En las altas horas de la noche. Dentro de una de las salas del palacio real, se podía ver a un hombre que estaba parado en el centro de la sala, observando cuidadosamente el trono que estaba frente a él.
"Vengan a mí"
Cuatro figuras aparecieron ante mí. Vestían un traje negro que cubría todo su cuerpo. Cada uno traía puesta una máscara negra que impedía que pudieran ser reconocidos. Estos eran mi escuadrón oculto, denominado "La sombra del rey". Los cuatro se postraron en reverencia mientras pronunciaban su saludo habitual.
"Su orden mi rey".
Una sonrisa se formó el mi rostro al verlos postrados ante mí.
"Verificaste que se cumpliera mi pedido" - pregunte con tono serio tratando de que mi ansiedad no se reflejara.
"Sí, mi rey. Derek y sus muchachos cumplieron su pedido. La casa fue incendiada. Estuvimos observando desde la distancia por un tiempo en busca de posibles sobrevivientes, pero no encontramos a ninguno. Podemos decir con seguridad que fue un éxito" – dijo una de las cuatro figuras con voz seria.
'Jaja jajaja así que al final no eran la gran cosa. Sabía que los rumores eran exagerados. Jajaja creo que debo agradecerte hijo hace mucho tiempo que deseaba deshacerme de esta familia sin estatus y tu deseo de tener a esa perrita plebeya me dio la excusa perfecta para eliminarlos'.
No podía pedir mejores noticias. Sentí que mis preocupaciones eran innecesarias. Me sentía atado debido al respeto que debía tenerle a esta familia. Estaba cansado de escuchar elogios a estos plebeyos y me enfurecía más escuchar a los nobles, decir sus hazañas como si fueran grandes héroes. Ahora que he demostrado que no eran la gran cosa, nadie creerá esas estúpidas historias.
"¡¡Huaa jajaja!!, ¡¡huaa jajaja!!"
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El amanecer estaba por llegar. Estábamos parados frente a las puertas del palacio real. Una docena de cadáveres mutilados se encontraban esparcidos a nuestros pies. Apreté mi arma con determinación. Mi corazón estaba acelerado. Había llega el momento de vengarnos y nadie iba a detenernos.
Dirigí mi mirada hacia mi familia quienes estaban a mis espaldas. Cada uno sostenía su arma con fuerza. Jefferson sostenía una espada con un mango dorado. Felicia traía una pequeña ballesta que se ajustaba perfectamente con su Arte de Qí y finalmente Louisa quien sostenía un par de dagas con un mago azul.
Después de observarlos detenidamente, no pude encontrar ninguna pisca de duda en su rostro. Baje mi mirada y observe el par de hoces que sostenía en mis manos, ambas estaban empapadas de sangre, habían permanecido dormidas durante mucho tiempo y hoy finalmente habían despertado para segar la vida de mis enemigos.
"Felicia, tú te encargarás del príncipe."
Mi tono era serio mientras observaba su expresión. Ella estaba muy serena, incluso cuando sabía que mataría a una persona por primera vez.
"Jefferson, asesina a todos los sirvientes del rey. No quiero que muestres misericordia".
Me volteé hacia Jefferson, quien tenía una mirada asesina en su rostro, sabía que no iba a dudar en matar a cualquiera que se le cruzara.
"Louise, tú vendrás conmigo. Te encargarás de sacar al rey de la habitación, mientras yo me encargo de su sombra"— dije finalmente concluyendo con nuestros preparativos.
Mi esposa simplemente sonrió en señal de aprobación.
Camine hacia la puerta del palacio y la empuje con fuerza, provocando que se abrieran de golpe mientras pronunciaba una última palabra.
"Comencemos"
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En una de las habitaciones del palacio, un joven se encontraba desnudo teniendo relaciones sexuales con dos jóvenes.
Este joven era el príncipe heredero del reino y estas jóvenes eran sus concubinas.
El príncipe estaba sumido en sus depravaciones, pero sus acciones se vieron interrumpidas por el sonido de una puerta que se abría de golpe. Su mirada se dirigió hacia una joven de quince años que ingresaba a su habitación con una pequeña ballesta en sus manos.
"Supe que me querías en tu cama príncipe, así que he venido a ti para cumplir tu deseo, espero que no sea un mal momento" – dijo Felicia tapando su boca, actuando como si estuviera sorprendida.
Cuando el príncipe miro a la joven con la ballesta, se alarmó de inmediato y trato de correr al lugar donde había colocado su arma, pero sus pasos se detuvieron cuando una fecha se clavó en su rodilla, haciéndolo caer al suelo.
