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Chapter 10 - capítulo 10: Guerra sin tregua.

El cielo se teñía oscuro con el pasar de los días. Redoblando esfuerzos, tomando relevos, gastando energía, municiones y bienestar en todos los aspectos.

La muerte cesó por un instante, dejando al distrito dos y tres devastados y amenazando a los tres restantes, sin embargo también habían sufrido estragos y la factura cayó sin piedad. Magne dejó a los habitantes a su suerte y con ellos también a sus soldados, deteniendo a las industrias alimenticias; con el fin de doblegar a los rebeldes. Sin más reservas y después del saqueo, pronto se quedaron sin opciones. Pedir a las personas no era seguro puesto que las pondrían en peligro.

«¿Y si todos muriéramos mañana? Vendría a importar poco a quien no tuvo tacto para dejar en el camino de la muerte a inocentes, a quien por años le ha dado lo mismo derramar sangre sobre la tierra mientras obtenga una alfombra de gloria forjada con lágrimas y sangre de quien considera menos. Huyendo a pies descalzos de la tormentosa mañana roja que derrama sobre las aguas lo que quedó de aquellos que no pudieron levantar la voz. Y hablo del sujeto sentado en su sillón de terciopelo que logró enaltecerse a costa de nosotros. Si permanecemos bajo las sombras, nos usarán como carnada, más aunque mutilen nuestras palabras en el intento, la huella sobre la tierra habremos dejado, y ella recordará a todos, lo que padecimos.»

La transmisión se cortó de pronto. Kreine y Sharon se miraron disgustados.

— Esperaremos la señal de Magne para cubrir el distrito. Todo debe salir según el plan, pondremos fin a este estúpido juego de una vez por todas. — aseguró Kreine.

En la base Apricot, Katmind volvió adonde los mellizos.

— El mensaje se transmitió con éxito, ahora solo falta que respondan.

— ¿Magne o las personas? — Viperón cruzó los brazos.

— Ambos. El señor Auschbely envió un mensaje, dijo que nos reuniremos en la base de Gloomyland. Saldremos esta noche.

Los tiros libres comenzaron desde Furtwin nuevamente, manteniendo a raya al distrito cuatro entre Blonder y Lazarus.

Francis con ayuda de Alonder mantuvieron el ruedo en el centro. Levantando dos armas a la vez, el pelo negro disparó hasta descargar el plomo de aquellas, reservando el arma de esencia en caso de ser necesario. Mientras tanto en el lado de la isla, Heavy y los combatientes de la federación, se escabulleron entre los callejones, cayendo en la coartada de la pelirroja. Los furtivos pronto abordaron la embarcación, dejando una cuerda para que Adore pudiera subir sin arriesgar a los demás.

La mujer de matices, subió sobre el carro aferrándose de una manivela que controlaba la mira. Con las pocas fuerzas que tenía, levantó su arma lanzando tiros a los adversarios frente a ella, esquivando a duras penas los suyos con el conductor casi al borde del colapso. Wonder sacó la última granada de esencia de su bolsillo. El proyectil de los oficiales salió en su dirección, Wonder lanzó la esfera cerrando los ojos, la luz cegadora de la explosión alcanzó a los que se aproximaban y el humo tóxico se esparció provocando embotellamiento.

La corrida duró lo que el viento en levantar las hojas de aquel otoño. Una bala del hombro de Sveinn fue extraída, estando en el refugio. La pelirroja también limpió las heridas de su rostro y cuerpo, como todos los que sobrevivieron un día más. Presas del hambre y cansancio, pensaron que esa sería la última noche. El bullicio de risas y alaridos entraron al nicho, Rummage en compañía de los suyos colocaron comida sobre la mesa.

— ¿De dónde lo sacaron? — interrogó la pelirroja.

— ¿De dónde más? — cruzó los brazos.

— Francis, no se trata de rebajarnos a su nivel. No puedes abusar de las personas de ese modo. — el rubio se puso frente a él.

— Silencio, viejo. ¡Aquí el que manda soy yo! — dijo con molestia.

— ¡Ya basta, Francis! — Sveinn se puso de pie con la mirada roja. — ¿Te volviste loco? — se acercó firme. — Te estás desviando del objetivo y si sigues así, vas a arriesgar lo poco que tenemos.

Francis arrugó la frente y le dio un empujón. — ¿Quién te crees, Lazarus? — Sveinn le devolvió el empujón. Francis le soltó un golpe y apuntó con un arma. Blonder se abalanzó sobre él y le desarmó aprovechando su falta de concentración.

— ¿Qué pasa contigo, Rummage? — dijo furioso el rubio.

— Estoy haciendo mi maldito trabajo, anciano, si no te gusta puedes irte al infierno junto a todos ellos.

— ¿Dónde está Alonder? — la pelirroja irrumpió.

Blonder y Lazarus miraron a Francis. El pelo negro se quedó en sus pensamientos.

— Estaba conmigo… No sé. No estoy hablando de Alonder ahora, sino de ti. — señaló a Sveinn con molestia. Lazarus con furia en la mirada le devolvió el puñetazo. Los hombres de Rummage mostraron su descontento.

— ¡Ya fue suficiente! — el rubio se colocó entre ellos. Francis se puso de pie, mientras se agarraba la nariz. — ¡No somos los enemigos, entiendan eso de una vez! Si seguimos así, Magne nos aplastará. — miró a ambos chicos. Francis lanzó insultos entre dientes a Sveinn. — Debemos buscar a Alonder.

— Señor. — uno de los miembros y compañeros de la mujer levantó la mano. — Alonder ya no volverá.

La pelirroja desvió la mirada horrorizada y con un nudo en el estómago. Sveinn iba a lanzarse a Rummage, pero el rubio se lo impidió. Francis apenas procesó la noticia, salió del refugio nuevamente con la idea de encontrarla.

