Chereads / Drakontos [Spanish Version] / Chapter 7 - PARTE 5 – HORA DE IRSE

Chapter 7 - PARTE 5 – HORA DE IRSE

Se armó un revuelo cuando Mibreg ordenó que me tratasen con el mayor respeto posible, como alguien de la nobleza. Muchos estuvieron en desacuerdo y se mantuvieron tensos siempre que estuviera visible para ellos.

—La emperatriz desea verlo, por lo que le pido que nos acompañe, por favor —su actitud había cambiado por completo, y el ego quedó atrás.

Luego comenzó a explicarme por qué era necesario que subiera al camión de nuevo. Según entendí, estábamos en un teatro de operaciones, es decir, una zona o región donde había un conflicto armado en curso o un alto riesgo de enfrentamientos. Me explicó mientras me guiaba al camión que todos los campamentos montados alrededor eran para cumplir una misión de alto secreto.

—Nuestra misión era darle apoyo a la teniente Elora para que su infiltración y extracción fuera un éxito —abrió la puerta del camión, se subió, se sentó en el gran asiento de la derecha y continuó—. Teníamos que robar un huevo de drakonte. Sin embargo, fue una sorpresa que el huevo eclosionara y mucho más sorprendente que viniera hacia nosotros por voluntad propia, junto con nuestra teniente.

La teniente general agarró una caja de cerillos y un cigarrillo de su bolsillo de pecho y lo llevó a sus labios secos; era una fumadora habitual.

—No le molesta que fume, ¿verdad?

Moví la cabeza de derecha a izquierda.

—¿No? Pero dejaré la puerta abierta.

Volví a mover la cabeza de derecha a izquierda para que pudiera fumar; el olor a cigarrillo no creo que me cause cáncer, seguro que tengo unos pulmones enormes.

—Está bien, como quieras —guardó el cerillo y el cigarro en el bolsillo de pecho y continuó explicando, un poco molesta por no poder fumar.

¿Mover la cabeza de derecha a izquierda es un "no"? ¿Entonces mover la cabeza de arriba abajo es un "sí"? Cosas como esta me hacen darme cuenta de que estoy muy lejos de casa; lo tendré en cuenta la próxima vez. Cuando estuve dentro del camión gigante, las puertas se cerraron tras de mí.

—No quiero aburrirlo con tanta palabrería militar, pero esto es lo último que tengo que decirle. El mundo ha avanzado mucho tecnológicamente desde que usted estuvo en aquel huevo, aunque tal vez no le parezca tan cambiado debido a que aún siguen las guerras. Sin embargo, si se hubiera dado cuenta de lo que le estoy diciendo, nunca se hubiera acercado a nuestro campamento de avanzada, ya que había una barrera mágica poderosa construida por mí. Como se dio cuenta al desmayarse, esa barrera podría afectarle, y existen varios puntos por donde debemos pasar que están protegidos por una barrera inferior a la mía, pero que revelaría nuestra posición y no sabemos cómo actuaría sobre usted. Después de todo, estamos en un lugar secreto construido para contenerlo a usted.

Finalizó la conversación llevándose los dos dedos de la mano izquierda en forma de V a la boca, un claro hábito de fumador compulsivo, me daba pena no poder decirle que fumara sin cuidado. El camión se puso en marcha y pude escuchar que, desde afuera, los demás camiones siguieron nuestro ejemplo también.

—Por fin dejamos atrás este maldito lugar lleno de humanos. Más bajo no pueden haber caído, firmando con los no muertos. Solo de pensar en lo que nos espera si llegásemos a perder la guerra me enferma —comentó en voz alta.

Me gustaría poder hablar, me gustaría poder preguntar muchas cosas ahora mismo. Si hubiera una manera de comunicarme con ellos más allá de asentir o gruñir, haría mucho más llevadera mi estancia en este mundo; nunca me había sentido tan solo con tantas personas a mi alrededor. Ya estaba viendo un viaje aburrido de varias horas en completo silencio, similar al viaje anterior con Elora, si ese era su nombre. Me pregunto si estará bien, espero que no tengan que amputarle la pierna; aquella herida parecía bastante grave.

Como si Mibreg supiera lo que estaba pensando, me miró con sus grandes ojos y dijo: —Elora está bien, muchas gracias por traerla sana y salva. Ella es como una hija para mí. No te preocupes por nada, lo de antes era una actuación para la tropa. No puede ser malo alguien que salva a dos desconocidos de la muerte, más aún si uno de ellos te persigue durante varios kilómetros para asesinarte. Sin embargo, la conversación que tendrás con mi hermana sellará el destino para mal de muchas personas.

Yo solo era un arma más en una guerra en la que había sido forzado a participar. Me derrumbé sobre el suelo frío y metálico del camión y cerré los ojos esperando que llegara lo mejor, deseando despertar de esta pesadilla. Una mano áspera sobre mi cuello fue lo último que sentí antes de quedarme dormido.

El auto se había detenido en seco, por lo que pensé que ya habíamos llegado a destino. Abrí los ojos y me encontré con la puerta del camión abierta y sin Mibreg. Sin perder más tiempo, salí de aquel lugar claustrofóbico. Llegamos a un descampado donde había muchos soldados, y cuando asomé, todos voltearon a verme asustados. Los cuchicheos no se hicieron esperar.

—Así que es verdad…

—¿No vendrá con nosotros, o sí?

—Aquí no hay dónde correr si decide atacarnos.

—Que lo intente, verá de lo que estamos hechos los soldados del imperio.

