Desde el navío de patrullaje, Sveinn había recibido la mañana en su turno de vigilancia. Con la mirada perdida en el horizonte, sus pensamientos entrelazaban recuerdos perdidos en la marea. El joven se quitó su lepanto y observó el emblema de su distrito. Al llegar al muelle, respiró exhausto y anheló llegar a casa para descansar después de una semana en alta mar.
Al abrir la puerta, la ardiente soledad le recibió. Avanzó hasta su dormitorio y se encerró, se despidió de su uniforme, colocándose la chaqueta verde de su padre. Se desplomó en la cama y al instante cerró sus ojos. A los pocos minutos, alguien llamó a su puerta. Se sentó de golpe y se acercó con cautela.
Una amigable sonrisa le sorprendió al abrir, el joven de gafas de piloto pronto saludó con un apretón de manos.
— ¿Cómo estás, hermano? — dijo animado.
— Bien, por lo visto tú igual. — Lazarus le invitó a pasar y ofreció una bebida enlatada. — ¿Y qué tal todo en Alley Island?
— De maravilla. Estuve ayudándola con las piezas de las prótesis, ella mencionó que iría a Twilight la próxima semana. Yo me ofrecí a acompañarla, voy a tratar de negociar un dirigible de uso.
— Que bien, Fran. Pero ten cuidado.
— Claro. ¿Regresaste a la base?
— Sí — dijo a secas.
Francis se puso de pie y dejó a un lado su bebida — A mí no me engañas. Sé que en el fondo sigues arrepentido, ¿es por la hermana del alzado ese, cierto?
Su mirada lo dijo todo — Nadine era mi amiga. Cuando escapé de esos desgraciados, salvó mi vida — dijo con inquietud en el rostro — debe estar pensando lo peor de mí. Seguramente el venenoso de su hermano le dijo estupideces de mí — con un hilo de impotencia cerró las manos.
— Entonces búscala, dile la verdad. Que se de cuenta de la clase de porquería que tiene por familia.
Sacudió la cabeza — Ella lo sabe, Francis. Conoce a Viperón, pero creo que siente lástima por él y por esa razón aguanta sus groserías.
— Podemos darle una lección al tipejo ese, vamos a enseñarle verdaderos modales.
Sveinn negó con la mirada — Olvídalo, el maldito está más protegido que cualquier reliquia. Su padre es amigo del dictador infeliz de Mawords.
— No vamos a matarlo, solo a darle una lección — cerró el puño y lo levantó.
Sveinn se negó de nuevo. — ¿Quieres pasar el resto de tu vida en prisión?
— No — el joven guardó sus gafas dentro de su chaqueta — hay cosas que me gustaría borrar, Lazarus. Ni siquiera el ambiente familiar en el albergue pudo sacarme esas imágenes.
Sveinn le miró a los ojos, tratando de imaginar aquellos rumores que Rummage había comprobado — Con el tiempo se despejarán. Por suerte no fueron años, como tu amigo el bohemio.
Francis le miró con una sonrisa perturbada — Blonder. Es cierto… — le tomó del brazo — Lazarus, te molestaría acompañarme a mi casa, tengo algunos ahorros ahí que me servirán. Y de paso quería hacerle una visita al viejo.
Levantó una ceja — ¿El tipo vive en Gloomyland?
— Sí, bueno, de hecho vivía en Twilight Tower antes de su encierro. Pero me dijo que volvería al distrito cuatro cuando saliera de prisión.
— Bueno, supongo que es un buen plan. Tampoco quiero quedarme aquí.
Francis le tomó del hombro — Creo que lo mejor será mudarte, Lazarus. O cambiarte por un tiempo, al menos hasta que tu alma esté en paz. Pasaron muchas cosas que dejarán huella imborrable, ¿dicen que el tiempo lo cura todo, no?
— Eso dicen. — dirigió su vista a la fotografía de su familia.
La joven de anteojos se dirigió al estudio de Viperón en búsqueda de algunos documentos, la puerta se abrió tomándola por sorpresa. La prometida de su hermano se encontraba frente a ella, mirándola fijamente.
Se acomodó las gafas — ¿Puedo ayudarte en algo?
La de ojos claros se acomodó la bufanda y sonrió ligeramente — Esperaba encontrar a Viperón, tu hermano. Vaya sorpresa nos tenía el señor Oxyuranus. — dijo antipática.
Nadine se cruzó de brazos — Bueno, iré a buscar a tu prometido. — la joven quiso abandonar el sitio, pero Pandora se puso frente a la puerta.
— No quiero problemas, Nadine. Sé cuánto te estima Viperón, lo hacía antes de saber que eran hermanos y ahora, es demasiado predecible. — abrió su bolso y sacó una invitación, extendió su mano hacia ella — espero que asistas, después de todo seremos familia. Creo que por el bien común y de los asociados, nos conviene.
Nadine tomó la invitación y la dejó sobre el escritorio — Gracias. Pero lo único en común que tenemos, es mi hermano. No me interesa involucrarme en sus asuntos.
La galante y altiva joven se cruzó de brazos — Pues cuando llegaste aquí no pensabas eso, tu mayor ambición era pertenecer a nuestra sociedad. ¿Acaso no deseas fama y riquezas?
Nadine arrugó la frente — Hay cosas que no van de la mano — dijo mirándola sugerente. Pandora entendió su mensaje y mostró cierto disgusto — mis ambiciones no tienen por qué importarte. No te confundas, Pandora. Tú y yo, por mucho que llegues a ser la señora de Oxyuranus, jamás seremos familia. Mi apellido es Apricot, por si lo olvidaste — la de cabello púrpura frunció la boca.
