Chapter 16 - XVI.

Era de mañana cuando llegué, según los cálculos de Neon y de los otros dos Imblor que estaban en la habitación. Un par de hermanos con piel tostada y actitud simpática, uno tenía su luna roja, el otro naranja. Neon llevaba un tiempo intentando crear un plan para escapar, bueno, un tiempo era algo así como… ¿media hora? ¿Una hora? Me lo llevaba un rato repitiendo, mientras estábamos sentados en el suelo.

- Repite tú plan Neon. No me convence – le dije rascándome la cabeza.

- Es simple. Mañana llevarán a la mayoría (sino es que a todos) a los muros - repetía por tercera vez Neon, a mí y a los otros niños – No es tan difícil Rojo, sólo tienes que escapar antes de que todos se den cuenta y liberarlos discretamente. Encuentra a los Hiugas y busca a las trillizas, deben estar aquí, ellas desaparecieron en mi aldea.

El plan del Imblor consistía en esperar a que nos llevaran mañana a los muros y así escapar cuando nos transportaran. Tenía pensado que yo con mis llamas intentara abrir las puertas y cerrojos magnéticos, decía que con calor todo cedía, pero me parecía arriesgado

- No me gusta este plan Neon. ¿Y si no están las trillizas? – le comenté seriamente con los brazos cruzados sobre el pecho.

- También debes tomar en cuenta los fusiles y demás armas – mencionó uno de los otros dos Imblors.

- ¿Qué es eso? - pregunté

- Son armas de "fuego" – explicó Neon algo agotado – Son armas usualmente largas, que disparan un proyectil de plomo, llamado bala. No tienen fuego de verdad, tienen un nombre muy poco específico en mi opinión…

- Ajá… ¿Y si me "disparan" con eso? Soy a prueba de fuego, no de plomo

- Evita que el proyectil salga, no dejes que se genere la chispa que dispara la bala. Pensé que era obvio Rojo - murmuraba Neon -. Pensé que eras más inteligente si pasaste por Imblor.

- No es que no entienda. Sólo no creo que funcione - dije honestamente - Además, ¿cómo sabes que llevarán a los Hiugas? Si no están, ¿a dónde huiremos? Eso es lo que no me explicas... ¿Cómo estás tan seguro de que esto va a funcionar? Además, aún no sé cómo son las armas de fuego – le recordé

- Olvida las armas Ali, cuando alguien entre te darás cuenta, siempre vienen armados – intervino uno de los otros niños – Y en respuesta a tu otra pregunta, es simple. Los Imblors somos muy orgullosos, jamás dudamos de nada. Además, eres el único Firewall que probablemente está despierto y sano en este sitio... Los humanos les temen - decía en voz muy baja

- ¿Y cómo escapo si me tienen dormido? - pregunté pensando en distintas situaciones.

- Que parezca que tienes fiebre... – respondió Neon sin un signo de preocupación en la voz - Sube un poco tú temperatura, pero sin exagerar y no te duermas, resiste el sueño, es difícil, pero no imposible. Así te sacarán para darte un vistazo. Lo más probable es que crean que la medicación te produce la fiebre y te la quitaran por un rato al menos, el tiempo suficiente para que corras lejos de ellos y liberes a las trillizas. Busca Tudys, serán útiles también, así escaparemos con más facilidad, aunque tal vez sus poderes no funcionen aún - pensó en voz alta, sobándose el mentón.

- Creeré en ti Neon, pero no te mentiré, me da un poco de miedo... Por cierto, ¿sabes que hacen aquí en específico?

- Desafortunadamente sí - dijo en tono sombrío - quieren los poderes, eso es todo. Y es muy doloroso quitarlos, muéstrale Kike. No les importa si alguien muere en el proceso.

Kike era uno de los niños pequeños, el más pequeño a decir verdad, era el que tenía su luna roja. Se levantó la camiseta y descubrió unas cicatrices que le recorrían toda la espalda, principalmente la columna, estaban casi curadas, pero enserio se veía que dolía, me preguntaba si a Alison y Ana ya les habrían hecho eso. Neon me explicó que los humanos habían descubierto que en sitios localizados de la columna estaba el núcleo de poderes, nunca sabían exactamente cuál, por eso pinchaban muchas veces. También me dijo que no los sedaban, toda esa tortura se les hacía despiertos, puesto que por lo visto, el núcleo de su esencia o de sus poderes, sólo se veía cuando estaban consientes. Por ello, en el caso de algunos tipos de Yhorgol, era muy difícil arrebatárselos. Ya me lo imaginaba, veía complicado que le pudieran realizar el procedimiento a un Fortine y este no intentara defenderse, lo mismo con los Firewall o los Elecfall o los Angdo o cualquiera con un poder capaz de causar daño.

Por alguna razón, los humanos tenían más interés en los Imblors que en otros tipos de Yhorgol. Era algo que no me quedaba claro del todo. ¿Qué tanto podían hacer con los poderes de un Imblor? Si querían atacar los monstruos que asediaban sus muros, los poderes de Imblor no parecían los mejores. Razón por la cual, yo seguía sin entender porque habían robado tantos de ese tipo. Aunque… ellos eran los más fáciles de contener, pero ¿dónde estaban los de poderes físicos?

