El aula de clases, que solía estar envuelta en un silencio solo interrumpido por la voz del profesor, ahora se encontraba sumida en un caos total. Esta institución que estaba destinada a estudiantes comunes sin entrenamiento en combate o experiencia con las criaturas emergentes de otro mundo, se veía afectada por el pánico. Tanto chicos como chicas temblaban, algunos lloraban por el miedo, y otros sucumbían al pánico colapsando ante la abrumadora situación. Todos eran personas normales que solo estudiaban. Y Heim, en medio de este escenario observaba la escena con una mezcla de compasión y desapego mientras continuaba avanzando.
Pudo notar aquel contraste entre la normalidad anterior y la actual histeria colectiva destacaba la vulnerabilidad de aquellos que no estaban preparados para enfrentar amenazas sobrenaturales. él mismo no lo estaba, pero obligadamente tendría que estarlo. Este pensamiento resonaba en la mente de Heim, recordándole la importancia de su propia adaptación. "Si me dejara llevar por el pánico como ellos, no tendría posibilidad de sobrevivir en la prueba", se repetía mentalmente mientras se movía entre la multitud agitada. Ahora, debido al entrenamiento físico al cual se había sometido, sus probabilidades de salir vivo de cualquier evento inesperado se incrementaban notablemente, a diferencia de sus compañeros de clase que se encontraban en una situación más precaria, casi ninguno de ahí podía pelear con un monstruo, y él mismo tampoco.
"En estas situaciones, todos ceden al egoísmo para salvarse. Yo no soy diferente; al igual que ellos, tengo que vivir. Todos tenemos una razón por la cual volver", murmuró Heim para sí mismo mientras avanzaba por el caos que se desataba a su alrededor. Las imágenes de la calle abarrotada, donde la supervivencia se convertía en la prioridad y la empatía quedaban relegadas, se agolpaban en su memoria. Aunque intentaba proyectar una fachada de dureza, su cuerpo temblaba intensamente. En su mente, se aferraba a la creencia de que no debería sentir miedo, pero la realidad se imponía. El encuentro traumático con los monstruos y el riesgo de haber podido encontrarse con una abominación en el pasado, había dejado una marca indeleble en su psique, y ahora, en medio de la emergencia, la tensión se manifestaba en su cuerpo. A pesar de su determinación, Heim se encontraba lidiando con sus propios demonios internos mientras avanzaba en busca de seguridad.
La escuela, con sus vastos pasillos y aulas, requería al menos diez minutos de caminata para llegar a la zona de reunión designada en casos de emergencia como aquel. Sin embargo, la desesperación se apoderó de todos, y el instinto de supervivencia superó cualquier intento de organización. Los profesores intentaban guiar a los estudiantes, pero las masas corrían, ignorando las palabras de aquellos que intentaban imponer cierto orden. El tumulto de personas resultaba abrumador, y muchos caían al suelo debido a los empujones y la confusión reinante. Heim se vio atrapado en esta marea humana y, por no reaccionar a tiempo, se encontró entre aquellos que perdieron el equilibrio. Se mordió el labio con fuerza y se obligó a levantarse, consciente de que. posiblemente cada segundo perdido podía marcar la diferencia entre la vida y la muerte.
A tan solo unos cuantos pasos de llegar a la zona de reunión, donde se suponía que estarían a salvo, Heim percibió un sonido de resquebraje a la distancia que lo hizo voltear, seguido de un grito lejano. El crujir de algo rompiéndose marcó el inicio de una cacofonía de gritos que se propagó como un coro de pánico. La voz inicial provenía de una chica, pero pronto se unieron muchos otros en una sinfonía de terror que resonaba por los pasillos. Heim, un poco familiarizado con la situación, entendió de inmediato lo que significaba ese coro de gritos. La mala suerte parecía acompañarle, y el presentimiento de que algo peligroso se acercaba se instaló en su mente. En esos pocos segundos de atención, pudo notar la figura de algo parecido a un león rompió el techo con fuerza, y cuando tocó el suelo, aquel líquido carmesí se hizo presente salpicando a algunas personas.
Sin titubear, Heim ajustó su rumbo y apresuró el paso hacia la zona de reunión, sabiendo que el peligro estaba cerca y que cada segundo contaba. La visión de la bestia que se manifestaba, acompañada por la sangre derramada, le recordó la naturaleza implacable de ese mundo alterado por las mazmorras. El miedo y la urgencia se entrelazaron en su mente mientras avanzaba, consciente de que la supervivencia dependía de llegar al punto de encuentro antes de que las criaturas emergentes hicieran acto de presencia. Había logrado salir afuera del recinto escolar, ahora tenía que dirigirse al punto de reunión.
