Chapter 10 - X.

Ya casi termina está parte de mi historia, donde el invierno – después de haber durado poco más de un año, estaba llegando a su fin –, por fin la nieve se derretía, y el color poco a poco comenzaba a reinar de nuevo. Las escarcha que antes cubría los techos, los árboles, la calle, etc, estaba menguando, y dejando en su despedida charcos y más charcos. Aunque aún hacía frío, ya no tanto como al principio, en algunos sitios inclusive las flores volvían, perfumando todo con su aroma agradable. Extraño el olor de esas flores

- ¡Ahora voy a extrañar la nieve! - exclamaba Ana que caminaba con nosotros y Alison

- Era divertida – reconocimos Alison, Aaron y yo al unísono

- ¡Sí, ese es el punto maldita sea! Ahora habrá que esperar una eternidad.

- En lo que a mí respecte, en parte me gusta que el invierno haya acabado. ¡Al fin puedo prender llamas fuera! – me quité un guante para hacer una demostración, me aplaudieron asombrados.

- Las clases han funcionado, ¡ya casi somos como los adultos! - Vociferaba con alegría Alison.

- Ni tanto, aún no me sé hacer invisible completa, tú no sabes curar huesos rotos, Alister... Es bueno, es verdad, pero será mejor el día que le quiten los guantes y deje su miedo al éxito; y ¡Aarón! ¡Mi gran amigo! Aún no tiene poderes - dijo Ana haciendo gestos teatrales, todavía más acentuados cuando mencionó a Aarón.

- Mi olfato y mi oído son casi tan buenos como los de los Carbion, es un comienzo - respondió Aarón con orgullo.

Jugábamos afuera, por fin teníamos vacaciones de la Braca, y el invierno estaba acabándose, pero eso significaba que pronto Richard se iría, los pronósticos indicaban que probablemente en esta semana, algo que nos tenía desanimados a los cuatro. Richard era como otro abuelo, era cariñoso y chistoso, un poco extraño a veces, pero ahora éramos apegados. Sin embargo, aunque todos éramos pacíficos había varios en la aldea que no querían al humano, nunca le hicieron nada, ni nunca le harían nada, siempre sería mejor alejarse de los problemas.

- ¿Qué creen que haga Richard cuando se vaya? - preguntó Aaron, quien se sentía más apegado que el resto.

- Ir a un muro bonito. El tío Armin le enseñó cosas para que viva en un muro rico – respondí yo

- Tal vez se busque una esposa bonita... Los señores mayores, no deben estar solos - afirmó Alison.

- Yo digo - pensó un momento la Tudy – que comerá. ¡¡Porque no le gusta casi nada de aquí!! - exclamaba Ana – ¡Joder! ¡Antes que se vaya debemos hacerle una fiesta! - agregó, luego de una pausa.

- Puede ser, pero debe ser sorpresa. Y no digas las malas palabras de Richard, ya era suficiente con las que ya conocías, y deja de maldecir también - le dije yo, siempre era muy grosera.

La organización de la clandestina fiesta, no fue nada de otro mundo, sólo una pequeña reunión realizada por nosotros. Conseguimos las pocas frutas que le gustaban a Richard, así como algo de chocolate, pues le encantaba, estaba asombrado de que en ese mundo hubiera cacao; también hicimos dibujos para decorar, el año que llevábamos en la Braca, nos había servido para dibujar bien, ya casi se entendían las palabras que significaban los trazos. Todo iba excelente, hasta los más pequeños también querían participar, el hermanito de Alison y hasta las gemelas que ya gateaban se les veía entusiastas, pues como hacíamos la mayor parte del trabajo entre ambas casas, ese era el resultado, ya Armin estaba llegando a una edad en la que siempre quería seguir a su hermana, entonces cuando veía que iba a la casa de enfrente la tomaba de la mano para ir con ella. Era un problema si no estaba dormido cuando íbamos por ella.

- ¡Mamá! Por favor dile que no puede venir conmigo todo el tiempo - rogaba Alison con su hermanito que no le soltaba la mano.

- Ven hijo - dijo su mamá intentado cargarlo sin éxito, pues el niño se oponía.