- Eso... Te lo hicieron... ¿aquí? – Me asustó, lo admito - ¿Qué *grada quieren con los poderes de un Imblor? Eso no lo entiendo.

*Grada: demonios*

- Yo tengo una hipótesis - dijo Neon, pidiéndole en ademanes a Kike que se cubriera de nuevo las heridas -. Se dice que los Imblors somos los más aptos para evolucionar, creo que quieren potenciar nuestras aptitudes, creo que ellos piensan que es más que ser listo… una vez escuché en mi aldea de uno que leía la mente. El poder de la mente está sobre todo

- Los poderes evolucionan siempre... No creo que los Imblors evolucionen taaan así. No son Padres Yhorgol – hice una pausa - Por cierto, ¿sabes qué hacen con los Tudys y los Yatras?

- Me he asomado mucho por esa ventana para ver qué descubro de los demás... A los Tudy los mantienen dormidos la mayor parte del tiempo, si no están dormidos están atontados todo el día, lo sé, porque usan a los Imblors para que los ayudemos a comer. Hay muchos más Imblors aquí, pero nos mantienen en grupos pequeños. Nos usan principalmente a nosotros, para alimentar al resto, saben que los Yhorgol no atacan a otros Yhorgol.

- ¿Viste a una niña de pelo rizado y corto? Es mi amiga, y me cuesta creer que no tenga algo que decir.

- Sí, creo que sí... Si siempre tiene algo que decir debe ser la que escupe la comida en los tipos armados si ve la oportunidad y también los maldice si puede. La vi un día antes de conocerte. Le dieron una paliza por intentar usar sus poderes para robarle un arma a un guardia. Me sorprendió que le funcionaran, con lo que le dan a los Tudy, no debería ni poder levantarse. Creo que no le tiene miedo a nada y ella si resiste el sueño.

- Así es ella – musité sonriendo, me tranquilizaba saber que estaba viva, aunque me enojaba saber que alguien le había dado una paliza. Agradecía que aún no le hubieran hecho lo mismo que a Kike - ¿no sabes nada de los Yatras o el resto de niños que están aquí? – también quería saber sobre el paradero de Alison.

- Haces muchas preguntas niño. De los Yatras, no sé nada, ni siquiera sé dónde los tienen, pero no creo que estén tan mal como los Tudy o los Wargua - me sobresalté un poco al escuchar a los Wargua, ahí estaba Armin, pero no dije nada, quería saber más, después le preguntaría - Los Firewall... Están peor que los Tudy, tienen las manos amarradas todo el día, con algo resistente al calor, y tienen un bozal para que no escupan fuego, casi no los alimentan para que estén débiles, y así pueden quitarles sus poderes fácilmente, pero ni tanto, el otro día quemaron a un tipo, mientras los pinchaban con esas agujas gigantes, ¡ah! Y en su habitación hace un frío infernal, sé que no les gusta el frío. Por eso no han traído tantos, les preocupa cómo contenerlos, por esa misma razón tienen miedo de los Tindler, los Elecfall, y también los Fortnine. Pobres Tindler por cierto, a esos sí los matan de hambre enserio, los Tindler necesitan comer para producir gas. Pero creo que les gustan los Fioner, he visto que pasan muchos, frente de este cuarto.

- ¿Cómo sabes tanto? - pregunté sorprendido de lo bien que mi nuevo amigo conocía el sitio, y lo que hacían en él.

- Ya te dije, sacan a los Imblors para alimentar a los Tudy, pero también nos llevan con los Firewall, los Tindlers, los Elecfall, y así por el estilo, sólo confían en nosotros para eso, pero he caminado tanto por estos pasillos que ya me sé todo de memoria y esos niños podrían decir lo mismo. Además, a veces veo por la ventana.

Me empezaba costar mantener mi temperatura dentro de los límites normales, estaba enojado con los humanos. No podía dejar de pensar que la ida de Richard tenía algo que ver con eso. ¿Sería posible que hubieran atrapado tantos en el pasado, que ahora sabían lidiar y contener sus poderes como les viniera en gana? No creo, no se perdieron tantos y mucho menos tantos niños de todas las habilidades. Pero sabían contenerlos, sabían cómo hacernos temer. No podía permitir que supieran lo que era, al menos no aún, sabía que lo descubrirían tarde o temprano. Los humanos querían algo con nosotros y no era hacer enojar a nuestros padres.