En el taller, Heavy organizaba los frascos de esencia que usaba Nadine para hacer pruebas con los prototipos. Los pasos silenciosos del albino descendieron hasta una distancia considerable, ahí se detuvo de brazos cruzados con la mirada fija en la joven, dibujando una sonrisa maliciosa. Heavy terminaba su tarea mientras tarareaba una canción que los navegantes en el mar solían cantar para la diosa Emerald, en señal de paz y para tener suerte. Por accidente, dejó caer uno de los frascos de vidrio. Los aplausos hilarantes a su espalda, le hicieron borrar su sonrisa. Levantó los vidrios rotos y los arrojó a la papelera.
— ¿Se le ofrece algo, señor? — dijo sarcástica y haciendo una mueca.
Se aproximó a la aspirante con esa típica expresión de problemas — Creo que tu vocación está en otro sitio, marinera. Me sorprende la suerte de mi hermana, siempre coincide con atrapa peces.
— No soy una marinera. — Arrugó la frente y se mantuvo erguida.
— Claro — rodó los ojos —. Debí suponerlo. Si vamos en picada. Tal vez tenga que hacer el inventario más seguido.
Heavy sonrió y removió su cabello. — Hoy me siento de maravilla, bribón. Así que puedes ahorrarte tus palabras para otro día. Y le pido que se vaya, porque tengo trabajo que hacer. — Se dio la vuelta.
Viperón no soportó su indiferencia y se acercó para tomarle del brazo. — ¿Así es como pagas la hospitalidad de mi hermana?
— Tú lo has dicho, tu hermana. A ti no te debo nada. — Se liberó de su agarre con la respiración acelerada.
— Me importa poco lo que pienses, ladrona. Yo… — Heavy le calló la boca de un revés. Viperón se quedó atónito ante el gesto.
— ¿Qué está pasando aquí? — Pandora se acercó con una expresión de ofensa y sorpresa. Heavy le miró con asombro, el albino con la mejilla enrojecida solo pudo reflejar un hilo de temor. Pandora miró a ambos con desprecio, pero en especial a la pelirroja. — ¿Quién eres, desvergonzada? ¿Cómo te atreves a tocar a mi prometido?
— Pandora… — Viperón quiso hablar, pero la mirada amenazante de la joven le dejó mudo.
— Cálmate, Pandora. — Nadine apareció a sus espaldas y se colocó de inmediato frente a su hermano y Heavy.
— No te metas, Nadine. — Dijo con ira en la mirada.
— No voy a permitir que le faltes al respeto a Heavy o a mi hermano. — Viperón suspiró.
La mujer se acomodó las gafas y se mantuvo firme. — Heavy es una amiga y trabaja conmigo. Así que te pido tolerancia.
Ella y Viperón cruzaron miradas de descontento. — ¿Y por qué no me dijiste nada, Viperón?
— Porque ella es la ayudante de mi hermana, su trato es con ella.
— ¿Ah sí? ¿Y qué hacías con ella a solas? — Nadine dirigió su vista a Heavy, ella movió ligeramente la cabeza negando. Miró a su hermano, quien apenas pudo sostener la vista.
— Yo, necesitaba unos documentos que Nadine tenía y le encargó a ella. Solo eso.
— ¿Y por eso te pegó? — Cruzada de brazos miró a los dos involucrados. Nadine no pudo decir nada contra eso. — ¿Por qué no les preguntas, Nadine? Antes de actuar como intercesora. — La acorraló con la mirada.
— Fue un accidente, es que no le escuché llegar y pensé que era un ladrón. — La pelirroja la enfrentó.
Pandora sacó la otra invitación y se la arrojó a Viperón a los pies. — Cuando se pongan de acuerdo en sus excusas, hablaremos. — Se dirigió al albino y se marchó.
Viperón recogió la invitación y salió tras ella, Nadine le siguió a él. Heavy se quedó algo apenada y confundida.
— Viperón. — Su hermana le detuvo del brazo. — Déjala, no vale la pena.
Le miró un tanto preocupado. — Se lo dirá a la bruja mandona y ella a Kreine. A diferencia de ti, hermanita. Prefiero tratar los problemas lo más lejos posible.
— Ella le soltó y regresó a donde Heavy.
La pelirroja acomodó los documentos y cuando la de anteojos entró, se acercó. — Nadine, no quiero causarte problemas. Agradezco lo que hiciste por mí.
— No, Heavy. No voy a darle el gusto a esa mujer. — Dijo irritada. — Perdón, se me olvidó mencionarte a la prometida de mi hermano, ella suele venir a veces por razones como esa. — Señaló la invitación sobre la mesa. — No le hagas caso, esa mujer no es muy diferente a su madre.
Heavy se quedó en sus pensamientos, algo preocupada. — Nadine, yo le pegué a tu hermano. Por eso se molestó, pero fue porque… — Frunció la boca.
— Lo imaginé. En serio disculpa. — Dijo apenada. — Viperón suele ser fastidioso a veces. Pero hablaré con él. — Sonrió.
Por la tarde, el par de amigos hizo un recorrido desde Furtwin al distrito del maná. Sveinn se sintió menos pesado al perder su vista en el paisaje, Rummage no comentó nada durante el camino, dándole su espacio y dejando que la naturaleza absorbiera su pena. Al llegar a la estación, tomaron camino a las tierras donde Rummage había pasado la mayor parte de su vida. Sveinn intercambió una mirada nostálgica con Francis al llegar a la cerca. El joven sacó las llaves de una cajita de madera dentro de una jardinera. Al abrir las puertas, se vio algo de polvo, pero a diferencia de la casa del rubio, no se veía en un completo estado de abandono.
— Tienes forma de costear tu vida aquí, Francis. Los cultivos se pagan muy bien hoy en día, podrías trabajar la tierra. Podrías conseguir un dirigible nuevo.
— No es lo mío, Lazarus. Además, los cultivos son peligrosos, es demasiado la inversión por el miserable sueldo. El dinero no vale la vida de esas personas.
— Entiendo. Pero podrías cultivar otra cosa.
— Mi vida no está en los campos. Pero si te interesa a ti, no tengo problemas con ello.
