El presuntuoso joven de cabello cenizo dejó de mirar el reloj y un tanto impaciente se levantó de su lugar y bajó al taller, topándose solo con la presencia de su amiga y ayudante.
— ¿Y Nadine? — dijo aparentando desinterés — Me urge hablar con ella.
Dejó su tarea de lado y un tanto seria miró a los lados — No se encuentra, por si no lo has notado.
— ¿Debió decirte a dónde fue?
— Así es. Se debe a algo de interés común, solo puedo decirte eso.
— ¿Con quién? — avanzó lento — ¿El pseudo doctor? — sonrió.
— No deberías hablar así de las personas. ¿No te gustaría que hablaran a tus espaldas o se burlaran de ti, o sí? — se cruzó de brazos.
— Mientras no lo hagan frente a mí, no habrá consecuencias — rió.
— Bueno, entonces sigo con mi trabajo — le dio la espalda.
Viperón se dio la vuelta, pero se detuvo a medio camino. La pelirroja continuó organizando sin tomar atención alguna, pero al tanto de sus movimientos. Las palabras en él se quedaron a mitad de su garganta sin poder salir, dándose por vencido decidió alejarse.
En el taller clandestino de Apricot, los tres viejos amigos en solitario, se reunieron para hablar sobre los últimos descubrimientos y avances que habían tenido. Apricot mostró a ambos los planos de los Legencraft más recientes. Aquel en el que años atrás habían trabajado con Blonder y por fin verían la luz.
— Scarlord fue de gran ayuda en el proceso del uso de tecnomagia en ellos. Nos costó casi una explosión — sonrieron. La mujer le dio al rubio el procedimiento de principio a fin en un diario. — Trabajamos para que la membrana adquiriera más resistencia y la baja de estos fuera menor.
— Aún si fueran atacados con armas de alta gama, podrían resistir — añadió el pelo negro — pero el único detalle es la membrana, si recibe un ataque directo, podría desestabilizar al Legencraft.
— Entonces debemos buscar una alternativa que nos permita mantenerlos de pie aún con la membrana débil. Energía de reserva.
Anak miró a Scarlett de acuerdo. — Podemos hacer algo — mencionó el de barba — la esencia por sí misma actúa de forma lenta, pero si usamos cristales activos, hará el doble o el triple según las cantidades. Sería cuestión de desarrollar un mecanismo automático o algún contenedor de la misma — miró a la mujer y al rubio.
— De acuerdo, ahora solo queda proceder con cautela.
El especialista en la esencia, acompañó a su visita a la salida.
Nadine observó el lugar por dentro con una leve sonrisa, deteniendo su mirada en una fotografía de Katmind y su padre.
— Espero tener la oportunidad de saludar a tus padres la próxima vez — sonrió.
— Tal vez a mi padre, es el único que vive conmigo aquí.
— Lo siento — puso una mano en su hombro.
Katmind sonrió ligeramente — Entiendo, pero el caso es que no tengo una madre y no porque haya fallecido. Sino porque soy un Nova humano.
Nadine se sorprendió, pero de igual modo se mostró contenta — No lo sabía, la única Nova humana que conozco es Pandora y eso porque estoy de algún modo en ese círculo.
Katmind rió suave — Comprendo. Me dio mucho gusto que vinieras, Nadine. Eres bienvenida cuando gustes. Espero que la próxima vez, mi padre tenga el gusto de saludarte. Hace poco se encontró con un amigo de años y está muy feliz por su regreso, supongo que está con él.
— Entiendo. Me alegro por él, la vida puede darnos sorpresas gratas. Compartir con alguien que tiene un lazo así de fuerte, siempre será maravilloso.
— Pienso lo mismo, Nadine — sonrió — más que una relación de socios que solo conviven en reuniones, espero que mantengamos una convivencia constante.
La joven le regaló una expresión de interés mutuo, aceptando su mano amiga. Por un instante, trajo a su mente el recuerdo de aquel amigo fugaz en su vida, pero a quien seguía estimando.
Alonder y Francis se hospedaron en una habitación, la joven durante el camino y hasta llegar ahí no le quitó la vista de encima, notando su inquietud. El pelo negro se quitó la chaqueta y se desplomó en la cama. Al cerrar los ojos, el ambiente del distrito removió sus recuerdos.
— ¿Qué tienes, Fran? — se sentó en la otra cama individual mirándole — Desde que salimos de la isla te veo… Preocupado.
Él suspiró — No es nada. Solo, son estragos.
La chica de matices rosa, se quitó las botas — Puede que tengas algo de verdad, pero creo que estás cargando con preocupación ajena también. ¿O me vas a mentir diciéndome que no tiene que ver con Lazarus?
Se sentó de golpe y se acomodó sobre su cama — Tal vez. El pobre tuvo que renunciar a esa chica para salvarnos el pellejo, y le importa más de lo que dice.
— Se siente en deuda con ella — alzó los hombros — Pero no es como que pudiera hacer algo más, si está bajo amenaza de ese desgraciado. Desde que supe que un Oxyuranus nos ayudaría, sabía que le iba a doler pagar esa deuda.
— ¿Conoces al tipo?
— No, pero ellos fueron los principales responsables de que las personas como yo, se quedaran sin los medios para ayudarse. Todos ellos son iguales, solo les importa su bienestar. — Un hilo de rencor se escuchó.
Francis cruzó los brazos, tragándose el coraje que solo podía almacenar porque nadie estaba dispuesto a decir o hacer lo contrario.
Al siguiente día, Viperón esperó paciente en la entrada de la mansión, pronto la presurosa joven entró camino a su taller, él se acercó sin decir nada y le detuvo del brazo.
— Viperón — afinó la mirada y se apartó.
— ¿A dónde fuiste ayer? Y no trates de mentirme porque la marinera me lo contó todo. — cruzó los brazos.
Se acomodó las gafas y mangas de su blusa — Katmind Scarlord, ¿contento?
— ¿Y qué haces tú codeándote con ese ermitaño? ¿Puedo saber qué tienen que ver las armas con sus dulces para dolores de cabeza?
Arrugó las cejas — Más de lo que imaginas. Quiero asociarme con Katmind para trabajar en la mejora de las municiones.
— Estás consciente de que eso no es posible por varias razones — levantó la mano — El pseudo doctor no te va a apoyar porque eso va en contra de sus principios — bajó la mano — y aún si lo hace, por temor de perder a la única persona que le habla en siglos seguramente, irá a prisión. De igual modo, nosotros. ¿Olvidas las reglas, hermanita? — se cruzó de brazos — nosotros no podemos manipular la esencia. Somos una industria de armas, no un laboratorio.
— No tienes que saberlo, y tú siempre encuentras la manera de lavarte las manos. — limpió sus gafas.
— Nadine me sorprendes. Pareciera que eres la flor más delicada e inofensiva, pero estás llena de espinas. ¿Dime, con qué fines buscas la aprobación de algo como eso? No estamos en una guerra mundial.
— Solo son pruebas, Viperón. No voy a comercializar con ellas, pero bien podríamos usarlas. Creo que… Serían de gran ayuda para aquellos que están en contra de las depuraciones. — desvió la mirada. El cenizo tragó con dificultad, recordando aquellos que le costó sepultar en su mente — Sé que no todos podían adquirir estas armas, pero hay otros que sí.
— Nadine, no somos una fundación. — puso sus manos en sus bolsillos — hacer eso, es ir contra lo establecido. No voy a poner nuestras vidas en riesgo por eso. Aunque suene cruel. Piensa, Nadine. Nadie ha hecho eso, por mucho que desearan lo contrario por una simple razón. Hay consecuencias. Olvida eso, hermana. Tenemos todo para vivir cómodamente — señaló a su alrededor — sé que no todo es perfecto, pero nos tenemos a nosotros mismos — se acercó a ella y le tomó del hombro.
La preocupación se quedó en sus pensamientos. — Podemos intentarlo, Viperón.
Negó con la cabeza — Nadine, siempre contarás con mi apoyo, pero no para esto.
El reloj de la torre crepuscular marcó la medianoche. Esa noche, solo la luz artificial en las calles estuvo presente. Las aves en la vegetación casi nula del distrito permanecieron en silencio en sus nidos. Las mascotas pudieron percibir el paso frío de la muerte, abriendo camino con un soplo de angustia. Las luces del callejón Penumbra tuvieron la misma reacción que aquella noche en el castillo. En el taller subterráneo, la mujer de cabello corto levantó la mirada lentamente, percatándose del fallo en la electricidad. Una corriente fría se deslizó por su espalda, dejando su herramienta sobre la mesa de trabajo. Cuando el clamor de la desgracia abandonó el sitio, temerosa arrugó la manga de su chaqueta, el vacío en su mirada reflejó la marca agonizante, esa misma que las Stonecraft tenían grabadas. Al mismo tiempo, del otro lado. Ese mismo problema había llamado la atención en el edificio donde se encontraba Nadine. La joven se encontraba dormida, pero entre sueños pudo sentir la incomodidad de la marca reclamando su cuerpo. No fue hasta la mañana siguiente que despertó y fue azotada por la impresión de ver esa extraña marca en su antebrazo, muy cerca de su muñeca.
El joven de pañoleta oscura cubrió su mirada celeste con sus gafas de seguridad. Utilizando un gotero y con mucho cuidado, depositó dos gotas de esencia morada en un recipiente de esencia rosa, obteniendo un tono magenta al incorporar. Acto seguido, llamaron a la puerta y atendió amable, al escuchar de su visita, fue a atenderle de inmediato. El cenizo que se encontraba de espaldas en la entrada de la casa, escuchó sus pasos y le miró.
— Bienvenido, Viperón — se acercó amable y extendió su mano.
