El sol comenzaba su lento descenso en el horizonte cuando Gareth divisó a sus mejores amigos en la distancia. La alegría se reflejó en su rostro y no pudo resistir saludarlos.
-¡Hola! ¿Cómo están?
En el grupo se encontró a Alex, envuelto en un misterio intrigante. Su padre comerciante le había inculcado ese oficio, motivo de risas y charlas con Gareth.
—Aquí urdiendo estrategias para la prueba mágica —respondió Alex con su acostumbrada serenidad.
Sarah, la hija del señor feudal, también estaba presente. Pese a su personaje tsundere, había mostrado interés en Gareth.
—Oh, hola —dijo cortante—. ¿Y bien, de dónde vienes?
—De una colina, tomando una siesta —respondió Gareth.
Alex Bromeó:
—Pero calma, el muchacho se ve asustado, jajaja.
Sarah ignoró a Alex y le preguntó directamente a Gareth:
—¿Planeas hacer el examen o seguir con tu sueño de ser comerciante?
—¡Oh, no te preocupes! —intervino Alex—. ¡Gareth y yo seremos exitosos!
—Debes enfocarte en la magia. Es tu deber ciudadano —replicó Sarah con firmeza.
Luego, en voz baja, añadió:
—Así mi padre te aceptará...
Ante la actitud de Sarah, Alex y Gareth intercambiaron miradas de confusión.
— ¿Eh? —dijeron al unísono.
Sara, enfurecida, exclamó:
—¡Cállense!
Gareth tomó un momento para responder con seriedad:
—Agradezco tu preocupación, pero ser comerciante es mi deseo. Siento que es mi vocación.
Alex sugiere:
—Después de los exámenes, hagamos un viaje para aprender del comercio con mi padre.
Gareth se mostró entusiasmado.
—¡Excelente idea!
Sara respondió:
—Supongo que no puedo detenerte. Suerte, Gareth.
Alex propuso trazar una estrategia, pero al darse cuenta que rendirían la prueba en diferentes ciudades, dejó escapar un suspiro.
—Nuestros aviones se complicaron —dijo—. Pero estoy seguro de que les irá bien. ¡Tenemos la amistad de nuestro lado!
Gareth y Sarah asintieron, agradecidos por su optimismo. Aunque separados, su amistad los mantendría unidos.
Mientras caminaban, Gareth mencionó el extraño sueño que tuvo antes de encontrarlos. Los detalles se le escapaban como humo entre los dedos.
Alex soltó una risa burlona:
—Vaya, parece que tuviste una tarde agitada.
Luego, pícaramente agregó:
—Hablando de eso, ¿recuerdas nuestra charla sobre ese lugar especial?
Al principio Sarah no captó la insinuación, pero cuando notó el sonrojo de Gareth y la risa nerviosa de Alex, comprendió.
—¡No sean desagradables! —les grito enfadada.
Gareth se sintió incómodo con la broma, pero río con nerviosismo.
El ambiente se distendió y siguió bromeando y riendo
Mientras caminaban, Sarah notó la mirada distraída de Gareth y se acercó preocupada. Sus ojos verdes reflejaban inquietud por su amigo.
—No te inquietes tanto por los sueños —dijo—. Si necesitas hablar, puedes contarme.
Tranquilizado, Gareth le agradeció con una sonrisa.
Después de esa charla Alex se despidió y se retiró a su casa, Gareth y Sarah quedaron solos, al principio hubo tensión. pero la tarde tranquila y el paisaje pintoresco parecían suavizar la tensión. Poco a poco, el ambiente se volvió más relajado, y Sarah decidió abordar otro tema..
—Oye, Gareth... —preguntó Sarah, tímida— ¿alguna vez te has sentido atraído por alguien?
Él parpadeó, sorprendido.
—Bueno, nunca realmente he tenido tiempo para pensar en relaciones románticas—
—Mi mente siempre ha estado ocupada con mis planes para el futuro, convertirme en un comerciante exitoso y ayudar a mi familia. Además, nunca he conocido a alguien que realmente me hiciera sentir de esa manera.
Sarah susurró y murmuró: —Siempre tan despistado.
—Tienes razón, la vida puede ser bastante complicada. A veces, simplemente no encontramos a la persona adecuada en el momento adecuado. Pero estoy seguro de que, cuando llegue el momento, encontrarás a alguien especial que haga latir tu corazón más rápido.
Gareth suena ante las palabras de aliento de su amiga.
—Gracias, Sarah. Tú siempre tienes una forma de animarme y hacer que las cosas parezcan más sencillas.
—¡Eso es lo que los amigos hacen, después de todo!
—Si alguna vez necesitas consejo, búscame —ofreció.
Gareth le agradeció con una sonrisa.
—Gracias, Sara. Eres una gran amiga.
Ella sonrió, con los ojos entrecerrados y la boca entreabierta.
—No te acostumbres, idiota
Gareth acompañó a Sarah hasta su casa, donde se despidieron con una sonrisa
—Gracias por caminar conmigo, pasar tiempo contigo es agradable.
—Lo mismo digo, Gareth. No dudes en buscarme si necesitas hablar—Ella asintió .
Tras un gesto de despedida, Sarah entró a su hogar. Gareth siguió su camino pensando en la tarde con sus amigos. A pesar de los extraños sueños y charlas, se sentía afortunado de tener amistades tan leales como Alex y Sarah. La idea de enfrentar el futuro ya no le parecía tan abrumadora. Con una nueva sensación de confianza, se preparó para afrontar el mañana.