- Noo! Quiedo id mami - berreaba el pequeño que seguía sin soltar a su hermana

- No me grites, soy tu mamá - sentenció ella

- Pedón, puedo ir mami – le rogó con una cara con la que era imposible negarle algo.

- Quiere estar contigo Alison, llévalo esta vez.

- Pero eso dijiste las últimas tres veces mami. Nunca se quiere quedar. Y quiere dibujar y no sabe - volvió a rogar la niña sin esperanzas de éxito – No terminaremos nunca el regalo de Richard.

- Llévatelo copo de nieve, tal vez se aburra y no quiera pintar o colorear o dibujar. Así son los hermanos menores, siempre quieren estar con sus hermanas. Te prometo que la próxima vez lo haré dormir la siesta antes de que te vayas - esto último se lo susurró al oído. La niña se limitó a asentir, le encantaba cuando su mamá la llamaba "copo de nieve".

Para tener apenas su luna fucsia (2 años), Armin hablaba mucho y casi siempre claro y con sentido. Se notaba a leguas que era hijo de un Imblor, asimilaba y comprendía muchas cosas para su edad. Los poderes no se heredaban, pero los hijos siempre tenían una muestra de los dones de sus padres, abuelos o parientes cercanos.

En mi casa no era tan sencillo trabajar tampoco, las gemelas estaban sobre todo, parecía que querían colorear también - pese a que no agarraban bien los colores o los lápices -, sólo intentaban arrancarlos de nuestras manos, mientras estábamos en el suelo dibujando y pintando.

- Arty, Anni, no hagan eso, los colores no son comida - las regañé, quitándoles unos colores que se metían en la boca – tomen las muñecas – les di dos muñecas de trapo, pero sólo provoqué que lloraran.

Mamá vino por ellas, argumentado que ya tenían sueño y que por eso estaban irritables, las cargó dispuesta a llevarlas al otro cuarto donde se encontraban sus cunas. Las gemelas resultaban más fáciles de controlar que el pequeño Armin, él sí sabía sujetar un color y pintar con sus manitas - no muy bien, pero si lo intentaba con brío - Alison era perfeccionista a veces, pero no por eso detenía el desenfrenado genio creativo de su hermanito.

- ¡Mida Ali! ¿Ta Bonito? - preguntó el niñito con una amplia sonrisa que resaltaba sus azules ojos, mientras mostraba su dibujo no a su hermana, sino a mí

- Sí Armin. A Richard le va a encantar" - respondí, acercándome más para saber qué era lo que estaba en la hoja de papel – ¿Qué es? ¿Somos nosotros?

- Sí, tú, Adon, Ana, hedmana y humano - dijo señalando a cada uno en el dibujo.

- ¿Tengo el cabello tan largo? - les pregunté al resto de mis amigos, mientras me tomaba las puntas del cabello, que ya hace rato que me pasaban los hombros, y amenazaban a llegarme a la cadera.

- No te lo quisiste cortar en todo el invierno hermano. – masculló Aaron

- Casi pareces una niña - agregó Ana.

- Nah, sí parezco un varón, siempre me lo amarro. No quiero cortarlo

Sí tenía el cabello muy largo, y no parecía una niña, sólo era un varón con cabello largo, pero según Ana si no fuera por la ropa de varón que siempre usaba si me confundirían (exagerada). Mi cabello era lacio y crecía rápido, no me lo cortaba desde que las gemelas habían nacido, en ese entonces lo tenía muy corto. Y a decir verdad, me agradaba bastante mi melena larga, no era útil en ningún sentido, pero mamá siempre lo había llevado así, pues no se lo cortaba casi nunca, sólo las puntas, en cambio, yo ni eso. De todas maneras no importaba, papá pensaba cortármelo cuando me durmiera y lo hizo luego que Richard se fuera.