— Gracias, pero tengo objetivos distintos. — Sonrieron.
— Quizá lo mejor sea vender estas tierras. Pero cambiando a otro tema, ¿me preguntó qué estará haciendo el viejo? — Lazarus levantó los hombros.
En la residencia de la familia Favela. Se habían reunido los socios y amigos del círculo cercano a ellos. Kreine no podía faltar. Esa noche, Viperón llegó en la cálida compañía de su hermana. El fundador de Uranus se aproximó a ambos de inmediato, separando a Viperón de su hermana con un ligero disgusto.
El albino rodó la vista. — ¿Qué te pasa, Viperón? No creas que voy a dejar pasar tu grosería. La … Sharon por poco cancela el compromiso de no ser por su esposa.
— Pandora se inventó una historia ficticia. Las cosas no pasaron como ella dijo.
— No crees que deberías confiar en Viperón, Kreine. Es tu hijo, Pandora solo es una caprichosa que hace las cosas según su conveniencia.
Viperón le miró asombro, Kreine se acercó a la joven un tanto serio. — Coincido contigo, mi pequeña… Intercesora. No voy a tolerar que se pasen de listos conmigo. — Les miró a ambos. — Y tú, Nadine. Mantén tus labios juntos a menos que sea necesaria tu opinión. A tu querida tía se le olvidó educarte cómo a las damas de esta familia.
Viperón se acercó a Nadine y le tomó del brazo, protector. — Iremos a saludar si no te molesta. — Kreine les siguió con la mirada, mostrando cierto fastidio. — Nadine, Kreine no es como Sharon o Pandora. Por favor, evita confrontarlo. — Dijo revelando su preocupación. — Sé cómo tratar con él, lo conozco bien. — La joven asintió con la mirada, ocultando su desacuerdo.
Pandora en compañía de sus madres, se acercó a los hermanos. Kreine les alcanzó a los pocos segundos, colocándose detrás de ellos. Las familias intercambiaron miradas.
— Bienvenida, Nadine. — Mencionó la mujer de cabello oscuro. — Kreine nos contó sobre ti, debe sentirse orgulloso de tenerte como hija. — Sonrió amable.
Kreine tomó a la joven de los hombros con una sonrisa, Nadine se sorprendió y Viperón desvió la mirada leyendo las intenciones de su padre. — Así es, Grace. Qué puedo decir, soy su padre después de todo.
— Gracias, señora Ginger. — Respondió la de anteojos.
Pandora miró de reojo a Sharon. La mujer de traje oscuro cruzó mirada con la joven, manteniendo su desaprobación. — Bienvenida. Ahora eres parte de esta familia también. — Dijo con una sonrisa fingida.
— ¿Entonces aceptaste el apellido de tu padre, Nadine? — Pandora dibujó una sonrisa siniestra. Viperón tragó sus palabras.
— El apellido es lo de menos, Pandora. — dijo en su defensa.
— Nadine es una Oxyuranus, los Apricot solo tuvieron suerte de mezclarse con nosotros. — respondió Kreine.
— ¿Gustas tomar algo, Nadine? — Grace llamó a uno de los meseros. — Disfrutemos antes del anuncio, no les parece. Pandora y Viperón celebran su fecha de compromiso esta noche.
Los mellizos se quedaron perplejos, en especial Viperón. Pandora se acercó a él y le tomó del brazo con una sonrisa vengativa. Kreine acomodó el saco y se alejó unos pasos.
Sharon miró al futuro matrimonio satisfecha y al padre de su yerno, que apenas mostró una expresión fingiendo interés.
Pandora se alejó con el joven, Grace levantó la vista hacia la entrada y miró a su esposa.
— Estamos en racha — sonrió.
Los cuatro dirigieron su mirada al hombre y al joven que le acompañaban. El más grande, era contemporáneo de los socios, un hombre con gabardina beige y atuendo algo anticuado, cabello negro y mirada clara, su barba recortada disimulaba algunas arrugas en su rostro que parecía reflejar un carácter duro. El joven a su lado, también usaba una gabardina más alivianada, adornando su atuendo modesto un pañuelo oscuro alrededor de su cuello. Un par de gafas de observación sobre su cabeza, disimulaban su alborotado cabello que tocaba sus orejas, teniendo en común el color con su padre, pero con facciones más delicadas. Los dos se acercaron al círculo.
El hombre mostró una sonrisa sutil, pero gentil, al igual que el más joven.
— Bienvenido, Anak — saludó la pareja Favela.
— Gracias — el hombre agradeció con un gesto de su mano cerca del pecho.
Nadine y el joven encontraron su rostro mostrando una observación mutua, era la primera vez que se veían.
Kreine saludó al hombre también, ofreciendo su mano.
— Él es Anak Scarlord y su hijo, Katmind — miró a los Oxyuranus — Ellos son Kreine Oxyuranus y su hija, Nadine. Viperón está con mi hija, pero más tarde los podrás saludar.
— Claro. Alguna vez tuve la oportunidad de tratarlo. Magne nos presentó — mencionó Kreine.
— Así es, es un gusto verlos de nuevo. — miró a la joven — un gusto conocerla a usted también, señorita. Él es mi hijo.
— Un gusto, Kadmind Scarlord — el joven se acercó y extendió su mano. Nadine la tomó y él sacudió suavemente su mano usando ambas. — Kreine rodó la vista. Sharon se mostró maliciosa.
— Bueno, adelante. — mencionó Grace.
Los socios se alejaron, Nadine miró a su hermano a la distancia eclipsado por Pandora. Unos pasos aproximándose llamaron su atención. Con una sonrisa, se acercó al joven hombre que había llegado. Él ofreció una bebida que llevaba en sus manos.
— Así que eres la hija de Kreine, nunca te había visto antes. ¿Estás de visita? — mencionó con interés.
