoria. —El chico que estaba contigo.
—Sí. Supe que aún sigue vivo, al igual que la otra chica que venía conmigo. Ella está muy bien, para mi suerte, pero no puedo decir lo mismo de él —suspiró y trató de mantener la calma—. Está en prisión por mi culpa y… no sé qué hacer.
Nadine se acercó un poco más y me tomó del hombro. —Tranquilo, Lazarus —le dirigió una mirada de apoyo—. Podemos apelar. Algo se puede hacer, seguramente Viperón nos puede recomendar a un buen abogado.
—No, Nadine. Francis no está en Castle —desvió la mirada conteniendo su pena. La joven giró la vista sintiendo una sensación de pesadumbre.
—Si no lo sacamos de ahí, lo matarán. Es mi amigo, Nadine. Está en Bloodfield por mi culpa —su rostro reflejó sentimiento y sus ojos se humedecieron.
Nadine ofreció un pañuelo y lo tomó de la mano. —No es tu culpa, Lazarus. Pero Brahams no se compara a Castle. —Se quedó pensativa—. ¿Cómo podríamos ayudarlo? —dijo en voz baja para sí misma.
—Nadine —Lazarus apretó su mano, ella le miró fijo—. No quería decirte esto, porque no quería verte involucrada. Hay alguien en el callejón Penumbra que dice poder ayudarnos, pero quiere dinero a cambio. Es mucho y ni con un año de trabajo quizá podría juntarlo antes de que maten a Francis.
Lo que dijo la tomó por sorpresa y le miró con cierta preocupación. —Alguien del barrio de Twilight Tower no es de fiar, Lazarus. No puedes confiar en esos delincuentes, quizá buscan estafar.
—No, él nos ayudó a conseguir información sobre nuestro amigo. Tiene contactos en prisión y por eso va a ayudarnos a cambio de mawons —Sveinn mostró el papel con la cifra. La joven se acomodó las gafas con asombro.
—Esto es mucho dinero, Lazarus. Estoy segura de que el tipo quiere estafarte —frunció el ceño. La mirada de Lazarus lo decía todo, ella compartió su preocupación. —Bueno, yo no tengo esta cantidad, pero sé quién podrá ayudarnos sin problemas —puso su mano sobre la suya.
—¿Te refieres a Viperón? —suspiró—. No sé, yo no le agrado y no va a querer…
—No, Lazarus. No tienes por qué pedírselo tú, yo le diré.
—Y qué le vas a decir, no va a funcionar Nadine —desvió la mirada.
—Déjamelo a mí, Lazarus. Sacaremos a tu amigo, te lo aseguro. Eso es lo que importa —sonrió. Sveinn le miró con gratitud.
Temprano esa mañana, Sveinn volvió al trabajo en la fábrica, de camino iba pensativo sobre lo que había hablado con Nadine. Estaba nervioso y preocupado por lo que podría suceder, pero confiaba en que algo bueno podría pasar. La joven al llegar a la mansión, fue de inmediato al estudio donde se encontraba el albino. Tocó la puerta y él le permitió el acceso, se puso de pie y acomodó su traje.
—Nadine, a diferencia de cualquier otra persona, no es necesario que toques la puerta.
—Claro, lo tendré en cuenta —se acercó con una pizca de nervios, buscando las palabras en su mente, su hermano alzó una ceja notando su expresión—. Quiero hablar contigo de algo importante.
Rodó los ojos. —Si es sobre Scarlett, no voy a pedir disculpas de ningún tipo.
—No es eso, Viperón —se acomodó las gafas—. Se trata de algo personal.
Él señaló el asiento frente a ella y él tomó el suyo. —Te escucho.
Se acomodó frente a él y colocó sus manos sobre el escritorio. —Recuerdas que una vez me dijiste que podría pedirte ayuda cuando necesitara algo económicamente —se quitó las gafas.
—Sí —se acomodó en su sitio—. ¿Cuánto necesitas?
—Te lo agradezco. Por el pago, te doy mi palabra de que voy a regresarte cada mawon —Nadine acercó el papel con la cifra y él lo tomó.
—Por eso no te preocupes —abrió y leyó la cantidad, sus ojos se abrieron de par en par—. ¿No te equivocaste al escribir la cantidad, hermanita? Veo demasiados ceros aquí.
—No, la cantidad es correcta. Será un préstamo, Viperón. Prometo devolver ese dinero —se colocó sus gafas.
Él levantó una ceja, escudriñando. Pronto sacó su chequera, una vez lo firmó, se puso de pie y caminó hasta donde su hermana, quien le miró con alegría y se levantó de inmediato. —¿Nadine, para qué necesitas tanto dinero? —dijo con el cheque entre sus dedos—. Quiero sinceridad —dijo serio—. ¿Vas a poner tu propio negocio o qué tienes en mente? —se apoyó en su escritorio, dejando el cheque sobre una carpeta.
Ella comenzó a dar señales de nervios, mientras pensaba una buena excusa. —Es para invertir en un negocio de legencrafts —sonrió.
Viperón incrédulo cruzó los brazos. —Legencrafts, ¿crees que me voy a creer eso? Invertir en esas cosas es como tirar dinero a la basura. De ningún modo, si vas a hacer una inversión será en algo que te ayude a crecer —afinó la vista—. Pero sé que estás mintiendo. No piensas invertir este dinero, no será que acaso… —guardó silencio y pensó—. Claro, se trata del criminal ese, ¿no es así? Por eso desapareció de la nada y te mandó a ti a solucionar sus problemas económicos —aplaudió sarcástico—. Te felicito, hermanita, por semejante barbarie —su tono se volvió frío—. Yo me aseguraré de que termine en prisión.