- ¡Y ustedes qué tanto hablan fenómenos! - decía una voz estridente, perteneciente a un guardia que nos mostraba lo que creo era un "fusil" para intimidarnos (debía serlo, parecía un arma y si nos apuntaba, era por algo), me hacía hervir la sangre, Kite se escondió detrás de mí, ocultaba la mirada del tipo que lo asustaba, yo lo sentía temblar - Cuchichean demasiado, mañana temprano se irán a otro lado, a un muro - el hombre sólo gritaba para asustarnos. Ninguno lo veía a los ojos, menos por mí, no lo podía evitar, Neon intentaba hacerme señas de que no hiciera eso – ¡¿Y tú qué, fenómeno rojo?! ¡¿Qué me miras?! – pero no dejaba de hacerlo, ni siquiera demostraba miedo hacia él.

- Nada - dije fríamente sin no perderlo de vista. Me molestaba como asustaba a los Imblor, ellos eran casi indefensos.

- Esto pasa si miras demasiado a la persona equivocada, chico malo - se me acercó y me acertó un puñetazo en la mejilla. Me dolió, me dolió mucho, incluso asusté a Neon y a los otros dos, corrieron hacia mí, me sangraba el labio, pero no lloraba - ¡No se le acerquen! ¡Déjenlo! ¡Levántate! - entonces, dándonos la espalda a los tres, emitió una nueva orden - Síganme, hay que alimentar a los otros - después me miró sobándome la mejilla y quitándome la sangre del labio sin decir nada, pero ya no lo miraba, solo por estar ocupado mirando mi propia sangre - Ya no eres tan valiente, ¿eh? – masculló burlonamente - Eso te pasará si me miras demasiado o desobedeces, la próxima vez podría ser peor, así que por tu propia seguridad pórtate bien - se reía entre dientes, mientras yo luchaba con la idea de quemarlo vivo, ese golpe fue muy fuerte, y aparte, por alguna razón él casi parecía haberlo disfrutado – ¿Ves esto? – me dijo acercándome el arma – en tu mundo de fenómenos no hay cosas así, pero es un arma que podría matarte si me da la puta gana. Así que no hagas que apriete el gatillo.

Acto inmediato, nos dio la orden de seguirlo, cosa que hicimos – no es como si tuviésemos opciones o pudiéramos elegir algo bajo estas circunstancias.

Los cuatro lo seguíamos, viendo al suelo - menos por mí, que miraba al frente, estaba de primero, solo le veía la espalda al grandulón aquel-. Pasábamos por pasillos y pasillos interminables, por el suelo frío, ya que ninguno tenía zapatos, no confiaban en lo que los Imblor podrían llegar a hacer con eso, eran exageradamente ingeniosos. Vestíamos unos suéteres blancos con pantalones del mismo color (en serio les gustaba mucho ese color). El tipo que nos escoltaba era alto y fornido, no tenía ni un solo pelo en su cabeza, - Ana diría que no tenía ni un pelo de tonto - estaría cerca de una edad madura, no era tan viejo como mi abuelo o tan joven como papá y no tenía una Luna como para corroborar su edad, así que adivinaré en años y sólo diré cuarenta o cerca de eso. También poseía una espalda ancha y fuerte, así como brazos bien formados, que habían probado su fuerza justo en mi cara. Estaba sólo, por ello pensé por un momento en quemarlo, solo un poco para inmovilizarlo, pero Neon levantó la cabeza y me habló en lenguaje de señas sin que él se diera cuenta. Me tocó el hombro y me habló con sus manos, pues como cualquier Yhorgol conocíamos esa lengua muda.

- No hagas una estupidez. Seguro tienen permiso de matarte, no los hagas enojar y ya.

- Dijiste que yo podía evitar que su "fusil" me matara, con la chispa y eso - respondí a mi vez con mis manos

- Llamará refuerzos y nos matarán a los cuatro. No puedes contra un ejército tonto

Me tranquilicé, era cierto, yo era solo un niño, me limité a volver a mirar al frente e intentar contar para calmar mi temperatura, pues algunas habilidades son difíciles de controlar si no estás tranquilo, en momentos de mucha tensión o estrés podían descontrolarse solas. A los adultos, aunque estuvieran molestos eso no les ocurría, solo te ocurría si aún eras un niño. A mí no me había pasado, y no empezaría ahora por culpa de un extraño. Mientras yo contaba en mi mente, nos detuvimos en seco frente a una puerta, sentía ocho personas dentro, niños si no me equivocaba. Al tiempo que paramos allí, llegó una mujer con el mismo uniforme de armadura blanca que tenía el tipo, acompañada de cuatro niñas de ojos amarillos (más Imblors, claro). Ella era una mujer algo más joven que el soldado, de piel oscura y semblante serio. Por alguna razón parecía mejor persona que el calvo. Me pregunté si ellos también serían Buscadores, tenían la armadura después de todo.

- Abra la puerta capitana. Hay que ver a las bestias hoy. – dijo el hombre intentando gesticular una sonrisa falsa

- Usted también tiene llave teniente, ¿acaso me esperaba? – le contestó muy seriamente y hasta disgustada la mujer, se veía que tenía mal carácter. Sacó una tarjeta transparente de un compartimiento de su bolsillo y la introdujo en una ranura donde al pasar poco tiempo incrustada se escuchó un ¡Pip, bib! - Ya está, entren y alimenten a esos monstruos - decía en tono poco amable.

