De nuevo era ese espíritu raro y estaba en casa. Me preguntaba si lo que veía era real, era un simple sueño o esta vez sí estaba muerto (y no me enterraron bajo un árbol). Mientras pensaba eso, parado en el centro de la sala de mi casa, la escuché, la escuché llorar como nunca (otra vez). Me asusté y corrí, era mamá, mamá lloraba. Intenté gritarle, pero no me escuchaba ni me veía. A su lado estaba papá y también las gemelas, se veían aterradas, ni hablaban.
- ¡Arty! ¿Qué tienes? ¿Qué pasa? – decía papá alarmado al tiempo que encendía la luz.
- ¡Sangre! ¡Mucha sangre! Está muerto... ¡Noooo! - lloraba ella sin consuelo. Me vio, soñó conmigo, con lo que yo veía o tal vez lo que Aaron veía.
- ¿Quién? – volvió a peguntar, tomando a las gemelas para que no lloraran
- ¡Ali! ¡Lo ví, acabo de soñar con él! Creo que está muerto. – eso fue lo que logré entender, aunque por la cara de papá él no entendió absolutamente nada.
Mamá lloraba desconsolada caminando de un lado a otro, se veía enojada, triste, desesperada, todo junto. Papá la seguía, rogándole con cierta calma que lo repitiera, las gemelas los veían desde la puerta abrazándose mutuamente. Al menos si esto era de verdad, nadie se las había intentado llevar todavía. Mamá terminó sentándose en el sofá de la casa ligeramente más tranquila, yo me senté a su lado, quise acariciarla, pero solo la atravesé. Papá se sentó del otro lado con las gemelas siguiéndolo, y le dio un vaso con agua.
- ¿Estás mejor? - preguntó al fin
- Vi a nuestro niño sangrando, le hicieron algo, se estaba desangrando, te lo juro - decía ahora claramente. - Tengo miedo - le susurraba ella abrazándolo fuertemente.
- Aún no podemos ir por ellos, recuerda lo que dijeron, quieren que los adultos vayan. Están armando una estrategia, ¿recuerdas? No tienen intenciones de matarlos, Ali seguro está bien – papá solo decía lo que mamá probablemente necesitaba escuchar, pero eso no funcionó. A mí me convencía como lo decía, tal vez si yo no fuese el que estaba supuestamente "bien", le habría creído. Tal vez le molestó porque ella era una Jerck, y cuando son muy apegadas a alguien ven a través de sus ojos en sus sueños, vio lo que Aaron veía, a mí muriendo. Papá le repetía con esa calma que siempre tenía, que fue un sueño, no una visión, ni nada de eso.
- ¿¡Cómo puedes estar tan tranquilo?! - le espetó enfurecida. Ella rara vez se enojaba, normalmente era pasiva, hasta me asusté.
- ¿Quién dice que estoy tranquilo? - vociferaba él a su vez, poniéndose de pie - ¡Alister es mi hijo! Y ¡Aaron también! ¡Claro que me importan! – ahora él también gritaba, jamás los había visto pelear.
- Desde que desaparecieron has estado como si nada y no me mientas - continuaba hablando furiosa, poniéndose también de pie, ignoraba por completo el hecho de que él era muchos centímetros más alto que ella.
- ¿Como si nada? – Repetía intentando suavizar un poco el tono - yo también estoy asustado, te lo dije, te lo digo siempre. Y no seré un Jerck, pero yo sí creo que van a volver - se acercó a abrazarla y ella lo aceptó, después de intentar apartarlo -. Los has buscado toda la semana, y han estado vivos. Cuando los Imblors lo descifren, podremos ir por esos Globner y ver qué quieren en realidad - unas lágrimas afloraban de sus ojos carmesí, (seguro en contra de su voluntad, pero no podía evitarlo).
- Lo siento - lloraba ella contra su pecho - es que sí no vuelven pronto, no los podré encontrar en mis sueños, y entonces... – volvió a llorar – Es mi culpa Ali, nuestro hijo está muerto y es mi culpa.