— Déjate de juegos, Scarlord — ignoró el saludo. El contrario se quedó en sus pensamientos — Seré claro. ¿Cuánto quieres, por hacerte el loco y negarte a ayudar a Nadine? Lo primero se te da muy bien. — le miró con desdén.
Katmind le miró confundido, pero sin mostrar disgusto. El de traje le hostigó con la mirada — Hablé con tu hermana, ayer — movió la vista — no tengo intenciones de ayudar a asesinos. Sé que la mejora de las armas será para beneficio de eso. Aprecio a Nadine, pero puedes quedarte tranquilo. Sin embargo, quiero ayudarla a comprender cómo funciona la esencia, esclarecer los beneficios y peligros de ella. — le sostuvo la mirada.
Con un suspiro de fastidio se frotó el tabique — Olvídate de eso. Escogiste bien — dijo con alivio — para tu suerte — Katmind apartó la mirada — pero por el bien de Nadine, será mejor no alimentar la idea. Así que descarta la idea de la charla preventiva. Y si es posible, aléjate de ella.
El joven tragó con dificultad — No — negó estremecido — no voy a ayudarla a hacerse daño. Pero no voy a alejarme. — le miró seguro de su palabra, pero cauteloso de su respuesta.
— Debí suponerlo — volvió los ojos — es difícil para alguien como tú hacer amigos — fingió lástima — pero mientras guardes tu distancia, puedo tolerarlo. Es mejor que un delincuente errante. — Katmind mostró cierta confusión por eso último. — Pues suerte con eso, Scarlord. Puedes volver a tu guarida — se dio la vuelta manteniendo su postura arrogante. El otro se quedó perdido.
Francis y Alonder fueron al barrio y ahí ambos comenzaron a buscar lo que les había traído a ese sitio. El pelo negro se acercó a diferentes locales, preguntando por alguien que pudiera darle lo que buscaba, pero conseguir un dirigible no era algo sencillo aún para ellos, Bloodfield se movía por tierra.
El de chaqueta oscura salió del local, haciendo movimientos con su cuello para liberar la tensión.
Al voltear hacia su izquierda, sus ojos casi se salen de órbita.
— ¿Señor… Auschbely? — musitó sorprendido. Afinando la vista. De inmediato aceleró el paso. El rubio al escuchar pasos veloces, levantó la vista anonadado. De igual forma, se apresuró. — ¡Señor Auschbely! — el pelo negro se acercó y le tomó de la mano para saludar.
El rubio expresó su felicidad y tranquilidad al verlo mejor — Francis, no esperaba encontrarte aquí. Pero me da gusto verte tan bien. — sonrió ampliamente.
— Yo también. — sonrió y volvió a su realidad algo confundido — ¿Vive aquí?
El hombre sonrió — No. Estoy aquí por asuntos personales.
— Qué coincidencia. — sonrió — Por cierto, le fui a buscar a su casa en Glommyland, pero al parecer ya se encontraba aquí.
— Perdón, Francis. Estuve ahí, pero decidí moverme. El tiempo es vital, y ya no tengo tu edad. Cada segundo cuenta.
Rummage expresó curiosidad por lo que decía — ¿Pasó algo?
El rubio le tocó el hombro — Sigue pasando.
El galante joven se dirigió al taller donde se encontraba la perturbada víctima del ataque nocturno. Ni siquiera notó la presencia de su hermano, pero él sí pudo percibir su angustia.
— Nadine — dijo suave, al no tener respuesta le alcanzó y tomó del hombro — ¿Qué pasa? — ella con los nervios controlando su mente, no tuvo tiempo de hacer el intento por disimular. El cenizo le examinó con la vista, deteniéndose en la macabra silueta tatuada. Él le tomó del brazo para observar. La joven se quitó las gafas y limpió el sudor frío — ¿Te hiciste un tatuaje? — Ella le miró, y de inmediato supo que no se trataba de eso. — ¿Qué es esto, Nadine?
— No lo sé — dijo con problemas para mantener la calma — cuando desperté esta mañana, tenía esta especie de marca en mi brazo. No sé qué… O quién. Viperón, no sé qué pensar, no encuentro lógica para esto. — se puso la mano en la frente llena de dudas.
El cenizo no sabía qué decir o hacer al respecto, esto iba más allá de lo que comprendían. Y por un momento, pensó, vagamente, en la posibilidad de un castigo. Por sus acciones, considerando los hechos y palabras que había escuchado, su mente comenzó a traicionarlo. Movió la cabeza negando para disipar esas ideas.
— No. — se acercó a su hermana y le tomó de los hombros con determinación y protección — no tengo idea de lo que sea. Pero te prometo que haré lo imposible hasta dar con el responsable. No tengas miedo, en este sitio también hay delincuentes y no me sorprendería saber que fue obra de algún idiota. — Nadine tomó aire, confiando en las palabras de su hermano y tratando de hacerse a la idea de que podría ser así. — Por ahora mantendremos esto entre nosotros, nada más. Hasta estar seguros. — la joven asintió con la cabeza.
Blonder caminó en compañía de Francis hacia un sitio donde pudieran comer algo. Ahí intercambiaron miradas, sintiendo incomodidad por el ambiente que les rodeaba. Francis se había quedado con la duda de saber de lo que hablaba el hombre.
— ¿Entonces se está quedando en casa de su amigo? — tomó su gaseosa.
— Sí. No creo que tenga problemas si vienes conmigo.
— No planeo quedarme, solo estoy en búsqueda del dirigible o de las piezas para armarlo yo mismo.
El rubio sonrió — ¿Tienes experiencia en las alturas, cierto?
— Sí. Y pronto comenzaré a surcar los cielos, sé que hay algo grande esperando por mí. Solo debo seguir buscando.
El rostro del rubio se iluminó — Francis, me gustaría mostrarte algo. ¿Recuerdas a los Legencraft? — los ojos del otro se abrieron con emoción.
— ¿Tiene uno de esos, aquí? — miró a sus lados.
— Sí. Y son grandiosos, estoy seguro de que opinarías lo mismo. ¿Qué dices? Te ayudaré con tu búsqueda.
— Claro — dijo ansioso.
Ambos se pusieron de pie y salieron para encaminarse al taller, la joven de cabello matizado reconoció a su amigo y le alcanzó de inmediato. Nuevamente estos pasos a prisa les hicieron voltear.
— Francis — miró al rubio. Este se detuvo en la joven, examinándola.
El de ojos verdes se quedó mudo por un momento — Alonder, él es Blonder Auschbely. El amigo del que te conté — miró al rubio — ella es Alonder Wonder. La amiga de la que te platiqué.
Los dos amigos del joven se analizaron. Blonder extendió su mano con una sonrisa amable, mientras la otra le miraba hostil y criticando su apariencia en su mente.
— Un gusto. Francis me habló de ti — sonrió.
La de vestido rosa estrechó su mano y rápidamente le soltó — Sí, él también me habló de usted.
— Hace mucho no veía uno de esos — Blonder dijo a la joven mientras veía sus dispositivos auditivos. Ella aligeró su expresión — Sin ofender. Recuerdo que había una fundación que ayudaba a su fabricación, conocí a algunos voluntarios.
Francis desvió la mirada. Wonder suspiró — Sí, eso es cierto. Mi padre fue uno de ellos, pero gracias a la arrogancia y ambición de seres despreciables, tuvieron que desmantelar la fundación. — denotó ese sentimiento de impotencia.
Blonder compartió de algún modo ese sentimiento de impotencia ante la injusticia.
— Bueno, supongo que usted sabe algo de dirigibles. — miró a Francis.
— De hecho, a eso íbamos. — mencionó el de ojos verdes.
— Qué bien.
— ¿Conseguiste lo que buscabas? — preguntó el más joven.
— No, pero me ayudarán con eso.
— ¿Tú también buscas piezas?
La chica miró al rubio — Sí. Pero son para fabricar y reponer prótesis y dispositivos para niños y jóvenes con alguna discapacidad.
— Grandioso. Si me lo permites, podría ayudarte con eso. Tengo a algunos amigos que estarían dispuestos a colaborar.
— Gracias. En Alba la ayuda siempre será bienvenida, todo es a beneficio de los habitantes de ella.
— Bien, entonces qué les parece si los veo mañana. Hablaré con ellos y llegaremos a un acuerdo, ¿qué dicen? — La joven y el otro se miraron de acuerdo.
Nadine se había ido a casa más temprano de lo habitual. Su hermano, atormentado por su mente, trataba de darle explicación o al menos quería algo que le tranquilizara. Nadine en casa, estaba igual o peor que él, palpando esa silueta indolora en su antebrazo, la expresión agonizante de esa figura le provocaba náuseas y una sensación de temor. Aunque el cenizo le pidió discreción con el tema, ella no podía estar del todo tranquila, pensando en escribirle a la única persona que consideraba podría darle las palabras que necesitaba.
Esa mañana, no fue extraño que la joven Apricot no se presentara al taller, Viperón se veía muy nervioso y daba vueltas en su estudio conteniendo ese pesar que le quitó el sueño. La puerta interrumpió su lucha interna, se acercó pensando que era la pelirroja, pero se trataba de uno de los guardias de seguridad.
— Señor, hay un hombre que quiere hablar con usted. Dice ser Francis Rummage, un conocido.
La sangre del cenizo ardió y su rostro se tornó inexpresivo por fuera. — Hazlo pasar — dijo frío.
El chico de chaqueta oscura, pronto siguió el camino al sitio privado. Abrió la puerta y el cenizo se encontraba frente a su escritorio, al verlo se acercó con una expresión indiferente, ocultando todo lo que tenía dentro.
— ¿Qué demonios haces aquí? — mostró su descontento. — Le dejé claro al delincuente de Sveinn lo que pasaría si los volvía a ver cerca.