El teniente no siguió hablando, su voz parecía molestarla, además me daba la impresión de que ella era su superior. Se limitaba a vigilar que nosotros los "fenómenos" hiciéramos el trabajo correctamente y sin hablar. Yo esperaba que nos llevaran con los Tudy, pero en cambio habíamos sido enviados con los Tindler. Justo como sentí, eran ocho infantes, cuatro varones y cuatro hembras, tenían diferentes edades, los más grandes (dos varones) uno tenía su luna azul oscuro y el otro su luna azul, se notaba porque tenían su marca en la mejilla; mientras que los más pequeños (una niña y un niño) tenían uno su luna roja y la otra su luna naranja.

Allí no había camas, todos estaban sentados en el suelo, con las manos y los pies atados, así como con unas mascarillas muy parecidas a las que se usaban en el mundo Yhorgol, pero se veían más pesadas e incomodas. Sus ojos no solo estaban negros y morados en el centro, sino que veían la comida como si nunca hubiesen probado un bocado de nada en toda su vida. Los estaban matando de hambre, necesitaban comer para producir gas, por consiguiente, los privaban de alimento lo más posible. No los querían muertos, pero en opinión no les entusiasmaba que siguieran vivos.

- Terminen rápido... – Nos dijo en gritos el hombre. La capitana lo fulminó con la mirada para que se callara. Su nombre era la capitana Ruby, era un gran nombre, el mismo de una roca preciosa y poderosa, le quedaba bien. Mandaba a callar al gigante aquel, y él no podía hacer nada al respecto.

Ningún niño decía nada, sólo tomamos los envases de esa asquerosa papilla con una cucharilla y nos pusimos en cuclillas, quitándoles las mascarillas y dándoles de comer rápidamente. Las cucharas estaban hechas del mismo material que las mascarillas que les cubrían el rostro, por eso no se deshacían con su saliva. Me tocó alimentar a uno de los niños mayores, tenía mi edad, pero no podíamos hablar o de seguro los guardias se alterarían, por ello, intenté hacerle disimuladamente preguntas de sí o no con señas, al tiempo que lo alimentaba.

- ¿Han pasado Yatras? - pregunté con una sola mano, dándole dos cucharadas de comida, las cuales el niño comía con gran desesperación. El niño pensó un momento y movió la cabeza asertivamente.

- Una niña, pelo blanco. ¿Viste? - intentaba hablar parafraseando, para hacerlo más rápido. De nuevo se puso a pensar un momento, y volvió a asentir. Entonces seguro había visto a Alison, ¿cuántas Yatras con cabello blanco podían tener aquí?

- ¿Alison? - dijo el Tindler en un susurro casi imperceptible, pero lo suficientemente audible para mí

- ¿Poderes? ¿Te quitaron? – Eso fue lo último que le pregunté. El Tindler volvió a asentir, y escupió en el suelo para demostrar que estaban regresando.

Su saliva no derritió el suelo, solo ennegreció ligeramente la superficie del mismo. Ese suelo evidentemente no se derretía con facilidad, aunque sus poderes tampoco estaban al 100%, pues se veía débil y cansado. Seguro él tendría las mismas cicatrices que tenía Kite, lo quería ayudar pero no sabía cómo. Me hacía sentir mal.

- No te gusta la comida, ¿ah? Mierdecilla - bramó el hombre sin acercarse demasiado a ningún Tindler - Te juro que... - pero la capitana lo interrumpió.

- Teniente... Déjelo, no cometa una tontería. Son peligrosos. Nuestros científicos estudian la posibilidad de un pequeño ejército y otros proyectos. No lo arruine, ¿entendió? - dijo muy gravemente la mujer.

- Como usted diga, capitana Ruby - manifestó haciendo un saludo.

No dijeron nada más, después de que los alimentáramos, les colocamos nuevamente las pesadas mascarillas y nos fuimos, cerrando la puerta de la misma manera que cuando entramos, con la tarjeta esa. Seguimos caminando, pero no de regreso a nuestro cuarto, sino a alimentar a otros niños. Ahora iban a donde yo temía, no con los Firewall donde tal vez vería a mis iguales sufrir, sino con los Tudy, donde tal vez vería a mi mejor amiga sufrir. Ambas cosas eran malas, en realidad, ver a cualquier niño dentro de esas instalaciones te deprimía.

De nuevo estuvimos frente a otra puerta, y detrás de esta, sentía el calor de Ana. Recordaba haberla sentido antes, cuando estaba torpe y alguien me empujaba en una silla, pero ahora sí tenía seguridad de ello, enserio estaba ahí. Otra razón más, para resistir no quemar viva a aquella gente odiosa y malvada, era difícil, no imposible (no era como si lo fuese a hacer en realidad). La capitana ya no estaba, ahora sólo estaba el teniente, ella se había ido hacia otra dirección con las cuatro niñas que tenía tras de sí, a probablemente alimentar a otros niños. Hubiera deseado que ella se quedara, el tipo hacía lo que ella decía - y parte de eso era no tratarnos tan mal.