Mientras tanto, los preparativos de la fiesta de Richard iban bien encaminados, la haríamos en el primer lugar donde vimos a Richard, en el pequeño prado floral y frutal. Fue fácil hacer todo, pues papá se llevaba a Richard a la herrería, ya que a éste le fascinaba ver como el metal se torcía entre unas manos al rojo vivo. No importaba cuántas veces lo viera, siempre le parecía impresionante, era algo que lo dejaba sin palabras usualmente, papá lo llevaba a una sección de la herrería donde no lo mataría el calor excesivo del lugar, un calor que sólo los Firewall, podíamos aguantar y que en realidad era agradable. Por ese entusiasmo hacia los poderes que rodeaban este mundo, fue fácil distraerlo, ni siquiera imaginaba lo que nosotros planeábamos, ninguno levantaba sospechas, ni siquiera el pequeño Armin cuya luna ya era fucsia ( 2 años) y el año siguiente cambiaría a una violeta (3 años), no controlaba bien sus poderes, pero le gustaban, igual a esa edad tampoco eran tan fuertes, sólo derramaba vasos por accidente, e invertía el agua de algún chorro una que otra vez, un problema era a veces la lluvia, pero sólo no tenía que salir cuando llovía y ya, aunque no hacía nada enteramente malo, sólo desviaba las gotas, pero igual nadie lo dejaba salir si hacía muy mal tiempo, inclusive Andy evitaba que lloviera a veces solo para que él jugara afuera.

Finalmente, llegó el tan esperado día de la fiesta de Richard. Lo llevamos con los ojos vendados por el sendero detrás de casa de Ana. Entre risas y tropezones Richard nos siguió, uno de nosotros agarrándole la mano, no sabía cuál, pero no le importaba demasiado.

- ¿A dónde vamos niños? Saben esto me recuerda a algo muy chistoso que me pasó en mi juventud - dijo riendo ligeramente, pero antes de proseguir una de las niñas lo interrumpió.

- Ya la conocemos... Unos amigos, le llevaron por unas escaleras y se tropezó, pero milagrosamente no se rompió nada. No se preocupe Richie, le juro que no lo dejaremos caer por unas escaleras, aquí no hay escaleras - era Alison, tan educada como siempre, y evidentemente también era quien le agarraba la mano.

- Eres tú, pequeña... ¿Falta mucho?

- Llegamos. Mida... Dichie! - vociferó enérgicamente Armin, que se soltaba de mí para correr hacia la sorpresa.

Richard se quitó la venda, y se quedó conmovido al ver una guirnalda de hermosos dibujos que no parecían hechos por niños tan pequeños, y otros muchos que sólo eran manitas de las gemelas y garabatos hechos con pintura por ellas, así como unos dibujitoss coloreados probablemente por el pequeño Armin, también había una mesa con comida, nada que se cocinara, sólo eran frutas peladas y picadas, así como chocolates... Muchos chocolates. Richard también vio unos cuantos niños más, los conocía a todos, les había contado varias historias, parecían gozar esas historias todo el tiempo, pero no eran muchos al final, sólo como dos, no, tres más, además de los organizadores (nosotros cuatro, digo cinco). Generalmente ese lugar no era tan frecuentado por mucha gente, y a muchos niños sus padres no les agradaba la idea de que sus hijos convivieran tanto con el humano. Los tres niños que habíamos invitado, eran hermanos, dos eran unos Linur varones y una era una niña Fioner, el mayor con piel tostada - como sus hermanos - era un poco más grande que nosotros, su luna era casi azul, en cuánto a los dos pequeños tenían casi la misma edad, uno tenía su luna naranja (6 años) e iba a la braca con nosotros y la niña luna roja (5 años). Mientras los Linur ponían la decoración con sus mentes, ella hizo madurar unas frutas, no era muy hábil, pero esto siempre lo había hecho con éxito. Por eso reclutamos Linur, nos hacía falta alguien que hiciera eso de decorar, el papá de Ana estaba ocupado.

- Increíble niños... Esto, no me lo esperaba. Que niños tan considerandos son todos ustedes. Mi parte favorita son los dibujos, ¿quién los hizo?

- Nosotros cuatro - respondió Ana señalando a su grupo de amigos, pero recibió un golpecito de Armin al darse cuenta que no lo mencionó – Ah, y Armin, también las gemelas hicieron un poco. Los Linurs los colgaron, y nuestra Fioner favorita consiguió una fruta que tarda muy poco en madurar. Ella maduró unas cuantas para tí. Y yo las Pelé y corté, bueno mi papá, lo hizo con su mente, pero es lo mismo.