Rummage sostuvo la mirada frunciendo la boca — Vine por mi cuenta. — Viperón dio un paso hacia atrás confundido — Me parece injusto lo que le hiciste a mi amigo — arrugó la frente — y vine para que te retractes de tu decisión, de lo contrario… Buscaré a tu hermana y le diré la verdad. Que se entere de una vez de la clase de escoria que tiene por hermano.
El cenizo recibió sus palabras como el peor insulto en ese momento. Sus ojos se llenaron de ira — Tú y el maldito Sveinn se van a arrepentir de haberse cruzado en mi camino — dijo cargado de sed de venganza.
— ¡Deja a mi amigo fuera de esto! — apretó la mandíbula. — Sé dónde vive tu hermana, así que no dudaré en decírselo. Nadine se va a enterar de esto.
Los ojos del amenazado se dilataron de furia. Con un movimiento rápido metió la mano a su saco y le apuntó con una pistola común — ¡Maldito! — colocó su dedo en el gatillo. El contrario, con rápido reflejo levantó la mano derecha y golpeó la suya desarmándolo, mientras que la izquierda se dirigió a puño cerrado. Del puñetazo cayó al suelo, petrificado.
Rummage aún se mantenía exaltado y con el puño cerrado cuando la pelirroja entró, dejando caer la carpeta en sus manos. Miró al cenizo en el suelo, quien se agarraba la nariz sangrante y se quejaba levemente. Aún sorprendida por la presencia del explorador, se acercó al frustrado en el suelo y le ofreció un pañuelo. Él solo le miró adolorido y permitió que le ayudara a reponerse. Rummage aligeró su expresión y postura, viendo a la pelirroja del lado de Viperón con incredulidad.
— ¿Por qué lo hiciste? — dijo atónita.
— Él tiene la culpa de todo, Heavy.
— ¿Conoces… A este criminal? — el albino dirigió su vista con disgusto e inquietud.
— Sí, pero… — miró a Francis de nuevo — ¿Qué pasó? ¿Pensé que estarías con Lazarus?
— Por esa razón vine. Él obligó a Lazarus irse, no se habría ido de no ser por él — señaló con desprecio al de traje — nuestra libertad a cambio de que se alejara de Nadine. — La pelirroja sorprendida se volvió a Viperón y nuevamente al otro. — Así que elige… Vas a permitir que Lazarus y tu hermana se vean de nuevo, o te daré una paliza peor. — cerró el puño.
— ¡Ya basta! — dijo en medio de ambos — al parecer la carroña no solo existe en alta mar. — dijo al de ojos verdes. — En lugar de buscar problemas innecesarios, deberías continuar con tu vida. Y dejar de meter en líos a tu amigo.
— Heavy, tú no entiendes. Así que hazte a un lado, mi pelea con este desgraciado — le señaló.
El cenizo con el pañuelo en la nariz compartió el desprecio mutuo — Te vas… A arrepentir. — dijo destilando odio.
— No empeores las cosas y vete por favor. ¿Ya tuvimos suficientes problemas, no crees?
El enguantado se acomodó la chaqueta. — No será la última vez que te vea — vio amenazante al otro con los dedos en la vista.
Rummage salió de inmediato, Heavy se acercó al cenizo que había tomado asiento, y reclinó la cabeza para detener el sangrado. Heavy terminó por atender el golpe, el albino mantuvo su mirada fija en ella, al recordar lo que había pasado, apartó su mano y le arrebató la gasa. La pelirroja tomó distancia.
— ¿Conoces a ese infeliz? ¿Has estado viéndolo? — dijo traicionado y mostrando su enojo.
— No.
— No mientas — se puso de pie.
— No lo veo desde que salió de prisión. Me despedí de ellos cuando se fueron. No tenía idea de que había regresado — frunció la boca — Y a todo esto, no tengo por qué darte explicaciones.
— ¿Entonces tú también estuviste en prisión?
— No — apagó los ojos irritada.
— Claro, se me olvidaba que eras una ladrona experta.
— Debí dejar que te rompiera la cara — mostró disgusto.
El cenizo sonrió — Me dará mucho gusto verlo de nuevo en el infierno, pero esta vez sin nadie que pueda ayudarlo. Y hablo por los dos.
— Sus acciones tienen justificación. No deberías tirar palabras al viento sin estar seguro.
— Defiendes a tus amiguitos — se cruzó de brazos y le dio la espalda.
— No…
La puerta se abrió. Pandora vio a ambos a detalle, Viperón no pudo ocultar el golpe. — ¿Qué está pasando aquí? — cerró de nuevo — A ustedes ya se les está haciendo costumbre trabajar juntos. — cruzó los brazos — ¿No deberías estar con Nadine? — la mujer se acercó con mala intención.
— Nadine está un poco mal de salud y Heavy vino a poner en orden las cosas que le encargó.
La mujer volteó y cambió su rumbo. Se acercó y le tomó del rostro. — ¿Y a ti qué te pasó? — vio a la pelirroja de reojo. — ¿No me digas que te atreviste a golpear a mi prometido?
Heavy arrugó la frente — Ella no lo hizo — él le tomó del brazo. — Fue… Un imbécil que no tiene importancia.
— ¿Que no tiene? — puso sus manos en su cintura — mira cómo te dejó. Vas a dejar que quede impune lo que hizo, eso amerita un castigo severo.
Heavy no soportó la presencia y todo en sí de la heredera Favela, pronto tomó su carpeta y abandonó el estudio.
Alonder y Blonder esperaban a Francis en la entrada del callejón. No pasó mucho tiempo cuando el exaltado se acercó. Refunfuñando para sí mismo. El rubio y la joven se miraron extrañados de su aspecto.
— Perdón por el retraso, tuve un inconveniente. — tomó aire. Wonder no se creyó eso en absoluto, pero no comentó nada.
— ¿Todo bien? — dijo el hombre.
— Sí. — disimuló.
Una vez estaban completos, Blonder activó el dispositivo de ubicación y el auto llegó. Comenzaron su recorrido hasta llegar a la casa de la colina. Al abrir la puerta, tanto Alonder como Francis se sorprendieron al ver el hogar en el terreno arbolado.
— Llegamos — Blonder se acomodó detrás de ellos — mi amigo les está esperando.
Los jóvenes accedieron al lugar perdiendo la vista en el interior. Los pasos del especialista en esencia mágica se acercaron. Los visitantes tomaron postura.
— Bienvenidos — estrechó la mano de ambos y estos agradecieron — Anak Scarlord. Servidor y amigo — sonrió.
— Un gusto. Alonder Wonder — dijo cordialmente.
— Francis Rummage — dijo alegre.
— Así que tú eres Francis — le miró atentamente — mi amigo me habló de ti. Es un gusto conocerte.
— Lo mismo digo.
La presencia del joven Scarlord llamó la atención de los amigos recién llegados, él de igual forma se sorprendió ante la nueva visita de personas, seguramente conocidas de su padre. Se acercó a saludar con una expresión amistosa y amable.
— Ellos son Francis Rummage y Alonder Wonder, nuevos amigos. — mencionó su padre.
El chico ocultó su sorpresa y miró a ambos — Un gusto. Soy Katmind. — extendió su mano.
Los chicos estrecharon su mano, Francis sonrió divertido ante el saludo del joven y se acercó para saludar a su modo, con una palmada. El aprendiz fue tomado por sorpresa ante su gesto, pero estuvo cómodo con eso. Cuando fue el turno de Alonder, si bien le extrañó su forma de saludar, mostró una sonrisa ligera. Anak se acercó al rubio y le saludó con un apretón de hombros que fue bien recibido.
Nadine se encontraba igual de pensativa en la situación, pero más tranquila. La alarma de visita le hizo ponerse de pie. La presencia que necesitaba en esos momentos estaba ahí. La mujer de cabello corto se acercó a abrazarla al notar la expresión de su rostro. Sin decir mucho, entendió lo que pasaba.
De nuevo en la morada de los Scarlord, las visitas habían pasado al comedor y habían tenido una agradable charla donde hablaron un poco más sobre cada uno. Katmind curioso de los más jóvenes, no les quitó la vista de encima. Alonder le miraba de reojo y Francis de vez en cuando, con el mismo interés.
— Blonder me comentó sobre la búsqueda que estaban haciendo. Yo con gusto ofrezco mi apoyo para el albergue, podemos ayudarles con medicamentos, alimento y claro, con las prótesis y dispositivos de ayuda para los muchachos. Puedes hacer una lista de lo que hace falta o lo que necesites y con gusto te ayudaremos. — Anak quedó a disposición de Wonder. Ella reflejó su gratitud.
— Puedo ayudarte con eso, padre, si me lo permites y están de acuerdo — habló el joven de pañoleta.
— Gracias, hijo.
— Claro — dijeron los otros dos.
— Perfecto — Blonder sonrió. El de chaqueta oscura le miró agradecido.
Nadine había contado a su tía lo que había ocurrido, dejando en evidencia la angustia en su voz.
Scarlett con una expresión de pena compartida se quedó con las palabras en su interior. Tomó a su sobrina de las manos y trató de transmitir una tranquilidad que no habitaba en ella por la misma razón. Pero a diferencia de ella, lo había tolerado sin sorpresa.
— ¿Viperón lo sabe?
— Sí — se quitó las gafas — me dijo que no dijera nada, no podía guardarme algo así. Necesitas ponerte al tanto porque todo esto no da buena espina. Pero va más allá de lo que creo.