"¡¡¡AAARRRGG!!!".
El príncipe grito de dolor mientras se tomaba la pierna con lágrimas en los ojos.
"¡Auch! Eso debió doler" —dijo Felicia con rostro sonriente apuntándolo aún con la ballesta.
Dirigió su mirada a las dos jóvenes de la habitación. Una idea vino a su mente provocando que su sonrisa se ensanchara aún más.
"Ustedes dos" – dijo Felicia señalando con su dedo índice a las dos jóvenes "Quiero que lo amarren a la cama" - ordeno con tono serio.
Las jóvenes se sobresaltaron ante sus palabras, pero decidieron cumplir con su orden. El miedo se había apoderado de ellas al ver la brutalidad de Felicia. Tomaron al príncipe de manos y pies mientras este luchaba por soltarse de su agarre.
Cuando el príncipe fue amarrado. Felicia apuntó su ballesta a las dos jóvenes, quienes abrieron mucho sus ojos con incredulidad, no esperaban que ella las intentara matar después de cumplir su orden. Felicia disparó sin piedad hacia ellas, matándolas en el acto.
"No merecen vivir" – dijo Felicia caminando hacia el príncipe con una expresión de asco en su rostro.
Cuando llego frente a él sonrío una vez más con una expresión renovada.
"Espero no decepcionarte, ya que esta será mi primera vez" – dijo Felicia en tono burlón.
Cualquiera que escuchara sus palabras se emocionaría ante la idea de acostarse con ella, pero al ver su ballesta apuntando al miembro inferior del príncipe haría que cualquier persona gritara de pánico.
El príncipe grito con fuerzas en busca de auxilio, pero fue en vano nadie llego para ayudarlo.
Felicia comenzó a disparar sus flechas mientras los gritos del príncipe se intensificaban hasta que su voz se volvió áspera. La cama se había vuelto un desastre, había sangre, orines y excremento. Dejando en evidencia el nivel de tortura que había sufrido.
"Espero haberte dejado satisfecho, mi príncipe" – dijo Felicia clavando una flecha en su frente y matándolo en el acto.
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En otra habitación se podía ver a una figura sentada muy cómoda en uno de los sillones. En sus piernas estaba apoyada una espada, mientras que con su mano derecha limpiaba la sangre que se había adherido a ella.
Esta figura era Jefferson quien acababa de terminar con su tarea. Una docena de cadáveres con las cabezas separadas se podían ver regados por todo el cuarto. Él los había asesinado a todos brutalmente, sin importar su edad o género. No había tenido piedad de ninguno cumpliendo así la orden de su padre.
Sus movimientos se vieron detenidos cuando escucho las súplicas que salían de uno de los cuartos del pasillo. Esta era la súplica de un joven que lloraba como si estuviera recibiendo el peor tormento que pudiera existir.
"Veo que te estás divirtiendo Felicia" – dijo Jefferson terminando de limpiar su espada y envainándola nuevamente.
Minutos después, las súplicas cesaron.
Jefferson se puso de pie y salió de la habitación dirigiéndose hacia donde estaba su hermana.
Cuando llego a la habitación y abrió la puerta, lo primero que noto fue a su hermana que se limpiaba las gotas de sangre de su vestido. En la cama de la habitación se podía ver al príncipe con muchas flechas clavadas en su región inferior.
Jefferson observó el estado del príncipe y solo suspiro con impotencia.
'Tú mismo te lo buscaste cerdo de mierda' – dijo él en su mente.
Se dirigió a su hermana y coloco su mano en su hombro mientras ella se giraba para verlo.
"Hay que volver" – dijo Jefferson dándose la vuelta para salir una vez más.
Felicia dirigió una última mirada al cadáver del príncipe antes de abandonar la habitación y seguir a su hermano.
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En la habitación real, el Rey estaba en estado de shock mientras veía el cadáver desollado de su esposa. Su unidad elite había sido dominada por completo, dos de ellos habían muerto y los dos que quedaban estaban en muy mal estado.
"Llévate al rey".
Ordene a mi esposa mientras me acercaba a los últimos dos miembros de la unidad de las sombras.
Mi esposa caminó hacia el rey y le dio un puñetazo en la boca provocando que la sangre salpicara la cama.
"Creíste que nos habías matado cerdo" – dijo mi esposa mientras lo tomaba por el cuello y lo arrastraba por el piso sacándolo de la habitación.
