Chereads / Drakontos [Spanish Version] / Chapter 5 - PARTE 3 – LA PERSECUCIÓN

Chapter 5 - PARTE 3 – LA PERSECUCIÓN

La pequeña mujer estaba durmiendo con una mueca de dolor en el rostro, pero no había mucho que pudiera hacer por ella. Observando nuestra diferencia de estatura, mi mente se llenó de interrogantes. ¿Qué hacía yo aquí? Lo último que recordaba era estar bajo los escombros. ¿Habría cumplido aquel meteorito mi deseo? ¿Era esta la realidad que realmente deseaba? Siempre había escuchado en las películas a las personas pedir deseos a las estrellas fugaces, pero eso era en relación a los cometas, no a los meteoritos. Aun así, me sentía agradecido por estar ileso después de aquel derrumbe y los disparos. Sin embargo, no podía dejar de pensar en aquellas personas que sufrieron el mismo destino que yo. ¿Habrían renacido en diferentes animales como yo?

Sin embargo, aún no habíamos escapado por completo del peligro. Todavía nos encontrábamos en territorio enemigo, y en cualquier momento podrían aparecer y capturarnos. Con precaución, me incorporé y asomé la cabeza por encima de la cumbre para verificar si nos estaban siguiendo. Los soldados, antes dispersos, ahora se habían agrupado y avanzaban en nuestra dirección. En el horizonte, incluso podía divisar la llegada de numerosos vehículos de guerra.

Me acerqué nuevamente a la mujer inconsciente y la desperté con un suave toque de mi nariz. La mujer reaccionó al instante y empuñó su rifle, pero al verme, lo bajó. Incliné la cabeza hacia la cumbre, y ella siguió mi mirada, asomándose para observar.

—Gracias por despertarme, pero no creo poder hacer mucho más. Estoy sin energía mágica, además de estar muy herida para huir de aquí.

Me agaché y le indiqué con mi cabeza que se podía subir a mi lomo. La mujer asintió con la cabeza y comenzó a trepar por mis alas que había estirado como una escalera para que le fuera más fácil subirse. No podía dejarla, no después de todo lo que había hecho por mí.

—¿Puedo sugerir un lugar? —me preguntó la mujer sobre mi espalda.

La dejé guiar el camino.

—Hay un campamento de avanzada aliado, pero hay que atravesar el bosque. Es nuestro único contacto con la central de operaciones.

No entendí nada de lo que dijo, pero al parecer es nuestra única ruta de escape, por lo que no me importó mucho saber a qué se refería. Tan solo tenía que sobrevolar el enorme bosque, y la libertad sería nuestra.

Tomé altura, lo que ahora me fue mucho más fácil, y comencé a acercarme al bosque. Un silbato sonó, y los disparos comenzaron. El factor sigilo se había roto, y ahora tenía que apresurarme. El mayor de mis problemas eran los tiradores verdes que ahora eran muchos más, y esta vez apuntaban a matarme. Por las llanuras podía ver una especie de tanque apuntando en mi dirección. La cosa se había puesto fea en un abrir y cerrar de ojos.

Aceleré el paso, o las alas, y comencé a sobrevolar los árboles. Aquí no podrían seguirnos, ya que los árboles entorpecerían a los caballos y vehículos, por lo que la persecución tendría que ser a pie, y yo era más rápido que ellos.

—¡Todavía tenemos que sobrevolar una base enemiga!

Por desgracia, le había entendido. Si era nuestro único camino, tendría que ascender lo suficiente como para que le fuera más complicado darnos con cualquier proyectil. Pero tenía dos problemas. Primero, no sabía volar muy bien. Segundo, la mujer moriría por falta de oxígeno o congelada, y yo no estaba muy seguro de si podría aguantarlo mejor que ella.

—¡Lo único que nos queda es ascender lo suficiente como para dificultar a la artillería aérea y, si tenemos suerte, a los aviones enemigos!

Realmente lo dijo. Mis miedos estaban incrementando. El bosque ya casi se acababa, y por delante había otra llanura en donde se encontraba una enorme fortaleza.

—¡Ojalá pudiéramos rodearla, pero es el camino más corto y, además, puede que tengamos el factor sorpresa!

No hacía falta que me gritara para oírla muy bien, ya que yo tenía buen oído. Pero cómo le digo yo eso sin rugirle. Además, estaba en lo cierto. Si no nos dábamos prisa, podría llegar a morir por esa herida. Sin embargo, tener que sobrevolar territorio enemigo… podría matarnos a ambos.

La fortaleza estaba cada vez más cerca, y no se veía nada sospechoso; parecía abandonada. De repente, unos cuantos misiles salieron disparados hacia nosotros. El factor sorpresa también lo habíamos perdido.

—¡Elévate, no te alcanzarán, yo aguantaré la respiración!

