Chereads / Drakontos [Spanish Version] / Chapter 2 - Capítulo 1 - Segunda oportunidad

Chapter 2 - Capítulo 1 - Segunda oportunidad

Recuerdo claramente el día en que me dirigía al aula 3 para el examen final de Teoría del Método en la Facultad de Humanidades de mi universidad. De repente, todo se tornó caótico cuando la tierra comenzó a sacudirse de forma violenta. El suelo se abrió bajo mis pies, las paredes se estremecieron y los estudiantes a mi alrededor estallaron en gritos de pánico. En medio de la confusión, me quedé paralizado, sin saber qué hacer. 

Sucedió en un momento, luego del temblor las paredes del segundo piso cedieron ante la fuerza del terremoto y se desplomaron sobre nosotros. De repente, los gritos se extinguieron, y quedé sumido en la oscuridad, sepultado bajo los escombros.

Mi cuerpo estaba completamente destruido, nunca había sentido tanto dolor en mi vida como en aquel momento. Mis pulmones estaban perforados, y no podía evitar toser sangre constantemente. Mi brazo izquierdo había desaparecido por completo, al igual que mis piernas. Sabía que mi tiempo estaba contado, solo unos minutos separaban mi vida de su inevitable final.

El temblor había destrozado de un solo golpe todos mis sueños, y ahora me encontraba al borde de la muerte, como la mayoría de los estudiantes presentes en este lugar, si es que no perecieron al momento. Sin embargo, de alguna manera, la suerte estaba del lado de algunos, ya que no éramos tantos los presentes debido a que estábamos en plenos días de exámenes finales. Cómo lamento no haber aprobado esa maldita materia varios meses atrás; mi tendencia a procrastinar me había llevado a este fatídico desenlace.

Poco a poco, sentía cómo la vida se desvanecía en mí, y el miedo se apoderaba de mis pensamientos. Con mano temblorosa, alcé la mirada en busca de algo que sabía que no encontraría, una salida. En cambio, mis dedos hallaron lo que había prolongado mi sufrimiento. Era un meteorito que se había estrellado en la Tierra hace millones de años, pero que había sido descubierto apenas hace cincuenta años. Paradójicamente, este meteorito, que se exhibía en la entrada de la Facultad de Humanidades, había actuado como un escudo protector al detener la mayoría de los escombros que amenazaban con aplastarme el cráneo. Este fragmento de roca espacial, que ahora se alzaba como un testigo mudo de mi agonía, me ofrecía un breve respiro para la reflexión antes de enfrentar el destino fatídico que me aguardaba, la muerte.

Mi mano recorrió la superficie rugosa e irregular del meteorito. La textura de la roca era tan fría que me hacía preguntarme de qué mineral se componía, aunque en realidad, nunca me había importado. Durante mis primeros años en la universidad, siempre lo había utilizado como una especie de punto de referencia para ubicar las aulas a las que debía asistir. Sin embargo, con el tiempo, perdí interés en él, y dejé de prestarle atención.

Mientras pasaba la mano por la figura rocosa, las lágrimas comenzaron a recorrer mis mejillas provocando un dolor más agudo que cualquier hueso roto o órgano dañado. De hecho, en ese momento, mi capacidad de sentir cualquier otra parte de mi cuerpo había desaparecido por completo, quedando solo la percepción de mis mejillas empapadas. Me asaltó la idea de que ya debería haber perecido hace mucho tiempo en medio de ese caos. El anhelo de un milagro o de un rescate se aferraba a mí, como una pequeña luz de esperanza en medio de la oscuridad abrumadora.

En mi interior, un ruego silencioso buscaba que, si no conseguía sobrevivir a esta situación, quería que al menos mis seres queridos pudieran oírme una última vez. Deseaba pedir perdón a mi padre por nuestra pelea de la mañana, a mi madre por el incidente con sus gafas cuando era niño y a mi hermano por haber arrojado sus juguetes al inodoro de pequeños. 

No obstante, siempre fui alguien que nunca creyó en deidades ni en sucesos milagrosos, pero en ese momento, parecía como si se me estuviera presentando una última oportunidad para aferrarme a la creencia en algo más allá de lo tangible, y yo la estaba desaprovechando al enredarme en pensamientos del pasado y en deseos inalcanzables. Sin embargo, a pesar de mi escepticismo, anhelé con fervor la posibilidad de una segunda oportunidad.

El meteorito comenzó a irradiar tal intensidad de luz que me devolvió a la realidad en la que me encontraba. De hecho, de no ser por la sangre que me cubría los ojos, habría quedado cegado. Apenas pude vislumbrar su fulgor a través de mis párpados cerrados. 

No cabía duda de que se trataba del meteorito; no había nada más a mi alrededor que escombros. Los ángeles no eran reales, el cielo no era más que una ilusión, y los equipos de rescate no podían ser tan veloces. ¿Acaso me encontraba en el umbral de la muerte?

(No, aún no estás muerto.) 

Una voz resonó en mi mente.

(Te concederé eso que más anhelas.)

La misma voz profunda volvió a llenar mis pensamientos.

(Tu deseo se hará realidad)

El meteorito se desvaneció y la estructura entera colapsó.

.…