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Chapter 17 - Duda

La noche había caído después de unas largas horas de celebración, siguiendo las raíces de su familia. La celebración no acaba hasta que todos caigan borrachos y dormidos, las fiestas en familia eran realmente divertidas. Heim aunque no solía celebrar su cumpleaños en grande, disfrutaba la compañía de estos mismos porque si su madre estaba feliz, él también lo estaría. Era simple, y honestamente para él, sentía que tener una buena madre era digno de tener envidia.

En estos tiempos desesperados, en los cuales un monstruo o abominación puede aparecer en casi cualquier sitio. Tener a quien llamar familia y amigos confiable, era complicado, más para aquellos que eran de barrios bajos o de suburbios peligrosos.

— Aunque no apruebo que arriesgue su vida por dinero, es necesidad. No te preocupes mamá, pronto podré pelear y te ayudaré. - murmuró él mientras veía su espalda, ella hablaba con una tía que Heim rara vez veía, su nombre era Lara. Tenía familia en lo que antes era México, que tenía un grave problema de abominaciones simbionte, aunque los salvadores se encargaban de ellos, era como si fueran infinitos. "Solo rezo para que no se extiendan mucho"

Murmuró con desgana, se sabía bien que los monstruos se adaptan al entorno, así que en una zona de gran variedad como lo es ese país, las distintas cantidades de monstruos eran de varios tipos. Se levantó del sillón en el que estaba sentado para dirigirse al baño, el sueño le estaba ganando y ya le habían cantado su feliz cumpleaños. Así que podía irse a dormir ahora. "Aunque sería una pena dejarlos, iré a dormir" pensó con despreocupación.

— Quizás es mejor, mañana tengo que seguir practicando, las cosas serán peligrosas cuando caiga en la prueba - siguiendo hablando en voz bajaz se dirigió al baño con tranquilidad. A lo lejos, sus sentidos, los cuales ahora eran un poco más sensibles, pudieron escuchar el sonido de la puerta abrirse y pasos yéndose. Tampoco es que estuviera muy lejos de la puerta principal así que no se sorprendió. "Es bastante útil, realmente me ayudó cuando intentaba escapar de esa bestia, un rango cero me dió bastantes problemas. No me imagino algo mucho más alto".

Cosas como el olfato, oído, tacto, vista, tiempo de reacción, en pocas palabras. Su cuerpo y sentidos se potenciaron a un nuevo nivel después de haber desbloqueado esa pasiva como lo había llamado Xavier. — Me pregunto, ¿qué tanto tendré cuando sea un rango ascendido? -

La ascensión tampoco es que le interesara mucho por el momento, solo sabía que era algo para poder avanzar entre rangos. Él miró un ejemplo simplificado al estilo de videojuegos, cada persona/personaje tenía ciertos requisitos para evolucionar, por ejemplo. Las personas como Heim se podrían considerar personajes de una estrella listas para ascender, y el máximo actual es de cuatro pero se sabe que hay más. Ascender subiría estadísticas y otorgaría habilidades especiales según cómo sea la persona, pero requeriría entrar a otra prueba del destino que, sabrá dios como entrar.

Al lavarse la cara en el baño, cerró el grifo y se secó con una toalla. Aunque notó un silencio extraño, la música se había apagado y el silencio empezó a reinar en la casa del pelinegro. — Extraño, ¿Será otra sorpresa? - los nervios se le empezaron a poner de punta, pero no quería hacerse ideas equivocadas.

Avanzó con cuidado hacia la puerta, y al abrirla, el sonido de una gota caer lo sobresaltó. Se asustó por un breve momento y continuó caminando como si nada hubiera pasado.

Era extraño, sentía que algo lo miraba desde... Todos lados, las luces encendidas al menos le daban seguridad, hasta que los focos de luz se rompieron. El sonido de cristales fotos lo puso en alerta máxima y, gracias a la ventana. Pudo ver qué no era solo en su casa. — Esto no es normal, ¿Abominación? ¿Otro monstruo? Mierda, pueden olerme. Ni siquiera estar en casa es seguro - hizo una sonrisa preocupada y teñida de miedo.

Ya estaba empezando a hacerse varias ideas de lo que podría estar pasando. No quería poner en peligro a su familia así que en pocos segundos sacó su teléfono y le escribió al número de Xavier.

[Creo que hay una abominación cerca de aquí, en mi casa]

El simple hecho de los focos rotos y los postes de luz de la calle totalmente apagados, era algo sobrenatural. Aunque los despertados ya podían hacer cosas así, iniciarían una pelea en territorio de un clan, siendo eso la peor idea posible a no ser que tengas el poder para plantearles un cara a cara. Aunque más bien sería un 1 vs 500.