- ¿Te gusta Richie? - preguntó la pequeña Fioner de piel dorada

- Me encanta Aren - respondió cargando a la niña entre sus no muy fuertes brazos.

Pasamos una tarde entretenida, hasta música conseguimos, pues yo tocaba muy bien una armónica que Richard me regaló, al parecer, eso y su teléfono eran las únicas cosas que tenía encima cuando llegó. La armónica fue un regalo de su esposa hace más de una década, pero nunca fue muy bueno, en cambio yo parecía tener un gran oído musical, tocaba la armónica como si hubiera nacido para ello, fue por eso que hace un tiempo Richard me la regaló, el día que mi luna cambió a naranja para ser exacto - que no había sido hace mucho - a Aarón, le dió el teléfono, dijo que podía comprarse otro algún día, cuando volviera.

- Has aprendido a tocar la armónica rápido, Junior - exclamó sorprendido Richard.

- No me digas Junior, soy Alister – respondí ligeramente disgustado, no me gustaba que me llamaran por mi segundo nombre – ¡Y gracias! He practicado bastante - dije cambiando mi semblante de disgusto por una sonrisa, permitiendo que se marcaran mis hoyuelos.

- ¿Te gustó el chocolate Richie? - preguntó uno de los Linurs.

- Sí, amiguito, me encantó.

- ¿Y la decoración? - Preguntaba también el Linur más pequeño - ¿Te gustó?

- Sí también. Son unos niños excepcionales, todos. Mañana a primera hora me iré, me alegra haberme despedido hoy de ustedes. Bueno, será mejor que vayan todos a sus casas, pero ¿me puedo quedar con los dibujos de recuerdo?

- ¡Claro, para eso son! - dijo alegremente Aaron, dirigiéndole unas miradas a los Linurs para que los bajaran con sus mentes - Encontré estás rocas, te las regalo -. No tenían nada en particular, en realidad, pero Aaron sentía una afinidad tremenda por las piedras.

La fiesta duró lo suficiente, fue entretenida, a Richard le gustó, a nosotros también, fue una buena tarde, pero indiscutiblemente se iría mañana. Al llegar a casa, ambos, papá y mamá hacían un pastel, no teníamos horno, entonces simplemente lo horneaban con los poderes del Firewall de papá, quien se negaba rotundamente a conseguir uno, argumentando que no era necesario. A mamá no le importaba, ella estaba sentada en las piernas de papá con una de las gemelas en su regazo, mientras él simplemente estiraba levemente uno de sus brazos, concentrándose para que el calor horneara el pastel, sin calentar su cuerpo.

- ¡Pastel! ¿De qué es mami? - preguntaba Aarón, quien olió que hacían pastel desde lejos, por ello fue el primero en llegar. Richard debía tener un problema con el chocolate, le gustaba más que a papá y eso que nos lo escondía hasta a nosotros.

- Es de chocolate, está casi listo - afirmó mamá, dándole unas palmadas a papá, para que dejara de calentarlo un momento – Sí, está listo. Toma un momento a Arty, Rojo - dijo ella entregándole a esa regordeta pelirroja.

- ¡Hola gordita! ¿Cómo está esa pequeña regordeta? - jugaba papá con la bebé, quien siempre parecía estar feliz - No quieres jugar con tú hermana, mírala está allí en el suelo sola - pero la bebé no tenía tentativa de desprenderse de los fuertes brazos de su papá, es más, Anni se acercaba, para que su papá la cargara también, transportándose con su habilidad de Tudy hasta su regazo.

- Llegué... Eres muy rápido Aaron - anuncié fatigado, aquel rubio me sacó mucha ventaja, era muy veloz para lo enano que estaba, siempre lo decía - Richie no te puede seguir el paso, aún está en la esquina, viene con las niñas y Armin.

- ¡Olí pastel de chocolate! Tenía que llegar deprisa... Voy a buscar a Richie - dicho eso, el rubio salió corriendo a la dirección contraria.

- ¿Es para Richie el pastel mami? - pregunté mientras ella lo desmoldaba.

- Sí mi niño - respondió ella cargándome hábilmente - Pronto serás tan grande como tú papá y ya no te podré cargar más así.