- Entren bestias. Ya saben, lo mismo, no hablen y si es posible no miren mucho a nadie, en especial a mí.

Entramos. Mismo procedimiento, tomar un plato con asquerosa papilla y sentarse frente a cualquiera lo más rápido posible. Los Tudy si estaban en camas, pero se veían realmente perdidos. Eran cuatro niñas. Una de ellas era Ana, y me miraba con sorpresa, de seguro pensando en si era una alucinación. Le daba cucharadas de comida en la boca y ella me seguía mirando extrañada. Estaba sentada en la cama, tambaleando la cabeza sobre el cuello. Me daba cuenta que teníamos algo en común: a ambos nos habían golpeado, aunque más a ella, tenía un ojo morado, moretones en una mejilla y un labio partido.

- ¿Te golpearon? ¿Fue él? – le dije en señas, sin siquiera voltear para señalar al cuarentón que seguro nos veía muy de cerca.

- Es un maldito Globner - decía Ana cómo si estuviera ebria. Y escupió la comida lo más lejos que pudo, para que llegara a su agresor.

- ¡Otra vez tú! ¿¡Quieres otra golpiza, pequeña perra!? - ella estaba a punto de volverle a escupir, pero puse mi mano en su boca - No tengo permiso de matarte pequeña mierda, pero deberías agradecer que este chico es listo y te cerró la boca antes que hicieras otra estupidez - dicho eso, se alejó y se quedó viendo a el resto de niños. Yo suspiré aliviado de que no me siguiera vigilando

- ¿Por qué hiciste eso? – le susurré sin dejar de darle comida - ¿Quieres que te maten?

- Si tuviera tu poder... Espera... ¿Ahora eres Imblor? - no dije nada, sólo le mostró el brazalete que casi se mezclaba con mi piel - Soy la mejor dando regalos... ¿Cierto? - asentí, sorprendido que los moretones que tenía en el rostro no fuesen una influenza para que ella perdiera su distintivo carácter.

- Tienes una aguja en el brazo, te la voy a quitar, pero prométeme que no golpearás a nadie o te escaparas. Finge estar dormida, te lo ruego. No hagas nada - movía mis menos enérgicamente para comunicarme con ella. Neon había dejado caer una bandeja para desviar la atención del soldado, mientras yo hablaba con Ana, se percató que el guardia podía verme, por ello condujo la atención hacia él mismo, así me daría más tiempo de ha blarle a Ana

- Te lo... Primero, digo prometo - asentí sin estar seguro de que esa fuese una buena idea, pero no soportaba verla así. Tenía que ayudarla. Arranqué disimuladamente la aguja de su brazo, ella no sentía nada, la aguja tenía un pequeño pedazo de adhesivo, sólo le saqué la aguja del brazo, pero dejé el adhesivo para que no se notara. Y continué dándole comida como si nada, sin decir otra palabra, hasta que se acabó el plato.

Nuevamente, el calvo poco agradable, nos ponía en marcha. Pasamos por otros cuartos, alimentando a otros Yhorgol. Estuvimos horas en eso, no fue muy divertido, es más, fue algo un poco triste... Siempre me había parecido que era normal tener poderes, nunca había visto que contuvieran tanto a unos niños, aunque visto desde cierto ángulo, para nuestros nuevos captores o "Buscadores", no éramos niños, no éramos personas, supongo que ni siquiera humanos, sino armas o al menos eso querían que fuésemos.

Justo como lo imaginé, casi tan malo como ver a Ana en ese estado, era ver a otros Firewall. No paraba de pensar que uno de ellos podría ser yo. Usaban un bozal para no escupir flamas, y tenían las manos atadas con algo raro en la espalda, además tenían el cabello muy corto, no diferenciaba si eran niños o niñas. Al menos estaba seguro que uno de ellos si era una "ella", justo estaba esa niña que estaba conmigo en el control de habilidades el día que empecé, aquella petulante y de piel oscura, era mi amiga Firewall en realidad, se debió perder no hace tanto, quizás hasta el mismo día que yo. Me reconoció, yo la reconocí, ambos éramos Firewall, teníamos los mismos ojos, o sea que reconocíamos el calor del otro.

Ese cuarto se sentía como el frigorífico más frío de todo el mundo, yo no sentía frío, pero no por eso me gustaba, el calor se me iba a agotar solo si duraba mucho tiempo allí – eso, o me pondría frío por aguantar no subir mi temperatura-. Igual no pude evitar dirigirle la mirada a mi compañera, éramos cercanos nos hicimos amigos rápidamente, nos gustaba competir. Entraron tres guardias más y se la llevaron en contra de su voluntad, le quitaron esos extraños grilletes y la colocaron en una silla de ruedas rara. Vi su cara, tal vez no pudiese hablar, pero si llorar, sus ojos carmesí fueron surcados por lágrimas mientras se la llevaban, odiaba verla tan impotente. Me preguntaba si los Yhorgol les habríamos hecho algo muy malo a los humanos y ahora solo buscaban venganza, podía ser, pero en realidad no se me ocurría nada.

