Me asusté mucho el día que a Neon le quitaron sus poderes. Él era alguien tranquilo y amable, y al igual que los otros niños, no merecía este castigo. Estaba tan pálido que pensé que desaparecería, y temblaba tanto… ni siquiera había frío, lo peor era la sangre, la escupía al toser y a veces también la vomitaba. Yo pensé que se moriría, no sabía qué hacer, sin embargo, Kite y Kike - que acababan de pasar por eso también - parecían estar más acostumbrados a tratar con esto, estaban incluso acostumbrados al dolor, la sensación y la sangre. Le repetían una y otra vez a Neon que si seguía vivo dentro de tres días se sentiría mejor. Las marcas en su espalda eran espantosas, en serio deseabas intentar aliviarlo, pero era imposible, lo único que podía hacer era verlo sufrir.
- ¿Te sientes bien? – "pregunta estúpida", pensé
- Claro – contestó sonriendo mientras se levantaba, (ambas acciones con mucha dificultad. Incluso escupió un pequeño buche de sangre en el suelo) – eso no importa. La pregunta es si tú te sientes bien – musitó palpándome la frente – estas muy tibio, ¿cuánto tiempo queda antes de que explotes?
- No le digas eso a Rojo Neon – dijo Kike también bucheando sangre y restándole importancia a su condición – aún le queda tiempo. Nos queda tiempo, es el único Firewall funcional.
- Tranquilo, en una semana seguro nos transportan. ¿Puedes aguantar? – quiso saber Neon, yo asentí, él y los otros dos Imblor también.
Bueno, ya llevaba más de una semana atrapado en este sitio el cual según había aprendido, se llamaba centro SIM o centro de sistemas de investigación militar. A cada momento se hacía más difícil contener mi temperatura. Los humanos pensaban que yo tenía fiebre, pero no era eso, sino mis llamas queriendo huir de mi cuerpo. Algunos poderes físicos, deben usarse al menos una vez al día para no representar peligro para nadie, como el mío por ejemplo. Lo que yo era ahora, no era más que una bomba ambulante a punto de explotar, intentaba relajarme lo más posible para no acabar así. Esto me hacía parecer enfermo, lo cual visto desde cierto ángulo era bueno, por eso no me habían quitado mis poderes. Pensaban que tenía algún tipo de enfermedad rara procedente de mi mundo. Justo ahora, me estaban suministrando por una intravenosa y un suero todo lo que supongo que creían que bajaba la fiebre, lo interesante es que así no es como los Firewall tenemos fiebre, al contrario, nuestra temperatura va en picada hasta alcanzar grados bajo cero. En fin, ahora me tenían en cuarentena, con un brazo atado a una camilla y con una intravenosa clavada en el otro brazo, ya ni sentía en ese brazo después de tantas agujas.
Como sea, escuché unas voces cerca. Provenían de la mujer que me dio la bienvenida el día que llegué y otra era de un niño pequeño
- ¿Margot? ¿Mañana van a transportar a los Iluminados? - preguntaba él luego de que ella lo hubiese sentado en una camilla.
- Sí, le quitamos sus habilidades a la mayoría. Ahora están débiles, unos más que otros. ¿Por qué preguntas? – Pensé en que mañana sería hora de poner en práctica el plan de Neon.
- Curiosidad, supongo ¡Coof! ¡Coof!
- Respira lentamente - musitaba poniéndole un estetoscopio es la espalda desnuda - En efecto, estás resfriado... Espera aquí, buscaré tu tratamiento, y luego te acuestas a dormir
Dicho eso, salió de allí apresurada a buscar el susodicho tratamiento. Mientras tanto, él sabía que había otro Yhorgol allí muy cerca de él – yo para ser precisos -. Movió levemente la cortina para asomarse y entonces me vio, no le presté atención. ¿Para qué?
- Te conozco, eres el del otro día – dijo el niño, asomando la cabeza.
- Ajá... - respondí secamente y sin girarme
- Sé lo que eres. Eres de los que controlan el fuego - dijo en un tono susurrante.
- Mentira - musité seriamente, sin volverme
- Como digas... No tengo mucho tiempo - decía mirando una y otra vez hacia el otro lado esperando a que la tal Margot volviera - Te mostraré algo, pero no digas nada, Ok? Así será más fácil hablar sin que nos descubran.
De repente, una voz me hablaba dentro de mi cabeza. Era la voz del niño. Me volví para verlo, pero ya no estaba asomado en el mismo sitio. Ya no lo podía ver.
"- ¿Ves? Así es más fácil... Armin se escapó, yo lo ayudé y tal vez puedas ayudarme a liberar a los otros".
- ¿Qué quieres decir? – hablé en voz alta por la impresión.
"- Shhh! No hables tonto, ¡nos van a descubrir! ¡Margot vendrá en unos minutos! Sólo piensa y yo sabré que dices"
"- ¿Qué quieres decir? ¿Armin se escapó? ¿Cómo?" - pregunté de nuevo sorprendido de que tuvieran a ese tipo de Yhorgol allí también.
"- No hay mucho tiempo de explicar. Escucha, viajarán mañana. Si llegan a su destino te van a poner con los otros, se darán cuenta de lo que eres y serás un arma o algo peor. Busca a tú hermano y a las trillizas. Mira, este es el orden como los alistarán mañana. Leí la mente de tu amigo, su plan es bueno, es bastante listo. Haz lo que te digo, y al menos una parte podrá huir. No te prometo nada, muchos van a morir y si te descubren te pondrán con los otros".