No había sonido alguno además de su respiración y el movimiento de sus pasos, esto por si solo ya marcaba un hecho. Ya había ocurrido algo más, no hubo gritos, ni sustos cuando las luces se fueron de la nada, ningún sonido de andadas. Era un silencio absoluto el cual solo era roto por Heim. Esto lo empezó a preocupar. "Carajo, carajo. Me niego a creer que están muertos, por favor, estén dormidos. Que los hayan dormido"

Ignorando el cuidado, empezó a correr hacia la sala de estar que no estaba muy lejos, el tamaño de su casa empezó a sentirse descomunal. Con cada paso que daba sentía que algo terrible estaba pasando a su alrededor. Entonces, al llegar a la sala de estar.

Miró un montón de púas atravesando el cuerpo de sus familiares, atravesando de manera limpia los cuerpos, con un líquido viscoso goteando de esas mismas púas que tenían el grosor de una aguja. Su respiración se congeló, negándose a creer que lo que estaba viendo era real.

Su mirada vagó por todos lados, pero no miró a su madre en ningún sitio. Entró en pánico, — ¡Mamá, dónde estás! - Le importaba una mierda su seguridad, si el monstruo iba por él al menos tendría posibilidad de escapar y distraerlo hasta que los salvadores llegaran.

Tenía la suerte de ser un cuasi despertado, simplemente le faltaba superar la prueba, y obtener sus habilidades especiales. Empezó a correr por el alrededor, cocina, baño del primer piso, habitaciones que no se usaban del todo. Nada, solo rastros de sangre y nada de cuerpos, era casi como... — ¿Se los comió? -

Horror se tiñó en su cara, negándose a qué su madre haya sido simplemente comida de una maldita bestia sádica de mierda. No había nada, simplemente nada. Los únicos cadáveres que encontró fueron en la sala, y ellos aunque eran su familia. No le importaban lo suficiente como para llorarles, él no era su madre.

Entonces, un grito se escuchó desde su habitación. La de Heim, no la de su madre ni la de invitados. Un agudo — ¡Ayúdenme! - entrecortado que luego fue suplantado por plegarias y gritos de dolor. Esa voz era la de su madre, sin dudarlo. A su máxima velocidad y casi tropezando con los vasos y platos caídos del lugar avanzó hasta su cuarto.

— ¿Mamá? Qué- No puede ser... - Allí, mirando su cama se encontraba un ser el cual se erguía sobre dos patas, con una postura encorvada y retorcida, como si hubiera sido esculpida por los peores temores de la mente humana. De su espalda brotaban gruesas púas afiladas, cada una de ellas como un cuchillo oxidado listo para la carnicería.

Su brazo derecho se había transformado en una extremidad grotescamente grande y musculosa, este miembro de pesadilla se movía con 'lentitud' pero era igual de aterradora ya que poseía una fuerza similar a la de una bola de demolición, capaz de destrozar cualquier cosa que se interpusiera en su camino.

Mientras que su brazo izquierdo era un poco más similar al de un humano, como si fuera el último rastro que quedaba de lo que alguna vez fue. Su cuerpo, si se podía llamar así, era una aberración inenarrable. Parches de piel se desprendían, revelando carne putrefacta y huesos retorcidos. Los ojos, antes dulces y cariñosos, ahora eran dos abismos sin fondo repletos de un hambre insaciable y malévolo.

Al escucharlo esta cosa se volteó, ese simple gesto ocasionó un teror profundo dentro de Heim, sentía que su cabeza iba a explotar. Pero el miedo que esa cosa le generaba, no era natural. El pelinegro se quedó paralizado simplemente escuchando cómo empezaba a llover, aquella masa grotesca se acercó poco a poco, y cada paso que daba resonaba como un eco de pesadilla, su presencia misma era suficiente para llenar de terror incluso a los corazones más valientes.

Esa cosa, Heim la podía reconocer, sentía la débil sensación de que aquella monstruosidad era su madre, quien ahora ya no existía, solo quedaba una criatura infernal que acechaba en las sombras, esperando para devorar todo lo que encontrara en su camino. — He-im Heim, He - escuchar su nombre siendo pronunciado por la ahora abominación, le causó diversas sensaciones que simplemente no podría explicar.

¿Cómo podía saber que era su madre? Simplemente lo sentía, una débil chispa de conexión entre ambos, la relación de madre e hijo continuaba incluso después de la corrupción. ¿Cómo pudo su madre acabar así? No lo sabía, simplemente, no se le ocurría ninguna cosa. Contuvo la respiración hasta que tuvo que respirar. Esa cosa, era su madre. Pero también era una bestia peligrosa que lo podía matar.

Eso le decía su subconsciente, pero él por otro lado... — Mamá, mamá, no te preocupes, tu hijo está aquí, ¿Sí? Por favor, no hagas nada tonto -

Los músculos de la abominación se contrajeron, como si estuviera evitando hacer algo, pero luego comenzaron a palpitar. Heim no pudo reaccionar ante un golpe con velocidad inimaginable que voló hacia él, pegándole en el pecho. Un golpe cuya potencia lo hizo pegarse contra la pared de su habitación y agrietarla. Si fuera una persona normal, eso lo hubiera matado.

No quería enfrentarse a su madre, nunca pensó en qué pelearía con su madre, ya sea en discusión o similar. Y peor, nunca imaginó que sería en una pelea a muerte, donde su única opción sería escapar.