- No lo es – le dijo él sin dejar de abrazarla – Recuerda lo que dijo Ambrosía, buscaban a Aaron, igual se lo hubieran llevado, y Ali siempre estaba con él. No podemos ir contra el destino, preciosa. Solo nos queda esperar.
¿"Ambrosía"? Ese nombre no me sonaba para nada
- Tú no me entiendes Ali
- Claro que lo hago Arty, los extrañas – la interrumpió él viéndola a los ojos.
- No, no es solo extrañarlos. Ellos eran mi familia – decía intentando contener las lágrimas – No entiendes porque tu si tuviste una. Tienes dos papás y dos hermanos que morirían por ti, y ¿yo? Solo un padre que me trataba peor que a la mugre, y una madre muerta. Nunca me sentí parte de la familia de Asia, ellos eran buenos y me aceptaban, pero no me sentí parte de ellos, en cambio contigo y lo niños, por fin supe que era tener una familia de verdad, contigo al fin sentí que pertenecía a algún sitio. Ahora ellos ya no están y no los veo volviendo – dicho eso no pudo contener más el llanto. Papá solo la abrazaba, incluso las gemelas se acercaron para rodearla con sus brazos. Yo lo intenté, pero no hice más que atravesarla, pero le juré que no moriría.
Este sueño se acabaría cuando yo me dignara a despertar, y eso todavía no ocurría. Cada vez me daba cuenta de que esto era real, más que real a decir verdad. Por la mañana yo seguía traslúcido en mi casa, o sea que continuaba inconsciente. Por alguna razón, el hecho de estar aquí me reconfortaba, pero también me lastimaba, mamá estaba sufriendo y las gemelas también. Me senté y escuché como alguien tocaba la puerta, por su forma de tocar supe que era el tío Armin, y regañaba a alguien.
Vuelve con tu mamá Martín, no puedes escaparte así – era un niño, se escuchaban sus risas y al tío Armin persiguiéndolo entre la nieve.
Las gemelas abrieron y en efecto, lo que el tío Armin sostenía era un niño pequeño, cuyos ojos eran oscuros, indudablemente era humano. ¿Qué estaba pasando?
¿Se escapó otra vez? – se burlaba papá – Ven niño, deja de escaparte o matarás a Armin de un infarto.
Claro, vienen unos humanos y de una vez se los lanzan al Yhorgol más cercano – se quejaba mi tío sarcásticamente - pronto serán problema del anciano – En fin, ¿escuchaste la noticia? – preguntó extremadamente serio, mientras yo intentaba entender porque había humanos en la casa de Armin.
¿Cuál? – preguntó papá.
Unos niños regresaron Ali, no sé si los nuestros estén allí. Bastaría con revisar. Ve tú. Yo cuido a Arty y a las gemelas si quieres, no puedo dejar sola a Andy.
¿Dónde oíste eso? – le preguntó mamá
Hay un alboroto de Carbions afuera, repartiendo esa noticia. Hay niños de nuestra aldea.
Papá salió, aún sin soltar al humano bebé y se aproximó para escuchar con sus propios oídos aquello. Los carbion repartiendo noticias eran algo interesante, pues tenían unas cuerdas vocales que les permitía gritar tan fuerte, que un megáfono quedaba como si nada junto a ellos. Habían vuelto niños y según decían, estaban bien, solo que casi no hablaban
- Bueno, yo sí voy - dijo papá decidido, tomando una chaqueta - Arty, quédate aquí, ve a casa de Armin, no quiero que estén solas - decía mirándola.
- ¡¡Yo quiero ir contigo!! - rogaba la pequeña Arty
- Cuida a mamá y a tu hermana, ¿ok? Quédense con tu tío - la niña asintió de mala gana y se fue al lado de su madre.
