— Te pasaste un poco, Xavier — se escuchó una voz adicional que Heim, en su dolor, no escucharía. Una voz femenina que parecía emerger de la distancia, a pesar de que había sido un duelo de práctica, el moreno no escatimó en fuerza y lo apaleó brutalmente. — Las abominaciones no son peores que yo, solo le di una pizca de lo que le espera allí fuera — habló en un tono serio, una chica de cabellos morados se acercó al cuerpo con moretones del pelinegro, extendiendo una mano y parecía ser, lo estaba curando.
Heim solo podía sentir un hormigueo recorrer su cuerpo, cuando recobró la claridad en su visión, estaba bocarriba viendo una cara atractiva y solo pudo decir — Hermosa — la chica rió suavemente, casi como si fuera un buen chiste. — Gracias, me lo dicen mucho — al escuchar eso, Xavier soltó un bufido, cruzándose de brazos mientras observaba la escena con indiferencia. — No le des demasiadas esperanzas, Evianne. Si se acostumbra a que lo levanten cada vez que caiga, nunca aprenderá a ponerse de pie por sí mismo. —
Evianne le dedicó una mirada de reojo mientras seguía canalizando su energía curativa sobre el cuerpo de Heim. Sus manos despedían un tenue resplandor violáceo, y poco a poco, los moretones en la piel del pelinegro comenzaban a desvanecerse. — No seas tan amargado — respondió con suavidad, pero con un deje de burla en su tono. — Además, dudo que un novato pueda aprender algo si está inconsciente y con varias costillas rotas. —
— Sobrevivió. Eso ya es suficiente aprendizaje. — Heim, todavía aturdido, apenas podía seguir la conversación. Su cuerpo aún dolía, pero el calor reconfortante de la curación lo mantenía a flote. Su mente iba y venía entre la realidad y el agotamiento, pero lo único que realmente captó su atención fue el rostro de Evianne. — ¿Eres… un ángel? — murmuró, sin pensar demasiado en sus palabras, la chica de cabellos morados dejó escapar otra risa suave, sus labios curvándose en una sonrisa divertida.
— No, pero si quieres seguir diciendo cosas lindas, no me voy a quejar. — Heim pestañeó, su mente aún nublada. ¿Acaso estaba soñando? ¿Había muerto en ese combate y ahora estaba en el cielo? Pero la punzada de dolor en su costado le confirmó que seguía vivo… apenas.
Xavier chasqueó la lengua, fastidiado. — Si ya terminaste de hacerle caricias, dile que se levante — Evianne ignoró el comentario y se inclinó un poco más sobre Heim, mirándolo fijamente a los ojos por un momento, luego analizó con la mirada el cuerpo del joven — ¿Cómo te sientes? —
Heim tragó saliva, aún le dolía todo aunque estuviera en un mejor estado. — Como si me hubiera atropellado una montaña. —
— Es un buen resumen. — Evianne retiró las manos y el hormigueo sanador desapareció, dejando un leve rastro de frescura en su piel. Heim se incorporó con esfuerzo, sus músculos aún resentidos, pero al menos podía moverse. Xavier ya se estaba alejando, sin molestarse en despedirse, pero Heim sabía que eso significaba un "sígueme"
— Si quieres seguir con esto, prepárate para lidiar con Xavier un buen rato. Y no esperes que alguien siempre te ayude a levantarte, como eres un novato, estoy aquí por hoy. — Heim observó a Xavier alejarse mientras escuchaba a la chica de cabello morado, sin una palabra de despedida, con esa indiferencia que lo caracterizaba. El hombre parecía completamente ajeno a la fatiga o el dolor de sus estudiantes, como si el sufrimiento ajeno fuera solo un medio para una lección. Aun con la calma de Xavier, Heim sentía como si sus huesos gritaran en dolor, y el leve zumbido que quedaba en su cuerpo tras el golpe final no lo dejaba en paz. ¿Cómo podía alguien tan calmado y distante ser tan… fuerte?
Evianne, en cambio, se quedó cerca, observándolo mientras trataba de recomponerse. Su rostro estaba mucho más cerca del suyo, pero, a pesar del agotamiento que lo invadía, Heim no pudo evitar notar lo bien entrenada que estaba. Su cuerpo esbelto se movía con naturalidad, una calma que contrastaba con la sensación de caos que aún sentía.
— ¿Seguro que no necesitas ayuda? — Preguntó, su voz ligera, casi burlona, pero Heim apenas podía concentrarse en lo que decía, la fatiga y el dolor lo tenían sumido en una especie de niebla.
— Como si pudiera seguir el ritmo de alguien como él... — Heim intentó incorporarse, pero su cuerpo no le respondía como esperaba. No solo estaba agotado, sino que las costillas rotas y los moretones le recordaban lo poco que había podido hacer contra Xavier.
Evianne sonrió con una mezcla de diversión y simpatía, inclinándose ligeramente hacia él.
— ¿Sabes? A veces me pregunto qué hacen los novatos como tú cuando se enfrentan a alguien con experiencia. — Sus palabras, aunque suaves, tenían un tono casi filosófico. Era como si estuviera evaluando más que solo su estado físico. — Pero no te preocupes, te acostumbrarás.