Ella aceptó la bebida. — No, vivo aquí. Pero yo también me enteré hace poco que eran mi familia. Soy Nadine Apricot. — sonrió.
— Entiendo, usas tu apellido materno. — sonrió.
— Sí. Había escuchado del laboratorio «Kimera» pero no conocía a su fundador. Estoy un poco alejada de ese tema. — sonrió.
— Entiendo. Tu padre tiene otro tipo de negocio, pero tenemos algo en común como la mayoría aquí. Trabajamos con la esencia. — devolvió la sonrisa.
— Claro, pero seguramente tu padre y tú conocen la pureza de la esencia mejor que nadie.
— Se podría decir que sí. — rió sutil. — Ustedes usan la esencia para mejorar armas y nosotros la usamos para mejorar la medicina. — ambos compartieron una expresión irónica.
A unos metros de ellos, el albino dio un sorbo a su copa y buscó con la vista a su hermana, pronto la localizó casi ahogándose. Pandora le soltó del brazo y le miró al rostro.
— ¿Estás bien? — giró la vista y descubrió la causa.
— No… Sí. — dejó su copa y se limpió con una servilleta, manteniendo una mirada hostil.
Pandora se cruzó de brazos y mostró una expresión divertida. — Podrías convencer a tu hermana de hacer una boda doble. Te doy permiso. — El de traje le lanzó una mirada de poca gracia. — Nadine no se casará con el hombre que tú creas correcto, Viperón.
— Eso ya lo sé. — arrojó la servilleta a un lado. — Pero no con un loco. — musitó.
— El tipo tiene solvencia, no creas que vamos a mantener a tu hermana cuando nos casemos. — arrugó la frente. — Trabajarás conmigo ahora y nos mudaremos. Así que aprovecha tus últimos días de fraternidad, porque se acabarán.
— De ninguna manera, Pandora. Nadine es mi hermana y no voy a abandonarla solo porque tú lo digas.
La mujer afinó la mirada, mostrando dominancia. — ¿Eso crees? — Viperón desvió la mirada. — Tu padre estará de acuerdo conmigo. — sonrió maliciosa.
Más tarde, los presentes se reunieron, colocando a la pareja principal en el centro, junto a sus padres. Sharon pidió la atención y el silencio requeridos e invitó a Kreine a su lado. Nadine, en compañía de Katmind, se quedó a un lado junto a los demás invitados.
— Gracias a todos por venir y acompañarnos en esta ocasión. Hoy, frente a todos ustedes, la noticia que habíamos esperado desde que anunciamos el compromiso de nuestros hijos hace meses. — Les miró. Viperón y Kreine fingieron una sonrisa. — Esta noche nos place anunciar que el próximo año se llevará a cabo la ceremonia, el primer día de inicio de primavera. Así daremos la bienvenida a un año de prosperidad y éxitos para la futura pareja. — Les señaló y aplaudió, los demás le siguieron al unísono. Kreine, sin mucho ánimo, siguió la corriente.
Nadine sintió un nudo en el pecho al ver la expresión de su hermano, que claramente se lamentaba por dentro. Katmind aplaudió y miró a la joven, ajeno a lo que pasaba, pero pudiendo percibir algo más.
El amanecer de otra oportunidad para avanzar en el camino ajetreado de la vida. Lazarus y Francis recibieron la mañana con un desayuno ligero y rápido para continuar su camino a la dirección que les llevaría a casa del rubio. Sus pasos les llevaron a ese camino de árboles torcidos después de un largo camino a pie, donde solo se detuvieron para hidratarse. Mientras se adentraban al terreno desconocido, Lazarus se mantuvo alerta por cualquier evento inesperado. Finalizaron el sendero sin problema e intercambiaron miradas al divisar la pequeña casa. Al acercarse se dieron cuenta de lo vieja que era. Sentimientos invadieron al de chaqueta oscura, pero sintiendo alivio de saber que estaba libre. Lazarus se acercó a la puerta, echando un vistazo por la ventana, tocó un par de veces sin respuesta. Un minuto de silencio y volvió a tocar con la misma suerte, miró a su compañero.
— ¿Estás seguro de que vive aquí?
— Sí. Él me lo dijo. Lazarus, conozco este distrito como la palma de mi mano. — Se acercó y volvió a tocar.
— Pues no está. — Se recostó a un lado. — Seguramente se fue a disfrutar de su libertad a otro sitio, ¿no crees? Yo lo haría.
— Pero me dijo que estaría aquí. — Se quedó pensativo. — Tal vez regrese más tarde. Pudo haber salido de compras.
— Puede ser. — Se puso cómodo.
Ambos se sentaron a esperar el posible regreso del hombre, pero los minutos pasaron y esa idea se descartó por sí sola. Sveinn se levantó y se estiró un poco, miró el reloj en su mano.
— Francis, ya es tarde. Tu amigo debe estar disfrutando de su libertad en cualquier otro sitio, estoy seguro. Quizá en Twilight Tower. Dijiste que vivió ahí, posiblemente tampoco le gustó la idea de quedarse en Gloomyland y vio al distrito estrella como su paraíso.
Rummage analizó las palabras de su amigo y le miró dándole la razón de algún modo — Puede ser. Bueno, supongo que lo veré cuando el destino vuelva a cruzarnos en el camino o no. Igual le deseo suerte, creo que fue la mejor idea.
— Al igual que todos, necesita dinero para sobrevivir, no me extrañaría que esté buscando trabajo, uno que no tenga que ver con los cultivos.
— Tienes razón y es válido. — Se puso de pie y, en compañía del chaqueta verde, partieron de ahí.
Fuera de la zona industrial, muy cercana a los límites del distrito, en una zona apartada del bullicio, una casa amplia, pero sin extravagancia, adornaba una colina. Dentro de esta, las alfombras de colores le daban vida a los pasillos. Las estatuas simbólicas de la vida y la muerte estaban por todos lados, al igual que las plantas que trepaban por las paredes. La cabeza de «Kimera» se encontraba en su estudio, revisando algunos documentos viejos. Alguien llamó a su puerta.