— Nadine — de nuevo parpadeó para evitar sus lágrimas — sé lo aterrada y confundida que debes estar. Quieres una respuesta para comprender lo que ocurre, yo en tu lugar desearía lo mismo. — la joven le miró fijo. Su corazonada le advertía de algo desagradable. — Hay cosas increíbles y difíciles de entender a simple vista, pero eso no quiere decir que sean artimañas. Podrías descubrir cosas que explotarán tu cabeza de solo imaginar, porque no son cotidianas. Pero cuando te das cuenta del peligro real, la incredulidad desaparece.
La joven Apricot solo se mostró más temerosa, intentando darle sentido a esas palabras. Scarlett con una sensación de miedo en el cuerpo, reveló a su sobrina la silueta en común. El choque instantáneo congeló el tiempo para Nadine, dejándola helada y muda. La mujer a su lado, dejó caer las gotas que empañaban sus ojos, su sobrina elevó la vista. Recibiendo el golpe más duro de realidad. Cuando pudo reaccionar se puso de pie negando y tratando de mantener sus propias creencias en su lugar. Scarlett intentó tocar su hombro, pero la más baja se apartó.
— No lo entiendo — hizo su mayor esfuerzo por mantener la cordura — ¿Cuántas cosas… ocultas, Scarlett? — dijo con voz temblorosa.
— Nadine, no es fácil. Mira cómo estás, crees que podrías entender la mitad de lo que sé. — dijo arrastrando sus propios secretos.
— Tienes razón. ¿Pero siquiera pensabas decírmelo alguna vez?
— Nadine dejó salir una risa nerviosa y cargada de sentimientos sobre el suelo. — No lo puedo creer — colocó su mano en su frente — Viperón tenía razón — musitó y sus lágrimas por fin afloraron, quebrando el vínculo.
La mujer ensombrecida por años de silencio sabía lo que venía a continuación, pero aún con su dolor propio se preparó para aceptarlo.
— Estoy consciente de que no soy la mejor de las personas, pero… Me cuesta entender por qué tanto misterio. — dijo con decepción — ¿Kreine también está involucrado, cierto?
Ahora entiendo todo — desvió la mirada.
— No, Nadine. Kreine está libre de culpa en esto, pero es mejor que no lo sepa. Tan solo te pido eso, y no por mí. Sino por ti misma y por Viperón. Sé que no quieres verlo sufrir, pero te aseguro que después de esto, no habrá ningún otro secreto. — bajó la mirada.
— Agradezco que hayas venido y perdón si te di alguna molestia. — La joven avanzó hacia la puerta. Scarlett afectada decidió darle su espacio. Cuando la puerta se cerró de nuevo, la joven se recostó en la puerta y liberó su llanto.
Alonder y Francis regresaron al hospedaje y ahí se pusieron cómodos en sus respectivas camas. La joven mantuvo su sonrisa llena de júbilo, olvidando por un momento los amargos recuerdos. Rummage compartió su felicidad sin decir mucho, sintiendo una sensación agradable por verla así.
Scarlett buscó refugio en la soledad de su habitación dentro del taller, sus ojos enrojecidos eran prueba del desahogo que no fue suficiente, vio parte de su vida pasar frente a sus ojos. Haciendo un recuento de todos y todo aquellos que le habían marcado negativamente, con la mirada rígida y cargada de coraje, se acercó a un diario antiguo sobre el buró, le tomó entre manos mirando la portada que tenía las letras L y C grabadas en piel. Sus hombros se elevaron ante su respiración rápida. Como una forma de aliviar su dolencia, arrojó el diario hacia una lámpara que terminó en añicos sobre el suelo.
Por la mañana, Alonder y Francis fueron a la casa de los Scarlord. Ahí dividieron sus caminos, Alonder se quedó con Anak, y Francis fue guiado por Blonder al barrio. El joven de mirada verde siguió a su amigo hasta el taller de Apricot. Pronto tuvo acceso al sitio que no tomó al chico por sorpresa porque se veía como un hogar pacífico.
— Espera aquí — Rummage se detuvo mirando de un lado a otro con curiosidad. El rubio bajó al subterráneo y ahí encontró a la mujer de espaldas en la mesa de trabajo, de inmediato se acercó. Scarlett jaló aire y le regaló una sonrisa para disimular. — ¿Qué sucede, Damasco?
— Nada. Solo estaba pensando en la próxima prueba del Legencraft. — aligeró la tensión con una sonrisa. Blonder supo que mentía. — ¿Y tú? — los pasos del joven arriba llamaron la atención de la mujer, quien expresó preocupación.
— Tranquila, es Francis.
— ¿Lo trajiste? — dijo sorprendida.
— Sí. Creo que el muchacho tiene un gran potencial, es de confianza y estoy seguro de que nos ayudará. Confía en mí.
— Confío en ti, Blonder — dijo sincera, pero con un suspiro ahogado — es solo que no creo que sea buena idea. Seguro que dirá que no, tan solo piénsalo. Y estará en toda razón, lo que tenemos aquí no se trata de un reto simple.
— Lo sé, mi dulce Damasco. Pero, te aseguro que puede funcionar. Ya lo verás. — la tomó de los hombros, ella sonrió confiada en su palabra. Pronto volvió a subir, el joven se acercó a él — Sígueme. — pasó por delante.
El acceso en el suelo se abrió, dejando las escaleras a la vista. Ansioso por ver lo que había debajo, se aventuró con una sonrisa. Al tocar suelo de nuevo, se maravilló con la estructura subterránea y las herramientas ahí. Avanzó mirando cuidadosamente, Blonder se quedó a sus espaldas y Scarlett apareció a su lado con una sonrisa, mientras veía al joven.
— Es una maravilla — dijo el invitado volteando y topándose con la presencia femenina.
— Bienvenido — caminó hacia él en compañía del rubio. Él le observó atentamente — Scarlett Apricot — extendió su mano.
El apellido le hizo ruido, estrechó su mano con una sonrisa y sin perderla de vista — Francis Rummage. Un placer.
— Ella es mi gran amiga, Scarlett — el rubio le tocó el hombro y ella confirmó con su mirada. El pelo negro sonrió. — Ella jugó un papel muy importante con la creación y nacimiento de los Legencraft.
— Increíble — dijo con asombro.
— ¿Supongo que estás ansioso por verlos, cierto? — el más joven respondió a la mujer con un gesto.
Ella y Blonder le guiaron hasta una puerta con clave del otro lado. Después de obtener el acceso, ambos le invitaron con un gesto a descubrir por sí mismo. Sin pensarlo dos veces, entró lleno de emoción. Las luces tenues se encendieron una tras otra hasta iluminar la amplia habitación, dejando a la vista a los gigantes. Rummage caminó entre las tres filas de colosos de titanio. Examinó los rostros, que lucían como caretas oscuras con infrarrojos por ojos, notando una cosa común en todos; una marca en la frente con la letra F, de color rojo. Sin conocimiento alguno, tuvo la idea de pasar su mano por delante de uno, activando el sensor. Cayó al suelo de un sobresalto cuando lo vio moverse y dirigir su mirada a él.
Blonder y Scarlett se acercaron de inmediato, Scarlett le ayudó a ponerse de pie mientras el otro desactivó al coloso.
— Lo siento — dijo la mujer.
El pelo negro respiró aliviado y sonrió — Descuide — se acomodó la chaqueta — Son impresionantes, señor Auschbely. — el rubio le miró — Hicieron un gran trabajo — dijo a la mujer. — Esto es increíble, en serio. — De nuevo se quedó en sus pensamientos — pero… — miró a los gigantes en fila contando treinta de ellos — son demasiados — miró a ambos — ¿van a venderlos?
Blonder y Scarlett intercambiaron una mirada. — No, la venta de los Legencraft no es posible porque va contra las reglas establecidas por el dictador de Mawords. Si bien, la gente tiene conocimiento de ellos y saben que existen. Crean réplicas para apuestas clandestinas.
Rummage desvió la mirada procesando sus palabras. El rubio se acercó un poco más.
— Scarlett y Anak trabajaron por años en estos cuando su producción era más difícil. Antes de ir a prisión, nosotros creamos un grupo llamado «Furtival». —
El pelo negro les miró a ambos, conectando lo que sabía. — ¿Una rebelión? — tragó pesado.
Los amigos se miraron una vez más. — Algo así. Pero no pudimos hacer mucho, porque no teníamos los cimientos necesarios ni la mitad de todo lo que tenemos ahora. — mencionó Scarlett.
— Aún si no hubiera estado con ellos, Furtival habría seguido adelante. — mencionó el rubio.
Un poco perturbado Rummage esclareció las cosas en su mente — Quieren decir… ¿Hablan de enfrentar al gobierno universal? — estos afirmaron. El pelo negro se dio la vuelta incrédulo y sin poder evitar reír con una mezcla de temor — Señor Auschbely, yo creí que usted fingía en prisión. Pero ahora me doy cuenta de que realmente está mal de la cabeza. — su mirada se tornó seria. Señalando nervioso con la mirada — Ni toda la guardia marítima podría enfrentarse a esos asesinos sin ser volados en pedazos con un solo tanque. Esa gente no usa armas comunes, tienen en su poder armas poderosas, letales… capaces de desintegrar a un ser humano — sus ojos se humedecieron con preocupación e impotencia.
Scarlett y Blonder lo comprendieron, sintiendo culpa por su reacción.
— Creen qué… — negó con la cabeza — Unos cuantos amigos de estos no serán suficientes. Por muy geniales que sean, no derrocarán una armada de asesinos equipados con magia.
Y me siento orgulloso, lo admito. Saber que quieren intentar algo como eso, me hace ver una esperanza. Porque al igual que ustedes, estoy harto de todo esto. — se rindió ante sus emociones. El rubio se acercó a él y le tomó del hombro con fuerza.