*

No les hicimos nada Rojo – masculló Neon al día siguiente, aun estábamos en nuestro cuarto o celda, no sé, creo que es casi lo mismo – estás pensando en eso, ¿no?

Sí, pero no es justo – nunca entenderé como hacían los Imblor para leer el lenguaje corporal - ¿Tienes que hacer esto todos los días?

No es divertido, lo sé. Pero a los Imblor no nos amarran, ni encadenan o llenan de fármacos para que no seamos un problema, tampoco nos matan de sed, hambre, frío y/o calor – intentó verme esperanzado – el resto de Firewall no tiene ningún tipo de oportunidad, pero creo que tú sí.

Yo le iba a contestar que no tuviera tanta fé en un Firewall tan cobarde como yo, pero antes que lo dijera él me silenció colocando su mano en mi boca para cubrirla, seguido de una mirada severa y un "chis" para que me callara. No le entendí, creí que sabía lo que iba a decir, pero acercó lo más que pudo su oreja a la ventana que daba hacia los pasillos, Kite y Kike también notaban algo. Entonces me di cuenta que había un alboroto afuera.

¿Qué es ese escándalo? – pregunté alarmado, escuchaba los gritos de varios guardias.

Chist – me callaron los tres imblor – ¿No escuchan? Alguien se les escapó – musitó Neon

¿Escuchas qué dicen? – preguntó uno de los hermanos

Mi papá era un Carbion, tengo el oído ligeramente sensible, pero solo un poco. Se escapó un niño. Eso creo, o tal vez dos. El calvo está gritando que 'hay que buscarlos'

¿No iban a llevarnos a quien sabe dónde hoy? – Examiné, recordando el plan que Neon había armado previamente.

Parece que lo cancelaron. Drirk, con esta gente. Esto es malo - masculló realmente serio

¿Por qué lo dices?

Número uno - decía elevando su dedo índice -: hay una razón en específico por la cual seguramente lo harían, quieren más esencia

Somos niños, no tenemos tanta esencia. Mejor les iría con los adultos – musité aun intentando escuchar fuera.

No pueden hacer que un adulto tema como un niño, y no pueden quitarle su esencia tantas veces, se van a morir y por lo visto su intención principal no es matarnos. En fin, continúo, - extendió el dedo corazón con el índice - Número dos, si me quitan mis poderes, momentáneamente mi mente no servirá bien, no podré hacer ningún plan. Y número tres: si te toca a ti, te van a descubrir y te pondrán con los otros o peor - hizo una pausa para tragar saliva.

¿Podrían matarme? - intenté adivinar

Nah, ya te lo dije, nunca nos matarían si pueden evitarlo, valemos demasiado con vida. Pero están tramando algo, lo sé. No dicen qué es, pero es malo, seguro peor que el encierro o la muerte.

Me sentía algo intimidado con lo que sucedía (porque en realidad no imaginaba que era peor que el encierro o la muerte). En mi mundo, casi siempre fui feliz, jamás escuché de problemas de este tipo donde alguien quisiera arrebatarnos los dones con los que nacimos. Si hay una cosa que me habían enseñado durante mi corta vida, era que tenías que aceptar tus poderes y los de los demás. Jamás me habían enseñado que un día tendría que lidiar con gente así, tal vez en mi mundo no se lo imaginaron tampoco, pues siempre había sido un sitio pacífico, ni siquiera cuando se perdieron varios Yhorgols y una minúscula parte regresó y sin poderes, hicieron algo. Pero ahora, estaban robando niños por montón, eso sí era algo serio que si requería de su atención. Al menos eso esperaba yo.

Yo seguía escuchando las teorías locas y posibles que decían los Imblors. Ninguna me parecía del todo descabellada, siempre me había parecido que los niños Imblor eran como adultos pequeños, eran chistosos de vez en cuando porque casi todo, desde lo más mínimo hasta lo más grave, lo decían muy serios, sin embargo, nunca dejaban de ser inocentes, seguían siendo niños, también reían, lloraban y se asustaban. Por muy listos que fueran no dejaban de ser niños, ningún Yhorgol que estaba en estas instalaciones dejaba de serlo. De repente, comencé a percibir dos muestras de calor nuevas, pero conocidas, así que, o me estaba volviendo loco o estaba frente a Aaron y Ana. Decidí levantarme y caminar hacia ellos, Neon me vio extrañado, cuando se dio cuenta que lo estaba ignorando para ver una esquina vacía.

¿Qué te pasa? – me preguntó Neon al ver que volteaba hacia una dirección donde no había nada.

¿Ana? ¿Aaron? – dije acercándome lentamente.

Sip, soy yo grandulón - dijo Ana, cuya voz flotaba en el aire.

Neon volteó al escuchar la voz, analizó rápidamente que era una Tudy quien hablaba, era el único tipo de Yhorgol capaz de hacerse invisible. Los otros dos pensaron lo mismo

¿Te escapaste? Te dije que fingieras dormir - la regañaba - no era tan difícil, seguro no se habrían dado cuenta.