Arrugó la frente. —Viperón, las cosas no son así. Lazarus no me envió, yo me ofrecí. De haber contado con esa cantidad, no habría recurrido a ti —dijo con disgusto—. Un amigo suyo está en Bloodfield injustamente y está buscando la manera de ayudarlo. Por eso necesita el dinero, voy a devolverte cada moneda, tienes mi palabra y puedo firmar un documento si es que temes —se mantuvo firme.
El albino le miró sorprendido y casi en shock, sintiendo una punzada de rabia. —Pretendes ayudar a esos delincuentes, quieres pagar una deuda que no te concierne —caminó de un lado a otro incapaz de creer lo que pasaba—. Nadine, ese tipo es una mala influencia. Definitivamente debe estar en prisión.
—No —levantó la voz—. Lazarus es mi amigo y voy a ayudarlo, sin importar qué. Y si no piensas hacerme el préstamo, no te preocupes. Gracias —se dio la vuelta.
Viperón se acercó a ella y le tomó del brazo, su hermana hizo una mueca y desvió la mirada. —Te voy a ayudar, Nadine. Pero escúchame bien, debo hablar con Lazarus primero. Y tú estarás presente, será bajo mis reglas, ¿entendido?
Suspiró. —Claro.
Nadine envió por Lazarus a la fábrica y algunos minutos más tarde, llegó a la mansión. El pelo claro entró al estudio, donde miró a ambos hermanos uno junto al otro.
—Al fin resucitaste, Sveinn —se cruzó de brazos—. Había descansado tranquilo porque pensé que estabas muy lejos de aquí —hizo una referencia a la muerte. Nadine miró al ojo azul y este de igual forma.
—Creo saber por qué me mandaron a llamar —Sveinn se mantuvo con la frente en alto.
—Supones bien —se acercó un poco más—. No me parece correcto enviar a una dama a pedir dinero y encima, dejarla con la deuda.
Sveinn frunció el ceño; Nadine se acercó negando. —No es así, Viperón. Yo iba a pagar esa deuda —respondió el ofendido.
—Lazarus iba a devolverme el dinero para pagarte, Viperón —mencionó su hermana—. Yo solo vine a hacerte el préstamo a ti, porque no tenía esa cantidad.
—Eso ya lo sé —le miró de reojo y se centró en Lazarus.
—Agradezco tu ayuda, Nadine. Pero no quiero que te metas en problemas, será mejor que dejemos las cosas así —miró a su hermano con desprecio.
El de traje le miró desafiante y con una sonrisa siniestra. —Lamento decirte, que Nadine ya se metió en problemas —ambos se miraron con el mismo desprecio. La joven se colocó la mano en la frente con preocupación. —Nadine —ella le miró—. Necesito que me dejes a solas con nuestro querido Sveinn —ella le miró con preocupación—. No te preocupes, le daré a Lazarus lo que necesita.
El más alto miró a la joven por unos segundos, tratando de transmitir tranquilidad. Finalmente la chica los dejó solos y Oxyuranus borró la sonrisa de su rostro.
—Debería ponerte tras las rejas, Sveinn. Debí dejarte morir cuando tuve oportunidad, antes de que te volvieras una molestia constante —apretó el puño.
—Mira, Viperón. No tienes que hacerlo, puedo fingir que me ayudaste para que Nadine se quede tranquila. Lo que menos quiero es perjudicarla —dijo serio.
—Eso lo hubieras pensado antes de abrir la boca, criminal —dijo despectivo—. Pero no, de ningún modo —se acercó al escritorio y tomó el cheque—. ¿Quieres ayudar a tu amigo el criminal, no es cierto? Cuéntame, cómo lo harás —se cruzó de brazos—. Dudo que tengas algún tipo de influencia viable.
—Sé de alguien que lo hará. Y sabes qué, no debería decirte esto —le miró con desprecio.
—No estás en posición de ponerte orgulloso —le miró con escarnio—. Escúchame bien, no voy a permitir que pongas de algún modo la vida de mi hermana en peligro. ¡No soy idiota! —arrugó la frente—. Si piensas involucrarte con delincuentes, olvídalo. Primero te mato —Lazarus empuñó las manos cansado de sus insultos—. Cuidado con lo que piensas hacer, no creo que quieras ver a tu amigo muerto.
—Mira, Viperón. Olvídate de lo que sabes —se dio la vuelta y se dirigió a la salida.
El albino sonrió con malicia. —Tal vez una lección a tu amigo te haga recapacitar.
—Si te atreves a hacer algo, te mataré aunque tenga que pagar con mi vida —se acercó furioso.
El otro no dejó de mostrar su burla. —No tengo intenciones de matarte de un solo golpe, Sveinn. Si me voy a ver obligado a hacer esto, es por Nadine —rompió el cheque—. Pero no de ese modo. No voy a arriesgar nada de lo que me pertenece. ¿Entendiste? —Sveinn le miró fijo sin decir nada—. Sacaremos a ese criminal de la prisión, pero a mi manera. De modo que todos ganaremos. Después de que yo haga mi parte, tú harás la tuya y no podrás negarte. ¿Tenemos un trato?
—No…
—No tienes muchas opciones, Sveinn. Te estoy ofreciendo la manera más fiable y segura de que ese pelele viva. ¿Vive o muere? Tú decides —acomodó su saco.
Lazarus dudó por un momento, debido a las intenciones de su contrario, pero sabía que la libertad de Francis estaría asegurada. —De acuerdo. Lo haré.
—Perfecto —sonrió siniestro.
Lazarus se arrepintió en el fondo, pero sabía que valdría el sacrificio.
Lazarus salió del estudio hecho un lío, Nadine le miró y se acercó de inmediato.
— Lazarus — se detuvo —. Lo lamento, en verdad. No quería que las cosas se dieran así — dijo apenada.
— No, Nadine — Sveinn le tomó de los hombros —. Agradezco tu ayuda, tu hermano me ayudará.
— ¿Te dio el cheque?