— Adelante. — Dijo pacífico.
— Señor, un hombre vino a buscarlo. Dice que es un amigo y que quiere hablar con usted.
Anak se puso de pie, se quitó las gafas de descanso con extrañeza — Hágalo pasar. — Dijo con dudas internas.
La mujer hizo una seña, los pasos fuertes y firmes le mantuvieron atento. El rubio apareció frente a él, con las manos en los bolsillos. La empleada cerró a sus espaldas, Scarlord se acercó incrédulo y con una mezcla de emociones. El de cabello largo y alborotado le regaló una sonrisa.
— ¿Blonder? — Sus arrugas se reafirmaron al expresar su sorpresa y felicidad.
El rubio extendió su mano — El mismo, Scarlord. — El pelo negro se acercó a él y le sostuvo la mano con fuerza, para darse un abrazo lleno de hermandad.
— Blonder, estás vivo. ¿Cómo es posible?
— Ni yo mismo lo sé. Pero la vida me ha dado una segunda oportunidad, Anak.
— ¿Y dónde estabas? ¿Cuándo llegaste?
— Apenas está mañana. Estuve en el infierno durante años, pero ahora estoy libre de nuevo — sonríe. El hombre de cabello corto no cabía de su asombro.
Nadine entró al lugar de trabajo de su hermano. Al toparse con su expresión decaída, miró a la joven de reojo y trató de disimular. Ella dejó los documentos sobre el escritorio y se sentó frente a él.
— Sé cómo te sientes — le miró fijamente.
Él dirigió su mirada aligerando su postura. — No es el fin del mundo, Nadine. — trató de sonar indiferente.
— Si no lo fuera, no tendrías cara de condenado — acomodó sus gafas — no puedo permitir que arruines tu vida de ese modo.
El joven suspiró con ligero fastidio — Ahí vas otra vez — perdió su vista en el contenido de los documentos.
— No te entiendo, Viperón. Kreine no puede obligarte a hacer algo que no quieres, ya no eres un niño. Tú mismo lo dijiste.
Cerró la carpeta y la tiró sobre el escritorio — Nadine, no se trata de un capricho de Kreine solamente. Si acepté comprometerme con esa pesadilla, fue para asegurar mis intereses. Por mucho que deteste la idea de pasar el resto de mi vida con Pandora, no tengo opción. A veces es necesario hacer pequeños sacrificios para alcanzar lo que se quiere, quizá ahora no lo comprendas, pero te aseguro que con el tiempo se volverá claro para ti — mantuvo su posición.
— Te parece poco vivir atado a alguien que no quieres. — se agarró la cabeza y dio un par de vueltas — aunque no fueras mi hermano, te diría lo mismo. — dijo con un hilo de tristeza.
— Tal vez sí debas aprender a dar tu opinión cuando se te requiera. — El impulso de sus palabras golpeó a la joven mujer. Muda por el nudo en su garganta, se alejó antes de quebrarse. La expresión de Viperón se suavizó con remordimiento.
Nadine bajó al taller y se limpió las lágrimas, Heavy entró momentos después y se acercó sospechando.
— ¿Estás bien? — se colocó a su lado.
Nadine trató de mantener su dolor fuera, pero fue inevitable. La pelirroja le tomó del hombro para darle algún tipo de consuelo — Está bien llorar, Nadine. Somos seres humanos y hay cosas que no podemos evitar — le dio un apretón suave, la mujer de anteojos le abrazó.
Desde la entrada a la distancia, Viperón miró la escena y decidió regresar a su espacio con una expresión de culpa.
En el hogar de la colina, Anak había ofrecido a su amigo un almuerzo variado, compartiendo la alegría del reencuentro, pero también su dolor. Blonder contó una pequeña parte de los horrores en Bloodfield, la otra podía reflejarse en su rostro.
— Lo lamento tanto, Blonder. Perdón por no haberte ayudado, dejé que los años te consumieran en esa mazmorra sin intentar hacer algo.
— De haberlo intentado, seguramente habríamos sido compañeros de celda o quizá, no nos hubieran dado esa oportunidad.
— Tu hermano me dijo que habías desaparecido, imaginamos lo peor.
Blonder suspiró profundamente. — ¿Cómo está?
— Bien, si es lo que te preocupa. Sigue trabajando desde las sombras. Hace mucho que no la veo, pero no he perdido comunicación. Nosotros les proporcionamos la esencia con la que trabajan.
— No puedo esperar a verla — sonrió con esperanza. Su amigo le tocó el hombro con una sonrisa. — De todas las cosas que lamenté en prisión, su dolor fue mi mayor martirio.
— No es tu culpa, Blonder. Ni tampoco de ella, sabemos muy bien quiénes son los traidores y tramposos en todo esto — mostró disgusto — y lo pagarán.
— Blonder asintió con determinación.
La voz del joven acercándose alertó a los amigos, mientras hablaba con una de las empleadas que le avisaba de la visita de su padre. Blonder se puso de pie y Anak le siguió. El joven se detuvo mirando al sujeto que era totalmente extraño para él.
— Hijo, ven aquí.
Se acercó lentamente sin quitarle la vista a Blonder — Linda tarde, espero no interrumpir.
— Para nada. Llegas en buen momento, hijo — mencionó el rubio — Blonder Auschbely — extendió su mano.
El joven atrapó su mano y le saludó de la misma forma que a Nadine — Katmind.
— Hijo, él es mi gran amigo, Blonder — dijo su padre con orgullo — él es como un hermano para mí, así que prácticamente es tu tío.
El chico se sorprendió, pero compartió su felicidad — Qué gusto que estén juntos de nuevo — miró a ambos.
Blonder compartió su alegría — Así es. Estimo mucho a tu padre, nos conocemos desde jóvenes. Me da gusto conocerte Katmind, me recordaste a tu padre hace ya tantos años — los dos amigos rieron.