Las dos elites de las sombras quisieron intervenir, pero me interpuse y los golpeé en el estómago, provocando que cayeran de rodillas tosiendo erráticamente.
Cuando mi esposa salió de la habitación con el rey en su mano, me senté en el sofá que estaba a mi lado. Observe detenidamente a las dos personas que estaban de rodillas y a los dos cadáveres sin vida.
"Ustedes cuatro eran los que estaban observando mi casa mientras era incendiada, ¿verdad?".
Los dos se sobresaltaron ante mis palabras. Podía notar la incredulidad y el asombro en sus rostros.
"Me subestimaron demasiado y es por eso que hoy murieron bajo mi mano" – dije con voz sombría.
Mis palabras fueron seguidas por mis hoces, quienes rebanaron sus cabezas al instante.
'Solo quedas tu cerdo' – dije en mi mente mientras salía de la habitación.
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En la sala del trono el rey estaba de rodillas. Las lágrimas salían de sus ojos sin control alguno. La mujer que tenía delante lo había estado cortando continuamente desde que llego a la sala, causando que la sangre se empezara a esparcir por todo el lugar. No había podido ofrecer resistencia. Su batalla con Franklin había dejado agotado el poder de su Arte y esta mujer tampoco era débil. Ella lo había sometido con facilidad.
Minutos después, las puertas se abrieron revelando a tres figuras que ingresaban a la sala. Los tres traían expresiones despreocupadas como si sus acciones no fueran gran cosa.
"Yo siempre pago con la misma moneda" – dijo Franklin mientras se agachaba para verlo a los ojos "Atacaste a mi familia y yo a la tuya. La diferencia entre tus acciones y las mías; es que tú quisiste matarnos y no pudiste, pero nosotros te atacamos con el deseo de erradicarte y lo hemos conseguido"— concluyo Franklin con sus palabras.
El rey estaba temblando. Finalmente, entendió por qué respetaban tanto a estada familia. Lastimosamente, ya era demasiado tarde para él.
"Louise, encárgate de él. Ya perdí el deseo de torturarlo. Es todo tuyo" – dijo Franklin sentándose en el trono del rey.
Louise sonrió y comenzó a cortar al rey parte por parte.
Durante varios minutos se escucharon gritos despavoridos de dolor, hasta que la sala se quedó en silencio anunciando su muerte.
"Culpa tu estupidez por meterte con mi familia" – dijo Louise sacando la daga que había clavado en la frente del rey.
Las cuatro personas dieron suspiros cansados. Habían derramado mucha sangre.
Durante su paso por la ciudad habían asesinado a las personas que habían incendiado su casa y con la muerte de la familia real su venganza estaba completa.
Al día siguiente, Franklin solícito una audiencia en él impero. Confeso todos los actos que habían realizado y los motivos que lo habían llevado a tomar tales acciones.
La sala de los Jueces del imperio se había quedado en silencio. Los jueces Intentaban procesar los relatos que habían escuchado de Franklin. Sus pensamientos divagaban en que decisión debían tomar, ya que no querían enemistarse con él.
Franklin interrumpió sus pensamientos haciendo una solicitud.
Solicito que se le dejara en paz a él y su familia, permitiéndoles tener su casa en las afueras de la ciudad, como había sido todo este tiempo, pero esta vez solicitaba un decreto imperial de no tocar a su familia bajo ninguna circunstancia.
Los jueces no pudieron complacer del todo su solicitud, pero le ofrecieron una solución.
La solución que le brindaron consistía en que su familia asumiera el estatus familiar que había quedado vacante en la raza de los Humanos. También le aseguraron que sus demandas anteriores se cumplirían si aceptaban esta solución.
Franklin consideró su propuesta y no viendo una mejor solución, la acepto. Tomando así el estatus de noble y dando origen a una nueva familia. La familia Cibryck.
"Así fue como se fundó nuestra familia pequeño Uri" – dijo Jefferson terminando de narrar la historia de su familia a su hijo.
Uriel estaba sorprendido. Había visto un pequeño libro que contenía la historia de su familia y lo había tratado de leer, pero su padre al ver sus acciones decidió quitarle el libro pensando en que Uriel solo quería jugar con él y aprovechando la ocasión decidió contarle la historia de su familia.
La cabeza de Uriel trataba de procesar toda la información que había recibido.
'En qué clase de familia psicópata me reencarnaste Jano' – reflexionó Uriel mientras veía el rostro lleno de orgullo de su padre.