El trío de Twilight Tower se puso de camino al distrito cuatro esa noche, mientras bajo la sombra los adversarios también se desplazaron. Aquella mañana, al despuntar el sol estarían cerca de su destino, continuando a pie desde la zona montañosa. Blonder, Lazarus, Heavy y los demás reponían energía con los suministros que Rummage había conseguido. Más tarde, Sveinn salió en búsqueda de su amigo, el rubio junto a la pelirroja se quedaron en la espera de los demás. Cuando los furtivos pudieron divisarlos, les guiaron hasta el punto de reunión. Los compañeros de Sveinn siguieron a los de Rummage hasta las alcantarillas, el de cabello claro se abrió paso entre ellos buscando al de cabello oscuro.

— ¿Qué están haciendo?

— Colocando los explosivos.

— ¿Dónde está Francis? — señalaron hacia arriba.

Sveinn subió nuevamente, mirando de un lado a otro por sobre la carretera, al ver la vía despejada salió. Con el objetivo en la mira, se movió deprisa para darle alcance.

— ¡Francis! — el pelo negro giró hacia él, algo disperso en sus pensamientos. — ¿¡Qué demonios pasa contigo!? — se detuvo con el ceño fruncido. — Rummage le miró de pies a cabeza sin expresión alguna. — Te daría una paliza en este instante de no ser porque necesito conservar mi energía. Pero te juro que si salimos con vida de esta, te haré entrar en razón de una u otra manera. — cerró las manos. — Ahora muévete de nuevo a la base y deja de perder el tiempo haciendo estupideces.

— Cuando tenga oportunidad, Lazarus. Te volaré la maldita cabeza. — le miró hostil.

— Quiero ver que lo hagas, miserable demente. — le dio un empujón en el hombro. — ¿Y te dices líder? No pudiste salvar a tu mejor amiga siquiera.

Rummage tragó con amargura, recordando la razón por la que había abandonado la base. — Ella se entregó a la muerte el día que llegó. No es la única que ha muerto por culpa de estos malnacidos. ¡Y si vuelves a amenazarme, imbécil de mierda, voy a desquitarme contigo! ¿Entendiste? — le devolvió el empujón con más fuerza. — Vete al diablo o muere aquí. —

Sveinn le miró con desprecio y lástima. — Haz lo que quieras, Francis. — se dio la vuelta. El pelo negro, hizo una mueca y giró la mirada con fastidio.

En la cabaña de Auschbely, los otros habían ingresado y fueron puestos al tanto de lo que venía a continuación. Sus últimas armas y escudos que tenían debían ser suficientes para avanzar hasta donde podrían reponerse.

— Debemos desviar la atención de la federación lo suficiente para que dejen el castillo vulnerable.

— Dudo que eso sea posible, Magne seguramente hará su jugada. Y con una entidad de su lado, aunque aniquilen a toda la federación, se mantendrá a salvo en su fortaleza. — mencionó Viperón.

— Kreine y Sharon le cubrirán. — dijo la de anteojos. — No puede entrar usted solo ahí.

— Debemos intentarlo, Nadine. La fuente de Magne está ahí dentro. Solo así pondremos fin al caos, porque no podremos con todos aunque logremos desarmar a algunos.

La entrada de Sveinn y los suyos, seguidos de los de Rummage interrumpió al rubio.

Francis miró a los hombres de pies a cabeza, Nadine y Lazarus cruzaron miradas.

— Soldados nuevos. — el pelo negro se acercó a Viperón y Katmind. — Aunque dudo que alguno de los dos sirva de algo. — Katmind desvió la mirada.

El cenizo lo miró con desdén. — ¿Te sientes valiente por haber consumido el poco raciocinio que tenías? Despreciable asesino. — cruzó los brazos mirando despectivo.

Francis intentó irse a los golpes, pero Sveinn le jaló de los brazos. — ¡Te dije que no te metas conmigo, imbécil! — le dio el golpe a él.

— Lazarus. — Nadine se acercó a él de inmediato.

— ¿Necesitas que tu chica te defienda, perro cobarde?

Viperón frunció el ceño y se acercó adonde su hermana.

— ¿Esta es la clase de gentuza a quien van a confiar sus vidas? — cuestionó a los otros.

— Por favor, todos estamos aquí por un objetivo común. ¡Dejen de querer matarse entre ustedes, Francis! — el rubio se aproximó al pelo negro y le jaló del brazo. — Es tu amigo, ¿te das cuenta de lo que estás haciendo? ¿Estás consciente de tus acciones?

— ¿Cómo va a estar consciente de sus acciones este malandro vicioso? — dijo Viperón indignado.

— ¡Suficiente! — Nadine se puso de pie. — No vamos a lograr nada a este paso. — miró al pelo negro con molestia. — Deberías reservar ese coraje para desquitarlo con los verdaderos enemigos. — Rummage le miró a los ojos, pero sin atención en sus palabras.

— Entonces, señor Auschbely, díganos en qué podemos ayudarle. — exclamó Scarlord.

La pelirroja entró por la puerta mirando a los presentes confundida.

Esa noche después de llegar a un acuerdo, los furtivos cargaron sus armas y alistaron lo necesario para caminar al sendero de la muerte. Rummage entró adonde se encontraban los tres más jóvenes, con un leve empujón movió a Katmind de la parte frontal de la mesa y colocó un pergamino en blanco.

— ¿Quién será el primer inútil?

— Lazarus le alejó de un empujón y Scarlord le acercó el frasco de tinta.