"- ¡Papá! ¡No volvimos, no lo logramos, perdón!" – le gritaba inútilmente. Él salió con la intención de revisar en la Yara de la Aldea del Padre Yhorgol N, conmigo siguiéndole desde luego. Mamá solo se opuso un momento, queriéndolo acompañar, pero él no la dejó, por una razón que no me esperé. Mamá estaba embarazada otra vez, debió embarazarse o poco antes de que desapareciéramos o cuando lo hicimos, ojalá fuera varón, yo quería un hermanito, llevaba mucho tiempo pidiéndoselo. Me sorprendía no haberme dado cuenta antes de perderme.
Papá llegó a la Yara en un Enel, se había quedado dormido un rato, viajó alrededor de una hora o un poco más y se despertó justo cuando sintió el tumulto de gente saliendo del vehículo. Entramos al interior del imponente edificio, encontrando mucha gente sentada esperando. Al final anunciaron que sólo habían llegado cincuenta y ocho – fueron más de los que esperé - principalmente Imblors y Carbion, pero volvieron Firewalls, Yatras, Warguas y Tudy, así como dos Tindler que no hablaban - se veían muy afectados para decir algo -. Los tipos de Yhorgol que yo había liberado. Según la lista que vio papá sólo habían regresado cinco firewall, y ninguno resulté ser yo, aunque uno era de nuestra aldea e hijo de un amigo suyo, ni siquiera me percaté de ese niño y eso que lo conocía. Papá de alguna manera sabía que me había mezclado con los Imblor y fue a dar un vistazo, pero nada, fue una pérdida de tiempo; sólo le restaba revisar entre los Yatras, los Tudys y los únicos dos Warguas, si estaban los niños que buscaba. No estaría ninguno, me sentí mal por él. Cuando ya se iba, uno de los Imblors lo tomó del brazo, era Neon, yo me parecía mucho a mi papá, debió darse cuenta, estaba con Naki y también con su mamá. En parte me alegraba por él.
- ¿Usted es el papá de Alister? - le dijo con voz quebrada
- ¿Viste a mi hijo? - le respondió sorprendido con otra pregunta, se agachó a su altura para escucharlo mejor - Ya, tranquilo amiguito no llores. Sólo dime dónde está Alister, sé que se mezcló con los Imblors - decía sorprendentemente sereno.
- Yo... Él... Creo... - parecía que iba a llorar - Creo que está muerto - dijo rompiendo en llanto poniéndose junto a su mamá que lo abrazaba, junto con la otra niña - él estaba conmigo, pero después lo perdí, no lo ví más, los humanos lo querían muerto, y mataron a muchos. Gracias a él escapé y también mi hermanita. Yo los vi morir mami, a todos. Debí cuidarlo mejor, estar más alerta, él estaba cansado por usar tanto su fuego y yo… yo… no hice nada.
- No le siga preguntando esas cosas a mi hijo, no quiere recordar nada ahora – intervino la mamá de Neon intentando apartarlo de papá
- Yo puedo hablar mamá - decía secándose las lágrimas -. Creo que no todos murieron, pero si los dejaron mal heridos para que no escaparan, pero no sé qué le pasó, él quemó a muchos humanos. Si ellos no lo mataron fueron los monstros que llegaron después. Los vi cuando ya estaba en mi aldea y el portal seguía abierto.
- Está bien, tranquilo – masculló papá intentando calmarlo - ¿Cómo te llamas?
- Neon y usted se llama Alister. Él me dijo que lo habían nombrado como a su papá porque eran muy parecidos. Creo que tenía razón.
Habló un rato con Neon y después se fue. Papá estaba afectado aunque no lo quisiera demostrar, dejaba charcos de agua detrás suyo, pues derretía la nieve una y otra vez, se notaba que estaba estresado, casi tenía una piscina a su alrededor. Vi a muchos de los niños y creo que todos estaban perturbados o traumados, no era para menos, su estadía con los humanos no fue muy agradable.