Ya veo, es tu amiga, la Tudy. No deberías escaparte niña, te encontrarán, aún no memorizo la salida de este sitio. Y sí se habrían dado cuenta Alister, puesto que no nos transportaron hoy. Si lo hubieran hecho, esto sería diferente, de esa forma, este escape no sería inútil.

Tampoco podía quedarme bobo – Bramaba en voz baja Ana - iban a quitarme mis poderes con esa máquina. En cuanto la vi, corrí lo más rápido que pude estando invisible. Ya sabes lo que dicen, "mejor vivir como un cobarde que morir como valiente". Fue un problema - reconoció - la ropa que tenía, ni atraviesa muros ni se hace invisible, pero eso no impide que lleve a Aaron, a los demás eso no les afecta, sólo a mí. Ali, dame tu camisa, he sido invisible por mucho tiempo, estoy cansada y estoy desnuda.

¿Por qué se supone que andas desnuda, desvergonzada? Estoy casi seguro que si te concentrabas podías mantenerte vestida.

Concentrarme en volver invisible a tu hermano, atravesar los muros y estar asustada, no ayudan – comentó ella

Nada que hacer, me quité el suéter y se lo entregué a la voz flotante, la cual al ponerse el suéter, cobró vida, Ana era visible nuevamente. Ella le agarraba la mano para poder conseguir hacer invisible a Aaron, así como que atravesara los muros, pero lo soltó para vestirse, haciéndolo visible a él también. Me alegré mucho de ver a mi hermano, me alivió el saber que estaba vivo y que no le habían hecho nada. No le creía nada a aquella bruja que había hablado conmigo, necesitaba ver a Aaron con mis propios ojos para cerciorarme de que en realidad estaba bien. Ahora faltaba encontrar a Armin y a Alison, y una manera de huir.

Me tenías preocupado ojos de trick - dije abrazándolo.

Lo mismo digo cabello de gradol - respondía Aaron, recibiendo mi fuerte apretón. Yo seguía siendo mucho más alto que él

Con que este es el impuro - decía Neon acercándose para detallarle los ojos, yo le había platicado de Aaron - Mucho gusto, mi nombre es Neon Bardem - dijo extendiendo la mano hacia Aaron en un saludo.

*Trick: un animal pequeño e inofensivo, parecido a un ratón, con ojos bicolore.

*Gradol: Un pájaro, con únicamente las plumas de la cresta roja.

Los dos pequeños imitaron a Neon y también se presentaron con Ana y Aaron, muy extrañados sobre el cómo habían llegado. Por alguna razón, ambos niños pardos de ojos amarillos le sonreían a Ana, les parecía bonita.

¿Quiénes son? - preguntaba Kite rascándose la cabeza

Yo soy Ana, un placer - dijo haciendo una pequeña reverencia - y este rubio es mi segundo mejor amigo Aaron.

Hola, ese soy yo

Ambos querían saber si era posible escapar, llevaban un mes allí, tal vez un poco más, y lo único que querían era volver a sus casas, no querían seguir atrapados donde había gente que les decía toda clase de improperios hirientes, y les quitaban sus poderes a través de un intenso dolor.

- ¿Cómo escaparon?

- Esa es una historia interesante - respondió Ana - sólo digamos que fue gracias al pelirrojo y ya. Después se las cuento entera. Creo que ya es momento de irse a cualquier otra parte. ¡Hay que hacer un gran escape Imblors! Quien está conmigo - digo alzando el puño.

- No podemos - decía Neon triste y severo - estos tipos tienen armas, creo que ya todos las vimos, y espero que ninguno haya experimentado cómo funcionan o el daño que hacen. Honestamente, no creo que nos maten, pero tampoco confío del todo que no lo hagan si los provocamos para mostrar lo que ocurre si no obedecemos.

- Mis instintos son buenos, quizás sí podamos escapar, y buscar al Wargua y la Yatra que nos falta para irnos – comentó Aaron muy seguro de sí mismo.

Creo que todos estábamos nerviosos de que entrara un guardia y encontrara tanto a Aaron como a Ana en nuestra habitación/celda. Los estaban buscando, y sería aún peor si sospechaban que uno de los aquí presentes había contribuido de cualquier forma a ese escape. Neon, como cualquier Imblor, tenía memoria fotográfica, recordaba cada esquina que había recorrido, pero nunca le habían mostrado una salida o algo que se pareciese, por eso temía buscarla. Los dos niños, Kite y Kike habían llegado mucho antes que él, ya les habían quitado sus poderes varias veces, por lo que su memoria no estaba a tope, todo lo que habían memorizado se iba escurriendo poco a poco, y cuando sus poderes regresaban esa capacidad para memorizar cosas regresaba también, sólo que después de haber olvidado muchas otras, como libros, direcciones, rostros, etc. Los Imblors recordaban todo casi desde que nacían, su memoria nunca se agotaba y su mente jamás dejaba de hacer cosas, y maquinar otras.