"Estimado Dictador. A través de estas palabras le hacemos llegar un saludo de parte de todos los miembros de Furtival; por cierto, también incluimos a aquellos que ya no están. Volviendo al motivo de nuestro mensaje, queremos que se mantenga al tanto de nuestro próximo movimiento que dará inicio en unas pocas horas o días. Recuerde que usted tiene la oportunidad de evitar esta derrama de sangre innecesaria pues ya han muerto demasiados y así nos dejará sin aire, no tenemos contemplado rendirnos." — Lazarus cedió la pluma a Viperón. — "Conocemos tu secreto, Magus Magne, así que te conviene entregarte por las buenas. Dejarás de alimentar al parásito que no es tan diferente a ti, limpiaremos Mawords de tu corrupción y no habrá piedad para ti, pero no seremos nosotros quienes hagan justicia, ya deberías haber aprendido la lección, recuerda a quien egoístamente sacrificó todo por nada." — Katmind fue el siguiente. — "No hemos olvidado a quienes injustamente perecieron por culpa de tu ambición. Y ten presente que no permitiremos que nos arrebates más. Si te consideras sabio, abandonarás tu posición y pondrás fin a Insoma." — Francis le hizo a un lado y le arrebató la pluma. — "Iré por ti, traidor bastardo. Ni siquiera esa maldita peste te va a salvar de la golpiza que te voy a dar y te juro por todo lo que has hecho, que te haré pedazos mientras aún sigas respirando, perro infeliz. ¡Ya estás advertido, desgraciado, detén a tus estúpidos lamebotas o los quemaré vivos!".

Tras un breve descanso sin movimientos en el perímetro, furtivos y oficiales declararon una tregua momentánea. El mensaje fue puesto en un sobre rojo y fue enviado con uno de los mensajeros. Magus recibió el mensaje y pidió a Kreine que lo abriera. Al sacar el pergamino observó huellas sangrientas por todos lados, Oxyuranus dio lectura primero y Favela a su lado le siguió con la mirada, Magne atento a sus expresiones dibujó una sonrisa. Kreine molesto arrojó el pergamino sobre la mesa, Magne dio una breve lectura desde donde estaba.

— ¿Quién es Insoma? — cuestionó Sharon.

Kreine miró a Magne con la misma interrogación, el rubio sin intención de responder solo se limitó a sonreír. — ¿A quién deben lealtad?

Los primeros rayos del sol cayeron sobre las cabezas de aquellos que se habían mantenido hasta ese momento. Ondeando una bandera de franjas por cada color del distrito, con la inicial de Mawords en el centro. Sobre los cinco territorios, el viento también sacudió lo que quedaba de sus estandartes. Muchos habían pensado que eso había terminado, pero pronto descubrirían que no. Los miembros de la federación colocaron sus filas portando armas de exterminio tecnomágicas. Kreine y Sharon drenaron los barriles de esencia para asegurar su victoria. Magne se asomó por la ventana observando el panorama, pronto dio la orden para que marcharan. Los furtivos levantaron sus armas y dieron la orden para dispersar a los suyos. Mientras tanto, sobre el cielo los dirigibles se elevaron.

Los carros de la mafia también hicieron aparición, ya fuera por sus intereses arremetieron contra los oficiales.

Sveinn y sus compañeros se pusieron como objetivo robar las armas a los uniformados, con tiros certeros para no desperdiciar sus municiones. El rubio se movió sobre uno de los carros robados quitando a los que estorbaran en el camino hacia el distrito pilar. Francis con ataques a mansalva junto a los suyos. Heavy por otro lado, con el apoyo de algunos marinos se encargarían de desviar la atención de los dirigibles. Los proyectiles salieron disparados tanto a la tierra como a los barcos en el mar.

— ¡Diríjanse a la isla! — gritó la pelirroja a uno de los marineros. — ¡Los demás aléjense lo suficiente! — un par de proyectiles derribaron el mástil y destruyeron parte del barco prendiendo fuego y dejando humareda tóxica. Los demás se lanzaron al agua para evitar el fuego. Heavy tomó el timón tratando de evitar el siguiente impacto. — ¡A los botes! — uno de estos fue arrojado al agua, proyectiles cayeron cerca de la zona mientras otros barcos se alejaban, la pelirroja junto a sus compañeros tuvieron que lanzarse al agua.

Sveinn corrió hacia uno de los cuerpos en el suelo y tomó su arma. El sonido de sus contrarios a sus espaldas, le obligaron a lanzar un ataque que terminó en una pequeña explosión, el hombre fue proyectado hacia un auto. Sus compañeros se acercaron cubriendo el área con sus armas, el carro de los oficiales les sorprendió y eliminó al instante. Lazarus jaló su arma de inmediato y apoyándose con sus rodillas hizo volar el carro. Algo adolorido, tuvo que moverse tan pronto como pudo de esa zona. Los furtivos caían tanto como los oficiales, una nube tóxica envolvió el frente de Blonder, girando el auto para evitar contaminarse pronto se estampó contra uno de la mafia.

Ambos conductores levantaron la mirada lentamente, girando hacia un lado donde el chillido de una muerte segura apenas les daría tiempo de salir, con una navaja cortó la banda de seguridad y salió por el parabrisas, sin embargo el impacto a sus espaldas les hizo caer al suelo. El rubio volvió a incorporarse casi a tumbos y corrió hacia un edificio, agarrándose a un lado de la costilla donde se había cortado.

Desde lo alto de los edificios, la ráfaga de plomo caía por parte de los compañeros de Rummage, el pelo negro por otro lado y en compañía de un par de furtivos, usaron sus armas vacías para destrozar el rostro de los oficiales que se atravesaron en su camino.

La derrama de sangre se extendió sin tregua, mientras los furtivos trataban de permanecer a toda costa. Con casi nada de energía en el cuerpo, incluso Francis y los suyos, aunque se ayudaran con el aliento de vida, no durarían mucho tiempo.