— No. Dijo que me ayudaría de otra forma, él seguramente moverá sus contactos y Francis quedará libre —. De inmediato le abrazó. Sveinn se sorprendió, pero le devolvió el gesto.
— Estoy feliz por ti, Lazarus.
— Gracias — se apartó —. Debo volver al trabajo —. Te buscaré después — sonrió.
— Claro — le miró alejarse y de inmediato se dio la vuelta. Su hermano había observado desde la distancia —. Ella avanzó y se toparon antes de llegar a su estudio.
— Ya puedes quedarte tranquila, el criminal estará libre muy pronto.
Nadine aclaró la garganta algo incómoda por el comentario —. Gracias, Viperón. ¿Y cómo ayudarás a Lazarus?
— Fácil, hermanita — sonrió y le dio una palmada sobre su cabeza.
Después del trabajo, Lazarus fue a casa de la joven. Ella le recibió de inmediato frente a la puerta.
— Adelante.
— Gracias, pero me gustaría invitarte fuera.
— Claro — sonrió —. Dame un momento.
Un par de minutos después, ambos caminaron para abordar el tren a su destino. Al llegar a la plaza central, Sveinn llevó a la joven a un sitio agradable para tomar la cena.
— Gracias por venir, Nadine — se detuvo —. Agradezco de antemano tu ayuda.
— No tienes de qué, Lazarus. Conseguí hacer un trato con Viperón por ti mismo, yo solo compliqué las cosas de cierto modo — sonrió apenada.
— No es así — sonrió —. Viperón no me habría ayudado de no ser por tu intervención. No sé cómo pagarte todo lo que has hecho por mí, Nadine —. La joven detuvo su mirada enternecida en la suya.
— Espero de todo corazón que las cosas salgan bien para tu amigo. Nadie merece estar en un sitio como ese, no cuando se es inocente —. Sveinn se quedó a centímetros de abrazarla, cuando vio a espaldas de la joven, a las otras dos chicas —. Nadine — señaló con la mirada. La joven volteó con gran asombro. Las jóvenes se acercaron de inmediato.
— ¿Tú debes ser la amiga de Lazarus, cierto? — cuestionó la chica de matices. Heavy le regaló una sonrisa amistosa.
La joven se acomodó las gafas y miró a Lazarus de reojo —. Nadine Apricot, un gusto — extendió su mano.
La pelirroja respondió su saludo —. Heavy Adore — sonrió. Apricot le devolvió la sonrisa y posteriormente miró a su compañera.
— Alonder Wonder — dijo sin ofrecer saludo —. ¿Entonces tú nos ayudarás con Francis?
Sveinn miró a Nadine con una sonrisa algo incómoda, ella se sorprendió por el comentario de la isleña —. ¿Por qué no pasamos a una mesa? Estaremos más cómodos ahí — sugirió la de labios rojos.
En Bloodfield, el heredero Oxyuranus había llegado para reunirse con él en la casa de apuestas más grande de ese distrito, «Bane». El ambiente en ese sitio era desenfrenado, desde poderosos mercenarios hasta los consumidores de productos ilegales. El olor podía embriagar sin necesidad de probar gota. El vapor de la sustancia tóxica alucinógena envolvía el sitio plagado de placeres tentativos. En compañía de dos robustos guardaespaldas, Viperón llegó hasta la oficina principal de Silvermist. Las puertas con manijas de oro y con un enorme grabado de sus iniciales en ellas, le dieron la bienvenida. Valiant le indicó a su acompañante dejarlo a solas con el albino y este se acercó compartiendo esa sonrisa maliciosa.
— Nunca imaginé ver al heredero de Kreine pasearse por estos lares. Qué bueno que viniste tú solo, porque este no es lugar para las damas de categoría.
Levantó una ceja —. ¿Pandora?
— No hablo de tu prometida. Kreine ya nos contó sobre la joven Nadine. ¿Tu hermana, cierto? — Mostró cierto disgusto por la mención de Nadine. — No lo tomes a mal, no podía ignorarla. Después de todo, ella es la mente detrás de esta maravilla, ¿no es así? — metió su mano a su gabardina y sacó la Steam, colocándola en el escritorio.
— Sí, así es. Pero no estoy aquí para tratar asuntos familiares y personales. Vengo a hacer un trato — dijo con firmeza.
— ¿Tu padre te envió?
— No, esto no tiene nada que ver con mi padre y te pido por favor que mantengas discreción. Deja a Kreine fuera de esto y de cualquier otro tema. Estoy aquí por cuenta propia, interés propio — dijo con determinación.
— Entiendo — sonrió y señaló el asiento frente a él —. Haces bien, muchacho. Es hora de que tomes tus decisiones ajenas a la conveniencia de tu padre.
— Sí, claro. El punto es que necesito un favor especial y solo tú puedes ayudarme con eso.
El hombre se quitó el sombrero y sonrió con interés —. ¿De qué se trata?
— Necesito que me ayudes a liberar a alguien de Brahms — cruzó los dedos.
Una sonrisa deforme se formó en el mafioso —. Eso es fácil.
— Para ti. Por eso no dudé en venir — sonrió.
— ¿De quién se trata? ¿Es algún familiar?
— No, es un don nadie. Ni siquiera lo conozco — dice con desdén. El hombre le mira con sorpresa y levanta una ceja —. Estoy haciendo esto por mi hermana. Por desgracia se enredó con un tipo miserable que solo le ha traído problemas — su expresión fue de desagrado.
— Y no sería más fácil deshacerte del sujeto — pone sus manos sobre el escritorio.
— Lo haré, pero a mi modo. Lo importante es sacar a ese miserable. ¿Me ayudarás? Estoy dispuesto a pagar ese favor con algo que seguramente no podrás despreciar — chasqueó los dedos y uno de los guardaespaldas se acercó con un maletín oscuro. Él lo tomó y deslizó hacia Silvermist. El hombre curioso por el contenido, quitó los seguros y tomó la Potion Steam que había dentro, con admiración la sostuvo en sus manos y observó a detalle.