- Eres la niña que el calvo golpeó el otro día por tomar su arma. Te dio una paliza - dijo Kike

- Ya me vengaré... - dijo ella con mucha ira en el rostro, aun ligeramente golpeado - ¿Alguno sabe en dónde encuentro la ropa que me quitaron? Así podré atravesar paredes y volverme invisible sin problema - Todos los niños movieron la cabeza negativamente, mientras Ana ponía un mueca de frustración en el rostro y se sentaba abatida en el suelo. El caminar desnuda de seguro le incomodaba con tanta gente cerca. Aunque reconocía que era una suerte que mi suéter le quedara tan grande, así podía fingir que era un vestido, le pasaba unos cuantos centímetros la cadera, cubriendo lo suficiente, pues por alguna razón a mí también me quedaba grande, no tanto como a ella, pero sí un poco.

Mientras los tres Imblors discutían sobre sí escapar o no, tanto Aaron como yo advertimos que alguien se acercaba – él por el olfato, yo por el calor -. Avisamos a los otros, cada Imblor uno corrió a sentarse a su cama al tiempo que Ana tomaba a Aaron de la mano y se quitaba el suéter para aventarlo hacia mí. – Para la suerte de todos se hizo invisible antes de lanzar el suéter - se escondieron bajo una de las camas y guardaron extremo silencio.

- ¡A ver mierdecillas! ¡Por aquí ha pasado una niña que atraviesa muros! - era el calvo, estaba acompañado por dos guardias más - no sé por qué, pero siento que uno de ustedes la soltó ayer. Este grupo fue a ese cuarto a alimentar a esas... Esas... Cosas - gritaba estridentemente, acercándose cada vez más a los niños que le temían bastante - ¿Tú sabes algo pelirrojo? - dijo mirándome fijamente.

- No – respondí. Esperaba que se hubiesen ido, pero sentía su calor, seguían aquí.

- Mientes - entonces, me apuntó con lo que parecía un arma muy pequeña justo en la cabeza - Ahora dime, viste a la niña, ¿cierto? Es un peligro, lo sabes, eres listo, anda con un rubio - dijo calmando un poco el tono - Sólo habla o si no, podemos jugar un divertido juego llamado la ruleta.

- Señor, espere - dijo uno de los uniformados que lo acompañaban. Ambos uniformados que le seguían, se veían más jóvenes que él.

- Cállate, estoy haciendo mi trabajo - dijo sin siquiera voltear -. Mira chico listo, esto es un revólver y tiene una sola bala, ya por ahí deberías deducir las reglas. El juego se acaba cuando a uno le salga la bala. Empecemos

Volvía a hacer la pregunta una y otra vez, halando del gatillo "¿Sabes algo?" La respuesta a cada momento era "no". No iba a vender a mis amigos, que me matara si quería, ojalá ellos se fueran pronto... Apuntaba a su propia cabeza, luego a la mía, y así. Yo tenía miedo, estaba sudando mucho, intentaba frenar la chispa, una y otra vez, esperando que el calvo no se diera cuenta que era por eso que nada salía de su revólver. Agradecía que estos ojos falsos que me ponía el brazalete no brillaran. El tipo lucía sorprendido de que no hubiera bala, comenzó a mirar el arma con detenimiento para ver si tal vez estaba atascada o algo así.

- Bueno... Creo que no funciona - dijo finalmente el calvo con una macabra sonrisa. Me dio un golpe justo en la cara - No quisiste por las buenas.

- No sabe nada, déjelo señor. Es sólo un niño - esa última palabra salió supongo por error de la boca de un subordinado. Pues sabía que para el teniente no éramos niños, éramos sólo unos monstruos para combatir a otros.

- No son niños, sólo lo parecen – me dio otro golpe, ahora con su puño y luego otro y otro. Tal vez no me golpeara tan fuerte (según decía él mismo), pero en serio dolía, por un momento pensé que moriría, a pesar de eso, estaba decidido a no usar mis llamas hasta que nos transportaran.

- ¡Suéltalo! ¡Maldito animal! - gritó Ana con aquella voz flotante dando una buena bofetada al tipo.

- Sabía que estaba aquí. Se los dije - intervino una calmada voz proveniente de un niño, el cual venía entrando muy tranquilamente por la puerta.

Yo lo vi muy borroso, la sangre que tenía en el rostro no me dejaba apreciar nada con claridad, pero sabía que era casi de la edad de las gemelas por su tamaño y por como hablaba, solo sé que cuando él entró, Ana se volvió completamente visible y no podía teletransportarse, al menos esa fue la impresión que me dio, en cuanto a mí, todo se volvió negro, aun sentía la calidez de mi sangre surcando mi rostro. No sabía quién o qué era ese niño, todavía no sabía dónde estaba y aun peor, no sabía cuál sería el castigo que recibirían tanto Ana como Aaron por intentar escaparse y tratar de venir por mí en el proceso. Debieron irse