Robando armas y municiones, detonando explosivos y minas en las calles y alcantarillas, la noche se alimentó de gritos y aullidos de armas.

Blonder había logrado llegar a la torre crepuscular, donde Nadine y Katmind se habían encargado de los Legencraft, contemplando el barrio como punto de salida.

El reloj de la muerte, del distrito pilar, detuvo sus manecillas esa noche, mostrando a los cuatro distritos a excepción de Twilight Tower. Kreine y Sharon, desde las oficinas de Uranus, prepararon el comunicado que sería anunciado por uno de los dirigibles en todo Mawords.

"Sus días están contados, asesinos furtivos. No hay lugar en Mawords para la anarquía, tienen hasta mañana para desertar, de lo contrario la derrama de sangre innecesaria será consecuencia para ustedes. Blonder Auschbely deberá entregarse ante su señor, al igual que los otros líderes rebeldes, si lo hacen, sus seguidores serán perdonados y evitarán una depuración masiva.

Es su última oportunidad de redención."

Haciendo caso omiso de la advertencia, todo el mundo continuó dejando un rastro de muerte. La esencia de las Stonecraft fue derramada sobre el suelo fuera de los barriles, esta se evaporó de inmediato llenando aquella habitación de oscuridad. El rubio había partido rumbo a su objetivo. La joven de anteojos miró a los Legencraft al rostro, relacionando las máscaras de los furtivos.

— Auschbely decidió entregarse. — Viperón se acercó a sus espaldas.

— Lo llevarán con Magne.

— Pero no creo que pueda hacer mucho. Lo matarán.

— Tendrá que esperar a que los otros líderes se entreguen, Blonder les hará creer eso. — Viperón, algo desconfiado y preocupado, se cruzó de brazos.

Al grupo de Uranus, se presentó el perpetrador principal. Kreine, con su aire victorioso y satisfecho, fue quien le dio la bienvenida. Las miradas de ambos se cruzaron después de tanto tiempo, mostrando el profundo odio que compartían uno por el otro.

— He ganado nuevamente. — dijo con grandeza. — ¿No sabes cuándo rendirte, cierto? — le miró fijo. — No entiendo qué vio Scarlett en un perdedor como tú. Lo siento por ella, tendrá que llorarte de nuevo y esta vez no volverás. Pero descuida, le haré llegar tus últimas palabras. — expresó con escarnio.

— Eres un miserable, Kreine. — dijo con lástima. — Pero no vas a mantener esa sonrisa toda la vida. Aunque se salieran con la suya, la brecha ya está hecha. Y tarde o temprano vas a agonizar por la herida que nunca va a cicatrizar. Ya verás.

Kreine le miró despectivo, borrando su sonrisa y ordenando a los oficiales tomarlo preso. — Ya saben qué hacer. — Yo siempre gano, Blonder. — se acomodó el sombrero.

Las manecillas del reloj se mantuvieron inmóviles. Cuando el sol estuvo en lo alto, la federación ordenó retirar a los suyos, importando poco que los furtivos les atacaran. Los de traje oscuro recibieron orden de no perseguirlos, otros siguieron disparando. Lazarus, con un mal presentimiento, dirigió a sus compañeros a Twilight Tower.

Blonder fue llevado al viejo castillo y puesto en una celda.

Los pasos del mandamás captaron su atención, el de gabardina desgastada se asomó por los barrotes con las manos encadenadas.

— ¿Blonder Magne o prefieres el apellido de tu madre? — dijo el impecable.

El rubio de melena alborotada arrugó la frente y se aferró a los barrotes con fuerza. — Debes parar, Magus. Lo que haces no está bien, estás viviendo a costa de vidas humanas. Date cuenta de que Insoma está jugando contigo, tu destino será igual o peor que el de Lowercraft.

— Haz silencio, criminal testarudo. — dijo seco. — ¿Qué pretendes, Blonder? Parece que tantos años encerrado en prisión te nublaron el juicio. Te di la oportunidad de vivir ¿y así es como me pagas?

— ¿Vivir? — expresó su furia. — ¿A eso le llamas vivir, Magus? — alzó la voz. — Por suerte, nuestros padres ya no están. — le miró con desprecio. — No imagino lo que sentirían al verte convertido en… La palabra te queda pequeña. Ya no sé lo que eres.

— El líder supremo de este mundo. — recalcó con autoridad. — Y tú, fuiste y serás tan solo una mancha asquerosa que debe ser limpiada. Pudiste podrirte en prisión sin humillación alguna, pero eres tan poca cosa que preferiste irte a tu nivel. Y te lo voy a conceder, pero no sin antes darte una lección que te hará suplicar por la muerte.

— Eres un…

— ¿Un qué, hermanito? Perdedor inútil, solo fuiste una gran piedra en el camino desde el día en que naciste. Nunca lo olvides. — el rubio tras los barrotes de cierto modo sintió algo de dolencia, pero la conmiseración por su hermano mayor fue más grande.

Magus se retiró, dejando al hermano menor con sus pensamientos. Algún par de horas después, los oficiales se acercaron nuevamente con bullicio. Blonder se asomó a ver y de inmediato se alejó de los barrotes, los oficiales abrieron el calabozo y metieron al joven Scarlord, el rubio le miró estupefacto.

— ¿Katmind, qué haces aquí? — se acercó al pelo negro que tenía un golpe en la cabeza. — No tenías por qué salir de la base.

— Tuve que hacerlo, señor Auschbely. — se quitó la pañoleta del cuello y se limpió la sangre. — Lo iban a matar antes de que pudiera hacer algo.