— Es un ejemplar único. Nadine se encargó de mejorar la Steam. Adelante, es tuyo. Disfrútalo — se apoyó en el sillón victorioso.
Valiant dirigió su vista al joven y guardó el arma de nuevo en el maletín —. Ahora entiendo — sonrió —. Cuenta con mi apoyo.
En la plaza central, los cuatro habían tomado la cena entre una breve presentación y charla. Heavy y Nadine parecían mantener una conversación entre ellas, Wonder pronto comenzó a fastidiarse.
— Bueno, bueno. Lazarus dijiste que íbamos a tratar el tema de Francis. ¿Conseguiste el dinero, sí o no? — dijo con algo de disgusto.
La pelirroja miró con algo de incomodidad. La otra se acomodó las gafas —. Estamos en eso.
— Así es — confirmó Sveinn —. El hermano de Nadine se ofreció a ayudar. Él sacará a Francis de prisión y ya no será necesario el dinero. — miró a Nadine de reojo.
— Así es, Viperón se hará cargo de eso. Su amigo estará en libertad muy pronto — sonrió.
— ¿Viperón Oxyuranus? — preguntó con seriedad la de cabello matizado.
— Sí — la joven se acomodó las gafas. Analizando su expresión.
Sveinn y Heavy también sintieron curiosidad por su reacción.
La chica de vestido rosa tomó su mochila y se puso de pie —. Ya es tarde. Tenemos que volver, nos vemos mañana — miró a Lazarus —. Si obtienes noticias de Francis antes, avísame. — Él asintió con la mirada. Wonder miró a Nadine sin expresión —. Espero que realmente ayuden a Francis — dijo con un ligero tono de advertencia y se dio la vuelta.
La pelirroja le miró alejarse —. Nos vemos, Lazarus. — Miró a Nadine con amabilidad mutua —. Espero verte de nuevo, Nadine.
— También yo. Cuídate, si necesitan algo, estoy a su disposición.
— Gracias — de igual modo se marchó.
La pareja de amigos se quedó en solitario, con una vibra tensa.
— Ya deberíamos ir a casa también — la de gafas miró su reloj.
Sveinn sonrió —. Claro.
Después de un viaje en silencio, llegaron al edificio y el afligido le dejó frente a su puerta.
— Hasta mañana. Gracias por aceptar mi invitación, espero no haberte hecho sentir incómoda. Pero me siento más tranquilo ahora que conoces a Alonder y Heavy.
— Claro, gracias por la confianza — sonrió y le acarició el hombro ligeramente —. Todo saldrá bien.
Él buscó tranquilidad en sus palabras —. Gracias. La próxima vez, solo tendremos nuestra compañía mutua. Que descanses — se alejó lentamente. Ella le miró con una corriente de emoción.
Otro día más en la prisión del olvido. Tras un castigo sangriento, proporcionado por los guardias de la federación, se dirigieron a la ducha para limpiar el rastro. Rummage, casi arrastrándose, avanzó apoyándose en la pared, adolorido no solo por sus recientes llagas sino por las que aún se estaban recuperando. Sus piernas temblorosas lograron llegar a ese rectángulo de metal donde descansaba. La incomodidad no le ayudaba, algunos minutos después unos pasos sigilosos se aproximaron a la sección. Abrió los ojos temeroso y se puso de pie.
— Tranquilo, soy yo — el rubio se colocó delante de él.
El pelo negro le miró extrañado.
— Señor Auschbely… ¿dónde estaba? No le vi en la fila… De castigo. — se agarró la costilla izquierda con una mano.
— Me escondí — dijo en voz baja —. No pensé que funcionaría, pero al parecer no notaron mi ausencia — dijo en voz baja y miró a los lados.
— ¿Cómo dice? — abrió los ojos —. ¿Pero cómo?
— Me quedé en los baños — susurra. El joven le miró incrédulo. El hombre ayudó a Rummage a sentarse y sacó de su gabardina una barra de fruta seca —. Toma, necesitas comer algo.
— No, gracias — desvió la mirada.
— No puedes darte el lujo de enfermarte aquí. Escúchame, Francis. Sé que este lugar es una pesadilla, pero créeme cuando te digo que podría ser peor —. El de mirada verde se quejaba al palpar sus golpes —. Pronto terminará y podrás sentirte más seguro.
— ¿Seguro dice? — arrugó la frente con dolor y molestia —. Quizá a usted le funcionó hacerse el loco, pero no será lo mismo para mí. Aquí nunca estaré seguro, si no me matan estos asesinos lo harán los otros que llevan uniforme —. Sobreexaltado se puso de pie.
El rubio suspiró y se acercó para tomarle de los hombros —. Hijo, no tienes idea. A veces veo este sitio como un lugar más seguro. Anhelo mi libertad, pero no hay diferencia entre estos barrotes y el mundo allá afuera. De algún modo, habrá sufrimiento.
— Pero no lo merecemos — empuñó las manos con impotencia.
— Tienes razón, pero no podemos controlar ciertos eventos —. Rummage golpeó la pared sintiendo sus heridas abrirse y su cuerpo al borde del colapso, sus ojos brillaron por la humedad. Blonder le puso una mano en el hombro. — No es el fin, Francis. Aún hay esperanza. — El joven con fastidio y dolor renegó en su mente.
— ¡Hey tú! — ambos dirigieron su vista al guardia —. Ven aquí — hizo señas a Rummage. Este miró a Blonder con nervios.
— ¿Qué quieren con el muchacho? — preguntó el rubio con la mirada hostil.
— Eso no te incumbe. Regresa a tu celda antes de que te envíe al manicomio — dijo el guardia con molestia —. Y tú, date prisa que mi paciencia no es eterna.