...
En medio del caos, dos figuras se recortaban en el techo de la escuela, observando la escena que se desplegaba ante ellos como si fuera una película. "¿No harás nada?" preguntó la figura con voz femenina, la compañera de Terrus, quien controlaba al contrario en algunas ocasiones debido a su temperamento. El otro, con calma, estaba fumando, retiró su cigarrillo y soltó el humo que había en su boca antes de responder. "Alguien manipuló la energía de la zona del alrededor. Además, esa bestia se vio atraída por la fluctuación de Heim. Quiero ver qué hará cuando note que va por él. Por lo que he visto, no es del tipo que se sacrifica por los demás sin un buen motivo." La compañera soltó un suspiro, aparentemente acostumbrada a las actitudes de su compañero. "Eso es un no. Ya murieron chicos inocentes, ¿no te sientes mal?"
El otro, aparentemente imperturbable, no respondió de inmediato. Después de unos segundos de cigarro y soltar el humo, habló con indiferencia, "Bueno, en estos tiempos. No todos viven mucho tiempo. La muerte es injusta, sí, pero ¿qué no lo es en este mundo? Digamos que los salvamos, llegamos a tiempo, ¿y qué cuando se repita? No podemos salvar a todos siempre", murmuró con cierto desapego, pero tras esa frase. Solo Terrus sabía lo que se encontraba.
...
En apenas dos minutos, una secuencia de eventos transformó el entorno en un caos frenético, dos minutos que se tornaron en los más angustiantes de su vida. Heim, en su intento de huir, había esperado que la bestia se entretuviera con las personas que se encontraban detrás suyo, pero la realidad fue mucho más brutal. El monstruo parecido a un león aplastó a aquellos jóvenes estudiantes como si no fueran nada, como si se trataran de simples hormigas en su camino. Cuando las vibraciones en el suelo advirtieron a Heim de la proximidad del león que parecía ser de tres metros de altura, la escena se volvió aún más aterradora. El animal, desafiando toda lógica, rompió la puerta principal de la escuela de una embestida y saltó directamente hacia él. Sin tiempo para pensar, Heim se lanzó al suelo en un acto instintivo, permitiendo que la monstruosa criatura pasara sobre él y se alejara un poco. Fue un acto reflejo, una respuesta automática impulsada por el instinto primal de supervivencia que se aferraba a su ser. Al asegurarse de que seguía con vida, se levantó, consciente de que cada decisión en ese momento crítico podía marcar la línea entre la vida y la muerte.
Se encontraba, a su pesar, en la posición de salvar a otros mientras la bestia se centraba en él. En medio del caos y la desesperación, instó a la gente a huir gracias a que se volvió la presa principal por algún motivo que él desconocía, esperaba que pudieran aprovechar la distracción momentánea que él proporcionaba. La adrenalina recorría su cuerpo, y podía sentir las miradas fijas en él mientras se convertía en el imprevisto centro de atención. Algo caliente corría por su cuerpo, una sensación extraña que se le sentía familiar, como si no fuera sangre sino algo más. Era consciente de que la adrenalina del momento lo volvía más alerta, más veloz, pero también percibía algo más, un matiz adicional que aún no lograba comprender.
En medio de la tensión, una resolución más firme se apoderó de Heim. "¡Corran, por un carajo, corran! ¡Aprovechen la maldita distracción!", gritó, instando a los demás a alejarse del peligro inminente. Su mente, nublada por la urgencia, no tuvo tiempo para profundizar en las sensaciones que experimentaba. Sabía que había algo más en juego, algo que iba más allá de la mera supervivencia. "Vamos, maldito gatito, juguemos tu maldita partida de cazador y presa" ambos parecían mirarse a los ojos furiosamente. Heim temblaba, tanto por miedo como por la adrenalina arremolinándose en él, el león rugió con fuerza e hizo que Heim estuviera brevemente aturdido, sin escuchar nada.
Al instante que el León dio un paso, Heim empezó a correr hacia el lado contrario donde había visto a las personas, la bestia era obviamente más rápida que él debido al tamaño, pero eso lo hacía más fácil de esquivar también. No tenía experiencia, pero su mente estaba extrañamente calmada. Se sentía más ágil de lo que era. Sabía que, si se tratara de una abominación, su mente ya hubiera colapsado. Heim no sabía bien que iba a hacer solo distrayendo al maldito monstruo, solo podía aguantar hasta que los salvadores llegaran y lo salvaran a él. Tenía que correr.