El rubio negó con algo de remordimiento. — Katmind, tu padre se sacrificó no solo por nosotros, sino por ti. — caminó en círculos. — No debiste entregarte.

— Señor Auschbely, no se preocupe. Vamos a salir de aquí juntos y vamos a detener a Magne. Le di mi palabra a Viperón de que le ayudaría a salvar a Nadine, no puedo dejarla morir. Y no solo porque su hermano me lo pidió, es mi amiga. ¿Usted me entiende, verdad? — dijo con desazón.

El rubio le tomó del hombro. — No te preocupes, Katmind. Saldremos de aquí, pero ahora debemos pensar en algo.

El joven miró a todos lados para estar seguro y mostró a Blonder el Salvatore en su brazo. — Tengo un plan.

La noche ensombreció a Mawords. La esencia mágica se derramó por los suelos incorporándose a la espesa neblina oscura que pronto buscó salida por las rendijas, esparciéndose por cada rincón del castillo hasta salir de los muros. Una vez estuvo fuera, se concentró sobre el castillo, siendo alimentado por la misma esencia, formando la silueta espectral que era distintiva obra de Insoma. Las calles libres de la federación tan solo con unos cuantos, pues Magne les había puesto en cuartel hasta que diera órdenes. Los furtivos avanzaron hacia la torre crepuscular listos para la invasión central. La oscura nube sobre el castillo pronto se dispersó a través del aire como hilos, sobre los cielos, las caras extrañadas de todos observaron con perturbación aquello que era desconocido. La federación, creyendo que se trataba de una trampa de los rebeldes, abrió ataques contra la muerte en movimiento, los impactos no lograron destruirlos, pero captaron su atención. Los oficiales con expresiones de pavor, soltaron sus armas e intentaron correr de lo que venía hacia ellos, pero fue en vano. Tan solo bastó con el toque de estas formaciones nubosas para que se vieran envueltos con el lazo de la muerte que tomó sus cabezas y las estalló al toque. El pánico aún mayor se desató entre aquellos que vieron y quienes serían víctimas.

— ¡No disparen! — gritó Lazarus mirando con horror. — ¡Ocúltense! — el hombre corrió de inmediato junto a sus compañeros, viendo cómo los asesinos de la sombra accedían a las casas de los habitantes y solo atacaban si los molestaban.

— «Insoma»

— No podemos hacer nada por ellos, debemos continuar si queremos ayudarlos. — dijo su compañera, tocándole el hombro. — Sveinn, a regañadientes, tuvo que seguir incapaz de hacer algo.

Los Legencraft comenzaron a marchar tan solo minutos después, lentos pero seguros. Nadine y Viperón salieron del refugio para monitorear el paso de los gigantes. Francis, conduciendo a los suyos, aprovechó la ola de pánico para hacerse de un buen armamento en la zona industrial, asaltando las fábricas que Kreine y Sharon tenían en operación. Matando a los guardias y oficiales dentro, junto a los trabajadores.

Las Stonecraft drenaron la vitalidad que poseían para abastecer la energía de los vástagos de Insoma.

— Ya no te queda nada para ofrecer, Magne. — dijo la entidad bajo la sombra. — ¿Cómo pretendes recuperar tu liderazgo? — el hombre casi arañaba la mesa debido a su frustración. Con furia en la mirada, salió de aquella habitación.

Haciendo uso de las esencias en el Salvatore, Katmind pudo corroer los barrotes y hacerse una salida. Usando parte de estos mismos, se armaron y se dividieron para encontrar las Stonecraft.

Cuando los «vástagos» se saciaron, desaparecieron antes del primer rayo de luz. Los oficiales salieron nuevamente a hacerle frente a los furtivos que ya se encontraban en la torre crepuscular, pero esta vez no estarían solos. Los gigantes caminaron en diferentes direcciones atacando a sus objetivos, mientras amortiguaban los del bando contrario.

Viperón y Nadine lograron llegar a la mansión en búsqueda de sus últimas reservas, la joven de anteojos se detuvo por un momento dejando caer las municiones de la Potion Steam al suelo, el cenizo se acercó a ella de inmediato.

— Nadine — le miró pálido y temeroso.

La mujer tomó aire sintiendo su corazón palpitar rápido. — Debemos alcanzarlos.

— Tú no irás a ninguna parte. — le tomó de los hombros. — Lo siento, Nadine. Esta vez tendrás que obedecer por tu bien. — la de anteojos se mostró en desacuerdo. — Vas a estar bien. Pero no puedes salir de aquí.

Sveinn, contraatacando a la federación con ayuda, no perdió de vista el objetivo. Usando como escudo a los gigantes, logró burlar a algunos uniformados, pero no resistirían para siempre, pues el núcleo, aunque reforzado, fue dañado, dejando a los titanes inservibles o bien, como una bomba de tiempo. Los dirigibles en el cielo lanzaron proyectiles pero en menor cantidad, pues tenían orden de no ocasionar daños mayores al distrito pilar. Otro dirigible se arrimó a un lado, casi chocando con el de tripulado por los oficiales, al levantar la vista, fueron sorprendidos por Rummage, quien disparó una cuerda con gancho hacia el dirigible de ellos, ordenando matar a todos. Los ataques unos contra otros fueron instantáneos, cruzando la cuerda, el pelo negro y los suyos llegaron a violentar a todos los tripulantes de la federación. Con la lucha en su máximo apogeo, el camino hacia el castillo se abría para los furtivos.

En los muros arcanos, Blonder se movía entre los pasillos buscando su objetivo, tomando el metal entre sus manos, listo para golpear y matar a quien se pusiera en medio. Katmind, por otro lado, iba haciendo su búsqueda, al girar en ese laberinto del calabozo topó con uno de los oficiales que le apuntó con el arma, involuntariamente el pelo negro levantó el metal y le golpeó por instinto, tan pronto como lo vio en el suelo recogió el arma que tenía y subió las escaleras torcidas hasta otro nivel arriba.