*
De repente, todo se comenzó a volver negro. Absolutamente todo y poco a poco todo lo que me rodeaba se esfumaba como niebla. Al final quedé en algún lugar vacío donde poco a poco yo también desaparecía. Entonces vi una luz blanca y noté que no era la del más allá, sino la de una linterna que alguien me pasaba por el rostro, la aparté con la mano e intenté sentarme, pero no pude, me dolía todo…
- ¿Dónde estoy? ¿Quién eres? – pregunté con un tono de voz tan bajo que ni yo me escuchaba, e intenté sentarme de nuevo, sólo que ahora si era en serio y fue más doloroso de lo que creí, de verdad estaba muy débil, sin embargo, casi logro levantarme (al menos en mi mente), hasta que por poco y me caigo.
- Hey, no seas tan brusco, ten cuidado – me dijo severo un extraño, intentando que yo me recostara de nuevo – Soy un médico y estás en un orfanato, los niños con los que viniste están bien, – me contestó el hombre que sostuvo la linterna - Si te duele no te sientes y mucho menos te levantes, acuéstate – me repetía - Más tarde te traerán comida.
- Muéstrame que mi hermano y mis amigas están bien – dije con gran seriedad, ignorando lo de "orfanato"
No sabía qué era un "orfanato" en realidad, pero parecía mejor que estar atrapado en SIM, decidí no preguntar, me daría cuenta sobre la marcha. Sabía que esto no era SIM, no podía serlo, si lo fuera, este cuarto no tendría ventanas para que entrara el Sol y habría alguien armado cerca. Además, las muestras de calor eran variadas y la mayoría estaban creo que corriendo y otras no, eso significaba que aquí nadie estaba cautivo como cuando estuve en ese complejo, el cual quedaría como material para mis pesadillas. Ahora sentía la garganta reseca, el tipo me dio un vaso de agua, luego me señaló la ventana que estaba junto a mi cama para que me asomara, donde vi a mi hermano, Ana y Alis sentados juntos, creo que hablando entre ellos.
- ¿Recuerdas que te pasó? – me preguntó recostándome definitivamente
- Prefiero olvidarlo. Entonces sigo vivo…
- Tienes suerte, eso es todo. Las balas entraron y salieron, encontré uno que otro fragmento cuando te cosí. Eres un niño afortunado, tus heridas tampoco sangraban tanto, sino sí estarías muerto, pero aun así creí que no lo lograrías, ya habías perdido mucha sangre - admitió.
- ¿De qué color son mis ojos? – le pregunté,
- Yo diría que son marrones – contestó extrañado, pero eso me tranquilizó, revisé mis muñecas y tenía de nuevo el brazalete, algo remendado sí, pero estaba allí. Aaron lo debió guardar cuando lo quemé y arreglar de alguna forma.
- Dormiste mucho, será mejor que comas un poco para recobrar fuerzas, sino una señora de nombre Catalina te obligará a comer.
Yo aún tenía sueño y quería volver a soñar con mamá, papá y las gemelas, pero dormir no era opción, pues el hombre tenía razón, y la llamada "Catalina" sí que me obligó a comer. Entró con una bandeja metálica y un plato de avena con un pedazo de pan. Yo intenté hacerme el dormido esperando que ella se fuera, pero no funcionó. Ella era una mujer grande y robusta con piel oscura, amable y ruda a la vez.
Me tomó lo más delicadamente que pudo, halándome para sentarme en la cama, movimientos que me generaban hincadas de dolor. Me repetía una y otra vez que había pasado demasiado tiempo dormido y por ende necesitaba comer para sanar pronto y recobrar fuerzas. Agarró una cucharilla y me pedía sin descanso que abriera la boca, yo me negaba a cada rato.
- Si comes un poco. Te dejará que entren tus amigos – me dijo el doctor.