Me quedé asombrado con algo que ese niño me mostró. Vi una imagen de donde estarían situados todos los niños mañana, estaba puesta en mi mente como una calcomanía imposible de arrancar. También me mostró otras cosas, una era Armin huyendo por los muros, la otra era Aaron con... Con... ¿Garras? Y por último, un número: "23"
- ¿Qué fue eso? – mascullé en voz alta sobándome las cienes.
- No estoy del todo seguro – contestó asomándose - Ya hice esto muchas veces hoy. Estoy cansado... Y me voy a enfermar. Lo de tú hermano no sé qué es, creo que es el futuro. Cómo sea, adiós. Esto nunca pasó - y volvió a cerrar la cortina a la espera de que Margot volviera.
- Eres un padre Yhorgol... ¿Lo sabías? Nacen cada trescientos años, y viven unos quinientos a lo mucho. Por eso todavía pareces un niño – le susurré, sobándome las cienes aún.
- No te creas especial, sólo te ayudo porque me aburro y ten cuidado con tu fuego, llevas mucho tiempo sin usarlo – susurró sin siquiera volverse a verme.
- Veo que encontraste compañía Niño - intervenía Margot volviendo con una especie de jarabe.
- ¿Eso es todo? Pensé que me pondrías una aguja
- También te pondré una. Te está dando fiebre. Pero te dará sueño, despertarás muchísimo mejor mañana. Ven, vamos de nuevo a tu habitación - lo tomó en sus brazos y se alejaron.
Dentro de esa lluvia de imágenes que me mostró, vi su nombre o más bien su apodo "Niño". ¿Podía confiar en él? Ya lo descubriría mañana, no sabía si en realidad había ayudado a mi primo Wargua o solo lo dijo. Tampoco de qué lado estaba, si con nosotros o con los humanos. Él no vestía como el resto de nosotros, usaba ropa digamos normal, eso significaba que no era un prisionero como el resto, pero ¿enserio quería ayudarme? O… ¿los humanos le dijeron que me tendiera una trampa? Después de todo, el mismo dijo que estaba aburrido… Ya la verdad se revelaría mañana, después de todo, fue él quien frustró el intento de Ana.
*
- Neon... – susurré, luego que un guardia me hubiera dejado en mi cuarto.
- Volviste Rojo... Ahhh - bostezaba Neon rascándose ambos ojos para quitarse el sueño – Ya me tenías preocupado
- Tu plan... ¿Recuerdas la parte en la que no sabías donde o cómo nos acomodarían? - el Imblor asintió, sentándose en la cama - Está resuelta, al menos eso creo.
- ¿Qué intentas decir? Ni siquiera estamos seguros de en qué nos van a transportar...
- Es como un Enel, pero no vuela. Sólo rueda y está reforzado con quién sabe qué, para impedir que los monstruos los destrocen. Es enorme y...
- ¿Cómo sabes todo eso? ¿Acaso lo viste? - me interrumpió Neon muy interesado
- Dígamos que alguien me lo mostró. Un niño con ojos manchados.
- El mismo que estuvo el otro día. Si te mostró imágenes, debe ser un Padre Yhorgol con una luna no tan oscura. Tal vez... ¿Cincuenta años? Sus ojos no son negros aún. Debí haberlo sabido antes, así pedirle ayuda hubiera sido más simple.
- Ni tanto, es inteligente. Sabe qué no hacer para levantar sospechas. Si le hablas frente a los humanos, probablemente no te dirá nada, pero si están solos sí. No se te había presentado ninguna oportunidad, eso es todo.
- Supongo... Intenta dormirte, mañana es el día de la verdad. Sabremos si moriremos, huiremos o viviremos. No sabemos cuántos puedan correr, no sabemos qué tan débiles están los demás, de esas cosas no sabemos nada Alister, todo puede salir mal. Las trillizas son nuestra mejor opción, no lo olvides.
- Me las mostró también, ahora sé cómo hallarlas. Me dijo que en una oportunidad leyó tu mente y supo del plan.
- ¿Y no me mostró esas cosas? – Musitó indignado - Que Globner es ese tipo. Ahora estamos mucho mejor informados al menos. Ahora si podrás escapar.
- "Podremos" - le corregí, él estaba empeñado en que no iba a lograrlo – no pienso irme sin ustedes, yo los cuido. Si no vuelvo, dales flores a mis hermanas.
- Está bien, yo también te cuido Rojo, somos hermanos de celda, ¿no?
Ambos asentimos y nos fuimos a dormir cada uno en su cama. Teníamos miedo de mañana, a pesar de eso esperábamos poder volver a casa. Ninguno quería estar más en ese mundo desconocido. Y decir, que hace miles y miles de años, según la vieja leyenda vivíamos en el mismo mundo con los humanos, hasta que un día, todos despertaron en el mundo Yhorgol. Nadie sabía si aquel cuento era real o imaginario, lo que sí sabían era que los humanos vivían alejados de ellos, aunque ya no tanto como antes.
Al menos si yo salvaba a alguien, quería que fuese a estos tres Imblor. En nuestro mundo siempre nos enseñaban a ser buenos y proteger a los débiles.