Esa misma noche, Lazarus y Francis regresaron a Furtwin.
Decidieron pasar la noche en una cabaña de renta. Al día siguiente, Rummage acompañó a su amigo hasta su casa.
— Piensa en lo que te dije, Lazarus.
— Sí, gracias — se despidieron con un apretón de manos.
El pelo negro se aseguró los guantes — ¿No quieres venir conmigo a Twilight Tower? Podrías acercarte a Nadine y hablar con ella.
El pelo claro se quedó pensativo — No, Francis. Ahora no, lo haré, pero no es el momento. No quiero que tenga problemas, yo la buscaré por mi cuenta. Gracias de todos modos.
— Pierde cuidado.
— Si ves a Heavy por casualidad, salúdala de mi parte por favor.
— Claro, lo tendré en cuenta — se acomodó el cuello de la chaqueta — nos vemos, amigo. Volveré pronto.
Sveinn se despidió con dos dedos en la frente. El marinero entró a su casa, teniendo presente la idea de mudarse. Comenzó a guardar algunas cosas en unas valijas y cajas para que se conservaran hasta que estuviera listo para regresar. Limitándose a entrar a la habitación de su hermana, solo pudo acceder a la habitación de su abuelo. Empacando algunas cosas, mientras revisaba cada sitio en él. Entre los cajones de su abuelo, solo encontró envoltorios viejos, algunas cintas y fotografías. Al revisar el guardarropa, se topó con una protuberancia en la madera del suelo. Se puso de rodillas y comenzó a indagar, golpeó en el centro con la mano dándose cuenta del sonido hueco. Trató de quitar la madera manualmente, pero al no tener éxito no tuvo más remedio que romperla con un hacha. Los trozos de madera volaron, pero Sveinn consiguió su objetivo, curioso de saber lo que había debajo, pronto se topó con un espacio hueco donde se encontraba una caja pequeña al fondo. La sacó y sin rodeos echó un vistazo. Su sorpresa fueron papeles doblados y sobres algo desgastados. Tomó uno al azar y con cuidado lo desdobló, para darle lectura. De inmediato, reconoció la letra de su padre, tomó otras cartas y las comparó. Leyendo párrafos al azar como breve introducción, pronto deseó no haber roto la madera.
La joven pelirroja tocó la puerta del estudio, el albino le permitió el paso y al verla fue tomado por sorpresa. Se acercó y dejó las carpetas sobre la mesa.
— Dijo Nadine que podías revisarlas. Y si algo no te parecía, podrías anotarlo en las observaciones.
— ¿Y por qué no vino ella a decírmelo? — levantó una ceja.
— Tal vez ya tuvo suficiente, bribón. He conocido seres despreciables, pero no tanto. Hasta el pirata más descarado tiene buena pinta delante de ti. — arrugó la frente.
Viperón se puso de pie, jaló la orilla de su saco con irritación y caminó hostil hacia ella — He tolerado tus insolencias desde que llegaste aquí, hasta te dejé pasar el golpe que me diste. — sonrió — no creas que tus acciones se quedarán sin consecuencias.
La chica se cruzó de brazos — Adelante, no voy a correr — tomó una posición defensiva — Nadine no merece tus insultos.
— ¿Quién te has creído, ladrona del mar? Crees que puedes intimidarme con tu actitud, hace falta más que un miserable pirata. Podrás haber sido el terror de cualquier débil allá afuera, pero yo te enseñaré el verdadero significado de caminar por la plancha. Vas a caer a la boca del tiburón si no te detienes y no te gustará. — se mantuvo con indiferencia.
Heavy no se vio perturbada ante su amenaza — Logré sobrevivir una vez a la mordida de uno grande — le miró con pena — te diré que ahogarse será peor. No lo tomes como una amenaza sino como un consejo, perder cosas materiales no duele tanto como perder a aquellos que te aman.
El albino le dio la espalda — Si eso era todo lo que tenían que decir, regresa con tu amiga.
La pelirroja se dirigió a la puerta, del otro lado, apareció uno de los guardias de la entrada. Viperón se acercó.
— ¿Qué sucede?
— Hay un tipo desconocido allá afuera, dice buscar a la señorita Nadine.
Viperón salió de inmediato con cierta molestia, la pelirroja fue de inmediato a donde la joven.
Viperón cargado de emociones, se acercó apretando los puños.
—«Si es el estúpido de Sveinn, haré que se arrepienta de haber nacido.» — cruzó el umbral y se detuvo, disminuyendo su ira, pero mostrando extrañeza — ¿Qué haces aquí, Scarlord? ¿Se te olvidó la dirección a tu farmacia? — dijo con el ceño fruncido.
El joven desvió la mirada un tanto apenado y sorprendido, pero se acercó de todos modos — Lamento la molestia.
— Muy tarde, ¿qué quieres?
— Quería hablar con tu hermana, ayer no pude venir a verla, pero ya estoy aquí.
— ¿Ella te pidió que vinieras? — se cruzó de brazos.
— Sí, bueno. Es para tratar un tema de trabajo.
Viperón se acercó un poco más dejando salir una risita — Por si no lo habías notado, Scarlord. Fabricamos armas, no pastillas.
— Lo sé — dijo mirando al joven con extrañeza.
— Katmind — la de anteojos se acercó tan pronto le vio. Miró a su hermano por un instante y centró su atención en su visita.
— ¿Qué tal, Nadine? Estaba diciéndole a tu hermano que ayer no pude venir. Te pido una disculpa, me surgió un asunto familiar. — sonrió.
— Descuida. Lo importante es que estás aquí, adelante. — el de pelo negro miró al otro y siguió adelante. Nadine siguió sin dirigirse palabras con su hermano.
El albino con las cejas hundidas, se metió de nuevo. Cerca del arco, la pelirroja mantenía una sonrisa. Viperón le observó y se acercó lentamente.