Kreine y Sharon ya se encontraban en el castillo de Magne junto a él en su oficina.

— ¿Y ahora qué? — preguntó Oxyuranus al rubio.

— Tendrán que pelear por sus intereses. No esperen a que haga todo el trabajo por ustedes, ¡usen todo lo que tengan! Esos desgraciados se van a entregar tarde o temprano, a menos que quieran ver muerto a su líder.

— Pues ejecuta al maldito de Blonder de una vez, así tendrán que ceder. — insistió Kreine.

El cenizo sobre ruedas derribó el portón confiando en el todo terreno que conducía, acelerando con intención de arrollar a quien se atravesara. Los únicos guardias afuera atacaron, el estruendo de la caída de un dirigible llamó la atención de los reunidos. La pelirroja y Sveinn esquivaban los ataques con ayuda de los que aún quedaban de pie. La joven de anteojos, armada con una Potion Steam, hizo oídos sordos a lo que su hermano le pidió y le siguió decidida a ayudar, tomando una ruta diferente. Sharon salió de inmediato, dejando a ambos hombres para dirigirse a la salida. Proyectiles a una distancia considerable golpearon los muros del castillo, la risa siniestra del pelo negro en el altavoz anunció su llegada, rompiendo el enorme ventanal. Magne y Kreine tomaron el enorme inmueble como su refugio. Sveinn y Viperón pronto accedieron al interior, los oficiales en el interior fueron alertados y salieron en defensa de su líder. El cenizo hizo uso de las granadas que llevaba consigo y el cabello claro usó su arma. Francis corrió en búsqueda de Magne.

La electricidad en el interior del castillo comenzó a fallar, las armas tecnomágicas en manos de todos sus portadores perdieron fuerza y brillo. Aquellos ajenos a lo que pasaba comenzaron a tener miedo de su propia integridad.

Katmind recorrió los pasillos percatándose del fallo. Entre la oscuridad de esos interminables pasillos, la puerta de madera a unos pasos adelante le llenó de escalofríos. El rubio subió al primer nivel del castillo, buscando entre tantas puertas que en su mayoría daban a habitaciones falsas.

La joven de anteojos logró abrirse paso hacia el castillo accediendo por una entrada trasera que le costó varios intentos de la Potion Steam. Con la fatiga minando su cuerpo, se adentró al laberinto del calabozo.

Sveinn y Viperón se dividieron en búsqueda de Kreine y Sharon, mientras evitaban a los oficiales dentro, pero atacando en cada oportunidad. La pelirroja pronto se adentró al sitio que ahora se encontraba desprotegido. Scarlord había accedido a la habitación del origen, siguiendo el proceso con la mirada, pudo notar la debilidad de las Stonecraft, el pelo negro puso sus manos sobre la urna de cristal que protegía las piedras para sacarlas, pero al intentar moverla se dio cuenta de que estaba fija, tras varios intentos quiso hacer lo mismo con los tubos y se dirigió a la máquina procesadora para apagarla, pero no logró nada.

Una risilla malévola y burlona se escuchó a sus espaldas, el pelo negro con la sangre congelada giró lentamente, abriendo los ojos de par en par. — De nuevo los Scarlord acuden a mí. — emergió del libro sobre la mesa engrandeciendo su sombra. El de cabello alborotado caminó de espaldas con temor.

— ¿¡Dónde estás, maldito bastardo!? — gritó Rummage con arma en mano. — ¡Sal, cobarde inmundo! — uno de los oficiales apareció detrás de él y lanzó un ataque que Francis apenas desvió, sacando hasta la última munición del arma que llevaba arremetió contra él para ir a desquitar algo de furia a su manera.

Sharon, con una Lower en sus manos, esperó paciente a que alguno de ellos apareciera. Sveinn, de un lado, y Heavy, del otro, lograron encontrarse, mientras agudizaban sus oídos. La mujer de cabello violeta lanzó un tiro para llamar su atención y estos le siguieron, al pasar por el camino, activaron una pequeña mina que pronto activó las demás en fila, Lazarus tomó a la pelirroja cubriéndola con su cuerpo. Sharon se dio a la fuga nuevamente. Kreine, siendo perseguido por el cenizo, cargó su arma de fuego, Viperón, con una granada en mano, miró de un lado a otro. El hombre de sombrero, pensando que se trataba de Lazarus, se asomó para disparar topándose con la presencia de su hijo, quien por reflejo le lanzó la granada.

Scarlord pronto tocó la pared con su espalda, siendo acorralado por la mirada agonizante y penetrante de la entidad descarnada y oscura de cuencas vacías y anunciadoras de muerte. — Estaré encantado de hacer un trato contigo, ¿por eso estás aquí, no es así? — extendió sus ásperas extensiones, alborotando más el cabello del hombre. — No podrás destruir la maldición, porque no fuiste quien aceptó por voluntad propia las consecuencias.

El pelo negro desvió la mirada nervioso. — ¿Es posible hacer un trato a cambio de salvar la vida de alguien más? — trató de mirarlo.

Insoma examinó al chico. — ¿Es la descendiente de Lowercraft, cierto? — Katmind movió la cabeza. — No puedes detener una maldición, pero quizá puedas cambiar de lugar con ella. — mostró una sonrisa. — Los Lowercraft pronto se van a extinguir y necesito que la esencia siga fluyendo, te ofrezco vida por vida, con la condición de que grandifiques el caos en esta tierra. — el pelo negro se quedó mudo, pues ese trato iba a perjudicar todos los esfuerzos hasta ahora.