Temeroso, el joven caminó hacia el guardia sin dejar de mirar al hombre que parecía algo preocupado por su destino.
El guardia esposó de las manos y pies al pelo negro y en compañía de otro armado, le guiaron hasta un cuarto pequeño donde solo había una mesa y una silla. La habitación era estresante, parecía un sitio donde llevaban a cabo algún tipo de tortura y él temía por ello.
Entró a la habitación mirando a los guardias con desconfianza, estos le sentaron en la silla.
— Aguarda aquí.
Francis se sorprendió al verlos irse y dejarlo en ese sitio. La blancura de esa habitación le ponía los nervios de punta. Cuando la puerta se abrió de nuevo, una corriente bajó de cabeza a sus pies. Pronto se puso de pie casi boquiabierto al ver al visitante, no podía creer lo que sus ojos veían. El otro de igual forma, encontrando a su amigo en un estado deplorable.
— L-lazarus — sus cadenas le impidieron correr, pero no caminar. El de cabello claro le alcanzó de inmediato y le abrazó cuidadoso, pero con sentimiento. Rummage de la misma forma, dando palmadas a su amigo, mientras sus ojos lloraron ese encuentro de lealtad. Al separarse, sus ojos se encontraron por un momento, Sveinn pronto le miró sintiendo una culpa aún más grande.
— Francis, hermano. Perdóname… Lo siento tanto. Todo esto es mi culpa — sus lágrimas de arrepentimiento le removieron.
— Descuida. No es tu culpa, Lazarus. Yo decidí involucrarme. Pero… ¿Cómo es que llegaste hasta aquí? Este sitio es peligroso.
— Ya te contaré a detalle. Lo importante es que pronto saldrás de aquí.
— ¿Cómo dices? ¿Pero cómo? — dice sorprendido.
— Con ayuda de algunas personas que tienen los medios. Después te diré, vine en compañía de uno de ellos de hecho, tenían que identificarte para poder sacarte. Vine a asegurarme de eso.
— Gracias, hermano — le dio un par de palmadas y le tomó del hombro. Suspiró aliviado y se quedó en sus pensamientos de nuevo —. Lazarus. No soy el único inocente que reside en este infierno, cuando llegué aquí, el viejo me tendió la mano y no me gustaría dejarlo aquí. Lleva toda su vida en este sitio de mala muerte y ni siquiera sabe por qué está en prisión — Sveinn le miró extrañado y recordó lo que el tipo del callejón penumbra le había mencionado.
— ¿De quién se trata?
— Se llama Blonder Auschbely. Ya tiene sus años. Dime, no hay forma de sacarlo de aquí a él también.
— Bueno, yo solo mencioné que tenía a un amigo aquí.
— Debemos intentarlo, Sveinn — dijo con un hilo de preocupación —. Solo de pensar que ese pudo ser mi destino… No podemos dejarlo aquí.
Sveinn le miró fijamente. La puerta se abrió de nuevo, uno de los secuaces de Silvermist entró a la habitación.
— ¿Es él?
Sveinn movió la cabeza — Sí, pero… Faltó alguien más.
El hombre le miró con duda — Recuerdo haber escuchado que solo era uno.
— No, se trata de un conocido que habíamos dado por muerto. Por favor, yo me arreglaré con ellos — mencionó Sveinn.
Llamó al guardia con un chasquido y le miró — ¿Quién es el sujeto?
Los mellizos se encontraban en el taller de la mansión trabajando en sus próximos proyectos. Viperón revisaba el inventario de sus provisiones de esencia. Nadine trabajaba en un plano, pero su mente parecía estar en otro sitio.
El albino se acercó y volteó un frasco sobre el papel, Nadine se asustó, pero estaba vacío. Viperón dibujó una sonrisa juguetona y ella frunció la boca — Estás en otro planeta, hermanita.
— ¿No tienes algo mejor que hacer?
— Ya terminé mi tarea.
— Entonces, ayúdame.
— No, ese es tu trabajo, sabes que no me gusta hacer eso — se acomodó en el sofá — y deja de preocuparte por los malvivientes esos, mañana seguramente estarán planeando sus siguientes actos vandálicos.
— No deberías asumir cosas sin saber o darte la oportunidad de conocer — se acercó a él.
Soltó una risita — No necesito saber mucho para darme cuenta de la clase de personas que son.
— ¿Lo mismo hiciste con la tía Scarlett, no es así?
Rodó la vista — Eso es muy diferente. Tú la conoces a la perfección, ¿no es así? Qué importa lo que yo piense.
— También es tu tía.
— Ya no tenemos cinco años, hermanita. Fue conmovedor, pero como no es lo mío, no tiene relevancia en mi vida.
— Supongo que el mismo valor me diste a mí. ¿O fue basado en la misma razón que Kreine? — afinó la mirada.
El joven se puso de pie — no me compares con él — dijo serio — tú eres mi hermana, Nadine. No hay punto de comparación. Nuestro padre y tía me importan un bledo, sinceramente.
— Scarlett no es como Kreine. Estoy segura de que si te dieras la oportunidad de acercarte a ella, cambiarías de opinión.
— No, hermanita. No voy a tratar de reemplazar el lugar vacío de mi figura materna. Por mucho que me haga a la idea, jamás será lo mismo. Es tierno saber que te crió como si fuera mamá, ¿pero dime, acaso le llamaste así alguna vez? — La joven desvió la mirada — ella es solo tu tía. Y sé que si tuvieras la oportunidad de conocer a tu madre, no dudarías ni un segundo en arriesgarlo todo. Scarlett no es extraordinaria, solo fue una tía que se hizo responsable de su sobrina por múltiples razones. Por ejemplo, lástima — se cruzó de brazos. — Los sentimientos de Nadine se quebraron, miró al albino con negación y se alejó rápidamente. Viperón arrugó la frente sintiendo un atisbo de remordimiento.