Viperón bajó al taller donde se encontraba su hermana, ella no había dicho una sola palabra desde que llegó. Intentó concentrarse en sus actividades, pero le fue imposible con la mente llena de líos. Tan solo imaginando lo que escondía esa silueta y si sería capaz de tolerarlo. Su cuerpo se estremeció al sentir la mano del cenizo en su hombro.
— Nadine — la joven se aferró en un abrazo buscando consuelo para su tormento. Su acción le tomó por sorpresa, pero sin pensarlo, le envolvió con sus brazos.
Angustiado por su llanto le tomó de los hombros y le miró a los ojos. Nadine le miró, percatándose del golpe. Se quitó las gafas y le tomó del rostro — ¿Quién te hizo eso? — dijo preocupada.
Viperón tomó sus manos. — Yo me lo busqué — respiró profundo antes de confesar — Nadine, no quiero adelantarme y suponer cosas que no son. Pero si de algún modo ayuda… — suspiró. Su hermana le miró confundida. — Yo le pedí a Sveinn que se alejara de ti a cambio de su libertad y limpiar su nombre. — mostró sinceridad y algo de temor. La joven le miró fijo y con nuevos pensamientos. — lo siento — desvió la mirada.
Los oscuros iris de la joven buscaron los suyos, tomó sus manos entre las suyas. — Gracias. — dijo en señal de perdón. Él acercó las manos delgadas de la joven a su rostro.
La noche estaba cargada de energías negativas y positivas de todos lados. Alonder ya se encontraba en el hospedaje, mirando por la ventana la brillante ciudad, feliz por lo que había conseguido, pero preocupada por el paradero de su amigo. Era algo tarde y muchas personas ya no se encontraban fuera. Caminando por debajo de los faroles luminosos, la silueta del chico se hizo grande en las banquetas. Con la ligera brisa nocturna sus cabellos se removieron. Pronto detuvo el paso, giró en su lugar fijo en la torre del reloj que estaba a nada de marcar la medianoche. El segundero se sincronizó con sus latidos. Cada movimiento de este, puso en su mente las malaventuranzas de su vida. Rasgando profundo donde solo sus propios gritos internos se habían quedado. Tomando en cuenta a su amigo, quien se quedó en mente al igual que Alonder, pero en el caso de la joven, había una debilidad. El reloj anunció la medianoche, fuerte y claro.
Blonder se acercó a la mujer que se había quedado en sus pensamientos, muy ajeno a lo que había pasado.
— Te lo dije — levantó la mirada — Pero creo que hizo bien. Aunque no lo logremos, habremos hecho un intento. Y estoy segura de que esto… — tragó con dificultad — será un impulso. Si no somos nosotros, lo serán otros. — el rubio le tomó de la mano con determinación.
— Hubiera querido que todo fuera diferente, damasco. Si tuviera la oportunidad de regresar en el tiempo, no me habría quedado tanto tiempo en las sombras. — los ojos de ambos hablaron. — Pero no es el fin, no voy a permitir que me quiten la oportunidad de vivir un poco más. — le tomó la otra mano. Blonder notó algo de reojo y pronto descubrió la marca. La mujer desvió la mirada sin saber qué decir, el hombre se desplomó internamente.
— Ojalá hubiera sido más fuerte. — el rubio la abrazó con fuerza, ella del mismo modo.
En el faro ubicado en las aguas del distrito tres, Sveinn con una metralleta sobre su espalda. Hacía su turno, mirando hacia el imponente mar. Trayendo desagradables fragmentos de aquellas cartas a su memoria. Habiendo tocado fondo, sintiendo el vacío más grande que la profundidad del océano. Llamándose cobarde por conformarse con lo que tenía, en lugar de ir por lo que quería.
— ¿Qué tanto piensas, Sveinn? — uno de sus compañeros se acercó a él.
— No te imaginas.
— Te hacíamos muerto después de lo que hiciste, ¿por qué no nos cuentas cómo saliste de esa? ¿Estuviste en prisión?
— No. — dijo inexpresivo.
— Pues tienes cara de haber estado ahí. Sé cómo te sientes, pero no eres el único que ha pasado por eso. Estamos en este mundo de paso, pero considerando que vivimos en un mundo así, pues con más razón. — le dio una palmada. — Ve a descansar. Te hace falta. — Sveinn se tragó su dolor.
La luz del nuevo día sorprendió a Wonder al darse cuenta de que Rummage no había llegado a dormir, suponiendo que podría estar en la casa de los Scarlord; no dudó en ir para allá.
En Kimera, Anak preparaba la siguiente carga de esencia para trasladarla con cautela al taller.
Mientras tanto en el barrio, el rubio y la mujer se preparaban para las pruebas, pero antes tomaron un café cargado.
Blonder no podía ignorar la situación de Scarlett, sintiendo su dolor como propio, aunque ella quisiera mantenerse fuerte.
— Estoy seguro de que podemos detener esta pesadilla, solo debemos enfocarnos en el castillo y usar la distracción.
La mujer le miró intentando creer en esa esperanza — Espero que así sea, aunque no importa mucho si yo no lo logro.
El rubio no necesitó más para entender, se acercó a ella y le tomó de los hombros — Ella también lo logrará. Ninguna se quedará en el camino, te lo aseguro. — Scarlett colocó su cabeza sobre su pecho, la alarma de acceso interrumpió el momento. Ambos se miraron extrañados, pues no esperaban a su equipo tan temprano.
Subieron de inmediato a la casa y ahí recibieron directamente al visitante. Yéndose casi de espaldas. El pelo negro con una postura firme miró a ambos.
Alonder fue recibida en la casa de Anak, notando solo la presencia de Katmind.
— ¿Puedo ayudarte en algo? — sonrió.
— Disculpa. Estaba buscando a mi amigo, ayer no le vi desde temprano y pensé que se había quedado aquí. — dijo algo preocupada.
Él hizo memoria — Francis no ha venido aquí, de hecho el señor Blonder tampoco. Desde ayer no veo a ninguno de los dos. Por cierto, ya tenemos listo el lote de medicamentos que solicitaste.
— Gracias, en verdad.
— Descuida. Y referente a tu amigo, si sigue con el señor Blonder, quizá mi padre sabe dónde está. Podemos llamarlo.
— ¿En serio?, te lo agradezco. — gentilmente guió a la joven hasta la sala principal.
En el taller, las cabezas de la rebelión Furtival, mostraban a Francis una introducción de sus planes y el seguimiento que le darían, señalando en un mapa de Mawords los distritos. Este estaba marcado por todos lados, con diferentes colores. Entre atajos, puntos seguros y zonas de abastecimiento, en caso de que los miembros aumentaran o tuvieran que cambiar su base.
— No podemos hacerle frente a la federación de golpe, debemos preparar el campo para una confrontación limpia — mencionó el pelo negro. — Si queremos mantenernos, debemos actuar con cautela. Necesitaremos toda la ayuda necesaria.
— Así es, nosotros nos encargaremos de eso personalmente. Los Legencraft solo serán un refuerzo en caso de que sean necesarios, si no seguirán aguardando el momento. — mencionó la mujer.
— No podemos hacer eso, ustedes no pueden arriesgar su vida directamente… Son la cabeza del grupo. Sin ustedes, no habrá nada.
— Hay más involucrados en esto, aún sin nosotros podrán guiar a los supervivientes. — añadió el rubio.
— Me niego — dijo con preocupación — podemos hacer algo más. Y tengo a alguien en mente que podrá ayudar con eso. Aunque no estoy seguro de que participe, quizá podamos contar con él.
— ¿Hablas de tu amigo, Lazarus?
— El mismo — sonrió.
— Me parece bien — dijo la ojo azul.
— Pero aún si atacar es parte del plan, debemos tener en cuenta algo importante, Francis. Nuestro principal objetivo será el castillo de Magus. — señaló en el mapa — ahí está el corazón de Mawords.
— Matar a Magne será sencillo cuando tengamos control.
— No se trata de Magne, Francis — Apricot se acercó a él. — Sino de las Stonecraft.
— ¿Las qué? — levantó una ceja.
— La fuente de magia. Las portadoras de la esencia — habló el rubio — las cinco piedras malditas.
— ¿Y cómo saben eso?
— Porque conocemos el origen de la esencia — dijo la mujer.
Francis se mostró estupefacto. La entrada al taller se abrió y Scarlord se acercó de inmediato, con una leve sonrisa. Rummage se puso de pie.
— Qué… Gusto verlo señor Scarlord — dijo sorprendido.
El Scapin de color negro, llegó a la tierra del robo en años posteriores. Los cristales del auto bajaron dejando a la vista el distrito. Nadine acomodó sus gafas y observó detenidamente el paisaje. El piloto, observó por el retrovisor a la pelirroja que parecía tener una mezcla de emociones. El cenizo detuvo el auto, echó un vistazo afuera de la ventana, presenciando el ambiente pacífico.
— Jamás me imaginé en el distrito de los bucaneros. — Viperón dirigió su vista a la bandera que se mecía con el viento.
Nadine volteó hacia la otra — ¿Dónde vive, Lazarus?
La pelirroja suspiró — Cerca de la bahía.
Nadine agradeció la información y su hermano puso en marcha el auto. La brisa se sintió incluso a la distancia, Heavy encogió un poco los hombros al mirar por la ventana, una sensación extraña la invadió al estar justo en el sitio donde todo comenzó para ella. El auto se detuvo a un par de metros, desde el auto los mellizos divisaron la casa sencilla, pero vistosa por su ubicación frente a las palmas.
Nadine bajó de inmediato, Viperón le siguió y abrió la puerta para Heavy. La joven cruzó la mirada para agradecer el gesto y continuaron. La mujer de rizos se acomodó las gafas y tocó la puerta tres veces, volvió a hacer un segundo intento sin obtener respuesta. Su hermano se cruzó de brazos, la pelirroja retrocedió un par de pasos. Nadine cabizbaja se alejó de la puerta.