La mujer de rizos oscuros, siguiendo el rastro de la tenue luz en aquella habitación abierta, se asomó lentamente, quitándose las gafas por un momento mientras veía a todo color a aquella entidad. Acomodó sus gafas y entró con el arma arriba, mientras su cuerpo tembloroso intentaba transmitir seguridad al pelo negro.

La entidad examinó a la mujer de pies a cabeza y después emitió un sonido agudo, seguido de eso frente a ambos, adoptó la forma de Chrisye Lowercraft. Nadine soltó el arma y Katmind se colocó a su lado.

— Te doy la oportunidad de desquitar tu ira contra quien te condenó, como último deseo. Nadine Lowercraft. — Scarlord señaló con la mirada a la mujer el libro sobre la mesa de trabajo. Insoma descubrió sus intenciones y sin tocar el libro lo arrojó a los pies de ambos. — Adelante. Traten de conjurar magia, vuelen la fortaleza si los hace sentir mejor con sus insignificantes existencias. Los humanos siempre fueron mi debilidad, por la misma razón. Visionarios sin suerte. Siempre volveré a ustedes porque van a aclamar mi nombre. Tendrán la necesidad de hacer realidad sus deseos retorcidos y estaré ahí para hacerles creer que han obtenido algo.

— Se acabó. — dijo en voz baja y cesante. La mujer de cabello violeta llevó su mano con sigilo hacia su cintura sin apartar la vista.

— Ni siquiera lo pienses. — Sveinn, con un arma entre sus manos, apuntó a la mujer, la pelirroja se alejó de inmediato.

Kreine, lanzando tiros al aire, corrió llevándole la contraria a su hijo. — ¡Ya basta, Viperón! — se refugió tras un muro. — No quiero herirte.

— ¿Qué pasa, Kreine? Después de todo, cabe algo de humanidad en tu interior, o lo haces para evadir las consecuencias que te esperan. — Viperón se acercó lentamente con su última granada en mano. — Insoma no podrá salvarte ni a ti ni al detestable Magne.

— ¿De qué hablas, Viperón? — se asomó con desconcierto. — ¿De qué rayos hablas? — bajó el arma.

— No te hagas el inocente, Kreine. ¿Por eso alejaste a mi hermana, no es así? ¿¡Por qué nunca dijiste nada!? — dijo frustrado. — ¡Mi hermana pudo haber muerto lejos de mí y jamás iba a enterarme de nada!

Kreine frunció el entrecejo confundido y molesto. — No sé de qué me estás hablando. No tengo conocimiento de ese tal Insoma y tampoco sé por qué dices eso sobre tu hermana.

El cenizo le analizó con la vista, notando su desconcierto y sintiéndose atrapado en un bucle de misterios interminables. Kreine le miró algo asustado de su comportamiento.

El rubio, siendo más ágil, dio alcance al hombre de traje y le colocó contra la pared.

— ¿Dónde está Insoma? ¡Es tu última oportunidad, Magus! — el hombre logró zafarse de su agarre sacando un arma de fuego y dándole un tiro en el hombro.

— ¡Miserable malagradecido! Tuviste la oportunidad de unirte a mí y vanagloriarte. Pero jamás dejarás de ser el perdedor que siempre fuiste. — le apuntó a la cabeza. Un tiro en una de sus rodillas le doblegó frente al rubio.

— ¡Pútrido miserable, te advertí lo que pasaría! — Rummage se acercó con el arma. Blonder tomó el arma de su hermano y se puso de pie. — Pero te daré la más miserable y horrenda de las muertes.

— No, Francis. — Blonder le jaló del brazo. Magne se puso de pie aguantando su dolor y se recostó en la pared. — Magne responderá justamente.

— ¿Te volviste loco, viejo? — Rummage, furioso, dio un empujón a Blonder. — Después de todo lo que te hizo a ti y a Mawords entero. ¡Pretendes que la prisión sea su castigo! ¡Estás jodido, viejo estúpido! — Rummage tomó al hombre con violencia y le colocó una daga en el cuello.

— ¡Ya basta, Francis! — dijo Blonder con firmeza.

— Mátame, mugroso asesino, pero aunque logren encontrar el origen de la esencia, jamás dejará de fluir y el creador nunca será destruido. — Magus miró a ambos lleno de odio.

Francis le azotó contra la pared. — Tú sí sabes cómo, así que habla, perro infeliz, o vas a llorar lágrimas de sangre.

— No podremos hacer más de lo que haremos, Francis. Hay cosas que ni nosotros mismos tenemos claras. Sal de tu fantasía sangrienta y observa el mundo a tu alrededor, tal y como es. — dijo el rubio a sus espaldas.

Insoma pronto volvió a deformar su apariencia. Scarlord comenzó a dudar, sintiendo debilidad de su voluntad. La mujer de anteojos observó las Stonecraft que consumirían su vitalidad hasta el último minuto. Insoma y ella cruzaron miradas, y ella sintió el peso de la muerte.

— Nadine. Aún puedes salvarte.

— No, Katmind, nadie obtiene un beneficio real. ¿Pretendes hacer la voluntad de Insoma a costa de otros? — el hombre negó con la mirada. — Puede que tengas razón. — la mujer se dirigió a la entidad. — El bienestar individual siempre será prioridad, incluso sobre aquellos que pudieran tomarte de la mano y acompañarte en el caótico viaje de la vida. Es parte de nuestra naturaleza. — tomó distancia de Katmind. — El destino es inevitable, pero no dejaré que la sangre cubra a tu conveniencia. Puedes buscar a alguien más, Insoma, pero la condena de Lowercraft termina aquí.

La entidad extendió su mano.