- Pero tal vez podrás cargar a Aarón, no creo que crezca mucho - dije afirmando que sería tan alto como mi papá, ella simplemente rio. Siempre reía

A Richard le encantó el pastel, francamente demasiado, comió como seis rebanadas, repito: aquel anciano adoraba el chocolate. Cuando cayó la noche, Aaron y yo nos fuimos a dormir mientras él se quedó levantado. Se quedó pensando, creo que no podía dormir – tal vez era porque podía oír a mamá y a papá hacer amor, a veces me sorprendía que no tuvieran más hijos -. Él se preguntaba si este es el sitio que habían buscado los humanos durante mucho tiempo, y si lo era... Todo estaba mal, las historias estaban mal. Se sentó en el porche de la casa a pensar sobre ello, en la silla en la que siempre se sentaba con papá a hablar. Los Iluminados no eran malos, ni tontos, ni agresivos – que era lo que había aprendido en su mundo - eran como cualquier persona, como cualquier niño, como cualquier amante... No tenían nada que los humanos no tuvieran, sólo esos poderes, con esas habilidades se podrían derrotar fácilmente a los monstruos de afuera, pero él no diría nada de nada, si algo que casi nadie en este sitio le explicó detalladamente era la relación que sostenían con los humanos, pues puede que él no tuviese poderes, pero había niños que le tenían miedo, y adultos que lo evitaban y no permitían que les contara sus historias a sus hijos. De todas formas, pensando o no, la noche estaba hermosa, y no podía parar de admirar el resplandeciente brillo de la luna que se asomaba, y se reflejaba sobre los tejados de las inertes casas, con sus probablemente dormidos huéspedes...

- ¿Qué haces? - preguntaba Aarón que se sentaba de su lado.

- Nada, sólo... no puedo dormir... ¿Qué haces tú levantado?

- Yo me desperté porque quería ir al baño. ¿Te despertaron mamá y papá?

- No... - respondió riendo - ya estaba despierto, y será mejor que te vuelvas a dormir.

Negó con la cabeza, sin entender completamente de que se reía el humano, yo tampoco entendí, pero sí se fijó en su melancólica mirada de añoranza hacia un mundo al que no volvería nunca, pero extrañaría demasiado como para expresarlo en palabras. Y también unos pocos lo extrañarían a él, como nosotros, cuya pequeña fiesta le había devuelto la juventud por un rato al menos, también papá, que siempre agradecería que el día que nacieron las gemelas aquel humano estuviera con mamá y supiera exactamente qué hacer, si ella hubiese estado sola la historia habría sido otra, probablemente, al menos eso dijo Armin, pues ni él, ni su esposa se encontraban en su casa mientras ella daba a luz...

- ¿Algún día volverás? - preguntó Aaron que seguía sentado a su lado.

- No creo, llegué aquí por accidente, pero quién sabe... ¿Podría volver o no?.

- O quedarte.

- No amiguito, la mayoría no les agrada la idea de que yo esté aquí, y ese enano dijo que si me quería ir me fuera, no te preocupes, tal vez algún día nos volvamos a ver. Además tengo algo importante que hacer en mi mundo

- Espero volver a verte... Sabes, hay niños que me fastidian todo el tiempo por no tener poderes. A veces siento que no encajo aquí.

- No digas eso, siempre tendrás a tu hermano.

- No es mi hermano - dijo velozmente, lo admito, creo que escuché mi corazón romperse – él lo sabe y yo lo sé, sus padres me adoptaron a penas nací.

- Igual lo quieres como si lo fuera, seguro harías cualquier cosa por él y él por ti.

- Supongo, yo lo quiero, es solo que - suspiró – a veces quisiera saber porque soy rubio, o porque mis ojos son así. Quiero saber a quién me parezco - unas lágrimas escurrieron por su rostro – Alister se parece a su papá, ¡son iguales! Las gemelas son una combinación de ambos, pero sabrán por quién son así. Yo no. Quiero mucho a mamá y a papá, pero a veces quisiera saber quiénes fueron mis padres, los de verdad. Mi mamá murió el día que nací y nadie la conocía... Todo mi origen es un misterio que nadie entiende, ni le interesa.