Espero que no nos desmayemos o congelemos ahí arriba. Me elevé lo más alto que pude, y los misiles comenzaron a caer a tierra. Volteé la cabeza para ver a la joven y, por fortuna, aún se encontraba aferrándose a mi cuello.

La base era gigantesca, pero no más larga que el bosque, por lo que pronto la habríamos sobrevolado. Por favor, resiste un poco más. La situación se había vuelto peor, ahora que unos cuantos aviones se habían unido a la persecución. Además, las balas desde abajo no paraban de golpear mi armadura de escamas. Y, para desgracia aún mayor, los disparos de los aviones eran verdes.

Cuando nos alejamos de la base, descendí lo más rápido que me fue posible. La mujer estaba bien, por el momento, ya que había aguantado bien la respiración, pero ahora había un problema aún mayor. Los aviones no paraban de pisarnos los talones.

—¡Ahora tienes que hacer lo contrario!

Tiene razón. A esa velocidad, esquivar estructuras naturales como árboles y montañas debe ser imposible. Comencé a descender cada vez más, pegado a la cordillera de montañas. Muchos pilotos habían abandonado la persecución, salvo por uno que aún no se resignaba.

—¡Tenemos que perderlo de vista! ¡No puede saber dónde nos escondemos!

El avión comenzó a disparar de nuevo, y casi se cayó la joven sobre mi espalda debido a las maniobras de esquive. Aquél piloto era muy bueno, ya que no paraba de hacer piruetas y maniobras arriesgadas para esquivar todo lo que se le pusiera en el camino. Lo único que se me ocurría era detenerme de golpe y descender al pequeño bosque de abajo, pero si lo hacía, la mujer podría salir disparada, ya que iba volando tan rápido que sería propulsada. Bajar la velocidad no era una opción, ya que seríamos el blanco perfecto del avión enemigo y, viendo lo bueno que era piloteando, no me quería imaginar lo que sería disparando.

—¡Tienes que acercarte al avión! ¡Es nuestra única opción!

Convertirnos en los cazadores puede servirnos en este momento. No solo le complicaríamos la puntería, sino que además lo haríamos… está bajando la velocidad.

—¿¡Se está rindiendo!?

El avión dejó de perseguirnos y solo se limitó a vernos marcharnos. Puede que solo quiera seguirnos a la distancia para ver adónde nos ocultamos y comunicárselo a la base. No puedo permitirlo.

—¡Tiene pensado seguirnos! ¡Tenemos que perderlo de vista!

Bajé lo suficiente como para sentir los árboles sobre mi vientre grisáceo oscuro. Tenía un plan.

—¡Lo que estás haciendo es arriesgado!

Mientras sobrevolaba los árboles, empecé a incendiar cada uno como si poseyera un lanzallamas. Pronto, el bosque se envolvió en llamas y el humo se elevaba hacia el sol emergente. ¿Acaso había escupido fuego? Sin embargo, no era momento para sorprenderse; debía actuar con rapidez antes de que la situación empeorara.

—Solo tenemos que permanecer adentro, hasta que nos pierda de vista.

Hasta que eso sucediera, ella estaría muerta al igual que yo por la falta de oxígeno. Tenía que actuar, y tenía que hacerlo ahora. Y yo sabía lo que tenía que hacer a continuación. Aprovechando la buena visión que tenía, localicé al avión y volé hacia su dirección lo más rápido que pude. El factor sorpresa había funcionado, pero el piloto era de buenos reflejos y pudo esquivarme. No del todo, ya que, con mi enorme cola, había impactado uno de los alerones, y solo era cuestión de tiempo para que cayera en picada.

Me preocupé por la seguridad del piloto. Esto no es un juego; hay una persona en su interior, y yo había matado a una persona… ¡espera un momento!

—¡Bien hecho! —gritó la mujer en paracaídas—. ¡Me has vencido!

La mujer piloto se había salvado. No era un asesino, pero pronto lo sería si no la ayudaba, ya que caería sobre el bosque en llamas y moriría carbonizada. Me acerqué volando hacía ella y agarré su paracaídas con los dientes.

—¡No estarás pensando en salvarla! —gritó la mujer sobre mi lomo.

—¡No estarás planeando comerme! —vociferó la mujer piloto.

Con el paracaídas en los dientes, me alejé de aquel bosque en llamas y descendí hasta una llanura segura, donde dejé a la mujer piloto en tierra firme. Luego me alejé volando.

—Supongo que es mentira lo que se decía sobre que ellos eran criaturas malvadas —murmuró la mujer sobre mi espalda. Hubo un breve silencio antes de que continuara—. Hoy salvaste a dos personas, y yo maté a unas cuantas. ¿Seré yo la malvada?

Con mucha suerte y un poco de ingenio, la persecución llegó a su fin sin ninguna baja, al menos de mi parte. Aunque mi vena desconfiada no pudo evitar cuestionar si el destino al que nos dirigíamos era mejor o peor que el del que escapamos.