— Supongo que mi hermana estará algo ocupada para discutir ciertos asuntos, así que tú vendrás en su lugar. — Heavy le miró extrañada.
— Solo soy mensajera, no inventora. — rodó la vista.
— Pues tendrás que salir de tu zona de confort. Además, no te estoy pidiendo que hagas el trabajo de Nadine. — se acomodó el saco — después de ti. — La joven casi de mala gana pasó por delante.
El rubio en compañía de Anak, atravesó el túnel hacia el barrio peligroso de la torre crepuscular.
Abriéndose camino entre las miradas huronas de los habitantes de esa zona. Detuvieron sus pasos frente a la casa común de Apricot. El hombre de barba tocó en la entrada, siendo examinado al instante y permitiendo la entrada. Él le hizo una señal a Blonder quien admiró el lugar al entrar, este no se veía muy vistoso, pues se veía como una casa común.
— ¿Quién es él? — Un hombre armado apuntó hacia Blonder.
— Viene conmigo, es un amigo.
— ¿Qué pasa? — la mujer de cabello anaranjado se detuvo anonadada — Blonder — musitó con un sentimiento ahogado. Anak les miró con alegría, el rubio examinó a la mujer a detalle, sonriendo de oreja a oreja al traer recuerdos. Corrió hacia ella y le abrazó como si no hubiera un mañana, la mujer de igual modo. Sus latidos se unieron en uno solo, regocijados en un encuentro que solo en sueños vieron cercano.
— Scarlett — acarició su cabello grabándose su perfume. Al separarse se tomaron de las manos.
— Blonder… ¿Estás vivo? — parpadeó para remover la humedad de sus ojos y le dio un abrazo corto de nuevo. — ¿Cómo es posible?
— No podía terminar así, Scarlett. La vida solo me devolvió una de muchas.
Los demás miembros del equipo de Apricot se acercaron. El de cabello negro sonrió a ambos. Blonder miró a los demás con una expresión amable y amistosa. El festejo no se hizo esperar entre la pandilla. Blonder puso al tanto a su gran amiga de los últimos eventos que habían ocurrido, mientras Anak celebró con los demás miembros, dándole su espacio.
Ambos le miraron y dejaron escapar una risa.
— Extrañaba esto — inhaló profundamente.
La mujer le miró con el corazón desbordante — Pensé que me había quedado sola. No sabes cuánta falta me hiciste, Blonder.
Él le tomó de las manos. — A mí también, Damasco — sonrió. La mujer sintió un gran alivio al escucharlo y tenerlo cerca. — Y… ¿Cómo lograste escapar de la prisión?
— No lo hice — ella le miró curiosa — tuve ayuda.
— ¿Ah sí? ¿Quién?
— Un par de muchachos. En realidad fue gracias a su amigo, el chico estuvo en la prisión conmigo. Sentí tanta pena de verlo ahí, porque él y yo teníamos algo en común. Nuestra inocencia. — Scarlett le miró con admiración — el chico sufrió por ayudar a su amigo. Pensé en escapar muchas veces, pero era muy arriesgado. Sin embargo, el amigo del chico consiguió que nos liberaran. Desconozco los medios, pero agradezco con toda el alma lo que hicieron por mí, y necesito devolverles el favor. Salvaron mi vida, Scarlett.
— Tu deuda es la mía, Blonder. Esa persona salvó a alguien muy especial para mí, y ten por seguro que lo haremos — el rubio le tomó de la mano con fuerza. — De algún modo les ayudaremos.
— Así es. Uno de ellos vive en Gloomyland, se llama Francis Rummage. Le di la ubicación de la casa en el distrito para cuando tuviera oportunidad de ir, el otro es su amigo, Lazarus Sveinn — la mujer de cabello naranja se quedó atónita y perdida en sus pensamientos — ¿Todo bien? — puso una mano en su hombro.
Ella levantó la mirada — Sí, sí. Es solo que el nombre se me hizo familiar.
— ¿Lo conoces?
— No puedo asegurar que se trate de la misma persona, pero recuerdo haber conocido a un joven con ese nombre, un amigo de mi sobrina.
— ¿Sobrina? — dijo sorprendido.
— Sí — la mujer metió una mano a su chaqueta y acercó una foto pequeña de la joven y ella.
Blonder miró la fotografía con atención — ¿Bailey… Tuvo una hija?
— Tuvo dos, Viperón y Nadine. Él es idéntico a mi hermana — sonrió nostálgica — pero el infeliz de Kreine se encargó de arruinar su vida. — el rubio frunció el ceño — él se quedó con mi sobrino después de su nacimiento y me entregó a Nadine. Dijo que no quería lidiar… — se tragó su llanto mezclado con ira — no iba a dejarla con ese monstruo. Cuidé de Nadine como si fuera mía. Ella desarrolló un gusto por la invención y desde muy pequeña lo demostró. Todo estaba muy bien, hasta que el maldito de Kreine rompió su promesa, como era de esperarse.
El rubio le abrazó de los hombros y le transmitió protección — Su maldad no le durará toda la vida, eso te lo aseguro.
En el taller de la mansión, Nadine miraba con atención cómo Scarlord manipulaba la esencia con destreza. Haciendo pruebas con pequeñas cantidades, en un pequeño tubo, colocó y removió la esencia verde y azul, dando como resultado un color turquesa.
— Mezclar esencias no es tan simple como parece — mencionó la joven. Acomodando sus gafas.
— Bueno, después de años de prueba y error. Consigues experiencia — sonrió y colocó el tubo en sus manos — las cantidades deben ser precisas para no contaminar la otra, de lo contrario sería como trabajar de manera individual. Pero estamos hablando de porciones para una cápsula de veneno. El daño de esta será el triple que el que pueda hacer una de esencia verde pura.
— Entiendo — miró con atención.