Me lo pensé y empecé a comer, de mala gana, sí, porque sentía que no merecía vivir después de haber matado a tantas personas, pero la señora Catalina ya estaba amenazando con cambiarme las vendas si no comía, y eso sonaba terrible. Por lo que intenté comer de esa comida, la cual, en realidad no sabía a absolutamente nada, era avena, pero muy insípida, era simplemente desagradable porque además estaba fría, y como Firewall me molestaban mucho las cosas frías. Siempre había sido un niño tranquilo y pacífico, por eso no decía nada de la avena, sólo me limitaba a comerla, no sentía gran entusiasmo por hacer enojar a esa mujer.
- No quiero más - dije apartando la cucharilla
- Ni siquiera has llegado a la mitad - respondía ella.
- Déjalo, ni siquiera tenía hambre al principio. Le das el resto más tarde. Acuéstalo otra vez y que descanse, también cámbiale el suero - ordenó el hombre, ya me estaba empezando a agradar.
- Espera – le dije - tengo ganas de orinar
- Sólo orina. Ya de por sí lo hacías dormido – farfulló burlándose de mí.
No hablaré mucho de eso, tenía algo para orinar sin mojar la cama, es todo, solo admitiré que me sentí realmente avergonzado. No solo tenía esa cosa, sino que también estaba en ropa interior, (una que no era mía además), sentí la necesidad de cubrirme por completo con la sábana y no salir nunca de allí. Me dijeron que dormí por casi dos días, y ahora pretendía volver a eso, orinar era el menor de mis problemas, después me ocuparía de ello, me sentía tan cansado. No soñé otra vez con mi familia, pero enserio los extrañaba, me preguntaba si ellos querrían a un asesino viviendo en su casa.
Me desperté cuando me pareció escuchar la voz de Ana discutiendo con la sra Catalina, ella quería pasar e imagino que Aaron y Alison también, pero la recta mujer solo les repetía que eran muchos. Al final me pareció que llegaron a un acuerdo en donde solo pasaron Aaron y Ana. Al menos estábamos los tres solos, eso porque Ana corrió a Catalina, Aaron le advertía que si seguía así no los dejarían pasar nunca más.
- ¿Ya te despertaste dormilón? – me preguntó Aaron contento de oreja a oreja
- Algo así, no me gusta dormir – respondí aún recostado, con una voz algo apagada – Por un momento casi pienso que esto es SIM - admití
- Me ocurrió lo mismo – dijo Ana – pero como casi no podía usar mis poderes ayer, creo que daba un poco lo mismo. En fin… A que no adivinas a quien encontramos - dijo Ana transportándose aún más cerca de mi cama, no logré dar la respuesta correcta, por lo que Ana me dio una muy clara pista - Un niño igual a ti, pero con ojos azules.
- ¡¿Encontraron a Armin?! - dije verdaderamente sorprendido, hasta intenté sentarme haciendo muecas de dolor. Armin estaba aquí, no siendo devorado por Jorobados fuera de los muros, ni atrapado en esas instalaciones de mala muerte - ¿Está bien?
- Él está bien, ¿tú estás bien? – inquirió preocupado ayudándome a sentar.
- Podría estar peor, pero supongo que sí. Mi fuego aún funciona - dije encendiendo una pequeña llama en uno de mis dedos - ¿Qué creen que ocurra ahora entre los humanos y los Yhorgol? - pregunté muy seriamente.
- No sé, tal vez una guerra. Los humanos nos quieren como armas - dijo Aaron susurrando, sin estar del todo seguro –, pero en nuestro mundo no creen en la guerra, así que será complicado.
Mientras Ana conversaba con nosotros, se paseaba por el cuarto, transportándose de un sitio a otro, evidentemente su poder ya funcionaba casi como siempre, hasta estaba haciendo algo que hacía de vez en cuando en casa. Metía una mano en una caja o un cajón y sacaba lo que estaba dentro sin necesidad de abrirlo antes. Como Tudy de las últimas generaciones, podía atravesar los muros, y si se concentraba lo suficiente, podía hacer que algo también atravesara los muros, aunque nunca logró lo primero con la ropa puesta, por eso la que usaba antes, era especial.