Al lugar salieron a recibirme dos personas que conocía muy bien. La teniente general Mibreg, con cigarrillo en mano, y Elora, la francotiradora de la montaña, en perfecto estado y con ropa nueva.

—Estás despierto, no quise despertarte, parecías estar bastante cansado. No te culpo, la verdad. Yo también pegué una pequeña cabeceada mientras viajábamos.

Estoy seguro de que solo tenía en mente una cosa: salir a fumar tanto que se olvidó de mí por completo. Por otro lado, lo que más me llamó la atención fue la perfecta salud de Elora, que solo se podía explicar con la palabra "magia". De otra manera, en un campo de batalla, aquella pierna derecha habría terminado cortada en el mejor de los casos y muerta en el peor.

Los soldados actuaron como siempre, a pesar de haber recibido la orden de Mibreg de tratarme con el mayor respeto. No los culpo; la verdad es que yo hubiera hecho lo mismo. Sin embargo, a Mibreg y Elora parecía no importarles mi presencia, lo cual era agradable, hasta cierto punto, ya que, mientras no pudiera comunicarme con ellos, todo seguiría sintiéndose anormal.

—Muchas gracias por haberme rescatado —dijo, colocando las manos sobre la rodilla y realizando una ligera sentadilla—. Si no fuera por ti, ni siquiera podría realizar este saludo de cortesía.

¿Eso fue un saludo de cortesía? Pensé que solo estaba viendo cómo eran los resultados de su operación. En fin, me alegró que te encuentres bien, me hubiera gustado decir. El silencio era algo que traté de mantener, no quería asustar aún más a los presentes con gruñidos. Era difícil mantenerme en silencio, ya que yo solía ser bastante hablador y muchas veces replicaba inconscientemente lo que me decían las chicas. Por lo tanto, más de uno se habrá asustado.

Un avión enorme llegó al descampado y luego otro. Ambos aterrizaron sin problemas. La cara de los presentes se iluminó de alegría y, por un momento, parecía que no estaban pendientes de mi presencia. La enorme puerta se abrió y varios soldados comenzaron a abordarlos. Al menos una centena de soldados lo abordaron, y pronto las puertas se cerraron tras de sí. Quedábamos pocos en el descampado. Cinco camiones quedaron a la deriva. El mío era el más grande de todos; lo demás fácilmente podían albergar entre 20 y 30 soldados en su interior, pero donde yo viajé fácilmente alcanzaban los 50 o 60 soldados.

—Esta es la peor parte de ser oficial, siempre tenemos que abandonar la zona al último —dijo la teniente general mientras le daba una calada profunda a su tercer cigarrillo.

Si lo que decía era cierto, en el descampado, las diez personas que quedaban eran todos oficiales o suboficiales. Sin embargo, solo uno de ellos parecía bastante inconforme con la situación, un hombre de bigote de morsa y cabello gris oscuro que no paraba de echarme miradas de odio.

Cuando los cinco camiones fueron cargados, todos comenzaron a transformarse. Repentinamente, los vehículos se convirtieron en cajas de gran tamaño, infinitamente más pequeñas que un camión. La caja más voluminosa correspondía a la de mi camión. ¿Era así como transportaban las cosas en este mundo? En el centro de operaciones anterior, las estructuras estaban bien construidas y parecían formar una base sólida y llamativa a pesar de haber sido erigida cerca del enemigo. Esta combinación de tecnología y magia podía ofrecer resultados prácticos. ¿Sería posible que cada soldado transportara una parte de la base en las cajas que llevaban en la espalda a modo de mochilas?

En el interior del avión, un hombre se encargó de asegurar las cajas con cables y luego nos dio el visto bueno para abordar. Cuando nuestros ojos se cruzaron, apartó la mirada de inmediato y se alejó visiblemente perturbado.

—Novatos. ¿Subimos o qué? —dijo finalmente Mibreg.

Comenzamos a caminar hacia el enorme pájaro de metal. Era irónico ser llevado en un avión, siendo que podía volar. Sin embargo, no me quejé y caminé por la enorme rampa de metal, siempre manteniendo las distancias de los demás. No obstante, no fui el último en abordar.

—Como dije antes, los oficiales de mayor rango son los últimos en dejar el campo de batalla. De hecho, debería degradarlos por haberse subido antes que usted —dijo en broma desde abajo mientras me levantaba la mano.

Cuando finalmente estaba en el interior del avión, bastante vacío, a excepción de algunos cables y otras cajas que no eran camiones, Mibreg subió la rampa y se unió a los demás oficiales. Yo me quedé mirando cómo se cerraba lentamente la compuerta por la que había subido, con bastante miedo por el futuro incierto que me aguardaba.

El avión empezó a despegarse del suelo y, por primera vez, no tuve miedo de volar. Desde pequeño, y no tan pequeño, la sola idea de imaginarme a bordo de uno de estos gigantes de hierro me aterraba. Sin embargo, ahora no podía más que sentirme bastante decepcionado con la experiencia; comencé a fantasear con volar yo mismo detrás del avión.

Elora se acercó a mí y posó su mano sobre mi lomo para llamar mi atención, como si fuera su mejor amigo deprimido, comenzó a acariciarme la espalda suavemente.

—No te preocupes —me dijo y continuó—. Sé que quieres salir y volar, pero estos aviones prototipo fueron fabricados para esta misión, son invisibles, recuerda, aún estamos en territorio enemigo.

Volteé a ver a Elora y me dedicó una sonrisa cálida.

—Elora, señor Drakonte, por favor vengan aquí un momento. Necesito discutir muchas cosas con ustedes, sobre todo contigo —me señaló a mí y agregó—. Antes de que nos encontremos con la Emperatriz.