Aquella mañana cercana a las vísperas, Francis y Blonder fueron transportados en un camión de carga hasta la central en Bloodfield. Francis sonrió de oreja a oreja al observar de nuevo la libertad frente a él, sintiendo un alivio incluso cuando sus heridas aún dolían. Miró a su compañero, quien admiraba el lugar como si de otro planeta se tratara. Observando detenidamente los colores en el cielo, las formas y brillos de ese distrito o de lo que veía en la estación.
— Imagino que todo es tan diferente a como lo recuerdas — mencionó el pelo negro.
El hombre estaba tan perdido en todos aquellos detalles que parecía no haberlo escuchado. Para Rummage su expresión fue suficiente. Pronto se acercó el joven de cabello claro y chaqueta verde.
— Francis — Lazarus y él se abrazaron con una palmada. El rubio regresó de golpe a ese momento y observó a Sveinn, este le miró atentamente.
— Hola, me llamo Lazarus Sveinn — extendió su mano con amabilidad, mirándole fijo.
— Blonder Auschbely — tomó su mano y la sacudió —. Tú eres nuestro libertador.
— Bueno, algo así. Pero lo que importa es que ahora se encuentra libre y podrá disfrutar del resto de su vida así — el rubio miró a Francis y este se acercó con una sonrisa a darle una palmada en el hombro. — Bueno, supongo que aquí es donde los caminos se dividen. Agradezco tanto su apoyo para mi amigo en todo ese tiempo.
— No hay nada que agradecer. Yo al contrario, estaré en deuda con ustedes — les miró a ambos.
— No se preocupe — mencionó el joven de ojos verdes —. Espero volver a verlo.
— Tenlo por seguro. Nos volveremos a ver — miró a ambos.
El tren estuvo listo para partir, Lazarus y Francis abordaron. Se despidieron con la mirada hasta perder de vista al hombre. Los jóvenes no tardaron en llegar a su destino en Twilight Tower. Ahí, Sveinn dirigió a su amigo a la mansión, de camino le había puesto al tanto de algunas cosas. Rummage grababa en su mente aquella residencia.
— A unos kilómetros se encuentra la fábrica — señaló con la mano —. Este es el santuario del tipo.
— ¿Qué crees que te pedirá?
— No tengo idea.
— De todos modos, no estás solo amigo. Si el tipo sobrepasa los límites, se las verá conmigo.
— No Francis. Evitemos los problemas, déjamelo a mí.
— ¿Y Alonder, está aquí?
— No, nos reuniremos con ella después.
Ambos entraron a la mansión y se dirigieron al estudio donde ansioso les esperaba. Al abrirse la puerta, se acercó curioso para inspeccionar a Rummage, este también clavó su mirada en él al momento. Ambos sintiendo un ligero descontento, la mirada despectiva de Oxyuranus se posó en el de chaqueta oscura.
— Por lo visto, tuviste una mala experiencia en prisión. Espero que te sirva de lección y la próxima vez, lo pienses dos veces — se cruzó de brazos con escarnio.
El joven hizo una mueca, pero le había dado su palabra a su amigo — Tiene razón. Si fue una mala experiencia, considerando que era inocente. Si pudiera estar en posición vería las cosas a mi modo. Pero cada quien habla según la posición.
Movió la cabeza y miró a Sveinn con una sonrisa maliciosa. Él permanecía serio — Creo que te hizo falta algo de disciplina en prisión, Sveinn — señaló a su amigo —. El método contra los rebeldes es infalible.
Empuñó las manos — Qué es lo que quieres, Viperón. Habla de una vez.
Se acercó con las manos en los bolsillos — Lo que te pido no es nada comparado a lo que yo hice por ti — dice frente a frente —, así que no puedes quejarte y negarte no es opción. Considera también que no te estoy cobrando la cabeza del otro sujeto. ¿Y por cierto, dónde está? — les miró a ambos. — No crean que se pueden burlar de mí. — Francis y Sveinn cruzaron miradas — ¿Quién es el tipo y dónde está?
— No es de importancia, tampoco es un peligro para nadie. Es un señor que tiene la edad de tu padre seguramente — respondió Sveinn despreocupado.
— Era un hombre que estaba en prisión injustamente, nunca supo por qué lo encerraron, pero pasó toda su vida ahí. Su nombre es Blonder Auschbely por si deseas buscarlo. Él me tendió la mano cuando llegué a ese lugar y me dio pena dejarlo ahí después de tantos años. Yo convencí a Lazarus de liberarlo también.
Viperón levantó una ceja pensativo, manteniendo su atención en ambos — Muy bien, entonces olvidemos al viejo miserable. Así que mi querido Sveinn — se acercó y le dio una palmada —, estoy siendo demasiado generoso contigo y no te lo mereces sinceramente. Pero esto lo hago por mí y el bienestar de mi hermana — Francis le miró atento. Viperón sacó un cheque y se lo puso en la mano — Tu liquidación. Eres libre de mi "abuso" — sonríe —, yo también estoy conmovido. — Lazarus permanecía inexpresivo, tan solo revolcándose de ira por dentro — ahí tienes algo de dinero, eso será suficiente para que regreses a la pocilga de donde saliste, tú y tu amigo. Me encargaré personalmente de que recuperes tu empleo como atrapa peces en Furtwin y asunto resuelto. Ninguno tendrá problemas con la justicia, por mi cuenta corre — se puso de nuevo frente a su escritorio — no me lo agradezcan, aunque quieran. — Sveinn y Rummage desviaron la mirada sin emitir sonido. — Te devolveré a tu vida simplona, pero con la condición de que no te vuelvas a acercar a mi hermana. Te quiero lejos de Nadine — tomó un bolígrafo entre sus dedos —, lo que te pido no es nada, comparado a lo que te doy. Y créeme, será lo mejor.