- Deja de hacer eso Ana - la regañé al fin - esos cajones seguro están cerrados con llave. ¿Cómo explicarás que sacaste todo de ahí?
- No te asustes, sólo quería ver que había dentro - respondía volviendo a meter varias cosas que no le parecieron interesantes en lo absoluto. Sólo eran vendas, inyectadoras, gasas y otras cosas que supongo eran médicas - y no hay nada importante aquí, ¿para qué lo cierran?
- Que importa, si sigues en eso no nos dejarán pasar nunca más – le decía Aaron caminando hacia su dirección.
- Por cierto, ¿qué le dijeron a esta gente sobre cómo llegamos? - pregunté, volviéndome a recostar y viendo como Ana nos ignoraba - No preguntan mucho.
- No están tan lejos... Creen que nos escapamos de algún sitio donde compran o venden niños. Por lo que veo, hay gente que compra niñas como Alison o niños como tú o no sé, es raro - comentó Aaron encogiéndose de hombros.
- No sé si eso sea una suerte, pero funciona por ahora - después vi hacia Ana, quien miraba muy fijamente una foto que había sacado de una de la gavetas - ¿Qué encontraste? Espero que lo guardes otra vez.
- Tú siempre tan aburrido Ali. Tienes que ver esto - se transportó justo a mi lado y se sentó en la cama - Mira - me acercó la foto.
Era una foto un poco vieja del orfanato, con muchos niños de todas edades, pero lo que Ana señalaba era que uno de los niños era conocido, era el que tenían en las instalaciones de SIM, el que tenía los poderes de un padre Yhorgol. Él conocía este lugar, se crio en él en algún momento de su vida, cuando aún era un niño de verdad y no sólo lo parecía. Se veía exactamente igual que antes, la única diferencia era que ahora sus ojos tenían manchas en el iris, algo que ocurría mientras los padres Yhorgol crecían. Tendría manchas hasta que sus ojos fuesen completamente negros, ellos eran casi el único tipo de Yhorgol al quienes le cambiaban los ojos de color.
- Él es un padre Yhorgol, no me lo dijo, pero me lo mostró. Aún no se ha hecho viejo - dije viendo la foto detenidamente - Me pregunto si nació aquí en el mundo de los humanos o se perdió y terminó aquí de alguna forma.
- Y eso qué importa - gruñó Ana levantándose de un brinco - Está con los humanos, si quisiera, podría hacer que ellos hicieran lo que a él le entrara en gana. No puede ser bueno
- No sabe controlar sus poderes - apunté aun viendo la foto - Si hace algo, seguro o lo matan o intentan dominarlo como con los demás, solo es precavido. Ayuda desde las sombras.
- También ayudó a Armin. Él nos lo dijo, se llama Niño, ¿no?
Asentí y seguimos hablando, cuanto me alegraba que ellos estuviesen bien. Catalina llegó a interrumpirnos. Aaron y Ana se fueron de mala gana y según Catalina, Armin y Alison no podían pasar porque dos niños por hoy ya eran suficientes visitas por un día, hecho que nos enojó un poco, pero nadie dijo nada, ellos simplemente se fueron. Ella volvió a forcejear conmigo para que me terminara la terrible e insípida avena, cosa que hice no muy contento, también me comí el pedazo de pan y bebí mucha agua, pues el sabor de la avena era terrible, realmente terrible, pero no pude negar que tenía hambre, mucha. A pesar de todo, la mujer quedó complacida conmigo, ya estaba alimentado, y me veía y sentía mejor que en la mañana. Al menos me habían dado pantalones y podía orinar normalmente, en una botella porque no podía levantarme de la cama, pero igual funcionaba. La pierna me dolía mucho para caminar, por lo que no podría hacerlo por un tiempo. Catalina me ordenó volver a dormir, sólo que ahora no quería hacerlo, sin embargo, estar recostado de lado, era lo único que no me dolía. Sin darme cuenta me dormí otra vez.