Richard no sabía que responderle, había observado en muchas ocasiones como otros niños lo molestaban, hasta en una ocasión vio a un Linur hacerlo tropezar a propósito, tal vez ningún niño era tan malo, pero no todos eran muy buenos. Una vez uno le susurró que ojalá hubiera muerto como el impuro que es, sin embargo, ese niño acabó con una nariz rota, luego de que Ana se la rompiera de un sorprendentemente fuerte puñetazo, ella no era tan grande o fuerte, pero sí que era ruda, su lindo rostro jamás correspondería con su fuerte personalidad. A mí no me gustaba la violencia, pero probablemente si fuera un luchador sería invencible, era un niño grande, probablemente herencia de mi padre que era así también, además, un posible despertar. Sin embargo, en una ocasión le di un puñetazo a otro niño que a amenazó en golpear Ana por defender a Aarón, aunque por lo general, mi semblante serio y mis ojos rojos, a veces impedían que los otros niños me sacaran mucha pelea, no parecía buena idea combatir con un Firewall, por ello siempre estaba con Aaron. Recuerdo esa pelea, todos nos metimos en problemas con el anciano que no aprobaba las peleas ni siquiera por niñerías.

Aquella conversación que Aaron tuvo con Richard, fue escuchada por mí, no me agradó que Aarón dijera que yo no era su hermano, pues yo lo quería como tal, pero entendía porque se sentía así. Aaron quería saber más sobre su mamá, sobre de donde venía ella, pero no había nada, nadie la había visto nunca, también le quitaron sus poderes de forma desconocida, por lo que murió poco antes que él naciera, sólo habían tomado unas pocas foto de ella, aunque solo después de fallecer. Yo sabía exactamente donde estaba una de esas fotos, la había tomado del cuarto de mis padres hace unos días, y ahora me disponía a dársela a Richard a ver si averiguaba algo de ella cuando volviera a su mundo. Se la entregué cuando sentí que Aarón estaba dormido nuevamente, me levanté en silencio y moví a Richard, que estaba recostado sobre su sofá predilecto, casi a punto de agarrar el sueño.

- Richie... - susurré – psss, despierta.

- ¿Junior? ¿Qué pasa? - dijo poniéndose sus gafas.

- ¿Puedes averiguar algo de esta mujer cuando vuelvas a tu mundo? - dije estirando una foto en blanco y negro de una mujer que parecía dormida.

- ¿Quién es? - preguntó viendo más de cerca la foto.

- La mamá de Aarón, es casi la única foto que hay de ella. ¿Puedes?

- No sé, no la conozco... No creo que pueda hacer algo, pero lo intentaré. Ya veremos qué ocurre – yo asentí y me fuí de nuevo a mi cuarto. No era tan conversador, y mucho menos en la madrugada. Creo que observó la foto y le pareció un poco espeluznante, se veía pálida e inerte en todo sentido. No entendía como yo había conseguido esa foto, pero intentaría cumplir su palabra. Afortunadamente, tendría como avisarme, puesto que Armin le había fabricado una especie de comunicador discreto, casi parecía un teléfono, al menos para poder llamar al mundo Yhorgol; era un artefacto que mi tío había armado un poco por debajo de la mesa, no se permitía interacción con los humanos – aunque después se lo confesó al viejo y éste pensó que era una gran idea para saber un poco más sobre los mismo - y tenía ese pequeño artefacto que justo era para eso, aunque Richard no le agradó al principio, después sí lo hizo, fue por eso que no quiso perder comunicación con el humano, era algo infalible, pues la llamada no se podía rastrear y el comunicador solo se encendía si era Richard quien lo tenía en la mano, al contrario, se rompería. Además, le daba algo de curiosidad cómo vivían los humanos, sería bueno que alguien le pasara fotos y videos por ese medio. Seguramente Richie estaría avisando si encontraba algo de la mujer de la foto, o tal vez no haría nada. Tal vez hacer eso no fue buena idea, tal vez lo que ocurrió después fue mi culpa, por darle esa absurda foto y ni siquiera me enteré o no sé, tal vez solo quiero culparme de todo.

Esa fue la parte de mi vida cuando fui feliz, después cuando crecí un poco, todo cambió drásticamente. Nada volvería a ser igual, ni para mí, ni para nadie en mi aldea o en mejor dicho, para nadie en mi mundo.