Rummage arrugó el ceño — Usted no puede hacer eso. Si su hermana está cómoda con mi amigo, ¿por qué tendría que separarlos? Su hermana tarde o temprano se dará cuenta y usted será quien se arrepienta. Traicionará su confianza, yo sé lo que le digo.
El albino arrugó el entrecejo y arrojó la pluma al suelo — ¿Quién pidió tu opinión, criminal miserable?
— Está bien, Viperón. Lo haré — dijo sin titubeos.
— Lazarus no… — Sveinn le miró serio.
Viperón se regocijó — Excelente, Sveinn. No te arrepentirás.
— ¿Eso era todo? — cuestionó. El albino asintió — Muy bien. Vamos, Francis. — Se dio la vuelta. El de mirada verde denotó su desprecio al de traje y se alejó. Viperón se acomodó en su sillón desbordando alegría.
Ambos se marcharon hacia el departamento donde se quedaba. Hizo su maleta con sus pocas pertenencias y salió en compañía de su amigo nuevamente. Al pasar por la puerta de Apricot, un nudo se formó en su garganta, pero continuó su camino. Francis no mencionó nada más para no hacerle sentir peor. Pronto se dirigieron a la estación donde se encontraban las chicas. Heavy les divisó primero y tocó el hombro de la otra. Los ojos rosa de la chica brillaron, de inmediato se puso de pie y con una sensación de náuseas y emoción corrió hacia el pelo negro. En cuanto se vieron, salieron a su encuentro, ignorando sus heridas, Rummage se aferró a su amiga y esta a él, pero con cuidado.
Heavy y Lazarus intercambiaron una sonrisa. El de chaqueta verde, sintió una punzada en el pecho.
— Francis… Me da tanto gusto verte otra vez, temí por tu vida — dijo con la voz temblorosa y en lágrimas.
— A mí también me da tanto gusto verte — ella le abrazó de nuevo — Extrañaba esto — sonrió. Levantó la vista y se encontró con las esmeraldas de Heavy, ella tenía un vestuario diferente y por eso no le había reconocido al instante, se acercó a ella y esta le regaló una sonrisa leve. — Yo te recuerdo, eres la pirata, ¿cierto?
— Hola — sonrió — lo fui. — dijo con un hilo de vacío.
— Te entiendo, también perdí algo muy preciado. Pero creo que podemos recuperar nuestra vida, somos libres. — sonríe.
— Así es. Me da gusto que estés fuera de ese lugar, Lazarus y Alonder hicieron hasta lo imposible para sacarte de ahí.
Francis dirigió su mirada a sus amigos con gratitud. Su destino esperaba por ellos, el vagón estaba listo para partir una vez más. Los tres amigos se subieron a bordo a excepción de la pelirroja.
— ¿No vienes, Heavy? — preguntó Lazarus.
— Debo recuperar lo que perdí de algún modo — Francis sonrió. — Suerte chicos, espero verlos de nuevo.
— Siempre serás bienvenida en el albergue — mencionó Wonder — gracias y suerte.
— Igualmente, Alonder. Salúdame a todos cuando vuelvas.
Sveinn se acercó a ella y le abrazó — Gracias por todo, Heavy. — dijo con los ojos llorosos, trayendo a la memoria de ambos ese recuerdo en común. — Siempre serás bienvenida en mi hogar.
— Gracias, Lazarus — se limpió las lágrimas — mucha suerte, espero verte de nuevo. — le devolvió el abrazo — iré, te lo aseguro. Palabra de honor. — se puso la mano en el pecho y retrocedió. Sveinn hizo lo mismo y se acomodó. La pelirroja observó la partida del transporte y tomó su mochila.
Por la noche, Nadine se paró frente a la puerta de Sveinn, pero para su sorpresa la alarma no se activó. Ella miró pensando que se había apagado, pero todo estaba en orden. Pronto descubrió que el lugar ya no se encontraba habitado. Unos pasos a sus espaldas, le hicieron voltear con asombro.
— ¿Heavy? — se acercó a ella.
— ¿Cómo estás, Nadine?
— Bien, ¿qué pasó? ¿Sabes algo de Lazarus? ¿Se cambió de edificio?
— No. Lazarus se marchó a su hogar.
— ¿Pero cómo? ¿Por qué no me avisó?
— No lo sé con seguridad, Nadine. Lo siento.
— No te preocupes.
— Nadine, vine porque Lazarus me dijo que tú vivías aquí. Quería hablar contigo sobre lo que me dijiste aquel día en la plaza.
— ¿Qué sucede? — la pelirroja sintió algo de incomodidad. Nadine le invitó a pasar a su casa.
Tarde esa noche. El trío llegó a Furtwin, decidieron pasar la noche en una cuartería. Al día siguiente, Alonder se preparó para volver a la isla en uno de los botes de renta. Rummage había notado a su amigo decaído durante la noche, un nuevo cargo de conciencia se le había sumado. Cada uno tomó sus cosas nuevamente.
— Iré a dar una vuelta al albergue con Alonder. Veré en qué puedo ayudar.
— Claro, suerte con eso — trató de disimular sus propios sentimientos.
Francis no quiso mencionar más sobre el tema por ahora. — ¿Vas a regresar a esa casa?
— Es mi hogar, Francis. Pero tal vez decida mudarme — se puso su mochila al hombro — cuídate. Hablaremos después.
— Claro. Tú también — le dio una palmada.
Por la mañana, Viperón bajó al taller y dio un sobresalto al ver a una extraña. Tomó uno de los tubos cercanos, la pelirroja al escuchar ruido se dio la vuelta con el mismo susto, dejando caer el frasco de esencia púrpura al suelo.
— ¿Quién eres, cómo entraste aquí? ¿Dónde está Nadine? — el joven se acercó lentamente. Mirándole de pies a cabeza — ¡responde, ladrona!