Solo tuve pesadillas, pesadillas y más pesadillas, revivía el momento en el que quemé a ese montón de humanos una y otra vez, y cada vez era peor y peor. En una se levantaron como zombis para perseguirme, en otra me devolvían mis llamas y mataban a todos los niños y en otra… solo se levantó uno, una figura chamuscada y deforme por el calor, no reconocía ni su voz metálica, ni su forma o tamaño. Me asustaba, lo único que no estaba quemado en esa figura, eran los ojos, solo estaban enrojecidos y cargados de furia. ¿Saben que me decía? "No vuelvas a tu casa, ya saben lo que hiciste, ya nadie te quiere. ¡Eres un demonio!" y empezaba a reír con una bulliciosa y atemorizante risa "¡Demonio Carmesí!" repetía. Me desperté y me sentí aliviado de saber que fue un simple sueño, pero creo que me afectó un poco, me desperté llorando. Solo me limité a quitarme las lágrimas con furia del rostro. Me volteé y me quedé viendo por la ventana para apreciar la noche, eso me hacía sentir mejor.
- ¿Qué haces? - preguntó Ana con voz increíblemente baja.
Ella no podía dormir y fue a ver que hacía yo. En cuanto me percaté que estaba allí, intenté fingir que no había estado llorando. Ya Ana me había visto llorar un par de veces desde que éramos muy pequeños, pero yo nunca la había visto llorar a ella, quizás una o dos veces, pero no más de eso.
- Veo el cielo, creo que va a llover - hice una pausa - ¿qué haces aquí? Catalina duerme en la cama de al lado, te puede oír.
- No podía dormir. Quería ver si ya estabas dormido.
- Ya no me gusta dormir. Ahora sólo tengo pesadillas – admití, siempre le contaba todo a Ana a fin de cuentas.
- ¿Sobre el día que escapamos? - preguntó ella acercándose más. Siempre adivinaba todo de mí, siempre ha sido astuta.
- Siempre vuelvo a ver esas caras quemadas – le dije conteniendo el llanto - y sé que yo lo hice. Cuando me dispararon, debí morirme no solo "tener suerte".
- No fue tu culpa - dijo mirándome fijamente a los ojos - Si no nos hubieran traído en primer lugar, nada habría pasado. Tú no estarías así, Armin no lloraría porque extraña a sus padres, esos niños no molestarían a Alison, y así. Esto sabe a mierda, detesto estar aquí - no lloraba, sólo estaba enojada, pero cuidaba no alzar su voz.
Sí, a Alison todos los niños la molestaban por su aspecto poco común. Evidentemente, jamás habían visto una niña tan clara, desde su piel hasta su cabello eran de esa forma, por ello le decían algo así como "mierda de pájaro".
- Sí, creo que tienes razón - suspiré y seguí hablando - ¿crees que mis padres me sigan queriendo después que sepan lo que hice?
- Claro - dijo muy segura con una sonrisa - la tía Arty jamás dejaría de quererte y seguro ese Firewall tampoco. Te lo aseguro, mi papá nunca dejó de decir que me quería, y eso que me metí en más líos de los que puedo contar.
Ana sería tosca, malhablada y grosera, pero era la mejor persona con la que cualquiera podría contar. Esa conversación, me hizo sentir diez veces mejor que antes o tal vez el simple hecho de estar cerca de ella me producía ese efecto. Mientras hablábamos, me percaté que nunca había visto a Ana tan bonita como ahora, tal vez era el resplandor por culpa de la brillante luna que estaba detrás de ella. Era eso, o la pérdida de sangre de hace unos días me había afectado más de lo que pensé, pensándolo bien… Debía ser cierto, Ana era una niña linda, pero… Ya olvídenlo, no seguiré con esto.