— Tal vez está en el cuartel o algo similar. — mencionó el distinguido.
— Tienes razón.
Nuevamente el trío subió al auto y se puso en marcha. Con algo de ayuda extra, lograron llegar a la base marítima de Furtwin. El joven Oxyuranus decidió tomar la delantera para pedir información, después de una breve presentación donde dejó claro su estatus. Uno de los almirantes le proporcionó información. Heavy y su hermana trataban de ver algo desde ahí, pero fue en vano. Tras un intercambio justo con el uniformado, el de traje regresó victorioso.
— ¿Qué te dijeron? — su hermana indagó.
— Al parecer está en el mar. Lo enviaron a hacer guardia al faro. Pero no te preocupes, mañana estará de regreso.
Más tarde, Alonder se encontraba guardando sus cosas para volver a la isla. Después de horas fuera, Rummage entró al cuarto, con una expresión diferente. Wonder se detuvo y le miró de brazos cruzados.
— ¿Conseguiste el dirigible? — el ojo verde le miró extrañado — ¿No estabas haciendo eso? Para desaparecer tanto tiempo, supongo que conseguiste lo que buscabas. — afinó la mirada.
Francis se rascó la cabeza — No, no conseguí nada.
Hizo una mueca y se acercó lentamente — El que busca encuentra, pero es claro que tienes la mente en otro sitio. — dijo con leve disgusto. — ¿No estabas con Blonder, cierto?
— Sí. Puedes preguntarle, solo que no tuvimos suerte. Conseguir un dirigible no es tarea sencilla. — dijo con preocupación.
Alonder notó su comportamiento. — Claro. Pero sabes qué, Francis. No me importa saber con quién y qué estabas haciendo. Eres libre de hacer lo que quieras con tu vida. — tomó su maleta, endureciendo su sentir. — Cuídate. — Caminó hacia la puerta.
— Espera, Alonder. ¿A dónde vas? — Rummage se acercó a ella y le detuvo.
— Regresaré a la isla. Necesito estar ahí para supervisar lo que Scarlord enviará. A diferencia de otros, yo sí tengo una responsabilidad y un interés específico. Buena suerte… Amigo.
El pelo negro se quedó anonadado y preguntándose el porqué de su reacción.
Sveinn bajó a la parte baja del faro, contemplando el mar en calma que fue perturbado por la llegada de un bote. Curioso de la repentina llegada, se acercó.
— Sveinn, qué bueno que te veo.
— ¿Qué sucede?
— Requieren tu presencia en la base de inmediato. Así que ven con nosotros. — revelando extrañeza y curiosidad por saber, subió al bote.
Esa mañana, la visita de la líder Favinger a las oficinas de Uranus, fue de extrañarse para los trabajadores y secretaria del magnate. Kreine acomodándose el saco y con una careta de falsa alegría, recibió a la mujer.
— Bienvenida, Sharon. ¿Puedo ayudarte?
La mujer no parecía contenta — ¿Dónde está tu hijo, Kreine?
El hombre después de cuestionarse a sí mismo, sonrió ligeramente — ¿Debería saberlo? Supongo que debe estar en sus propios asuntos.
— Comienzo a pensar que no se están tomando en serio el compromiso — con dominancia se cruzó de brazos — no voy a tolerar una ofensa de esa magnitud, Kreine — lanzó una mirada hostil — hay demasiado en juego y lo sabes bien. Si Viperón intenta burlarse de mi hija, no tendrá oportunidad de redimirse. — el hombre reservó su molestia para sí mismo.
El joven Scarlord se acercó al despacho de su padre, llamando con voz sutil, el hombre se acercó personalmente, recibiendo a su hijo con un gesto de afecto.
— ¿Qué sucede?
— Solo quería informarte sobre el pedido de la señorita Wonder. Hemos enviado lo que nos pidió.
— Gracias, hijo. Quiero pedirte que te encargues de ello, me surgieron algunos asuntos que van a requerir mi atención y necesito a alguien como tú para estar al frente de Kimera y el apoyo para Alba.
— Claro, pierde cuidado. — sonrió y antes de abandonar el sitio, se quedó en sus pensamientos. Su padre le miró esperando que dijera aquello que parecía tenerle inquieto — Padre, disculpa el atrevimiento, pero… Ayer fui a ver cómo iban las cosas en el laboratorio y noté algunas incongruencias — el hombre suspiró — no voy a señalar a nadie, pero creo que algo está pasando en Kimera. Los suministros de esencia no están completos.
El hombre aclaró la garganta — Gracias por decirme, yo me haré cargo de eso.
— De acuerdo. — dijo con cierto alivio, pero aún sospechando algo más. Anak trató de permanecer ajeno a lo que sabía.
El marinero se reportó en la base al tocar tierra, ahí fue llevado a la oficina del almirante. Al atravesar el marco, se encontró con la última persona que esperaba alguna vez toparse.
— Viperón — dijo con una mezcla de asombro y duda. — El cenizo se puso de pie y manteniendo su actitud altiva se acercó — ¿Qué quieres? — tomó una postura firme.
— Voy a ser directo, Sveinn. No estoy aquí por gusto, sino porque creo que de algún modo tu denigrante presencia podría servir. — el otro parecía más confundido que antes — se trata de Nadine. Ella está aquí.
Su expresión se suavizó mostrando interés y una ligera sensación de tranquilidad. Sin decir mucho, siguió a su polo opuesto hasta el Scapin. En silencio, Sveinn llevaba el deseo de ver a la mujer nuevamente, guardó su alegría para sí mismo; Oxyuranus le miraba de reojo, no contento del todo, pero con la esperanza de que su plan funcionara. Al llegar hasta aquellas palapas cercanas a la bahía, sus labios se curvaron con ilusión, sin tiempo que perder se dirigió hasta donde la joven de espaldas observaba las aguas.
— Nadine — la sonrisa luminosa en la mujer le provocó una mezcla de emociones, ambos muy cerca del otro, se unieron en un abrazo. Viperón a la distancia, se cruzó de brazos desviando la mirada, la pelirroja a un par de metros de él, le miró con una ligera sonrisa. Sveinn la tomó de las manos — Lo siento tanto, Nadine. Fui un tonto, no debí quedarme de brazos cruzados.
— Está bien, Lazarus. No vengo a reclamarte nada — sonrió y le tomó de los hombros — me da mucho gusto verte de nuevo.
— A mí también. No dejé de pensar en ti desde que regresé.
La joven suspiró — Viperón me contó lo que pasó. Él se ofreció a traerme hasta aquí. Quería saber cómo estabas. Pero ahora me siento más tranquila.
— Yo también.
El cenizo metió las manos a sus bolsillos y se enfocó en la pelirroja recostada en un árbol sin hojas. Las esmeraldas en sus cuentas se cruzaron con él.
— ¿Tú también viviste aquí? — el joven miró a su alrededor con detalle.
— Cuando fui niña. — suspiró y desdobló sus brazos.
— Entonces… Sveinn y tú se conocen de años. — le miró fijo.
La joven le miró de nuevo — No. Apenas si conviví con él, yo solo supe de su existencia gracias a… su hermanita. — parpadeó. Viperón se quedó en sus pensamientos.
— No sabía eso.
— Ahora lo sabes. Pero es mejor que no toques el tema. Ellos jamás volverán a verse. — clavó la mirada hacia el mar.
El cenizo asimiló ese dato. Trayendo la imagen de su hermana a su mente, su humanidad le hizo ponerse en su lugar tan solo por un instante, removiendo su interior.
Después de haberles dado un espacio a los amigos, Viperón y Heavy se acercaron. Lazarus no pudo sentirse más agradecido con ese día.
Después de un día de viaje en el vagón de la tierra del maná, Francis y Blonder llegaron a la humilde morada donde el hombre había pasado agradables momentos en compañía de su familia. El joven se quitó la chaqueta dejándola sobre una silla vieja. Observó la antigüedad del lugar.
— Mis abuelos le heredaron esta casa a mis padres. Aquí vivimos hasta que cada uno voló. — dijo el rubio a sus espaldas. Rummage se acercó a donde la única fotografía familiar en la pared. Bastante desgastada, reconociendo a uno de los niños en ella — Es usted, señor Auschbely. — le miró sonriente y deslumbrado por conocer la versión del hombre en su niñez. Pronto su mirada se centró en el otro niño, centímetros más alto, pero con cierta similitud. Rummage le miró nuevamente — Supongo que debe ser su hermano.
El rubio afirmó sin mostrar expresión alguna, pronto se acercó, mirando la foto — Creo que lo es, si de lazos sanguíneos hablamos. — Rummage le miró extrañado — la familia no se define por la sangre, Francis. — suspiró.
— Entiendo. Yo considero a Lazarus un hermano. — Blonder le dio un apretón en el hombro — No puedo creer que su hermano le haya dejado tanto tiempo en prisión, sin siquiera hacer algo. — dijo con disgusto.
Blonder reflejó algo de pena — No iba a hacerlo porque él fue quien me puso ahí.
Rummage incrédulo de lo que escuchaba, mostró desagrado al instante — Pero… ¿Por qué? — dijo un tanto exaltado — dudo que usted le haya hecho algo malo, señor Auschbely.
El rubio inhaló profundamente — desde su punto de vista, yo era una amenaza para sus ambiciones. Por eso me encerró, quizá con la certeza de que no duraría mucho tiempo con vida.
Los ojos del más joven se pesaron de vacío inexplicable. De inmediato empuñó sus manos. — Él ya no es nada suyo, señor Auschbely. — apretó la mandíbula — no podemos dejar que seres despreciables como él caminen sin consecuencias. Vamos a darle una lección.