— ¡No soy una ladrona! Nadine dijo que podía trabajar con ella aquí. Solo estoy trabajando. ¿Tú quién eres, canalla? — arrugó la frente.
— ¡Soy el dueño de todo esto, insolente! — agarró el tubo con fuerza.
La pelirroja miró a su lado y tomó una de las pinzas de la mesa de trabajo y le amenazó.
— Será mejor que retrocedas o considérate hombre muerto.
El albino se sorprendió ante su reacción.
— Viperón, no — Nadine se acercó de inmediato y le quitó el tubo — ¿Qué te pasa? — la pelirroja soltó la pinza.
— ¿Qué me pasa? — dijo molesto y con el ceño fruncido — encontré a esta ladrona husmeando entre tus cosas.
— ¡No soy una ladrona! — dijo molesta.
Nadine se colocó en medio de ambos — Ya fue suficiente. Fui a buscarte a tu estudio, pero no te encontré — miró a su hermano — ella es Heavy Adore. Es una amiga, yo le ofrecí trabajo.
El albino se dio la vuelta con una cara de incredulidad — ¿Nadine qué pasa contigo? ¿Estás buscando meterte en un lío serio? — dice sin vacilar — no puedes relacionarte y tratar de ayudar al primer vagabundo que se atraviese por ahí.
La pelirroja se puso colorada del coraje — No soy ninguna vagabunda. Además, yo le pedí que me ayudara, no tienes por qué tratarla así, canalla. — se acercó con furia en la mirada.
— Mucho valor para enfrentarte a mí, ignoras las consecuencias de tus acciones. Creo que a mi hermanita se le olvidó decirte.
— ¿Él es tu hermano? — la pelirroja miró a la de gafas, ella asintió apenada — De todos modos, no tienes derecho a portarte como un bribón con ella.
¿No te enseñaron modales?
Viperón frunció la boca y volteó hacia Nadine — ¿De dónde sacaste a este espécimen?
— Viperón por favor. Tú empezaste.
— ¿Yo? — dice con asombro mientras tiene un conflicto interno. Mira a ambas simultáneamente sin saber con quién exactamente discutir. La pelirroja se cruza de brazos y le mira con disgusto — Aquí el jefe soy yo, Viperón Oxyuranus. Que no se te olvide, insolente. — sin decir nada a su hermana, se aleja casi tropezando con el tubo en el suelo.
— ¿Y así es siempre?
— No. Solo cuando está de buen humor — la pelirroja se quedó en sus pensamientos.
Lazarus regresó a casa, desde la entrada pudo divisar la bahía donde forjó recuerdos un tanto dolorosos. Su mano sintió una pizca de temblor al tocar la perilla, abrazando su soledad y melancolía, abrió la puerta hasta tope, dejando que los rayos del sol penetraran en el olor a humedad. Caminó lentamente reviviendo por fracciones de segundos esa noche. Desde la distancia, miró la habitación de su hermana, incapaz de ir hacia ella. Al girar la vista, vio la de su abuelo, manteniendo su mirada fija en el retrato familiar. El sonido del reloj le recordó su vacío interior, inundando por antiguos recuerdos sumó sus hechos más recientes, trayendo a su mente la imagen de la joven de anteojos. Deseando tener una oportunidad de demostrar su inocencia en esa trampa.
GLOOMYLAND (Distrito 4)
El tren caminó las vías de aquel distrito montañoso y rico en vegetación. A la distancia podían verse los sembradíos de Crystallix, la planta milagrosa que daba vida a Mawords con los maravillosos cristales activos. Durante el día, la vista podía ser agradable, pues las aldeas esparcidas se veían coloridas. Cuando caía la noche, una espesa niebla inundaba sus valles y envolvía en suspenso lo que estos albergaban. Podrías ser confundido por algún animal salvaje o perderte entre su flora.
Blonder no se despegó de la ventana hasta el final del recorrido, cuando llegó a su destino, tuvo que continuar a pie hasta la vereda de árboles torcidos. Sin mucho entre manos, pronto salió al otro lado y con anhelo agilizó el paso hasta llegar a esa humilde morada donde había pasado sus años más gratos. Al entrar, el polvo y las telarañas hablaron del tiempo que había pasado en su ausencia. De inmediato fue a la que alguna vez fue su habitación. Ahí, admiró el dormitorio pequeño con una litera vieja y con la madera podrida. La vista era devastadora dentro por mucho que él se sintiera en casa.
Los días pasaron desde que el reloj marcó un nuevo comienzo después de la libertad. Francis ayudaba a Alonder en la isla con los habitantes de Alba. Pronto se enteró de que su dirigible ya era caso perdido, pero su nueva meta le regalaba un rayo de esperanza. Lazarus vindicó con las autoridades de Furtwin, claro a mano del albino. Pronto recuperó su empleo como marino y esta vez no solo se quedó haciendo guardia en la bahía. Siempre arribando sus pensamientos a los límites de lo prohibido para él. Nadine no entendía con exactitud lo que había pasado con él, y solo se quedó con la versión de su hermano. Heavy decidida a recuperar lo que el mar se llevó, se propuso hacer un comienzo limpio con ayuda de Apricot, como su ayudante. Viperón no le quitaba la vista de encima y no era raro la intolerancia entre ellos. Auschbely por su parte, se dedicó a limpiar y embellecer su hogar. También, comenzó a hacer visitas nocturnas a una cabaña oculta entre el espesor de su terreno. Cuando por fin se sintió satisfecho con aquella morada de su infancia, caminó hasta los límites de un árbol viejo y casi sin hojas, debajo de este descansaban dos tumbas, con gran alegría, saludó y depositó el ramo de flores entre la tumba de su padre y madre, en la lápida de roca, pudo leer sus apellidos, «Magne y Auschbely» respectivamente.