El joven sacó su brazo derecho de la gabardina, revelando un cincho de cuero en su brazo, con tubos de esencia de colores diferentes — El Salvatore es mi mano derecha. Me ha sacado de muchos apuros — tomó uno de los tubos con esencia magenta. Nadine le tomó del brazo y observó detenidamente — Mi padre lo mandó a hacer especialmente para mí. Fue un regalo de cumpleaños.
— ¿Favinger? — el joven asintió — es una maravilla. — sonrió. — ¿Considerarías trabajar con nosotros? — se acomodó las gafas.
— Claro. Solo tendré que hacer un espacio, la verdad estamos algo ocupados con un proyecto en colaboración con Favinger. De hecho creo que será espectacular.
— ¿Puedo saber de qué se trata?
— Claro, es un secreto a voces. Tiene que ver con los Nova humanos. — Nadine le miró con atención — Si bien son humanos que pueden llevar una vida tranquila, así como Pandora. El periodo de vida no es muy largo y son más propensos a sufrir enfermedades. Por esa razón, estamos trabajando en un medicamento que les permita extender su ciclo de vida. La esencia púrpura es de vital importancia para nosotros y será una de las que jugarán a nuestro favor.
— Espero de todo corazón que logren su objetivo, todos merecemos disfrutar de la vida a pesar de las altas y bajas.
— Claro, Nadine. Eso es un hecho inevitable, pero volviendo a nosotros. Pronto tendrás mi respuesta. — sonrió.
— Gracias, Katmind. Sé que lo que te pido sobrepasa tus principios y entenderé si decides quedarte fuera. Agradezco de antemano que hayas venido. Y te pido una disculpa si de algún modo te ofendieron.
— Gracias, en ningún momento me sentí ofendido. Pero agradezco el detalle. Cuando gustes, puedes visitar el laboratorio. Y eres bienvenida en mi hogar, puedes ir con tu hermano si prefieres. Ahí también tengo mi propio espacio donde suelo hacer pequeñas pruebas.
— Muchas gracias, seguro te tomaré la palabra.
Viperón levantó la vista sobre la carpeta, centrándose en la pelirroja que tomaba nota de lo que él le había encargado. Aquellos ojos verdes voltearon en su dirección percatándose. Él volteó de inmediato y se puso de pie.
— Iré a ver qué sucede con Nadine — se acomodó el saco.
— No deberías interrumpir, podrían estar trabajando en algo importante.
El albino le miró de reojo algo serio, abrió la puerta y la cerró de inmediato. La pelirroja se puso de pie.
— Sigue haciendo tu trabajo — musitó con urgencia. Ella obedeció.
Pronto tocaron la puerta. La joven algo nerviosa, continuó con lo suyo, al abrir, la mujer de cabello corto y rostro fino se abrió paso, ignorando por un momento la presencia y el saludo de su prometido. La pelirroja sintió la mirada cargada de desprecio, pero evitó mirarla.
— ¿Y qué haces tú aquí? Hasta donde yo sé, Nadine tiene su espacio en otro lado. — cruzó los brazos.
— Mi hermana está ocupada con el rarito de Kimera. — La pelirroja frunció el ceño. — Por eso, Heavy está aquí. Aunque si prefieres, puedes ayudarme. Yo encantado. — ofreció su asiento.
— Estás loco si piensas que voy a rebajarme a ese nivel de mediocridad.
— Como quieras. En ese caso, te pido que dejes trabajar a Heavy en calma. No voy a tolerar errores.
— Claro, entonces vamos a otro sitio y así ella termina su tarea. — le miró despectiva y salió de inmediato.
— Dile a tu jefa que hablaré con ella más tarde y por favor termina de llenar esos documentos — se alejó con arrogancia.
Heavy se quedó sorprendida ante lo que había escuchado. — Lo dijo — musitó con una sonrisa burlona.
Lazarus juntó algunas cosas que ya no eran de utilidad junto a la caja de sobres que había encontrado, prendió la chimenea y arrojó las cosas con una expresión de profunda traición. La tristeza y la decepción pesaban sobre sus hombros, tomó la caja con los sobres y la arrojó con rabia hacia las llamas, dejándose caer al suelo lleno de temores e inseguridades. Renegando de su vida y cada minuto a partir de ahí.
Del otro lado de las aguas, en la isla callejón, Alonder en compañía de su amigo se prepararon para zarpar rumbo al distrito estrella.
Las banderas de los distritos ondeaban sobre el castillo arcaico de Magne. La bandera de Twilight Tower en el centro.
Entre pasadizos hacia abajo, una habitación amplia donde el silencio era abrumador, la luz no tenía cabida en él, a excepción del tenue brillo de los cinco colores de la esencia, siguiendo su rastro hasta una mesa de roca donde se encontraban adheridas las Stonecraft. Cinco piedras de color, azul, rosa, púrpura, verde y amarillo que emitían un color tenue que parecía querer debilitarse, estas tenían grabados un cráneo que expresaba agonía. Tan solo verlas, transmitían el deseo de muerte. De las bocas salían nubes de gas acompañadas de un quejido que era inaudible al oído humano. Estas viajaban en diferentes direcciones por medio de un tubo conectado a la cúpula de cristal, al llegar a un condensador especial eran trabajadas con ayuda de los cristales activos que aceleraban el proceso para volverlas líquidas y así obtener los barriles de esencia a tiempo. El brillo de las piedras, parpadeó disminuyendo la cantidad. Las pocas luces en el castillo parpadearon, los pasos siniestros del gobernante de Mawords se detuvieron frente a la puerta. Entre la oscuridad, sus brillantes ojos amarillos fueron luz. Con la mirada fría y decidida, caminó hacia el lado contrario de donde se encontraban las Stonecraft. Aún no llegaba a la mesa de fina madera, cuando el único libro encima se abrió a la mitad. Las letras en color dorado resaltaban entre las páginas negras. Magus formó una sonrisa deforme.