Blonder sonrió ligeramente — Por eso hago esto, Francis. No voy a permitir que él se siga enalteciendo sobre la sangre de los inocentes. Pondremos fin a su dictadura de una vez por todas.
El chico se tambaleó ligeramente, cayendo en cuenta de lo que ocurría — ¿Quiere decir que…? — negó por un momento — ¿Magus Magne es su hermano?
— Efectivamente, Francis. — El de ojos verdes no cabía en tal descubrimiento.
El cielo mostró sus colores matutinos nuevamente. Lazarus despertó en su hogar provisional, manteniendo una chispa de alegría en el rostro, tranquilo de saber que su amistad con Nadine podría continuar sin problema alguno esta vez; con la promesa de verse de nuevo.
En el fuerte de los hermanos Oxyuranus, el día se sintió menos violento. Viperón notó la ligera paz de su hermana, y eso mantuvo la suya. Nadine ignorando la marca, se centró en su trabajo, sonriendo para sí misma. Sin embargo, ese aire pacífico se vio envenenado ante la sombría presencia de su padre. El patriarca se dirigió al estudio de su hijo, donde él se vio sorprendido por su entrada agresiva, su rostro lo decía todo. El cenizo se preparó con aire limpio en sus pulmones.
— Creo saber el motivo de tu visita — el hombre con las cejas malhumoradas se detuvo frente a su escritorio.
— La malgeniosa Favela fue a verme ayer — frunció la boca — sabes que no tolero reclamos ni amenazas, menos de inferiores.
— Pues no tengo la culpa. Después de todo, fue tu idea.
— ¡Y tú te comprometiste! — golpeó con las palmas lleno de furia.
El escándalo alertó a Nadine y a la pelirroja. La primera le pidió a su compañero que regresara al taller. Los reclamos de Kreine pronto hicieron que la joven se saliera de sus casillas.
La puerta se abrió de golpe, Viperón y Kreine le miraron — ¡Ya basta, Kreine! — expresó con cansancio, se acercó firme y manteniéndose a la defensiva.
— Nadine, por favor no te metas — dijo su hermano con cierta preocupación. Kreine le silenció con la mirada, volcando su atención en su hija de nuevo.
— Deja a mi hermano en paz. Viperón es capaz de tomar sus propias decisiones siguiendo sus creencias. No puedes controlar su vida eternamente. — arrugó las cejas.
— Cómo te atreves a levantarme la voz y a igualarte. Me debes respeto, ¡niña tonta! Nunca estarás a la altura por mucho que te esfuerces.
— Exiges respeto, y tú no eres capaz de darlo. ¿Quién te crees, Kreine?
Viperón a sabiendas de lo que ocurriría se acercó de inmediato, frenando la mano de su padre. — Ni siquiera lo pienses. — Oxyuranus mirándole con desprecio, se soltó dándole un empujón. Viperón trató de mantener su postura, pero sus ojos dijeron lo contrario. Nadine se acercó a él protectora. Kreine miró a la joven mujer con frialdad, sin articular palabra, pronto les dejó a los dos.
El cenizo logró controlar sus sentimientos, Nadine le abrazó y él correspondió el gesto.
Más tarde, en la comodidad de su residencia, Oxyuranus con una expresión de rencor todavía, recordaba el "acto de rebeldía" más grande que había visto. La puerta de su estudio se abrió, la mujer de cabello anaranjado centró su vista en él, guardando su profundo asco y odio por él.
— ¿Qué quieres? — avanzó despreocupada y sin interés.
El hombre se puso de pie mirándola detenidamente. La mujer hizo una mueca desagradable — Necesito que me ayudes con algo. Te daré lo que quieras.
Le miró con desprecio — Si vas a pedirme algo relacionado con Nadine o que involucre a Viperón, mi respuesta es negativa — dijo firme.
— Supongo que prefieres consolarlos. — se acomodó el traje — sabes muy bien que no me gustan las bromas. Esos dos están por colmar mi paciencia y tengo motivos suficientes para darles un buen escarmiento. Sabes que lo haré. — su rostro frío y siniestro formó una sonrisa.
Scarlett cerró los puños ligeramente, imaginando por un momento cómo se vería el rostro de Kreine bajo terror extremo. — Ya no son unos niños, Kreine. Aunque abogara en tu nombre de rodillas, jamás me harán caso. — se tragó su nudo de odio — tal vez si Baylei estuviera aquí, eso sería posible.
El hombre borró su sonrisa, mostrando seriedad — ¿Crees que la loca e inservible de tu hermana iba a tener el mínimo interés en esos dos? — Scarlett levantó la mano, pero el hombre le detuvo antes de lograr su cometido. Disfrutando su dolor.
El reloj marcó hora tras hora, sin ruido alguno y bajo las sombras el trabajo furtivo se llevó a cabo.
Francis siendo instruido por Blonder en el distrito cuatro. Scarlord con Apricot en el distrito pilar. El peso de las palabras dichas comenzaban a hacerle eco a la afectada por la marca.
Sveinn dejó todo listo para ver a Nadine nuevamente. Caminando de vuelta a la cabaña, se cuestionó sobre su amigo. Considerando la idea de buscarlo en la isla donde tal vez se encontraría con Alonder. Aunque otra parte de él, creía que yacía en los cielos nuevamente. Esa noche, una sensación extraña invadió su cuerpo, llenando el ambiente de una nostalgia profunda.
Tras casi dar la medianoche, Sveinn se preparó para ir a la cama, sus pasos se detuvieron tan solo por un suave ruido en la puerta. Dio un par de pasos hacia atrás con cautela y se acercó a la puerta, inseguro, tomó su arma y por fin abrió. Los rostros perplejos de los tres hombres, fueron unos a otros.
— ¿Francis? Y… — miró a Blonder extrañado. Estos se miraron.
El pelo claro les dio la bienvenida y ofreció algunas bebidas lleno de sorpresa, pero contento.
— No esperaba su visita. Y menos así de repentina — sonrió.
— Pensé que te habías ido de Furtwin. Pero para nuestra suerte aún no. — mencionó su amigo.
— De hecho iba a viajar a Twilight Tower mañana. — Rummage leyó la mirada de Sveinn.
— Supongo que para ver a Nadine.
— Sí, así. Ella vino a verme, también Heavy estuvo aquí. Al parecer las cosas comienzan a tomar un rumbo nuevo.
Blonder y el pelo negro se miraron de reojo. Sveinn miró a ambos, con ligera curiosidad de su complicidad.
— ¿Pasó algo?
— Mucho, Lazarus — dijo el rubio. — Y para nuestra suerte, tenemos el mismo destino. — el marino expresó confusión.
— Lazarus, necesito tu ayuda. Necesito que nos escuches con atención, no vamos a obligarte a nada, pero es necesario que sepas esto. Sé que ahora más que nunca, estarás de acuerdo con nosotros. Aunque parezca una locura.
Sveinn denotó algo de desconfianza al mirar al rubio — ¿Qué… necesitas?
En el barrio, Anak y Scarlett junto al equipo intercambiaron miradas, con un arsenal común sobre el suelo y apenas con una cantidad limitada de armas tecnomágicas que habían recreado. Los miembros del equipo, tomaron estas y separaron las de uso, usando un transporte de Kimera, se prepararon para el traslado. Scarlett observó el mapa en la pared.
— Debemos continuar — Anak se acercó y le colocó una mano en el hombro.
Francis había contado a Sveinn los hechos de los últimos días, con ayuda de Blonder. El joven de mirada azul, escuchó con atención la descabellada idea. Aún si no estaba en desacuerdo, sabía la magnitud consecuente a eso, volcando la culpa de semejante idea osada al rubio que no terminaba de darle confianza después de todo lo que había escuchado. Rummage siguió hablando, el joven comenzó a negar con la cabeza, sintiéndose atrapado. Con firmeza y ligero disgusto se puso de pie.
— Suficiente, Francis — el otro le miró sorprendido.
— Lazarus, no tienes que unirte si no quieres. Pero si te estoy contando esto, es porque sé que puedes ayudarnos de algún modo.
— Eres como un hermano para mí, Francis y lo sabes — su tono se volvió serio — pero no voy a apoyarte en algo que prácticamente es un suicidio. No te lo estoy echando en cara, ¿pero acaso no fue suficiente lo que viviste en esa prisión? Lo que te harán no tiene comparación — miró al rubio — algo me decía que usted no estaba bien de sus facultades mentales.
Blonder se puso de pie — sé cómo te sientes, Lazarus y es válido lo que debes estar pensando de mí en estos momentos. Pero si no hubiera muchas cosas en juego, créeme que no habría razón.
— No voy a convencer a los demás marineros de unirse a esta locura. Primero me matan. — miró a Francis — tengo motivos suficientes para seguir con vida y sin problemas. Le hice una promesa a mis seres queridos. ¿Por qué justo ahora que el desgraciado de Viperón se hizo a un lado? — se dio la vuelta agarrándose el cabello y renegando.
— Justo por eso, Lazarus. — Sveinn le miró con molestia.
— No, Francis. La vida me dio una segunda oportunidad y creo que puedo hacer algo con ella. No voy a meterme en problemas sin sentido, es grandioso que quieran cambiar el rumbo de las cosas, pero no olviden que son mortales. — dijo a ambos.
— Eso pensaba — Rummage se acercó un poco más — pero la verdad estoy harto, quizá tú te diste por vencido porque lo perdiste todo. — Las palabras de Rummage ardieron en Sveinn — los verdaderos criminales están entre nosotros, Lazarus. Y seguirán matando a más inocentes sin piedad y silenciando a los que se opongan como quisieron hacer con nosotros. Y Magne seguirá viviendo su fantasía gracias a la vida de otros. — la vista del marinero se nubló.