— Nadine — Katmind miró a la mujer quitarse sus gafas y, sin la más ligera sospecha de su movimiento, le observó poner fin a la maldición con una daga. Entregando su último aliento por voluntad propia a las Stonecraft.

El grito de Scarlord no pudo salir debido a que se paralizó. Insoma miró el cuerpo de la mujer hasta que cerró los ojos en agonía. Las expresiones agonizantes de las piedras dejaron ir su último suspiro y perdieron color lentamente, el tiempo cayó de golpe en la máquina procesadora que había mantenido su brillo gracias a la esencia.

Kreine, Sharon y Magne se vieron acorralados por los furtivos, pero pronto presenciaron la caída de aquel descubrimiento. Viperón, con el alma en un hilo, se dirigió a la salida pensando que Nadine se encontraba en la mansión. Blonder y Sveinn pronto dieron con la habitación donde se encontraba Katmind en la oscuridad.

— Nadine — Sveinn, ignorando el dolor de su pierna, se arrodilló para tomar el cuerpo de la mujer.

El rubio observó el sitio y al pelo negro mudo. — Katmind — le tomó de los hombros y le miró a los ojos. El hombre no pudo emitir palabra.

— ¿Qué hiciste? — Lazarus acarició el rostro de la mujer, preguntándose en voz baja.

El cenizo, nublado por la angustia, rogó a quien pudiera escucharlo por el bienestar de su hermana y la oportunidad de verla con vida. Las armas tecnomágicas y todo lo que funcionaba con la esencia quedaron obsoletas.

Viperón se quedó en la mansión vacía, pues al no encontrar a Nadine se dio cuenta de lo que había pasado. Algunos minutos después, Blonder en compañía de la pelirroja llegaron y buscaron al cenizo que lloraba inconsolable en su estudio, cuanto más pensaba en aquello que pudo hacer por ella, más dolor sentía. Pero la realidad era muy diferente a lo que él creía. Blonder permaneció en la entrada, sin motivo para celebrar esa victoria que había costado más de lo que imaginó. El deseo de Scarlett ni siquiera estuvo cerca de hacerse realidad.

Francis, desde una esquina, miró a quien fue su mejor amigo sufrir otra pérdida. Los sobrevivientes de la lucha custodiaron a los principales responsables en espera de noticias.

Con la marina al frente hasta establecer el nuevo orden, tuvieron que trabajar con una ola de nuevos problemas por venir. Por años, la esencia había alimentado a Mawords y para los habitantes no sería fácil adaptarse de nuevo a una vida que muchos de ellos no vivieron. Retrocediendo una era antes de Lowercraft. Reconstruir la vida y los territorios no sería tarea fácil, pues les costaría tiempo y sufrimiento debido a las consecuencias en puerta.

No hay mal que por bien no venga. Ginger y Pandora tuvieron que lidiar no solo con los problemas cotidianos, sino con la culpa que, si bien no fue directa, les manchó. Pero Pandora sí tuvo remordimiento, pues había apoyado a su madre durante todo momento, sin embargo algunas personas no cambian ni siquiera viviendo las consecuencias de sus acciones.

Kreine y Sharon afrontaron las consecuencias de sus actos en los muros de Brahms. Magne pudo correr con la misma suerte de no ser porque él mismo había labrado su suerte, padeciendo los brutales efectos de Insoma viviría sus días en una habitación blanca preso de su mente.

Mawords logró levantarse nuevamente después de esfuerzo y dedicación. Con los años, muchos fueron dejando aquel momento en la historia de su mundo como un recuerdo de diferentes sinsabores. Bajo un nuevo gobierno, la bandera de aquella lucha se alzo en la casa presidencial. La federación y la marina no desaparecieron como tal, tan solo fueron reagrupados y nombrados «Escuadrón Furtivo». A todos les llevó tiempo procesar los hechos y vivencias, aprendiendo a vivir con eso. Explorando opciones sustentables, Katmind se dedicó a investigar el cristal activo, buscando la forma de innovar en la medicina en la búsqueda de ayudar a los Nova humanos que habían sobrevivido al igual que él, contando con el apoyo de su esposa Georgia Larrosa, una doctora con la que se había casado y había tenido un hijo de nombre Madeline. Viperón por su lado, continuó trabajando en la industria de armas, pero también brindando su apoyo a la fundación de Alba, en la cual Kreine estuvo de acuerdo en la desmantelación. Heavy, quien le había apoyado desde la muerte de su hermana, se hizo más cercana a él. Ambos se casaron después de que Heavy concluyera sus estudios y tiempo después, tuvieron una hija a quien llamaron Nadine, volviéndose la luz de Viperón.

Lazarus se alejó a Gloomyland por un tiempo, cuando por fin decidió hacer un cambio en su vida, estudió y comenzó a trabajar en el instituto Libertad Cinco Distritos. Mismo que Blonder, Viperón, Katmind y él habían levantado. Blonder se mudó a Alley Island empezando una vida como ermitaño, preguntándose a sí mismo por Rummage, pues de cierto modo se sentía culpable. Desde la captura de Magne, no le habían visto. Lazarus nunca dejó de considerarlo su amigo y de nuevo, pensó que tal vez estaría surcando los cielos. Pero la realidad era muy diferente, Francis jamás pudo salir de su pena y se refugió en el único distrito que podía ofrecer lo que necesitaba. ¿Haber arrojado el libro de lo oculto al fondo del mar sería suficiente?

"Hoy tuve la oportunidad de hablar con Jefferson y Evana. Esta noche el primer intento de contacto con la entidad se pondrá en marcha, espero que realmente funcione" — Lowercraft, cerró el diario que estaba escribiendo y se acomodó las gafas con la vista en aquel libro sobre la mesa de trabajo.