Heim dejó escapar un suspiro de frustración.
— No quiero acostumbrarme a esto... — Musitó, mirando al suelo, sintiendo el peso de la derrota. Había sido su primer entrenamiento con Xavier, y no había imaginado que fuera tan brutal. No podía soportar la idea de ser un saco de boxeo para aprender. — ¿Es normal que me deje casi sin aire solo para un "entrenamiento"?
Evianne lo observó por un momento, su tono se suavizó y su sonrisa, aunque burlona, ahora parecía más comprensiva.
— No es lo ideal, pero Xavier tiene su propia manera de enseñar. Él cree que te lastimes, aprendas y sigas adelante. Si no sobrevives, es porque no tienes lo necesario para continuar. Pero si aguantas, aprenderás mucho más rápido. — Sus manos se movieron lentamente hacia él, tocando levemente sus hombros como si intentara transmitirme algo de su energía. — Así que, por hoy, no sigas pensando en lo que pasó. Si sobreviviste, ya es un paso importante.
Heim la miró con cierto grado de incredulidad, su voz grave, casi apagada por el agotamiento.
— A ese ritmo, creo que solo me quedaría arrastrarme. — Intentó hacer una broma, pero no le salió. No había nada gracioso en sentirse tan derrotado.
Evianne, aunque le sonrió, también notó la seriedad en sus ojos. No era como si se estuviera burlando de él, sino que realmente entendía el peso de la situación. Aun así, no dejó de juguetear con la situación.
— Pues, si no te caes, ¿cómo vas a levantarte? — Dijo con una sonrisa traviesa, pero esta vez su tono estaba mucho más cercano a la preocupación que a la burla. — Tienes mucho que aprender, pero primero, tienes que dejar de pensar que todo va a ser fácil. Esto es solo el comienzo. Si sobrevives a las siguientes rondas, te aseguro que te sentirás mucho más fuerte.
Heim respiró profundo, sintiendo la presión en su pecho al intentar mantenerse en pie. Cada movimiento le dolía, pero la sensación de estar siendo apoyado por alguien que parecía entender su dolor, aunque de una forma indirecta, hizo que se sintiera ligeramente mejor.
— Bueno, eso suena… reconfortante. — Respondió, sin mucho entusiasmo, pero reconociendo que, tal vez, esa actitud de Evianne era lo que necesitaba para seguir adelante. No todas las palabras de apoyo tenían que sonar perfectas.
Evianne le ofreció una mano con una sonrisa burlona, como si disfrutara de alguna forma al ver su estado tan agotado.
— La próxima vez, intenta durar al menos un minuto más, ¿vale? — Dijo con voz juguetona, pero el brillo en sus ojos seguía siendo el mismo, como si estuviera un paso adelante, calculando lo que necesitaba hacer a continuación.
Heim, con un esfuerzo evidente, aceptó su mano, aunque el dolor seguía siendo palpable. Intentó mantenerse erguido, pero la presión en su cuerpo era casi insoportable.
— Si sobrevivo, te prometo que lo intentaré. — Murmuró, su tono más reflexivo que antes, pero sin querer dejar que su orgullo se rompiera por completo.
Evianne lo miró con una mezcla de diversión y una ligera empatía, antes de girarse hacia Xavier, quien ya se había apartado para hablar con otros entrenadores.
— Pues, ven. No queremos que se nos escape antes de que hagas algo decente. — Evianne le guiñó un ojo antes de comenzar a caminar, dejando que Heim, aún tambaleante, la siguiera.
Heim caminó tambaleante, con cada paso sintiendo que su cuerpo estaba a punto de colapsar. Un trayecto de diez minutos se le hizo eterno, sus piernas amenazaban con rendirse a cada instante, y más de una vez estuvo a punto de caer de bruces. Sin embargo, Evianne, con su actitud relajada pero vigilante, lo sostuvo cada vez que perdió el equilibrio.
— Si sigues cayéndote sobre mí, voy a pensar que lo haces a propósito — comentó con una sonrisa divertida, pero sin apartar la mirada del camino.
— Me encantaría decir que sí… — Heim jadeó, tratando de mantenerse erguido. — Pero dudo que esto sea placentero para ninguno de los dos. —
Evianne soltó una pequeña risa, sin negar ni afirmar nada. Siguieron avanzando hasta que el sonido de agua corriendo llegó a sus oídos. Al cruzar una pequeña colina, se encontraron con un riachuelo cristalino que serpenteaba entre las rocas, reflejando la luz tenue del sol que se filtraba entre los árboles. Y ahí estaba Xavier, de espaldas a ellos, con los brazos cruzados, inmóvil como una estatua, parecía estar posando. Heim no lo sabría nunca, pero Xavier pensó un "Sí, me veo genial así."
El ambiente se sintió más pesado de inmediato. Heim apenas y podía mantenerse en pie, y, sin embargo, su instructor no le dirigió siquiera una mirada. Solo pronunció una palabra:
— Súmergete. —
Heim pestañeó, su mente aún estaba nublada por el agotamiento.
— ¿Disculpa? —