— Hagan lo que quieran, pero no cuenten conmigo — dijo apretando la mandíbula con dolor y se dio la vuelta.
— Nadine no está a salvo, Lazarus — las palabras del rubio frenaron al hombre, quien cambió su actitud y con molestia se acercó a él.
— ¿Eso fue una amenaza? — cerró el puño. — no se atrevan a meter a Nadine en sus tonterías. — dijo a ambos.
— Nadine es parte de esto desde antes de nacer, Lazarus. — respondió el rubio. La mirada del joven se llenó de duda — La fuente de poder de Magne es alimentada por vidas humanas.
— Estás loco — dijo incrédulo y retrocedió.
— No es así, Lazarus. — Sveinn acorralado por las palabras de ambos comenzó a dudar de todo — es una maldición.
— No — negó con la cabeza — las maldiciones no existen — se aferró a su creencia — no es verdad — cerró los ojos por un momento, recordando aquellas palabras en tinta que el fuego consumió. — Todo esto… Es para que yo ceda a su tontería. — les señaló lleno de impotencia y duda.
— No, Lazarus — el rubio se acercó y colocó su mano en su hombro lentamente — si no detenemos esta locura, Nadine morirá.
— ¿Y por qué debería creerle?
— Porque no es la única que será arrastrada por la maldición. La vida de alguien especial para mí, también está en juego y ella fue quien descubrió la verdad. Y lo podemos demostrar. — dijo manteniendo la mirada.
Lazarus sintió un conflicto interno aún mayor, Rummage le hizo saber con la mirada que las palabras del rubio no estaban vacías. Con un temor aún mayor, estaba más que decidido a comprobar la veracidad de sus palabras.
Los miembros de Furtival, ya iban de camino a su destino. Anak y Scarlett esperaban al rubio para la última orden. Las manecillas del reloj alteraban las pulsaciones en cada involucrado. La alarma de la entrada, llamó la atención de los dos cabecillas; dirigiéndose ansiosos. Tal fue su asombro al verlos acompañados de un tercero, quien no se veía bien emocionalmente. Las miradas de la mujer y el joven Sveinn se detuvieron fijamente, se reconocieron casi al instante.
— Él es Lazarus Sveinn, mi amigo. Quien nos ayudó a salir de Bloodfield — mencionó Rummage algo incómodo.
— Ellos son, Anak Scarlord y…
Scarlett Apricot.
— Ya… Nos conocíamos — mencionó la fémina.
— Señora Apricot — los ojos del joven se cristalizaron — entonces… ¿Es cierto? — con voz entrecortada.
Blonder y ella cruzaron miradas, Scarlett pronto se dio cuenta del motivo de la pregunta. El hombre de barba miró al rubio y al otro joven algo tenso.
— ¿Nadine, lo sabe?
Negó con la cabeza — No pude decirle. — dijo con temblor — no es fácil de explicar y que lo entendiera menos. No podía decirle que su vida iba a agotarse lentamente, sería un martirio. Yo lo he vivido en carne propia. — la mujer mostró la marca. Anak abrió los ojos con sorpresa y miró al rubio quien se veía afectado por eso. — Si yo caigo, Nadine no tendrá mucho tiempo.
La mirada de Sveinn se tiñó de sombras. Sus náuseas y mareo le hicieron nublar la mente. Aquellas letras en las cartas viejas le hicieron eco en la mente, derrumbando la poca fe que le quedaba. Atrapado entre paredes punzantes y una marea violenta. Dudoso del destino y temeroso del camino que le esperaba. Pues nada estaba claro.
La oscuridad de la noche volvió, los tres amigos que lideraban la resistencia, repasaban cada evento hasta el presente. Fuera del taller, Sveinn miraba al cielo reposando en una roca, tratando de encontrar una señal que valiera la pena. Rummage se acercó a espaldas sintiendo algo de culpa por la situación en la que se encontraba.
— Lazarus — detuvo el paso — lo siento… Creo que solo te he dado más problemas. No sé cómo pagarte lo que hiciste por mí, pero de algún modo, lo haré. Eres como un hermano para mí, y no voy a obligarte a hacer algo que no quieras. Yo he tomado una decisión y no puedo dar marcha atrás.
El joven se puso de pie y volvió hacia él — Gracias, Francis. Últimamente he descubierto cosas que jamás habría imaginado. Yo creía que solo nosotros éramos los únicos habitantes de esta tierra hasta hace poco. Pero me sorprendió aún más saber que la locura de seres pensantes puede llegar a extremos inimaginables, contra la moral y principios. Poniendo en duda esa humanidad.
— Pienso lo mismo — se acomodó la chaqueta — me costó creer mucho de lo que sé, pero aunque no fuera parte de esto lo habría sabido tarde o temprano. Y si no era yo, sería alguien más, tal vez mi descendencia. Muchos nos odiarán, otros aplaudirán, pero a fin de cuentas se trata de nosotros y de lo que queremos. Estoy harto de esta porquería y deseo con toda el alma ser yo quien haga esto posible.
Sveinn extendió su mano y le dio una palmada fraterna — Estoy de acuerdo contigo. No somos como ellos, hay algo que nos hace diferentes.
La mirada de ambos reflejó ese deseo compartido, unieron sus palmas en señal de unión.
La mañana serena volvió a las tierras, después de llegar a un acuerdo grupal, Blonder y Francis se perdieron fuera del callejón penumbra.
Scarlord miró a la mujer para darle tranquilidad — Volverán, Blonder es grandioso.
— Lo sé. — sonrió.
— Si necesitan algo, no duden en decirme. Lazarus, las puertas de mi casa están abiertas para que puedas quedarte ahí. Esperaremos hasta que vuelvan para reunirnos de nuevo.
— Gracias. Los veré después — dijo a ambos. Scarlett supo de inmediato su destino.
Anak se acercó a la mujer y se despidió con un abrazo. — Estarán bien, tienes mucho por vivir.
Lazarus fue directamente a la mansión donde el guardia avisó al cenizo de su llegada. Viperón y él cruzaron miradas al instante.
Con una expresión ostentosa se acercó mirándole de pies a cabeza — Ya te habías tardado.
Lazarus no mostró algo más allá de pesar por lo que sabía — Vine a ver a Nadine.
— No ha llegado. — cruzó las manos por delante — pero qué bueno que llegaste con anticipación. — afinó la mirada — no te hagas muchas ilusiones, Sveinn. Que permitiera tu cercanía con Nadine, no significa que me agrades. — Lazarus rodó la vista y metió las manos a sus bolsillos — esto lo hago por ella y su bienestar.
— ¿Ah sí? — le miró — sabes, Viperón. Tengo curiosidad de saber ¿qué te llevó a cambiar de opinión? — El otro desvió la mirada — Dime.
La entrada de Apricot y Adore, salvaron al cenizo. — Lazarus — se acercó a saludar con un abrazo. El de traje movió los ojos con fastidio.
Sveinn acompañó a Nadine en el taller mientras ella le mostraba y hablaba sobre las últimas novedades. Le era imposible no sentirse afligido por dentro, le veía tan enérgica a pesar de saber lo que pasaba. Notando apenas la marca que quería ocultar con las mangas de su blusa, pero fingió no notar nada.
Ella colocó en sus manos un frasco de vidrio con esencia amarilla verdosa. Él le miró con extrañeza y puso su vista en el contenido — Esto es nuevo.
— Para nosotros, sí. La industria fármacomágica está familiarizada. A nosotros no se nos permite la manipulación de la esencia, pero a ellos sí.
— Viperón te pidió que hicieras algo ilegal — sonrió.
— No. De hecho, él no está de acuerdo. Tuve la oportunidad de conocer y entablar conversación con Katmind Scarlord, un especialista en la esencia mágica.
El apellido del susodicho le sonó al instante. — ¿Lo conoces?
— Sí. Es una persona agradable, tal vez podríamos visitarlo. Hablé con él porque tenía la esperanza de que me ayudara con un proyecto personal, pero se negó debido a sus principios y no lo culpo. — se acomodó las gafas — pero no pensaba usarlo en favor de los responsables, sino en las víctimas. — Lazarus le miró intrigado — Buscaba ayudar de algún modo a las personas menos afortunadas en las depuraciones. Me parece injusto lo que sucede con esos distritos cada periodo de tiempo. Nosotros nunca hemos pasado por algo así, pero estoy consciente del daño que hacen. Y no solo por aquellos que matan, sino por terceros.
Sveinn profundizó en la vista de la mujer, compartiendo el mismo pensamiento, sintiendo el peso de su pérdida. Una más en la lista de razones del levantamiento Furtival. Sostuvo sus manos con delicadeza y valor.
— Te aseguro que eso cambiará, Nadine. No importa cuánto tiempo tome, las manchas de sangre sobre esta tierra no serán olvidadas. — una expresión esperanzada se formó en el rostro de la iluminada.
La noche había caído en la tierra de saqueo de antiguos piratas. Los forasteros en la profundidad del bosque, se dividieron en dos bandos, dirigidos por Blonder y Francis.
— Recuerden, solo deben asustar a las personas y evitar enfrentamientos directos con los marinos. De ser necesario atacarán, pero solo requerimos su atención. — dijo el rubio a los presentes.
— Seguiremos a la izquierda — dijo el pelo negro a su bando. — Solo debemos inmovilizarlos, no matarlos. Así que no disparen a quemarropa.
Los miembros de atuendos y gabardinas oscuras asintieron. Blonder y Francis intercambiaron miradas, tomándose el hombro con decisión. Ambos colocaron sus máscaras oscuras similares a los rostros de los Legencraft, que de igual forma llevaban la inicial de la rebelión. Cargando sus armas, emprendieron el paso hacia su posible triunfo o derrota.